Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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El crack y el pelagatos (o la derrota en el corazón de la victoria)

(I)

No, no me voy a quejar de que el Atleti, doblegando al Barça, beneficiase al Madrid. El Atleti se benefició a sí mismo, y si le sacó a alguien las castañas del fuego ciertamente no fue al equipo merengue sino al tándem de parásitos que lideran la okupación del club. Sin embargo, el magnífico despliegue de Agüero, ¿quién lo duda?, coloca al chaval más cerca de la puerta que comunica con la calle. Se suele afirmar (y casi siempre con razón) que las instituciones están por encima de los que trabajan en ellas, pero en este caso no es verdad. Agüero está por encima del club que le paga, de sus dirigentes, de la afición, del mister, del secretario técnico… Y ya lo empiezan a trabajar con las mismas tácticas que utilizaron con el "Niño" (¿no te gustaría ir a un equipo con aspiraciones?, ¿ficharías por el Madrid?, etc.).

La mala suerte del Atleti no existe. Lo prueban estos dos hechos: de una cantera absolutamente improductiva salieron Raúl y Torres; de una burda especulación, Agüero. (Los que son capaces de fichar a Núñez, a Gronkjaer, a Sosa, a Kezman, a Mista, a Santana, a Eller…, sin que se les caiga la cara de vergüenza, sólo dan con un Agüero por pura casualidad y buscando otra cosa.) Por tanto ni puedo ni quiero entusiasmarme con este triunfo, que, si no me equivoco, entraña irónicamente un revés para la institución.

Se lo he anunciado, amenazado o prometido (como prefiráis) a mis amigos de Señales de Humo: el día en que los okupas vendan a Agüero me borraré for ever. En esa jornada maldita, que intuyo no muy lejana, el débil vínculo sentimental que aún me une a este club (hace años que dejé de financiar a los bribones) se habrá roto por completo. Porque me pasa lo que a un puñado de simpatizantes del Atleti: sólo cuando actúa este pequeño gran futbolista, mi corazón de aficionado al balompié se ensancha y alegra, hasta el punto de que me da igual lo que hagan los otros miembros del plantel, de quienes espero poco o nada. (Me sucedía lo mismo con Torres. Agüero y Torres, Torres y Agüero: ¡qué formidable pareja truncada por los okupas! ¡Qué década de esplendor nos han robado esos inútiles tunantes otra vez, por pura desidia, mera mangancia, falta de ambición y escrúpulos y sobra de incapacidad e instinto predatorio.)

Haciendo zapping la semana pasada, me topé con un reportaje (¿en Cuatro, en la Sexta?), bajo el título: "Protejamos al regateador". Quizá llegué tarde porque únicamente vi destellos de Messi, de Ronaldinho, de Robinho, media ráfaga de Futre y aquel gol de Raúl al Atleti en la temporada 96-97 que lo consagraría como gran figura, pero ni la menor señal del "Kun". Aunque tampoco me sorprendería que se tratase de una omisión ex profeso. Por eso no me extrañó que el día después de la hazaña, las portadas de los periódicos antideportivos de Madrid fuesen para el chupete de Robinho (por cierto, otro jugador que no quiso Gil Marín, aunque se lo ofrecían barato).

El sábado, el Barça, un equipo quizá lejos de su mejor forma pero muy superior al Atleti, se tropezó con un diablo que juega como los ángeles. La industria del espectáculo fabrica ídolos al por mayor; a la menor oportunidad, tal portero o cual delantero salvan a su equipo de la derrota o los conducen en volandas al triunfo. Pues bien, la otra noche ocurrió: un futbolista excepcional y aún adolescente pudo con uno de los mejores cuadros de Europa. El match era del Barça, que dominaba a placer e iba por delante en el tanteador, y entonces surgió el "Kun" e hizo que el partido virase en redondo: marcó dos tantos (al segundo no cuesta augurarle una larga y feliz memoria), centró, provocó un penalti, volvió tarumba a dos defensas rápidos y duchos, y, sobre todo, izó a pulso a un once amilanado, cabizbajo y convicto de su inferioridad. Señores que todavía piensan que el Atlético se impuso al Barça porque es así (ya quisieran ustedes que el Atleti fuera así): las excelencias que vieron en otros jugadores, incluso la bravura del segundo periodo, son pura ilusión. Ni Camacho, ni Raúl García, ni Valera hicieron nada reseñable y si Maxi y Forlán merecen un hueco en la crónica es porque coadyuvaron con sus goles al resultado definitivo. Estos y otros como Perea (que cortó un sinfín de balones) se vinieron arriba únicamente cuando el sol amaneció por Oriente para cegar a los adversarios. Me ratifico: con el Atleti, hasta Agüero y ni un paso más.

