Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Harto de famosos

Hasta el pelo y un poco más arriba, si me apuráis, estoy de los famosos. ¿De qué sirve que entre los seguidores rojiblancos militen: aquel -no sé cómo se llama- de Goma Espuma, el humorista Forges, la escritora Almudena Grandes, los cineastas Garci y Fernando León, el célebre periodista Arozamena, el actor Bardem o el cantante Sabina? Ninguno de ellos ha hecho nada por el Atlético de Madrid. Miento, han hecho bastante daño, a sabiendas o no.
Me explicaré: ni se opusieron al Difunto en su día, ni le cantan las verdades a los jerifaltes de hoy, ni abren la boca como no sea para expresar la tediosa cantinela de que el “Atleti es así”.  Y, no satisfechos con poner un traje vistoso a la cobarde resignación que se ha incrustado en la entidad desde que los Gil la okupan (el modelo consiste en una blusa de cinismo sentimentaloide a juego con un pantalón de tontiloca fe en la nada), a veces arropan a los okupantes en algún acto público.

Se diría que los famosos del Atleti prefieren un club idiota a otro de inteligencia normal, fracasado a exitoso, jorobado a recto de espalda. Jamás les oirás musitar un queja, un reproche, un pero. Interrogados por su filiación rojiblanca, los más improvisan una frasecita hueca, dándose importancia a costa del Atleti, pero su locuacidad es lo más parecido al silencio. ¿A quién temen ofender? ¿Con quién temen enemistarse?

El último en malgastar una espléndida ocasión de permanecer mudo o de emitir una opinión sensata sobre lo que le ocurre al Atlético de Madrid ha sido Luis Figuerola-Ferreti, quien días atrás divulgó desde la página web de un periódico deportivo una especie de carta abierta al Creador, pródiga en metafísica perdularia y preces al Altísimo, como si hubiese que descifrar la suerte del club en un gabinete astrológico o en las sagradas escrituras y no en las huellas dactilares de quienes lo han destruido y desprestigiado.
 
Figuerola-Ferreti, gozoso testigo de otros tiempos, no debería sumarse a la tesis de la fatalidad, ni muchos menos a la del masoquismo, sino a la de los pocos que piensan que el ¡Viva El Pupas manque gane! es un lema más propio de fans de la ruleta rusa que de aficionados en su sano juicio. Recetarse, en la presente situación, jarabe de bobada constituye una inmensa frivolidad, porque la tontería es un factor de riesgo y el accidente mortal ronda al club.

Hoy el Atleti necesita seguidores lúcidos y no chalados, un público exigente y no esa masa amorfa de incondicionales -la habitual en el Calderón- que halla sublime ser estafada un año tras otro o elige emprenderla con el más débil y menos culpable del fracaso, las raras ocasiones en que hace oír su irritación. Tonterías, las justas.


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