Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Autodestrucción

1) Rabiosamente freaky.

Cuando no hay nada de qué informar, llega la troupe de los freakies para amenizarnos la canícula. Sus cerebros juntos no reúnen neurona o neurona y media. Alguno de ellos serviría incluso para suplantar a "Indi" y no le haría falta disfrazarse —oh sí, sabéis a quién me refiero—.

Han discurrido una política muy a propósito para enervar al seguidor del Atleti y desmoralizarlo. Se basa en tres premisas: el traslado a la Peineta, la venta de Torres (o de cualquier otro futbolista útil y con caché) y la subida de los abonos. ¿Que no es original? Tal vez, pero no me negaréis que los flecos son bastante sabrosos. Para cubrir la hipotética baja del "Niño", nos proponen a Saviola, un bigardo que obligará a corregir la altura de las puertas del Calderón y que, como todo el mundo sabe, ha triunfado en el Barça y en el Sevilla. (Con él y Agüero podemos aspirar al título de la delantera de bolsillo más chula de la Primera división.)

Se ha dicho también que perseguimos la contratación de un portero mexicano y de un central. Claro, el meta nos permitiría ocupar la plaza de extranjero que nos sobra, y el central, deshacernos de Pablo. (Lo del portero es un síntoma de que las furias vuelven a cernirse sobre nuestras cabezas. Cada vez que hemos tenido uno decente, Gil Marín se ha empeñado en comprar otro: Toni Giménez, Aragoneses…)

Ahora bien, me extraña que el pandemónium imperante no adquiera un matiz más halagüeño. Nadie sugiere, por ejemplo, cambiar a Torres por Carvalho, Essien y Drogba, ni insinúa que el Milán propone el trueque de Maxi por Kaká, o que un tal o cual club desea a Kezman con frenesí, etc., etc.

Eso sería vender ilusión (la mercancía más averiada del puesto), pero ya no estamos en esa fase risueña y bobalicona. Ahora toca el escalofrío, la película de terror. Ya no se nos prometen bienes, por muy inalcanzables que se nos antojen, sino verosímiles males sin cuento. Los tontos susurran en la oscuridad: "¡Uuuuuh, todo puede resultar mucho peor de lo que imagináis, uuuuuuh!". A falta de la cervecita y el aire acondicionado, combaten el calor con sudores fríos.

2) Quite

Un profesional del fútbol es del equipo que le paga. El periodista que ha escrito que Pablo sobra en el Atleti, porque es un desertor que quiere cambiar de club, se pone la bufanda del forofo. Lo hace para respaldar a Gil Marín, cuya estrategia consiste en que Pablo se marche por la puerta de atrás como un transfuga.

El ruido que Gil Marín hace ahora en las radios y los periódicos es pura comedia. Él trata de que pase inadvertida su maniobra, pero los representantes de Pablo han explicado el asunto en términos que no dejan lugar a la duda. Gil Marín no le pagó a Pablo lo que Pablo pedía por renovar. Para que estampase su firma, le prometió a cambio que le permitiría irse si traía 15 milloncitos.

Le sobra la razón a Camaño cuando se pregunta: si era obligatorio que Pablo se fuese, ¿qué más da que sea al Real? En efecto, ya es hora de acabar de una vez por todas con esa pordiosería rastrera consistente en que cuatro idiotas le ruegan a los dioses que el buen jugador del Atleti se vaya a donde le plazca, excepto al Madrid. El hecho significativo es que los buenos jugadores no duran en el Manzanares porque el dueño del Atleti, esa nulidad con piernas, no vale para retenerlos.

