Atrapados
Como la mosca del vinagre en su palangana de ácido
acético y con análogas expectativas de volver a volar. El Atleti es, en
efecto, un lío morrocotudo, una madeja inextricable. El desenredador
que la desenrede buen desenredador será. Yo la tiraría a la basura y me
compraría otra nueva, o la resolvería de un tajo, como hizo Alejandro de Macedonia con el sofisma de nudos que le pusieron enfrente.
¿Hay algo salvable en el Atleti? Dentro y fuera uno
no ve más que incompetencia, chaladura, dejadez, marrullería,
sentimentalismo de ocasión…
A las pruebas me remito. Comencemos por Gil Marín y
Cerezo, que están pletóricos. Cuanto más se esfuerzan en parecer unos
dirigentes cabales y comprometidos con el club, más palmaria resulta su
catastrófica gestión y sus nulas dotes públicas. Pero aman las
declaraciones y, en días de vino y rosas, como los presentes, incluso
regalan ¡consejos al Madrid!
Cerezo, a propósito de los blancos (es un vicio pretender codearse con quien está mil codos por encima), filosofa:
"El dinero no hace buenos equipos". Lo dirá por experiencia, ya que
está acostumbrado a hacerlos extraordinarios con cuatro perras gordas.
¿O lo dirá para que no lo tachemos de roñoso la próxima vez que le
pidan 10 millones por un buen jugador y él mire para otra parte?
Cerezo afirmó una vez que no quería pasar a la
Historia como el presidente que había vendido el Calderón -¡no obstante
es lo que desea y no lo oculta!-. Pero ya ha pasado como el
vicepresidente del descenso y de la permanencia en la Categoría de
Plata. No es poco honor.
Su colega de diunvirato, Gil Marín, al rebufo de la buena racha que atraviesa el club, ha emprendido una tournée
por los periódicos afines (dícese de los que, en vez de informar, le
sirven de altavoz) para sacar pecho, meterse con el Madrid (¡qué
desfachatez!) y augurar la felicidad eterna para pasado mañana. Gil
Marín se ufana de haber comprado a Petrov, Kezman y Maxi por menos
dinero del que invirtió el Real en Sergio Ramos. Ahora bien, ¿es digno
de elogio el fichaje de un delantero que no ve puerta? ¿Y es admisible
cacarear como una gallina ponedora cuando se va noveno en la tabla?
Según Gil Marín, habrá 30 millones para fichajes,
ocurra lo que ocurra de aquí al final del campeonato. Si recordáis, en
ejercicios anteriores el montante del gasto cara al año siguiente
dependía de la clasificación al final de la campaña en curso. Ahora no.
¿No se estarán puliendo el Calderón a 30 millones por temporada?
Habrá ciudad deportiva, habrá nuevo coliseo, habrá
innúmeras secciones… Que todo lo que dice es un bla, bla, bla rutinario
-grabado y enlatado para consumo de los que se nutren de ilusión
basura- se echa de ver en detalles groseros, groseros para todo aquel
que no tenga la vista de un topo. Por ejemplo, dice que, mientras él
continúe en el club, no quitará del campo el nombre de Vicente
Calderón. Y no miente. Lo que anhela es cargarse el estadio; esto es:
que muera el perro para que se termine la rabia. (Meses atrás Gil Marín
añadió a los consabidos pretextos para vender el Manzanares uno en
verdad sesudo: la gente no acude por culpa de las obras de la
M-30. Pues la gente ha vuelto al Calderón, aunque prosigan las dichosas
obras. Y ha vuelto porque el equipo gana, pues, por mucho que insistan
en que los seguidores del Atleti son la fidelidad en persona, hasta los
más incondicionales se cansan de ver malos partidos y derrotas al por
mayor.
Y es Gil Marín quien improvisó el eslogan: "Hay que
devolver al Atleti al tercer lugar del fútbol español". ¿Y por qué al
tercero? Es justamente en esa modestia, que contrasta a lo vivo con el hábito irreprimible de fanfarronear, cultivado por él y su compadre, donde se nota que tan bello propósito no es más que una monserga.
Pero ¿quién contradice a los diunviros (diunvirus, pondría yo y no sería un lapsus calami)?; ¿quién levanta contra ellos el índice acusador? Y siempre encuentran a un rematado imbécil que avala sus averiados proyectos.
Empero, viven sin vivir en sí. ¿Intranquilidad?
Claro, aunque no la de los que tienen mala conciencia, sino la de los
que temen ser descubiertos in fraganti. De ahí que acusen a los
pocos contestatarios que les plantan cara de no querer que el Atleti
prospere, cuando lo único que no quieren esos malos atléticos -y a mucha honra- es más prosperidad a lo Gil Marín y Cerezo.
Como diría el siux de las películas del Oeste, tienen
dos lenguas y dos corazones (ninguno de los dos mayor que una canica,
añado por mi cuenta.)
