Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Hoplita desanimado

Amigo Javier: el optimismo es un género que no trabajo. Debe usted dirigirse a los periódicos, las radios y las televisiones. Allí lo hallará en abundancia. Pero no crea que soy de los que ven la botella medio vacía. Después de dos décadas de bochornos y gilideces, no hay opiniones sobre la administración del Atlético de Madrid; hay datos y hechos irrebatibles, abrumadores, los cuales permiten concluir, sin ningún género de duda, que el Atleti está dirigido por una familia (en el sentido siciliano del término), cuyos miembros viven del declive del club. Y las cosas irán de mal en peor para la entidad mientras que tales sujetos continúen al mando. ¿Quién los podría ahuyentar o expulsar? La afición, pero no lo hará porque la gente precisa para rebelarse que alguien razone las causas de los reiterados fracasos, explique la ley que rige tanta ineptitud y desvergüenza y formule el disgusto. Eso sólo lo pueden hacer los medios de comunicación. Y bastaría con que alguno de tamaño regular informase de lo que sucede para que la existencia de los especuladores fuera bastante menos plácida de lo que ha sido hasta hoy; sin embargo, no es verosímil que tal cosa ocurra, en parte por motivos de índole general (que no son del caso exponer aquí) y en parte porque la catastrófica situación del Atleti beneficia a terceros, no necesito indicarle a cuáles. Los medios de comunicación de la capital de España protegen al Real Madrid y estiman que es bueno para los merengues que se perpetúen en el Atleti los belitres que lo okupan. (No por casualidad el Grupo Prisa colabora en el memo-erial de Gil, un individuo que representaba bajo cualquier punto de vista lo más opuesto a los principios, inclinaciones, tendencias, gustos y modales que defienden "La Ser", "El País", "Cuatro"...)

"Una banda" fue el diagnóstico del aficionado donostiarra que seguramente había visto la actuación del Atleti en Anoeta el domingo anterior. Yo tampoco opino que el cuadro de Aguirre en cuanto tal sea una banda. Es más, sostengo que lo más sano de la institución, con diferencia, son sus profesionales (muy por encima de los forofos, de los comentaristas y, no digamos, de los dirigentes). Pero cuando el conjunto colchonero compite se nota (puede parecer una sutileza pero no lo es) que detrás no hay un club, sino un tinglado, y el once degenera fácilmente en banda porque en los despachos de la entidad (con los Gil, meros cubiles) imperan la improvisación, los embustes y las fintas: un desgobierno turbio favorecedor de los niquiscocios con los que se lucra Gil Marín. (Últimos casos: Diego y Arizmendi. ¿De qué va a jugar el año que viene el primero, un desconocido que ni siquiera es titular en el cuarto equipo del campeonato portugués y por el que –aseguran– ha pagado el Atleti tres millones? Con toda probabilidad, de nada (o, como se decía en mi niñez, de "medio metro fuera del campo"). ¿Y Arizmendi? Un día afirman que se trata un magnífico fichaje para el curso próximo y otro que su destino es el Valencia, aunque sólo si (¡agárrese usted!) el Coruña ¡consiente en perdonar una cláusula del contrato de recompra, introducida ad hoc a fin de evitar el truco consistente en recuperar al futbolista para revenderlo, justo lo que se trata de hacer! Estas operaciones revelan tal ausencia de sentido común y tan pocos escrúpulos que únicamente pueden ser referidas con desparpajo por los peores cabezas de chorlito de la prensa.)

Usted pregunta si existe alguna posibilidad de que con tales gestores el Atleti sea campeón. ¡Pero si ya lo fue! ¿O no recuerda el doblete? ¿Y de qué sirvió? De nada; peor aún: sirvió para hundir más al club, elevándolo a un nivel que no se correspondía con los proyectos y planes por entonces en marcha (el saqueo sistemático). Para colmo, el doblete nimbó a Gil con la aureola de los triunfadores. ("¡Que bote Jesús Gil!", pedían los mentecatos durante la celebración de aquellos títulos. Botó, vaya si lo hizo, pero sobre el club y a fe que le sobraban arrobas.)

Y olvídese de que el Atleti retorne a las manos de sus socios. Malo sería que aconteciese esa devolución porque sólo nos lo entregarían cadáver, como hicieron con el balonmano (¡qué iluminadora es la entrevista a Juan de Dios Román en "Señales de Humo"!). El Atleti necesita que uno o varios empresarios con fondos, inteligencia y cariño por la entidad releven a los mangantes que están demoliendo el club, pero ¿quién o quiénes les podría allanar el camino? Los seguidores, la afición. Despídase usted hasta que el graderío no estalle en una protesta multitudinaria y tenaz contra Gil Marín y Cerezo, catarsis liberadora que, por las razones arriba apuntadas, dudo que lleguemos a presenciar. Disculpe si parezco un hoplita desanimado. Lo soy y a mucha honra.

Dejo para la semana entrante la contestación a sus otras preguntas.

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