Vicio y cruz
Daudén le ha tomado gusto a birlarle al Atleti los goles que marca. Sucedió la temporada anterior frente al todopoderoso Real Madrid, y este año, frente al humilde "Recre". Es un feo vicio el de Daudén que nadie le va a corregir. Y yo un día de estos acabaré yéndome al cine cuando los del maldito PPV retransmitan un partido del Atleti. No soporto a la parejita de comentaristas que nos ha tocado en desgracia. Son monótonos, son ignorantes, son insufribles; carecen por completo de recursos expresivos y no rigen bien de la azotea. Mi curiosidad se pregunta: ¿qué les pueden pagar a estas dos perfectas calamidades por aburrirnos de una manera tan absoluta? ¿Quién los contrató?, ¿por qué motivo?, ¿con qué pérfido propósito?
La jugada de la tarjeta a Maxi es típica del fútbol moderno: el delantero llega antes, toca lo justo el esférico y luego se esfuerza en minimizar el impacto con el guardameta, el cual circula por el carril de su prisa como un tren con retraso. A veces, el delantero sobreactúa y el portero pica (pero en el balompié apenas habría faltas si nadie llegase tarde al balón). El locutor insiste: "Maxi se desentiende de la pelota". ¿Y acaso la busca el guardamenta, pedazo de cretino? Y si no ha sido penalti, pedazo de burro con orejas de onagro, ¿hay alguna razón para anular el subsiguiente gol de Forlán?
Y conste que el empate entre el Atleti y el Recreativo de Huelva fue lo que merecieron todos los jugadores que saltaron al Nuevo Colombino, salvo uno: don Diego Forlán que anduvo por todas partes consciente y orientado. Cortó, combinó, chutó, estimuló a sus compañeros, ayudó atrás… El resto de los integrantes de ambos equipos estuvieron al nivel del mar, aunque siempre por encima del árbitro y de la cháchara de los dos tristes loros con que el PPV nos crucifica, sea Semana Santa o la natividad del Señor.