Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Oficio

Un adarme de oficio (ya era hora) mostraron algunos de los jugadores del Atleti en Sevilla frente al Betis (algo insólito porque lo normal es que actúen como niños de primera comunión). Pablo, Pernía, incluso Eller (que sólo un cometió error de bulto, subsanado con prontitud por Motta), fueron por una vez los veteranos que indican sus respectivos documentos nacionales de identidad. Claro que delante se plantó un adversario duro y correoso, sí, pero muy corto de talento, lo que siempre facilita la tarea. El Atleti fue mejor, excepto un largo rato del segundo periodo en que sus hombres perdieron la serenidad y la coordinación. Durante 20 minutos, el cuadro de Cúper zarandeó a su oponente e hizo que crujiera su, otras tardes, frágil armadura. Algunos críticos hablan de la siesta del Atleti y describen los poderosos ronquidos, pero yo no vi tal siesta ni escuché tales ronquidos, sino que presencié como se vaciaba en pos del triunfo un Betis codicioso y con la soga al cuello (el adversario también juega). Sí, los arriba citados supieron comportarse. En especial, Pablo y Pernía, amén del portero, al que estos partidos jamás sacan de la lista de los sospechosos habituales, sin que sea posible averiguar la causa. (En mi criterio, desde Molina, no ha habido en el Atleti otro guardameta tan sobrio y de fiar como Leo Franco.)

Las tribulaciones del Betis son el incomestible fruto de la pésima gestión de Lopera (demagogo del corte de Gil a quien la afición de Heliópolis ha dejado de idolatrar, y tenía razón el seguidor que desplegó una pancarta en la que todos pudimos leer: “Otro Betis es posible”. El joven, a quien, por cierto, nadie osó importunar; al revés de lo que sucede en el Manzanares con los contestatarios, lo expresó atinadamente porque muchas personas no imaginan otra realidad que la que hay, y la que hay llega a parecerles buena sólo porque se les antoja inevitable. Un audaz comentarista de Madrid diagnosticó sin bajarse del autobús que, si este Betis está abocado a la lucha por la supervivencia, no es precisamente por culpa de sus entrenadores. Es el mismo que soporta las mangancias de los okupas del Atleti sin un carraspeo o un susurro. Pero claro, las cuitas del Atleti residen en su naturaleza, en su idiosincrasia: de ahí que sean ineluctables; las del Betis, por contra, se arreglarían con el trueque de un puñetero salvador por un presidente normal. Son las ventajas de no tener carácter, ni tan siquiera sino.

 

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