Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Nunca os cansaréis de perder

Y por eso la derrota os será deparada sin medida.

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Mucha gente odia pensar y no por falta de materia gris, sino porque es lo más cómodo. Pensar lleva casi inevitablemente a extraer algunas conclusiones inesperadas, las cuales o bien arruinan algún tópico o lugar común en el que tranquilamente nos arrellanábamos (como si la cabeza fuese el trasero y el tópico, más cojín que almohada), o bien nos invitan a actuar en consecuencia. Es la poltronería y no la estupidez la que suele paralizar los cerebros. O si lo preferís: nueve de cada diez veces, la estupidez no es más que un efecto de la pereza. Verbigracia: lo más fácil, cuando vienen mal dadas, es negar lo hechos o su gravedad y después, si el dinosaurio continúa tercamente ahí, encogerse de hombros y rezongar: "¡Qué podemos hacer!". A esa vagancia llaman unos "fidelidad", otros "candidez", otros "paciencia", otros —en plan guasón—, "masoquismo"… Y no es así: es galbana, también cobardía. Nunca supuse que ser colchonero vendría a simbolizar, con el correr de los años, el deseo de dormir a pierna suelta. Será que del colchón, de su idea pura o platónica, ya emana una invitación mórbida al ronquido.

En esto del deporte, las estadísticas que nunca se esgrimen son las únicas que poseen cierto carácter indiciario, o sea: las únicas que podrían arrojar alguna luz sobre lo que pasa. Ellas explican que el Atleti con los Gil al cargo del club ha vencido cinco veces al Madrid en 38 derbis ligueros (¡se dice pronto!): una con Menotti, una con Ivic, una con Luis, una con Antic y otra con Ranieri. Algunas de las ocasiones en que empató o perdió, pudo y debió ganar o empatar, respectivamente, pero, aun contando con las arbitrariedades de los referees, la cifra de triunfos es exigua (ridícula, diría yo) y tendría que mover al sonrojo antes que a la exultación. Otro dato: desde que el Atleti se fugó del Hades, ha habido 12 partidos de la máxima (o de la mínima), con ocho victorias merengues y cuatro igualadas. En el Calderón, el Atleti sólo ha sido capaz de marcarle dos goles al Madrid (tres, con el de Perea que Daudén borró de las actas) en ¡540 minutos de juego!

Una afición consciente y normal habría emprendido hace muchos años una campaña implacable en pro del desalojo de los okupas. Sin embargo, la afición del Atleti es inconsciente y anormal. Y peca de exhibicionista: ha convertido los fracasos del club en un espectáculo de despecho triunfal que da vergüenza ajena, donde lo único transparente es la adhesión inquebrantable a la dieta de fiascos y embustes que le han prescrito los insignes doctores Gil Marín y Cerezo. La afición del Atleti no le ha vuelto la espalda al club, pero tampoco da la cara, salvo para hacer aspavientos, muecas y visajes bochornosos. El peor: aquel que transmuta la derrota en victoria de boquilla o en un triunfo inverso; sobraban los cánticos de la otra noche.

Hay cuatro clases de seguidores del Atleti: los que, por increíble que pueda antojársenos, aún le rezan al Jesús del Gran Joder; los que, fatalistas y pupistas, asisten de manos cruzadas a la demolición del club; los que, si bien comprenden lo que ocurre, opinan que las calamidades son pasajeras (pero todo es pasajero, empezando por la vida) y nos recomiendan ser positivos y no desmayar; y la peor representada de las cuatro (dos o tres centenares de personas a lo sumo), la de los que saben que, con semejantes patrones, el club no tiene la menor posibilidad de resurgir, pues quienes han sido tan torpes y golfos durante 20 años no van a desplegar de improviso una inteligencia con la que la Naturaleza no los dotó y a criar la honestidad que perdieron en la alta o en la baja infancia. No estamos en el reino de los insectos sino en el de los seres humanos; aquí no hay feas larvas que se transformen en lindas mariposas.

O sea, la inmensa mayoría de los seguidores rojiblancos defiende su presunto derecho a la inocencia y a la ilusión (léase: a la ignorancia y a la pasividad). Este año los okupas, que han percibido en las trayectorias del Sevilla o del Español la oportunidad de un farde a bajo costo (son tan imbéciles que creen factible copiar instantáneamente la fórmula del éxito de esos equipos oscuros pero ambiciosos), esperaban entretener al personal con los partidos basura de la competición europea, con las eliminatorias de la Copa (que suelen descuidar el Real Madrid y Barcelona, con una clasificación en la Liga algo mejor que la de las últimas temporadas y poco más. Aquí se pretende compaginar las metas de un club pequeño con las ínfulas de un club grande. Por eso los partidos contra el Madrid adquieren un valor probatorio de primer orden, aunque sólo sea porque desbaratan los tejemanejes propagandísticos, el aparatoso armazón de mentiras que protege a los okupas. Después de tardes como la del último domingo, las preguntas brotan con naturalidad: ¿dónde está la gran plantilla?, ¿dónde el ciclo feliz?, ¿dónde los estupendos jugadores prometidos?, ¿dónde el buen fútbol?, ¿dónde el estadio y la ciudad deportiva?, ¿dónde la salud financiera? ¿dónde la prosperidad anunciada?

