Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

Abrigaba el firme propósito de no ocuparme del Atleti hasta después del Mundial, pero lo que leo en algunos sitios me llena de inquietud, por no decir de indignación. Hay un periódico empeñado en que Torres se vaya al Manchester (a sus pésimos redactores les encanta la idea de cambiar al "Niño" por unos 20 kilos y Van Nistelrooy, un delantero en la treintena, con un largo historial de lesiones y que cobra tanto o más que el propio Torres), y disfraza dicha eventualidad de cosa inevitable y semihecha, a poco que el rubio ariete brille en Alemania.

Es el viejo truco del almendruco. Los sicofantes que trabajan para Gil Marín pretenden que la afición rojiblanca se acostumbre a la idea de perder a su ídolo y renuncie a verlo jugar al lado del "Kun". Por eso insisten en que la decisión última depende del futbolista, el cual ya está —según ellos— medio seducido por los millones y el pachulí a gloria de Old Traford (no sé qué teatro de no sé qué sueños). Y el Atlético, que le paga y con el que mantiene contrato en vigor, nada podría hacer para sujetarlo. O sea, Gil Marín nunca le dirá a Fergusson: "La cláusula de rescisión importa equis. Págala, si quieres a Torres".

En cambio, el presidente del Osasuna le ha comunicado al mandamás rojiblanco que Raúl García cuesta 22 millones (la cantidad que figura en la cláusula del juvenil pamplonica y que contribuyeron a fijar el indiscreto interés de Gil Marín y los reiterados elogios de su tocayo en la televisión).

Pero en este caso no se arguye que, si el jugador se lo propusiera, el Osasuna se vería en la necesidad de dejarlo ir. No, a García no lo está mareando ningún Fergusson, y Patxi Izco no es como su homólogo del Manzanares (más quisiéramos).

Conclusión: los que tratan de vender a Torres son los fulanos del club que, junto con los fulanos de los diarios, orquestan desde hace tiempo una campaña destinada a desmoralizar a los seguidores del Atleti y tal vez al propio jugador, quien lo único que debe de percibir con nitidez es lo loco que está Gil Marín por desprenderse de él.

De modo que nuestra última oportunidad de retener a Torres es que haga el ridículo en el Mundial, en cuyo caso nos lo quedaremos, previamente destruido por el lobby blanco.

Si el infierno fuese un cielo al revés, a la izquierda del Diablo se sentaría el rey de los zoquetes de la prensa deportiva madrileña quien, después de dar por casi perdido a Torres, escribe la siguiente gilidez: "Pero que nadie olvide que el Atlético es muy grande y al final llegará otra figura, por ejemplo Agüero, que nos permita ilusionarnos cada año. Las entidades y los seguidores nunca mueren en el fútbol."

¡Serás imbécil! Las entidades se mueren y los seguidores también (destino común a cuanto se agita bajo la capa del cielo); además no existe ningún club grande cuya principal misión en la vida sea la de servir de cantera a otros, maldito besugo. Si el Kun fuera el caramelo con el que endulzar el amargor de ver irse a Torres, ¿qué ilusión —¡pedazo de idiota!—, le iba a quedar al aficionado rojiblanco? ¿La de esperar a que Agüero destaque para que venga otro club y se lo birle al Atleti? ¡Serás pollino!

Por suerte, Aguirre, dando muestras de sensatez y haciendo gala de firmeza (es lógico; se trata de un tipo sagaz y no ignora que los manejos tendentes a desestabilizar la institución suelen partir del propio club o de sus aledaños) ha declarado que Torres se queda, igual que Pernía, López y los demás. Y ya es triste que tenga que ser un recién llegado el que salga a interceptar los embustes y vaticinios funestos que, como ocurre una temporada tras otra, le siegan la hierba bajo los pies al Atleti incluso antes de que empiece la competición.

Yo espero que Aguirre no pierda esa rectitud de criterio y ese carácter y que dimita, si Gil Marín osa hacerle la cama, que se la hará con ayuda de sus torpes fámulos.

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