Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Luna nueva

Lacónicos como partes de defunción, se suceden los balances de la temporada que expira. Es una pena que los que se apresuran ahora a adjetivar de modo escueto y preciso la trayectoria del Atleti (no vaya a ser que nadie pueda reprocharles haber mirado para otra parte), cultiven casi hasta el final del ejercicio balompédico la quincalla de una ilusión fantasmagórica. Con ello le hacen un flaco favor al club y uno bastante gordo a los que lo desgobiernan. (Pero quizá se trate precisamente de que Cerezo y Gil Marín lleguen incólumes al verano.)

No vi el partido de ayer porque me maliciaba un epílogo desastroso. Además, el Atleti subnormal de esos tunantes, a los que vitorean alegremente notorios mastuerzos, es la cosa más aburrida del orbe. Su fútbol es plúmbeo y salta al césped vencido de antemano. (¡Siete veces lo ha tumbado ya el Osasuna de Aguirre!)

Escuché por el transistor a un locutorcillo (a lo largo de la retransmisión del match, emplearía ad náuseam el incorrecto y repelente palabro "recepcionar" —por ‘recibir’, ‘dominar’, ‘controlar’ o ‘parar’ la pelota—), el cual nos informó de que parte del público gritaba a los jugadores en las postrimerías del encuentro: "¡Mercenarios!". Pensé: los mismos idiotas; la misma falta de neuronas. (Mientras, el resto de los penitentes desfilaban bajo la lluvia, silenciosos y dóciles como ovejitas luceras.)

¿Y los dos tunantes? Tan invisibles y lozanos como de costumbre. Acaban de estrenar escudo: el "Kun", un niño con el que reemplazar a otro que ya se afeita, aunque su fútbol aún sea imberbe. Y volverán a crecer sus mentiras, ¡oh sí! Y se harán tan grandes que eclipsarán la verdad.

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