Dos tazas y media de soma
La última comparecencia de Cerezo ante los periodistas especializados -dejémoslo así- concluyó de nuevo con un triunfo apoteósico
del magnate. A cada derrota -pero también a cada victoria- le
sucede una declaración, que suele ser de intenciones (vamos a hacer
esto, vamos a hacer lo otro, mañana tal, pasado cual…). El señor
-dejémoslo así- Cerezo distribuye soma, aquella ambrosía con la que los
gobernantes de “Un mundo feliz” atontaban a la gente para embotar en
ella todo apetito de rebelión. El “presi” -como infantilizan los
gacetilleros- no dice una verdad. (Esto lo aprendió de Gil, para quien
la verdad sólo era un embuste proferido con entusiasmo.)
Por ejemplo, según Cerezo, el Atleti tiene una deuda histórica (sic) de
125 millones de euros. ¿De dónde sale la expresión “deuda histórica”?
¿Se quiere decir que es rancia, que data de tiempos inmemoriales? ¿Se
quiere decir que el club no puede asumirla? ¿Se quiere decir que no es
asunto de los bergantes que llevan 18 ó 19 años al frente de la
entidad? Tengo entendido que la deuda a corto plazo del Atleti supera
los 150 millones de euros y que la deuda a largo plazo anda por ahí.
Sostiene Cerezo que el club lleva reconstruyendo el equipo desde el año
2001. ¿Y cuánto tiempo calcula que necesitan él y su socio para acabar
la obra? Desde el verano de 2001 el Atleti ha incorporado a su plantel
a los siguientes jugadores:
(2001-2002) Burgos, Armando, Carreras, García Calvo, Otero, Colsa, Jesús, Movilla, Nagore, Ortiz, Stankovic, Diego Alonso y Del Pino.
(2002-2003) Esteban, Juanma, Colochini, Contra, Sergi, Emerson, Jorge, Luis García, Javi Moreno y Albertini.
(2003-2004) De los Santos, Lequi, Aragoneses, Diego Rivas, Ibagaza, Novo, Nano, Musampa, Molinero y Toché.
(2004-2005) Leo Franco, Cuellar, Luccin, Velasco, Pablo Ibáñez,
Perea, Antonio López, Colsa (que volvió por segunda vez), Sosa, Núñez,
Gronkjaer, Braulio y Raúl Medina.
(2005-2006) Zahínos, Manu del Moral, Arizmendi, Petrov, Kezman, Maxi, Galleti, Falcón, Valera, Mario y Moreno.
¡Cincuenta y siete! Pues bien, el equipo no da ni para jugar la
Intertontos. ¿Con qué finalidad ingresan todos los años diez o doce
futbolistas nuevos en el club? ¿Es confesable tal finalidad?
El sacrificado Cerezo -¡pobrecito, hay que ver el tiempo que
quita a sus negocios para ocuparse del Atleti!- dice que no han tenido
ofertas por el club y que no le sorprende porque el fútbol es
deficitario. ¡Pero si la de Alfonso Camba fue pública! (Y hubo
dos más: una cuando estaban en el Infierno y otra, la del inquietante
mexicano, por las mismas fechas en que Camba concretó la suya.)
Fanfarronea Cerezo que en dos años promocionarán a la primera plantilla
desde la cantera a ¡ocho jugadores de primer nivel! Y luego viene el
asunto del balonmano. Es increíble que los mismos que liquidaron la
sección nos salgan ahora con que quieren rescatarla de la eternidad.
(¿Y por qué no intentan hacerle el boca a boca a la momia de Ramsés
II?) Pero han entrevisto -aunque en la lejanía- la oportunidad de
presumir:
-Fíjate en el Ciudad Real y en el Portland San Antonio, Enrique; ¿has visto cómo ganan esos muertos de hambre?
-Pues es muy fácil, Miguel Ángel.
-¿Ah sí?
-Buscamos un espónsor y un salón de baile en Brunete y, hala, a cosechar títulos europeos.
Lo que quieren es levantar copas, aunque sean de Montilla Moriles, pero sin poner un euro, sin ningún plan, a base de puro marketing, fachenda y anuncios bombásticos.
Y aún hay ingenuos -dejémoslo así- en los medios de comunicación que
preguntan: ¿cómo se las arreglan ustedes para hacer proyectos
ilusionantes que siempre fracasan? (¡Sic!) ¡Carajo es que son
ilusionantes en la medida en que pecan de fantasiosos, esto es: en la
medida en no hay ni una sola posibilidad de que se materialicen (y tal
vez ninguna intención de llevarlos a cabo)!
Contra la ilusión ciega de los forofos, que se resisten a admitir la
caída del telón -el día en que todo acabe a más de uno le parecerá
mentira y pensará que se trata de una broma-, recortan ellos sus burdas
especulaciones. Su magia se parece a la de esos prestímanos que
simulan un conejo. (Ni siquiera se molestan en comprar uno vivo y
mostrarlo o escamotearlo, como harían los ilusionistas de las variétés, sí los del sombrero de copa y traje fosforescente.)
El factor común en los petardos del Atleti, habida cuenta de que
todo lo demás cambia -y todo lo demás: jugadores, entrenadores, etc.,
ha de cambiar para que el club no cambie de dueños-, es la okupación del
club por unos tipos que son muy asnos o muy golfos (puede que ambas
cosas), los cuales tratan al público como si fuera un bebé: “¿Ah, que
no quieres más soma? Pues dos tazas y media”.