Dijeron que el Atleti era inviable en Segunda y que
no podía bajar sin desaparecer. Bajó y sobrevivió (¡menudo negocio no
hicieron aquel año con la venta de jugadores y el ahorro en las
fichas!); dijeron que no podía permanecer en el "Infierno" sin que lo
consumieran las llamas, y salió incólume. Dijeron que necesitaba volver
a Europa urgentemente y no se ha clasificado ni a través de la Intertontos.
Han acostumbrado a los seguidores a que nada de lo
que anuncian suceda. Pero la institución está herida de muerte, aunque
siga abriendo al público, como el chiringuito medio derrumbado del Tío
Penurias. Y si abre es porque, de otro modo, los dineros no circularían
según un patrón de flujo riguroso: los ingresos, en contante y sonante
(en cash) y los pagos, en letras fiduciarias. (¡Pero si cuando
el Centenario dejaron a deber la paella de las mil personas! ¡Pero si
la enorme sábana de aquel tifo la costearon unos cuantos hinchas!)
Además de los 30 millones -¡viva el rumbo!-, está la cantera, en la que Gil Marín confía ahora ciegamente (es
el género de confianza que les acomoda a ellos y exigen de los demás),
la cual cantera, según él, ha dado excelentes resultados en los últimos
tiempos. Pues bien, de las increíblemente fecundas categorías
párvulas del Atleti han brotado en tres lustros apenas un as
internacional (Raúl), un as nacional (Torres) y un buen futbolista de
club recriado en Pamplona, Antonio López. Y sanseacabó.
A Raúl lo donó papá, que era un hacha para los asuntos balompédicos y tenía un ojo de halcón para descubrir figuras; eso sí, amaba tanto la cantera que la cerró; la mató porque era suya.
Nos queda Torres -mientras Petón no disponga lo
contrario-, que es una flor silvestre, pues nadie ha pulido sus
defectos. A lo que voy: Raúl, Torres y Antonio López surgieron por
generación espontánea y la cantera del Atleti no es una fábrica de cracks
sino un descampado inculto donde de Pascuas a Ramos estalla una flor.
(Que pagan poco y mal a los responsables de las secciones inferiores lo
prueba el hecho de que el célebre Abraham García, el míster de algún
cuadro juvenil del Atleti que salió campeón, se haya ido al Madrid.)
Pero si los dirigentes nos ruborizan con su
incapacidad y su demagógica desvergüenza, ¡qué decir de sus aliados en
los medios de comunicación! Al parecer no es precipitado juzgar a un
equipo por media docena de partidos más o menos felices; pero sí
examinar con detenimiento los últimos 18 años de su trayectoria. Por
eso algún archiasno, cuya falta de luces es de por sí maligna, se
apresura a decretar el fin de los malos tiempos, no bien su señorito
escupe futuro por una esquina de la boca con la desenvoltura de un
mascador de tabaco. (Al Atlético -¡oh animal de bellota!- le está
vedado el futuro; no es que no lo posea por toneladas, como pretendéis
tú y los superestafadores que te hipnotizan; es que no le queda un
céntimo de tal cosa).
Dicho sea de paso: cuando se lleva casi dos décadas
al frente de una institución, no hay ningún derecho a hablar del
futuro. ¿Qué pensaríais de alguien que se acercara a vosotros para
deciros: "Deposito en el porvenir mi esperanza de un futuro mejor".
Pues algo tan pleonásmico y vacío se ha convertido en la jaculatoria
preferida por los dos procónsules del Atleti y sus obsecuentes voceros.
¡Ah esos simples de la prensa, meros baffles, meros megáfonos, de los Gil! (Con motivo del último derbi, uno de los más torpes tituló su crónica avant match: "El ocaso de la Galaxia". He aquí un pedazo de atún tan triunfalista como cualquier merengue, pero con una pequeña
diferencia: los merengues triunfan y los atléticos no. (Esa actitud de
necio entusiasmo me recuerda un eslogan que, en tiempos del primer Gil,
se coreaba en el Manzanares: "Se va a acabar la dictadura del Real". Un
día Raúl canturreó: "Y va a seguir, la dictadura del Madrid". Y hasta
hoy.)
Y luego viene el denominado ‘entorno’. Por ejemplo, los notables, esos seres vip
a los que reúnen Gil Marín y Cerezo para que respalden con su
asistencia la cháchara futurista… "¿Pero hubo alguna vez 11.000
vírgenes?", se preguntaba Jardiel Poncela. ¿Y cien notables atléticos?
Al entorno pertenecen esos colchoneros hasta la médula (¿espinal?, ¿ósea?) que firman clasificarse para la próxima Copa de la UEFA. Con criaturas tan exigentes, constituye un éxito todo lo que no sea el farolillo rojo.
Al entorno se apuntan también algunos sentimentales
para entrecerrar los párpados y evocar la leyenda de ¡Monchín Triana!
