Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Cabezazos contra la pared

Somos de flaca memoria, porque no es la primera vez que el asunto (el debate entre los periodistas y los atléticos de Señales) se va de las manos, si por irse de las manos (¿y quién lo sujetaba entre ellas?) entendemos pequeños contrastes de pareceres en tono algo acalorado y sin que la cosa, ocioso es decirlo, pasara a mayores. La vez anterior (cuando acudieron Iñako Díaz Guerra y otro periodista cuyo nombre he olvidado) el público cortó e interrumpió a Díaz Guerra, entre otros motivos porque Díaz Guerra desplegó el mismo arsenal de zarandajas que la otra noche desempolvaron él y sus pares: las noticias felices, el desinterés por cuanto no comporte una visión idílica del porvenir, la importancia del merengue, el periodismo de club, el negocio…; en suma: la media docena de subterfugios que utilizan los chicos de Deportes para justificarse por no informar. (De hecho, en aquella sesión, convocada por Alternativa Atlética, Díaz Guerra estuvo una hora escasa y se abrió –o piró– con cara de ¡uf!, dejando al otro más solo que la una.)

Pero me gustaría reclamar vuestra atención sobre un detalle: el ultimo día, vinieron no dos sino cinco redactores (entre ellos el citado Díaz Guerra, al que, por lo visto, el amargo precedente no logró ahuyentar); y vinieron no porque sean amiguetes o porque las gestiones para persuadirlos de que nos visitaran hubiesen sido en esta oportunidad más eficaces que en la precedente, sino porque Señales de Humo, pese a todos los intentos de ningunearla, ha sobrevivido y forma parte del paisaje.

Pero no sólo había más invitados, sino muchas más personas en el patio de butacas (ahora somos 200; antes, no llegábamos ni a la cuarta parte), por lo que cierto guirigay estaba servido de antemano. (Que ellos temían la marejada lo puso de relieve su actitud inicial, patente en el "Que pregunten ellos" y en la pereza con la que comenzaron a abrir la boca, cuando Raúl Ávila les instó a que se explicaran.)

Ahora bien, no se insultó a nadie, ni hubo una especial hostilidad hacia nadie. Los escasos tiros lo fueron por elevación y tenían como blanco los medios para los que los periodistas trabajan. El único momento delicado fue cuando Matallanas se puso digno con lo del "no admito la insinuación de sobornos". ("¿Qué os dan Gil Marín y Cerezo?", se le había preguntado; era una pregunta retórica, como cuando un amigo nos dice que bebe los vientos por una muchacha fea y borde y nos preguntamos qué le dará la tal muchacha a nuestro amigo; es decir: dónde está la clave de la atracción.) Matallanas se puso digno porque esas defensas del buen nombre del gremio siempre quedan bien cara a la propia galería (aunque el espontáneo paladín sólo podía hablar por él) y sirven para eludir las preguntas, cambiando ligeramente de tema; pero, como insistiese demasiado en la probidad de los redactores, Bernardo Salazar le recordó que el gremio no había sido siempre tan incorruptible.

En resumen: la soirée quizá salió algo embarullada (y entono el mea culpa por la parte que pudiera corresponderme, pues acaso contribuí al barullo más que otros), pero en cierto modo era algo inevitable, y los comparecientes debieron de sentir que la prensa deportiva como tal no goza de aprecio en Señales de Humo.

Sin embargo, en uno de los foros de nuestra web he leído cosas como esta: "Y a lo mejor no estaría de más que hiciéramos otra reflexión. Que puede que Méndez tenga razón en que citar a los periodistas y que la voces cantantes de nuestra parte pierdan las formas y se comporten de una manera inapropiada no sea la mejor estrategia. Algunos de los que estuvimos presentes no salimos precisamente orgullosos. Y acabamos con la sensación de que así será difícil conseguir algo.". Y también: "Si el objetivo, más cabal en mi opinión, era saber qué piensan al otro lado de los medios, cruzarlo con lo que pensamos nosotros y reclamar un mensaje más justo, creo que nos pegamos un bonito tiro en el pie. La impresión de los ponentes con los que he hablado, que creo que son casi todos, es que recibieron muchos palos (no de parte de todo el mundo y todo el tiempo, claro) de forma algo extemporánea y algo injusta, que la impresión que causó la concurrencia fue mala y que las ganas que se les han quedado de ser receptivos a los argumentos de la oposición a la directiva del Atleti son entre muy pocas o ninguna". (Los subrayados son míos.)

