Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Modesta proposición…

Os habréis dado cuenta de que ha vuelto la táctica, la denostada, la vituperada, la desacreditada táctica. Así, el gran defecto de Bianchi fue no ser lo bastante táctico y López Caro -leí días atrás en un periódico- habría recibido “un baño” -cómo no, táctico- por parte de Arsene Wenger, el míster del Arsenal.

Es curioso: a los entrenadores tipo Capello o Clemente siempre se les reprocha que no dejan vivir en paz a los jugadores y los agobian con exigencias inútiles (¡sube!, ¡baja!, ¡ojo con fulanito!, ¡tírate en el área!, ¡pierde tiempo!, etc.), las cuales son por entero ajenas al fútbol y perniciosas para el espectáculo. El coach tacticista es un enemigo jurado del buen juego, y se hace sospechoso, por ende, de querer sustituir a sus pupilos por robots teledirigidos.
No obstante, en cuanto un coach con fama de amante del balompié pierde un par de encuentros, las páginas de los diarios quedan anegadas con un reproche: no se entrena lo suficiente la táctica.

Otra necia moda en la prensa de Madrid: el descubrimiento de Ibagaza por la misma gente que lo ninguneó durante la fanfarrona canícula en la que el Caño estaba ya muy visto y Gabi se iba a salir. (Y los más vocingleros en el halago son precisamente los que peor hablaban del diminuto pero sagaz medio argentino.)

Tercera idiotez: el Atleti se arruga en el Bernabéu. Desde que subió a Primera, el Atleti ha disputado tres derbis en Chamartín: dos terminaron en empate y el otro lo ganó el Real (2-0), en un match bastante equilibrado, dadas las circunstancias. Lo que sucede es que el Atleti tiene hoy peores jugadores que el Madrid y como institución apenas existe; lo sólito es que los merengues venzan.
O sea, la condición de favorito del Real no es el efecto de la presunta cobardía de unos jugadores (los colchoneros) a los que intimidase el conjunto merengue, sino el previsible resultado de la disparidad de fuerzas entre un club y otro. Contienden, de una parte: el poder, el dinero, la propaganda y, casi siempre, el árbitro; y de la otra: sólo once hombres (réstese la entidad, que es una ruina cochambrosa).
Sin la propaganda y el árbitro -y pese a la incapacidad de sus dirigentes-, aún habría una oportunidad para el equipo de los hombres -como la hay cuando el cuadro del Manzanares se mide al Barça-, pero frente al Madrid brillan en todo su tétrico esplendor la parcialidad de la prensa y el harto frecuente miedo escénico del colegiado.

Jonathan Swift, en su “Modesta proposición para acabar con el hambre en Irlanda”, propuso guisar a los niños según las diversas recetas que para aderezar la carne se usaban en el país. Y confieso que cuando veo a ciertos padres afirmar arrobados refiriéndose a un hijo suyo:  “Me lo comería”, a menudo me vienen a la memoria las palabras del sarcástico irlandés.
De modo análogo, yo redactaría una “Modesta proposición para acabar con los periodistas deportivos”, asunto sobre el tengo un par de ideas contundentes, pero no las divulgaré para no herir la susceptibilidad de tan ilustres empleados de la industria del triunfo.

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