Es verdad que los okupas ya apenas tratan de disimular la magnitud del hundimiento del club bajo su catastrófica y (según los jueces) delictiva administración, y se conforman con ganar tiempo: el que necesitan para pulirse el Manzanares. Ahora bien, la desaprensión, la total falta de escrúpulos, con la que aún se atreven a ofertar improbables conquistas de copas o uefas, clasificaciones honrosas y ciclos bonitos a unos seguidores de los que se han mofado y a los que han estafado de todas las maneras habidas y por haber, merecía otra respuesta por parte de la hinchada; pero los incondicionales, con la necia avidez de un perro sin olfato, prefieren saltar en pos de huesos de madera.

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Claro que este auténtico recital de despropósitos no sería posible sin la magnífica labor de los medios de comunicación, los cuales invierten no pocos esfuerzos en tapar, tergiversar o falsificar lo que pasa. (En el fondo ya están cansados de ser simples intermediarios entre los hechos y la opinión pública; aspiran a producir la realidad, y en el deporte ya lo han conseguido en gran medida.) Así, un joven locutor de Telemadrid: "Mientras que en el Atleti todo va bien…" (¡Sic!)

Otro ejemplo: "Viniendo de donde viene el Atleti, más vale morir cosido a tiros, que de asco detrás de la tapia, con la cabeza gacha y el orgullo por los suelos. Ya sé que puede resultar gratuito, casi insensato, porque además no será a mí a quien echen (o eso espero). Será a usted. Pero si eso ocurre, se marchará del Manzanares con la cabeza alta. Como llegó. Con esa pinta de ser un tipo directo, valiente, con las cosas claras. Sabiendo hacer buen uso hasta de un par de tacos bien dichos en cualquier sala de prensa".

Sea osado, por favor. Hace más de cuarenta años que Madrid y Atleti no se pelean entre ellos por un título, cara a cara. En la temporada 64-65, Miguel Muñoz se lo llevó a Concha Espina. Un año después, el trofeo se vino al Calderón de la mano de Domingo Balmanya. Más reciente, hace quince años, fue aquella en la que pugnaban ambos y, al final, les pasó el Barsa por la derecha, previo derrape de los blancos en Tenerife.

Es el momento, fuera cobardías. Hay Liga y, ahora, lo suyo parece de verdad. Salir con todo. Acabar un partido con toda la caballería volcada al grito tan ministerial de "antes partíos que doblaos". Ya me conozco de memoria aquello de que cada partido es una historia. Pero la del Atlético, desde hace ya demasiado tiempo, siempre era sosa y gris. Ahora, ya no sabes nunca cómo va a acabar. Pero divierte siempre. Y eso, a la ciudadanía rojiblanca le pone una barbaridad".

Este es el tipo de comentarista que fomentan los periódicos: indocumentado, chalado, mentiroso, desmemoriado, más pelota que el esférico oficial de la liga, baladrón, irresponsable, conformista, radicalmente memo… ¿Acaso no los hay de otra pasta? No, o han sido reducidos al silencio u obligados al disimulo. Con bardos así se explica que sea tan fácil no ya embaucar sino mantener indefinidamente somnolientas a las muchedumbres del fútbol.

He aquí, sin embargo, una arenga de muy distinto tenor:

"Sintiéndolo sobremanera debo recalcar que para mí no hay, como no lo hubo nunca, auténtico duelo Madrid-Atlético, por la sencilla e hiriente razón (para los atléticos) de que ambos equipos no compiten por los mismos objetivos. Y sí, claro que el Atlético, que tiene todas mis simpatías, puede ganar al Madrid en cualquier momento, pero los duelos del Madrid han sido, son y serán con el Manchester, el Inter, la Juventus, el Bayern, el Milan y el Barça. Ahí sí duele. Pero el Atlético no, jamás.

El Madrid supone en sí mismo todo un sistema de pensamiento, mientras que su rival es una anécdota sangrante, una agonía demorada hasta el éxtasis. Sería como comparar, filosofía mediante, a Hegel con nuestro J.A. Marina, qué quieren que les diga... O, puestos a hablar de literatura, a Shakespeare con nuestro no menos insigne Sabina, que no podía ser otra cosa sino atlético... A pesar de ello, voy a hacer autocrítica: a los madridistas se nos acusa de chulos. A veces lo niego, pero ahora mismo ya me está saliendo el chulillo redomado, porque hasta se me antoja pelín vejatorio redactar este artículo hablando de «duelo». ¡Qué diantres duelo! Es el Atlético el que vive en duelo permanente. El Madrid aspira a todo y todo está obligado a ganarlo. El Atlético sueña, a lo sumo, pasearse por Europa hasta octavos o cuartos. Es un duelo mediático, de piques en los bares, entre churros y porras, poco más. Así son las cosas y así seguirán siéndolo.