De modo que la presunta deserción del defensa es una especie de capote con el cual un lamentable subalterno, infiltrado en un medio de comunicación, ha acudido al quite, y os apuesto lo que queráis a que Gil Marín saldrá del charco en el que lo ha introducido su inveterada torpeza sin una mácula en el traje. La blancura de Pablo, merecedora de que lo echen, es un subterfugio para poder traspasar al jugador sin que el abonado se digne a indignarse. A Gil Marín le ha fallado, por el momento, Torres y Maxi (según dicen) tampoco colabora. Pero Gil Marín necesita que alguno de los tres futbolistas mencionados salga club, aunque no lo pueda confesar porque entraría en contradicción con la monserga de que la base del equipo es intocable. Como siempre, está preso de sus propias fanfarronadas y miserias.

3) Farolito rojo.

El club débil apenas dispone de una baza para retener a sus futbolistas cotizados: una cláusula de rescisión disuasoria. El fuerte le brinda, además de un mejor salario, un marco tranquilo para que desempeñe su actividad. El Atlético paga menos, paga mal y destroza los nervios y la reputación de sus profesionales. Sobre el papel, es un grande; bajo el papel, un pequeño incorregible. Y Gil Marín es el individuo que menos derecho tiene a acusar a los representantes de prostituir el fútbol. Desde que él y su progenitor y maestro comenzaron a manejar los destinos del Atleti, los representantes pululan alrededor de la entidad. Los Gil le han colgado un farolito rojo al Calderón; los Gil han forjado el Atleti de hoy. ¿Y qué es el Atleti de hoy? Un furciclub, por inventar un eufemismo.

Por cierto, el que Tomás Reñones haya ingresado en la cárcel no es algo anecdótico y me extraña que ningún analista, comentarista o editorialista haya parado mientes en la coincidencia. Hombre de confianza y testaferro del caos marbellí, Tomás era el empleado ejemplar sobre el que recaían todos los elogios de la familia de okupas. ¿Y ahora? Carne de presidio.

4) Ultrapanoli

El caso es presumir, venga o no a cuento, sobre todo cuando no viene. Una de esas plumas (de avestruz) que se han cosido los párpados con bramante para no ver ni a tres a caballo de un burro y que tanto daño le hacen al Atleti ocultando el que otros le infieren o achacando los males de la institución a la fatalidad, se atreve a sostener que el Mundial ha relanzado a los jugadores colchoneros (¡sic!). No sabe una palabra de fútbol, el pobre, y por eso insiste en que la botella está no ya medio llena sino rebosante, cuando a lo sumo le queda un dedo de turbios e imbebibles posos.

De los ocho rojiblancos que viajaron a Alemania: Torres, Maxi, Kezman, Antonio López, Pernía, Pablo, Leo Franco y Costinha, sólo los dos primeros han dejado alguna impronta, sin consagrarse. Antonio López o Leo Franco fueron suplentes, Pernía tuvo una actuación discreta, Kezman hizo el asno (es su costumbre), Pablo se limitó a cumplir…

5) La indumentaria.

La UEFA quiere suprimir las rayas en las camisetas de los equipos. Seguramente obra así instigada por los anunciantes, que son el verdadero poder hoy. Pues bien, el Atleti ha mandado diseñar unas elásticas que no convencen ni a los más forofos. (A muchos atléticos, entre los que me incluyo, no les gusta del Atleti actual ni la indumentaria.) Y es raro que, en trance de perder el colchón, nadie se haya inspirado en las segundas equipaciones del club durante los 60 y 70. Hubo dos bastante conseguidas: una a base de pantalón blanco y camiseta roja, con delgadas cenefas blancas en el cuello y los bordes de las mangas. La otra, toda azul salvo las medias. Pero la sobriedad en el atuendo de entonces se avenía muy bien con la seriedad del conjunto en los campos que visitaba y su carácter de once difícil de batir. Hoy lo tumba cualquiera y se disfraza de payaso.

6) Profecía.

Un día lloverá y un alud de agua y lodo barrerá a los que se entretienen organizando fritangas borrachuzas en el cauce seco del río. Sus cuerpos quedarán flotando boca abajo y nadie podrá decir que ha sido un ajuste de cuentas.

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