Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Sopa de ganso

El desdichado reportaje que publicó un periódico de Madrid, si no recuerdo mal, el martes por la mañana, incluía el siguiente notición: "Maxi y Petrov tienen ya tendones de ganso".

¿Firmante? Una señora o señorita, la cual, no contenta con exhibir su ignorancia en mayúsculas, la ratificó en la letra pequeña del subtítulo: "Se los insertaron ayer, se lo tomaron con humor y volverán en abril".

Es como si hubiese puesto: Petrov y Maxi ya tienen sus trajes de alpaca y sus gafas de carey. Imaginad el alucine del pijo: "¡Cómo mola! ¿Y son de de ganso auténtico o de imitación?"

Si la señora o señorita a la que confiaron la crónica de las dos operaciones hubiese sentido un poco de curiosidad, habría hallado refugio en Internet:

"La pata de ganso es el conjunto formado por los tendones de los músculos semitendinoso, sartorio y recto interno en su inserción distal en la cara anterior de la tibia".

No se trata pues de un material más o menos exótico, importado del reino avícola, sino de la denominación familiar (o coloquial) empleada por los traumatólogos para referirse al aludido conjunto de tendones. Digámoslo de una vez: no sólo Petrov y Maxi tienen pata de ganso, sino también la redactora y cualquier hijo de vecino que conserve al menos una de sus dos piernas, y la tienen desde que vinieron al mundo.

Es quizá el error más llamativo, pero hay otros. Tal vez mareada por el lenguaje técnico del cirujano, la redactora encadena los gazapos, las imprecisiones, las gansadas. (Sin embargo, pudo y debió sobrevivir a la jerigonza médica, y sospecho que no lo logró por pura dejadez.)

Así, ofrece precisiones ridículas (por superfluas), como el detalle perfectamente baladí de que los vendajes que les colocaron en las rodillas suturadas a Maxi y Petrov eran blancos, pero en los momentos cruciales se muestra errática. Escribe: "Villalón fue más exacto: ‘Volverán en abril’", aludiendo al pronóstico del jefe de los servicios médicos del Atleti sobre la fecha en la que podrían reaparecer los dos lesionados. Pero Villalón no fue más exacto que Guillén, el doctor que reconstruyó los ligamentos de ambos futbolistas, el cual había rehusado poner un plazo fijo al retorno de sus pacientes, sino más atrevido o audaz. O si lo preferís: la exactitud del vaticinio de Villalón depende de que se cumpla o no tal vaticinio. Habrá que esperar, pues, para pronunciarse. Si los jugadores reaparecen en abril, exclamaremos: "¡Viva el exacto Villalón!" Si no, prorrumpiremos en un dictamen bastante menos entusiasta: "¡Menuda escopeta de feria, el tal Villalón"!

También se nos escapa la sutil diferencia entre una plastia "muy tensa" y una plastia "muy firme". El inesperado matiz trasciende a que la redactora se puso a buscar sinónimos en el momento más inoportuno. ¿Han quedado las dos rodillas igual de bien? Al parecer sí, pero es algo que únicamente colegimos por la declaración del galeno.

Y, de paso, me gustaría que alguien me explicara por qué, en una situación de este tipo, siempre se nos comunica que el doctor ha quedado muy satisfecho de su labor, como si tamaña muestra de euforia bastase y sobrase para traer la salud a los miembros lastimados de los jugadores. Me temo que todas las operaciones en las que el cirujano no ha lisiado a un paciente (o lo ha dejado en el sitio) constituyen un éxito. De otra manera: aceptando que el doctor haya dicho lo que cree, lo único que significan sus palabras es que todo salió como estaba previsto, lo cual no es noticia. (Lo sería si el cirujano abriese la puerta del quirófano y declarase: "¡Me cachis!, no estoy nada contento con la operación; he tenido días mejores".)

Última entrega de esta auténtica antología del disparate:

"Los doctores indicaron que, a pesar de que nueve jugadores de la Liga se han roto los ligamentos de la rodilla en sólo tres meses, ‘ésta es una autolesión y no tiene justificación’".

La que no tiene justificación es la señora o señorita que así se expresa o hace expresarse a sus interlocutores. (Insisto: si el facultativo no habló con propiedad, la obligación de la informadora era traducir el galimatías a un correcto castellano.) Una cosa es que los jugadores se hayan lesionado sin golpe de por medio y otra muy distinta que esas lesiones no tengan justificación (la pobre quiso decir ‘explicación’, pero no atinó). Claro que la hay: Petrov y Maxi hicieron esfuerzos que sobrepasaron la capacidad de resistencia de sus rodillas. Pero, si utilizas el vocablo ‘justificación’ en semejante contexto, estás como acusando a los jugadores de haberse autolesionado a propósito. ¡Lo habéis hecho adrede y me voy a chivar!

Moraleja: meter reiteradamente la pata es la forma más triste de hacer el ganso.

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