Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Gimoteos

Algunos comentaristas se lamentan del cuento de Henry en el forcejeo con Pujol (preludio del tanto que ponía a los franceses por delante); son los mismos que celebran las picardías de Torres, de Joaquín, de Villa.... Pero medir las acciones por el mismo rasero exige equidad, virtud que no entra en los cálculos de los ideólogos del consumo. Recuerdo que los mismos que le rieron a Raúl el gol con la mano ante el Leeds en aquella Copa de Europa, se sulfuraron hasta la grosería cuando el árbitro egipcio nos robó en Corea.

El teatro (lo he dicho alguna vez) tiene sus salas y debería ser desterrado de los campos de fútbol, interprétenlo Henry o la Niña de los peines. Y si los medios de comunicación defendieran la deportividad, hace tiempo que los comités disciplinarios habrían tomado las medidas justas. De modo que todo está patas arriba por culpa de los fariseos que invocan la ley del embudo.

Luego vienen los gimoteos por la derrota. El balompié, como todo deporte, es una fiesta de la competición. Al balompié, como a tantas cosas públicas, hay que ir llorado de casa. No sólo sobran las lágrimas sino también los pseudoanálisis que les ponen un epílogo fúnebre.

Buscar una trascendencia en el juego (que no aspira a trascender sino a transcurrir) es un ejercicio tan cursi como vano. Decir que las victorias deportivas unen a los países es una solemne estupidez, ya que entonces las derrotas disgregarían en igual proporción, y al tener el deporte una estructura piramidal (gana uno y pierde el resto), por cada unión se producirían docenas de divisiones. Con el tiempo, no habría países que compitieran.

Y la consideración de que una victoria o una derrota demuestran algo con respecto no ya a los que rivalizan sino a quienes les jalean y apoyan, o a la ciudad o la nación de las que los participantes son originarios o residentes, es otra memez no por muy repetida menos falsa. Ni los éxitos de Nadal hacen de España una tierra de titanes, ni los fracasos de la selección de fútbol, otra de alfeñiques.

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