Son noticias tan malas que está uno por entrar en el baño y abrirse las venas. La estrategia del "Ayúdalos a ayudarnos" o la de poner la otra mejilla, o la de gastar una paciencia a prueba de cualquier mala fe, o la de responder con versallescos modales al áspero desdén y a las marrullerías de los periódicos, es perfectamente inútil, si no contraproducente, porque lo que les impide prestarnos auxilio no es que no nos conozcan lo bastante, ni que les caigamos mal, ni mucho menos los no incidentes del Foro Gaudeamus (que parte de los asociados de Señales ha decidido magnificar hasta poco menos que el casus belli), sino la política de los medios para los que trabajan.

¿Para qué sirvió entonces la reunión con la prensa? ¿Fue la gran oportunidad perdida, como lamentan algunos? Desde luego no sirvió para crear neoconversos, ni para hacer ver a los ciegos, de invidencia inducida y autoimpuesta, pero sí quizá para que algunas cosas fuesen dichas en público, que no es igual que murmurarlas en petit comité o en privado. Y si alguien me hubiera asegurado que había una especie de metaobjetivo subyacente, a saber: el acuerdo entre plenipotenciarios de Señales de Humo y de los periódicos (para ver si de algún modo… tú ya me entiendes…, lo pasado, pasado está…), acuerdo nuncio de un tiempo mejor, me hubiese reído en sus barbas. Los que piensan que contemporizando suman o atraen, corren el riesgo de deshacerse de lo único que los distingue. En el caso que nos ocupa, Señales de Humo se distingue del resto de la aturdida afición de este club en que no comulga con ruedas de molino. (Y, si se trata de comulgar con ruedas de molino, ¿por qué no acercarse directamente a los okupas? Acaso con buenos modales, poniendo al mal tiempo buena cara, siendo positivos y haciéndonos preceder por la banda del Empastre –que la música y el humor amansan a las fieras–, lográsemos un cambio de actitud. ¿O es que la prensa es recuperable y reinsertable y Gil Marín y Cerezo no?

Yo no quiero para el Atleti la ayuda de los medios de comunicación, porque no es ese su cometido. Su cometido consiste en informar; así ayudan indirectamente a que cristalice una opinión pública merecedora de tal nombre, algo de suma importancia para el desenvolvimiento de las sociedades abiertas, y ello en todos los órdenes, también en el insignificante de los espectáculos deportivos. Que los periodistas cumplan con su deber NO ES NEGOCIABLE. Recién hemos visto cómo un locutor de radio ha tenido la desvergüenza de hacer chantaje público a Gil Marín (o me das lo que quiero o tiro de la manta), amagando con divulgar… ¡la verdad! El sujetillo chalaneador, como era de presumir, volvió a estafar a sus oyentes, señal de que su petición (o sea, su extorsión) había sido atendida. En los tiempos que corren es cada vez más habitual el bandido que, en lugar de esconderse, sale a nuestro encuentro y nos alarga la mano: "¡Hola, soy un bandido!" Y a esta clase de bribones quieren hacerle frente algunos ¡con un poco de urbanidad y otro poco de relaciones públicas!

Creo en la amistad, pero también en el enfrentamiento. La fuerza de Señales de Humo reside en que tiene razón. Hay que resignarse a tener un poco de razón y obrar en consecuencia. Y si os dais de cabezazos contra el muro de las lamentaciones o contra la pared de vuestros dormitorios, procurad, queridos, que vuestros cráneos no suenen a hueco.

Comentarios

supercolchonero ha opinado:

Magnífico dictamen, Seve. Yo estuve en el IV Gaudeamus y saqué una impresión concordante con lo que relatas. Cada uno expresa lo que siente y a veces con palabras inadecuadas o frases que los receptores entienden cada uno a su manera. Otros entienden parcialmente lo que se dice e incluso están más pendientes de lo que van a responder a continuación de lo que se sigue manifestando en la sala. Hay personas más vehementes y otras más reposadas, y las razones, a veces incontrovertibles, no se perciben igual en un tono que en otro. Habrá que seguir organizando Gaudeamus y cada vez se hará mejor porque la experiencia adquirida conducirá a ello. Es importantísima la función de moderador y no se hace igual cuando los asistentes son veinticinco que doscientos. En fin, yo saqué una impresión halagüeña aunque incompleta y un balance positivo.

Gracias Seve.

# junio 11, 2008 11:07