COMIENZA LA EUROCOPA AUSTRO-HELVÉTICA
Dentro de pocas horas se pondrá el balón en juego en el
Sankt Jakob Park de Basilea.
Suiza y Chequia comienzan el baile que finalizará el próximo
día 29 en Viena. El vals del Emperador sólo sonará para un equipo de los
dieciséis que toman parte en el concurso. Los quince equipos restantes irán
cayendo porque algún rival será superior, porque otros se les impondrán en la
prórroga o en los penaltis, porque una equivocada decisión arbitral
desequilibrará injustamente la balanza o por algún desacierto ofensivo o
defensivo que clasificará a otro de los contendientes. Cualquier selección que
sume el máximo de estos requisitos puede proclamarse campeona. En el fútbol
actual, y no hay más que repasar las historias de los últimos mundiales y
europeos, las diferencias entre los equipos son mínimas. El fútbol es un juego
sencillo donde en teoría debe ganar el mejor. El que más posee el balón debe crear mayor número de
oportunidades, marcar más goles y por tanto obtener la victoria. Es una
afirmación digna de Perogrullo, pero que muchas veces no se cumple. Por eso
puede ganar cualquiera.
Repasando la prensa especializada y escuchando los medios total
o parcialmente auditivos, es fácil el pronóstico. Francia, Alemania e Italia
tienen las mayores probabilidades de obtener el triunfo. En el segundo escalón
se sitúa a Portugal (no faltaba más, ya que cuenta con Cristiano Ronaldo) y se
menciona a Chequia y España. La primera porque sus resultados clasificatorios
son espectaculares y a los nuestros porque...
son los nuestros.
Después, la mayoría de las predicciones no se cumplirán y
cada uno explicará su fallo de pitoniso con los mismos argumentos banales con
los que emitieron su pronóstico. Afortunadamente el fútbol no es una ciencia y el
periodismo tampoco exige a nadie que tenga dotes de profeta.
Sorprende que en los principales medios se cuente con
antiguos futbolistas para que nos cuenten lo que sucede en los terrenos suizos
y austriacos. Repasando la prensa de todo el siglo XX apenas existen jugadores
entre los más afamados cronistas futbolísticos (me parece que sólo figura Teus).
En ningún caso haber sido un buen jugador capacita para ser un buen crítico. Ni
por sus dotes literarias ni por la objetividad de sus juicios. Pero, qué podemos
pedir si semanalmente se ofende la inteligencia de los buenos aficionados desde
tantos púlpitos televisivos por predicadores bufonescos o ignorantes de nuestro
sagrado deporte rey.
Tal vez nuestra selección llegue a cuartos de final. Si los
superase, Luis Aragonés será coronado emperador austrosuizo (bueno, creo que
era austrohúngaro). ¡Ah! pero si no superásemos la primera fase, saldrán a
relucir de nuevo los defensores raulistas para echarle en cara su ausencia. Como
si en las pasadas eurocopas o mundiales la presencia del siete madridista
hubiese resuelto algo. Algunos incluso se acordarán de Guti, quien en su larga
trayectoria profesional fue suplente del equipo blanco con una decena de
entrenadores y en la selección española, camiseta que vistió en trece
ocasiones, una vez dio un pase de gol, brillantísimo promedio ¡pardiez!.
Siempre, desde que era niño, espero que nuestra selección
quede campeona. Me produciría una gran
satisfacción que esta vez lo consiguiese. Sueño con ello, pero reconozco la
dificultad que comporta. Es como ir al casino y jugarte tu dinero en la ruleta
al cero y vecinos. La probabilidad es similar y casi nunca te toca. Eso sí,
siempre permanece la emocionante ilusión mientras rueda la bolita.