Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Crónica tardía

No fue fácil encontrar un café en Oviedo donde pusieran el partido del Atleti. Vetusta es una ciudad muy merengue y los colchoneros no existen tan al norte. Pero hasta en provincias hay sitios donde televisan el cricket, la petanca sobre hielo (o curling), las carreras de caracoles, el póker…; también los partidos del Atlético de Sebastopol. De modo que, tras una diligente caminata, topé con un antro de góticas tragaperras e innumerables televisores, las cuales hacían pensar en los ojos divididos en facetas de los insectos. En una de esas cajas tontas cabía holgadamente el Atleti-Osasuna.

Festival atacante del equipo local, frente a un conjunto forastero no tan débil como pareció en algunas fases del choque. Dos magníficos tantos y media docena larga de tiros que lamieron o mordieron los postes. Los jugadores del Atleti chutaron dos veces muy bien y mal durante el resto del partido, y el último pase fue a veces precipitado o defectuoso, pero el equipo maniobró en todas sus líneas con una sincronización y una solidaridad promisorias. De continuar este espíritu de conjunto (del que ponderaré sobre todo los apoyos, los desmarques y las ayudas de Forlán), los más recalcitrantes olvidarán enseguida la figura del organizador exclusivo, léase Riquelme. Brilló en especial la pareja de medios: Maniche y Raúl García. Al despreciado portugués el frenesí de los puntas le privó de mojar en un par de oportunidades; confío en que Aguirre los haya llamado al orden.) Lo que peor funciona en el equipo de Aguirre son las famosas alas, circunstancia que se debe a la estratagema de situar a los diestros en la izquierda y los zocatos en la derecha. Contra el Osasuna los centros parabólicos de Seitaridis tropezaron con las zurdas de Forlán y Maxi, cuyos disparos se fueron a las nubes. Quizá Aguirre persiga que el ocho y el diez no profundicen hasta la línea de fondo. Colocándolos de ese modo tan antinatural les quita capacidad de desborde, les obliga a centrar sin apurar el campo y a mantenerse junto a los medios de cierre y enlace.

Hablando de Agüero: marcó un golazo que desmiente ese elogio minimizador que he oído en boca de algún comentarista, a saber: tiene (sólo) unos cuatro o cinco metros iniciales irresistibles. Y los cuatro o cinco siguientes y los cuatro o cinco postreros… Un consejo: ved al joven as como si cada partido fuera el último porque no tardarán en quitároslo.

El lunes eché una ojeada a la prensa deportiva. Un periódico de Madrid ni siquiera le dio al Atleti una tirita con el resultado en la portada, que acaparó el enésimo milagro merengue, con un gol heroico (sic) de Sergio Ramos. En las páginas interiores, y de limosna, había un jergón y una manta para el Atleti (el mismo ajuar que para el Español, el Murcia o el Zaragoza.) La marrullería es vieja: no bien la más ligera brisa amaga con henchir las velas del Atleti, los ideólogos del lobby blanco fruncen el ceño. (El director del referido papel confesó no hace mucho que, en la última década (sic), la ciudad se había volcado con el Madrid y había descuidado al Atleti, dictamen hipócrita pues omitía la propia responsabilidad en el ninguneo, encubría la naturaleza de éste y no entrañaba ningún propósito de enmienda. El interrogante: ¿es por ventura el Atleti un club de Madrid o de Sebastopol? no sigue en pie, ya que los hechos lo han despejado con largueza, pero me gusta refregárselo por el hocico a los camanduleros del lobby, quienes me recuerdan la acusación de Nietzsche contra los sacerdotes de toda época y fe: "Jamás han dudado de su derecho a mentir".

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