(Malos tiempos para la lírica, Petón.) ¿Por qué no sopesáis la relación
entre los jugadores y la entidad en épocas más recientes?
Haced memoria. ¿Qué futbolistas han dejado alguna
huella en el club a lo largo de las casi dos décadas -insisto- que
llevan en su interior los Gil y la compaña? Muy pocos: Futre, Baltazar,
Manolo, Donato, Caminero, Kiko, Simeone, Molina, Pantic, Juninho,
Vieri, Valerón, Hasselbaink y Torres. ¡Poco más de una docena, cuando
el club adquirió en tan dilatado periodo más de 200 profesionales! Y
aun así habría mucho de qué hablar, porque la mayoría de los que
destacaron salieron del club por la puerta de servicio, malhumorados o
tristes.
Futre tarifó con la casa y se fue en el mejor momento
de su carrera deportiva; Baltazar rindió un año; a Donato lo echaron
¡por viejo! no bien cumplidos los 30 (luego iría a pasar ocho
magníficas temporadas en el Coruña); a Caminero y Kiko los devoraron
las lesiones (la salida del gaditano estuvo jalonada de cánticos
soeces, en especial aquel inaudito y repugnante: "Kiko cojo muérete");
Simeone fue traspasado al Lazio, donde completó tres o cuatro años
estupendos. Más tarde retornó, fané y descangallao, para
enterrar su nombradía aquí. Pantic y Juninho fueron estrellas fugaces;
Valerón pasó sin pena ni gloria; Vieri dejó el club 48 horas antes de
que empezase la Liga; Hasselbaink estuvo una temporada -la del
descenso-, y después tomó el portante…
Petón refiere que un dirigente blanco le confesó que
al Real le convenía que el Atlético estuviera en Segunda. ¡Alma de
cántaro! Cualquiera con dos dedos de frente sabe lo que le vendría bien
al Madrid y éste desea en lo más profundo de su corazón: que el Atleti
desaparezca de una maldita vez, posibilidad nada descabellada y que aún
acarician en secreto los medios de comunicación y los que son alguien
en esta ciudad. A unos y otros el Atleti les importa la cáscara de un
pistacho, pero en esto coinciden con Gil Marín y Cerezo, razón por la
cual se llevan todos la mar de bien: el Madrid, el Atleti, las
autoridades, la prensa… Y no es de extrañar que la buena
sociedad del Foro se volcara en el homenaje al Difunto. ¡Como que
gracias al Difunto el Atleti es hoy un perfecto guiñapo y camina con
paso firme hacia la tumba!
No, Gil Marín y su cuate no quieren al Atleti;
andorrean porque necesitan más tiempo para culminar algún niquiscocio y
luego desaparecer. Y todos se lo van -se lo vamos- a dar de mil amores,
porque ¿cuánto tardan las moscas en ahogarse en el vinagre? En su
escala de dípteros, una hora dura un evo.
(Larga posdata a propósito de un revés.)
El Atleti, exigido por la ocasión, volvió a fallar. Y
eso que sus adversarios de hoy no son el Madrid, el Ajax o el Bayern de
Munich, sino el Osasuna, el Sevilla, el Villarreal, el Zaragoza… El
Sevilla, sin ir más lejos, es un conjunto modesto, vendedor, pero que sabe contender. Con menos dinero que el Atleti forma buenos onces y, si el partido se pone bronco, nadie le gana a triquiñuelas.
La malas pulgas no son el carácter. Petrov es un
miedica histérico que se desquicia con facilidad; y Luccin peca de
bobo; y Velasco es poca y turbulenta cosa; y Perea no comprende el
fútbol y tiende a abusar de su físico: e Ibagaza ha sacado una vena
irascible que no le sospechábamos; y Torres gusta de sumarse al follón…
En momentos así es cuando se comprueba si el mister tiene mano y es inteligente. Murcia se descompuso, lideró el pandemonium, regresó a las trifulcas de la Segunda B y, con su tremendismo, convocó a la parte peor del público, a los hooligans
del fondo sur, esos gamberros que sólo se excitan reventando los
acontecimientos y a los que el club ampara, subvenciona y alienta.
Diga lo que diga Luis Aragonés (mi admirado Luis
Aragonés), los partidos se ganan por lo civil, nunca por lo criminal.
(Y si se ganasen por lo criminal, la victoria no valdría, en el sentido enfáticamente deportivo del término). El match es una fiesta de la competición, no la guerra del 14.
¿Alguien creyó que bastaba con tocar a rebato,
exagerar el anhelo y poner a hervir la grada para doblegar al Sevilla?
Pues ese hipotético alguien olvidó que el fútbol es un juego y nada
puede sustituir al juego.
El Atleti -todo el Atleti y no sólo los futbolistas-
no sabe comparecer en este tipo de encuentros; le vienen grandes. Es un
club menor, no le deis más vueltas.