Y conste que ideológicamente me encantaría ser colchonero. Alguna vez, impelido por el alcohol, llegué a escribir que me gustaría ser culé. Falso. Los culés son ruines de espíritu, y su esencia, miserable. Son lo peor: los eternos segundones que, de tanto en tanto, aciertan. El Atlético, ni eso, de modo que me inspiran una profunda lástima...Javier García Sánchez es escritor.

Otro día comentaré el texto del escritor madridista, tan típico de cierta mentalidad. Hoy sólo me interesa una cuestión: ¿son más saludables para el porvenir del Atleti estas patéticas desconsideraciones o las hipócritas, o respetuosas, o cariñosas palabras de Raúl y de Luis Aragonés? (Según Raúl y Luís Aragonés, el Atleti habría vuelto a ser un grande). ¿Qué le hace más justicia a la situación actual del Atleti (y no tan actual, que la cosa ya dura dos décadas), los salivazos displicentes por una esquina de boca de García Sánchez o la afirmación de Forlán (lleva poco tiempo aquí y es parte interesada) según la cual el Atleti es un "gigante dormido"? ¿No será más bien un enano con la enfermedad del sueño?

Opino que el suelto de G. Sánchez, bien utilizado, podría obrar como una especie de Bálsamo de Fierabrás que nos vaciase el espíritu de tanta indigesta falacia, de tanto futuro perfecto, de tanto mañana espurio, de tanto tal vez, un día, quizá…Por eso habría que clavarlo (o pegarlo) en las puertas del Calderón, donde moran los granujas que lo han convalidado.

(y 3)

Los cristianos datan el tiempo a partir del nacimiento de Jesús de Nazaret; los musulmanes, a partir de la Hégira (o huida) del profeta camellero Mahoma; los chinos lo computan desde el año en que nació su primer emperador (el Hijo del Cielo), mientras los budistas se atienen a la promoción de Buda al Nirvana. Los hebreos sostienen que Yahvé hizo los días junto con el mundo, etc…. Estamos pues en el año 2008 de la era cristiana, en el 1385 de la era musulmana, en el 5769 de la era judía, en el 2551 de la era budista y en el 4706 de la era china; ¡Ah!, lo olvidaba: según Gil Marín, estamos en el ¡tercer año de la era posjudicial! Y sabemos por un periódico que brinda sus páginas a analfabetos funcionales y a bribones redomados (admito la objeción: la pista no es gran cosa porque todos o casi todos que hacen lo mismo), que el consejero /delegado del Atlético de Madrid no asiste a los partidos y, antes que acudir al estadio, prefiere dar vueltas en su Porsche Cayenne por la M-30 atiborrado de pastillas, mientras escucha a Pavarotti. Yo creo que Gil Marín miente. No va al estadio porque no le gusta el balompié y porque abriga un temor: que lo identifique esa burriciega afición con la que nos han maldecido los dioses y se las haga pagar todas juntas.

Comentarios

marianux ha opinado:

Le leo últimamente como cual ángel castigador.

Radiografía perfecta de la miseria que es hoy la SAD.

Saludos.

# enero 27, 2008 11:21

pacoparaca ha opinado:

Definitivamente me paso al lado oscuro.

# enero 27, 2008 11:48

Javidelugo ha opinado:

Como siempre señor Lorences, poniendo el dedo en la llaga. Ya se echaba en falta su artículo sobre el lamentable espectáculo del derby.

Con artículos tan deleznables como el de G.ª Sánchez la aficíón rojiblanca no se siente herida en su orgullo, porque lo ha perdido. Y los dirigentes ni mucho menos, porque es lo que quieren. Han conseguido instalar el aficionado colchonero una mentalidad de equipo pequeño, vulgar y tragicómico. De equipo de barrio y de andar por casa. Si quieren ver fútbol de primer nivel y lograr títulos, váyanse a la castellana. Es lo que queda de tanto estercolero.

En este Atléti no hay exigencias de ningún tipo. Ni de la afición, ni de la directiva y mucho menos de la prensa cómplice. Y eso se demuestra viendo las risas de un mercenario del fútbol como es Reyes.

Y lo gracioso es que después tipos como Abellán se rasgan las vestiduras viendo a Pablo y a Reyes. A buenas horas. Es lo que han sembrado y lo saben, a pesar de fingir estar muy cabreados. Hipócritas.

# enero 28, 2008 4:01

A-spec ha opinado:

Es todo absolutamente cierto, y cuanto más tiempo pase, mas gente pensara que ésta situación es la "normal". Lo de Gil Marín dando vueltas empastillado es al menos tan curioso como leerle como vivía un derbi de pequeño. A veces uno tiene que contenerse para no lanzar contra la pared el monitor del ordenador

# enero 28, 2008 11:01

supercolchonero ha opinado:

Una nueva lección magistral del maestro Lorences.

Me encantaría tener una pluma como la tuya, querido Seve, para transmitir correctamente las numerosas ideas que pueblan mi cerebro sobre el devenir del Atleti, sus hombres y sus circunstancias. Lo veo todo bastante negro y no encuentro soluciones a corto plazo, ni siquiera si apareciese milagrosamente un Abramovich rojiblanco.

# enero 31, 2008 11:06