Madrid, la nuit... magique (apunte)
El
precedente épico (o hípico, porque se suele impetrar la intervención de la
caballería, ya que en este tipo de remontada la coz y el galope son esenciales)
no lo representaban el Derby County, el Anderlecht o el Borussia
Mönchengladbach (nadie lo confunda con el grande, el de los años 70; se trataba
de uno tierno y paliducho que vino después), ni tampoco el mediocre Inter de
los ochenta. No, el precedente épico lo representaba el Alcorcón, un equipo de
Segunda B a quien el incomparable astro Guti, con espíritu de rufián, llegó a
prometer en público una manita; luego
encajaría un gol y de casualidad.
Los
sucios periódicos antideportivos, infestados de necios hooligans, tocaron a somatén. Se trataba de resucitar las supuestas
proezas de la época de María Castaña protagonizadas por Santillanas, Juanitos y
Gallegos. Para preparar el clímax fueron de asilo en asilo en busca de la
declaración auspiciosa de los viejos derrotados, bastantes de los cuales, a juzgar
por lo que afirmaban, seguían tan idiotas como de costumbre, pero entonces
surgió aquel ex jugador del Inter, participante en una de las noches mágicas del Bernabéu, para divulgar
la fórmula secreta de tanta heroicidad: "Organizaron la caza del hombre". O
sea, no el dos de mayo, sino más bien la jauría humana.
"Un
final grandioso", "Se rozó la gesta", "Yo creí", "De milagro no hubo
milagro". Siempre tan hiperbólicos
cuando el grande abusa del pequeño, esta vez dieron por buena la derrota y se
contentaron con el lavado de imagen. Además, ya habían disfrutado hasta el
paroxismo con los infortunios del Barça. (Imperecedero aquel titular de un
diario capitalino de cuando las semifinales de Copa: "El Madrid desnuda y
aniquila al Barça".)
El
rival europeo era un equipo bisoño que ha costado 38 millones de euros, fletado
por un club cuyo presupuesto es sólo un poco superior al de varios conjuntos de
España que no son el Madrid y el Barcelona. Este Dormund ha batido al todopoderoso
merengue, lo ha derrotado dos veces en cuatro partidos y lo ha eliminado con
todo merecimiento de la Copa de Europa. De modo que la chequera explica algunas
cosas sobre las que no abundaré, pero no todas, ni siquiera la mayor parte.
Es
más: lo que ha mantenido al Barça en la cumbre durante estos años no ha sido su
estupendo budget (el segundo más abultado
del balompié planetario, tras el del merengue enriquecido una y otra vez por
las autoridades golfas de Madrid; la corrupción no es de ahora), sino su
formidable cantera. Sin la Masía, los culés hoy no pasarían de ser un equipo
caro y segundón, como tantas veces en su historia y, lo que es más
significativo aun, sin la Masía, el Barça no hubiese vertebrado la magnífica selección
española actual, cosa que, por cierto, jamás hizo el blanco victorioso de la
raza superior.
Según
el clan de Mourinho es difícil que un portugués triunfe en España. Sin embargo,
aquí han actuado varios futbolistas lusos, y algunos de ellos llegaron a ídolos
de la afición: "Levas pretas" Alves (un excelente medio de enlace que actuó en
el Salamanca), Futre, Duda, el propio Ronaldo..., por no hablar del
extraordinario angoleño Jorge Mendonça. Caen mal (salvo en el Real Madrid donde
los adoran) los chulos que además se hacen las víctimas; los agresores que
sollozan (como Pepito, el hermano mayor de un tal Diego Costa, otra alhaja) y los ventajistas que mendigan
equidad y hallan jurisprudente la ley del embudo.
En
fin, Mourinho quería que el fútbol hiciera justicia, y el fútbol obedeció; no
siempre los dioses hacen oídos sordos.