Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Azotes

El sarcasmo de José Luis Sánchez Ayuso lo resume de un modo admirable: "Agradezco a Gallardón que haya actuado con transparente hermetismo". En efecto, es casi increíble la cantidad de información que se utiliza para no informar de nada. No sabemos lo que debe el Atleti ni a quién se lo debe (con la excepción de Hacienda, acreedor universal). No sabemos cuál es el balance de la operación especulativo-inmobiliaria, en virtud de la cual el Atleti desaloja su estadio. No sabemos qué trozo del solar ya no era del Atleti cuando el Ayuntamiento, Mahou y los okupas firmaron el protocolo de (malas, aviesas) intenciones. Sospechamos que, sea el que fuere el monto de la deuda (mayúsculo o simplemente enorme), el trueque del Calderón por La Peineta no servirá para enjugarla ni tanto así, y mucho menos para hacer un gran equipo.

Entonces ¿por qué se va el Atleti con la música a otra parte? Porque ya se había ido, porque Gil Marín y Cerezo, que aún no han satisfecho el importe de las acciones que les dieron el control y la propiedad del club, han estado adquiriendo futbolistas a precio convenientemente inflado, con los fondos que les adelantaban Martinsa y otras sociedades anónimas del hormigón. Sabemos, eso sí, que La Peineta nunca será del Atleti de pleno derecho (si quisiera venderla no podría, es otra de las curiosidades del peculiar apaño) y que el terreno revertirá antes o después (o sea, cuando desaparezca el club) en el Consistorio. Usted tiene una casa; se la cambian por otra más grande pero que está por construir. Debe usted correr con los gastos; le obligan además a reformar la anterior (y la posterior, en caso de que a los parientes y amigos de quien autoriza el negocio les apeteciera darse un garbeo por Madrid en 2016 y no encontraran alojamiento.) Le entregarán las escrituras dentro de nueve años y, para colmo (detalle en el que me permito insistir), nunca podrá usted vender la vivienda recién adquirida. (¿Es realmente suya, si no puede hacer nada con ella salvo habitarla?) En resumen: después de gastarse una cantidad mayor que la que le dan por irse del Manzanares, el Atleti devendrá en una especie de inquilino de los de renta antigua; ¡La Peineta no será su feudo sino su asilo!

Los okupas nos mudan únicamente para ganar tiempo y devolver la pasta a Fernando Martín y sus socios. Nota bene: el quid del ruinoso cambalache es que los okupas percibirán los 160 millones del viejo estadio antes de invertir un solo euro en el nuevo, en la ciudad deportiva, en la M-30 o en el parque lacustre. Miradlo como un crédito a muy alto tipo de interés. De aquí a 2010 resta un trienio, lapso más que suficiente para proceder a una huida ordenada. Campo habrá (ya lo hay; hemos jugado en él), pero no lo terminarán ellos o no poseerá las características que han sido divulgadas. (En vez de un aforo de 73.000 localidades, podría tener 50.000; en vez de techo, el cielo azul del Foro.) Aunque no todo son malas noticias, pues los okupas nos garantizan que, si el Comité Olímpico agraciase a la capital de España con los juegos de 2016, el equipo competiría en Getafe o Vallecas (¡sic!), nunca en el Bernabéu (¡eso no, eso jamás!). Total para entonces serán cuatro gatos los que maúllen el estúpido himno de Sabina: media entrada en el Alfonsito Pérez.

(Oda a una clasificación.) Por un momento temí que los jugadores alzaran los brazos, pero los profesionales se condujeron con dignidad; muy otra fue la actitud del público, plasmada en gestos como el de la tierna parejita de forofos (él y ella, ella y él) que se fundieron en un abrazo cuando el referee pitó el final del match. Esa efusividad romántica ponía colofón a la epopeya de la Intertontos. Ahora vienen los partidos basura de la UEFA. Dicen que el Sevilla sacó, durante la campaña anterior en tan distinguido torneo, 6 millones (¡y fue el campeón!); o sea, obtuvo suficiente para pipas, horchata y regaliz. Pero la propaganda, incansable, berrea el eslogan: "¡Ya estamos en Europa!". ¡Es tan fácil viajar y conocer mundo!

(La bofetada.) La nueva campaña en pro de la desmoralización del aficionado colchonero apela al más allá. En ella ocurre el siguiente prodigio: un árbol le propina una bofetada a un hombre. Y éste no lo tala y después le pega fuego, sino que admite la profunda lección del numen que se oculta tras la Naturaleza. El publicitario debe de ser animista del género bobalicón o finge a creer que los árboles esconden el alma de los difuntos y que el papá fiambre, lejos de verse reducido a la impotencia más absoluta, puede suministrar consejos (peor aún, ¡órdenes!) al hijo superviviente.

Pero el tortazo vegetal quizá sea una proyección. Si los okupas pudieran disponer de las posaderas de los 3.000 antiguos abonados que se abrieron en junio, las azotarían con la saña de una institutriz inglesa del siglo XIX. El Atlético sólo es un sentimiento o una emoción (de la clase que impide todo raciocinio) para los bribones, los mentecatos y los ideólogos del Madrid, que son muy mentecatos y bribones. No, el Atlético es un club de fútbol que está con un pie en la tumba. Cuando meta el otro, ya veréis como el ciprés, el olmo o el abeto de Santa Claus se civilizan y dejan de hacer gamberradas y propasarse con la gente. ‘Eternamente grandes’ quiere decir ‘eternamente muertos’: un pleonasmo letal.

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