(II)

Me lo contó Bernardo Salazar: Di Stéfano se puso la camiseta roja y blanca para intervenir en el homenaje a Adrián Escudero, a petición del máximo goleador en la historia del Atleti. Quizá la presencia de la "Saeta Rubia" prometía una recaudación pingüe. En todo caso se trataba del gesto de un profesional del fútbol hacia otro: habían sido rivales y se apreciaban mutuamente.

Cerezo, en su cumpleaños, ha sujetado por los hombros la elástica del Madrid para posar ante un fotógrafo del "As". En la foto aparecen también Ramón Calderón, que no sujeta ninguna camiseta rojiblanca (desmintiendo que se tratara de un intercambio de banderines o de un gesto de buena voluntad cara a la galería, dos versiones que han promovido los listillos para quitar hierro a algo que no lo tiene), y el presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel Villar (otro memo de la talla XXXL), quien llegó a ponerse la funda con su habitual desahogo. Calderón parece divertido y se diría que a su colega la situación tampoco le causa ningún apuro. Quizá se tratase de la típica travesura que promueven las copas de los almuerzos con sobremesa, pero la instantánea simboliza a las mil maravillas lo que es hoy el Atleti: la mascota del fútbol español. Y, por supuesto, el club de los desastres irrisorios, el club nodriza de los fuertes y socorro de los débiles, el club que ha convertido cada derrota en un carnaval autodestructivo, el club que fracasa con el mismo deleite y la misma despreocupación con la que los niños de corta edad saborean un helado, el club de la afición más sandia, resignada y ovejuna y de los dirigentes más fuleros, mentirosos y granujas no podía tener otro rostro público que el de un perfecto pelagatos.

No obstante, el idilio entre ambas directivas, pródigo en besuqueos y carantoñas (recordad los hipócritas testimonios de aprecio que Florentino le profesaba en público a Jesús Gil) es muy comprensible. Me lo habréis oído repetir: Cerezo y el Gil de turno han sido y son unos tontos sumamente útiles para la causa de los blancos. Y si hubiera justicia (pero la Roma del Bernabéu es rácana y no paga imbéciles), la insignia de oro y brillantes del Madrid iría a parar a las chaquetas de los impostores que fingen militar en el bando contrario; no en vano, su hoja de servicios al club de Chamartín es larga e impecable. Por cierto, en la foto no aparece Twistface. ¿Ya no es amigo de Cerezo? Mira que no asistir a tan señalada efeméride.

(Epílogo.) Cuando se disiparon los vapores del alcohol, el mayordomo informó al señorito de que había que hacer algo porque la foto podía enojar a los seguidores colchoneros. Y entonces ese fénix de los ingenios balbuceó una disculpa: "Que dentro de las atribuciones que como presidente tengo asignadas, he de manifestar siempre el máximo respeto hacía los equipos rivales de la competición." (¡Sic!) Don Guindo se siente obligado a manifestar respeto a todos los equipos, menos al suyo, claro.

Como cada hora crecía el mar de fondo, un infundado y cerval temor a la hinchada le llevó a pedir ayuda a Ramón Calderón, quién, solícito, acudió al quite: "Lamento muchísimo todo esto. Hay pocas personas que hayan demostrado más cariño y más apoyo a un club como lo ha hecho Enrique Cerezo con el Atlético. Si alguien quiere al Atlético, si alguien lo defiende, es él". (¡Sic!) (Notad que en las dos declaraciones hay meteduras de pata: sobra en la de Cerezo "de la competición". Y afea la de su invitado un solecismo: lo correcto es ‘más… que’ y no ‘más… como’. O sea: nadie ha demostrado más etc., etc., que Fulanito al Atleti.) Tranquilo don Ramón: ese aliado tan imprescindible para ustedes no se va a ir. Y menos ahora, que todo marcha sobre ruedas… para ustedes.

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