Veranillo de San Miguel
1.- La gesta
Discrepo de la mayoría de los comentarios leídos o escuchados sobre la clasificación del Atleti para la Champions League, los cuales han tirado por la fácil y perniciosa senda del ¡hosanna! y de la brillantina, y no puedo evitar que me venga a la memoria una frase del escritor austriaco Thomas Bernhard: "Todos los horrores provienen de los aplausos". Tendemos congénitamente a la euforia, a la vanilocuencia, al farde, y así nos va.
No fue, en mi opinión, un gran choque porque "Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible". Se enfrentaban un Atlético descosido, gris en el eje y pobre en los laterales y un Schalke sin medio conjunto titular, aunque más rodado que su oponente. El Atleti exhibió la otra noche los mismos defectos que en pretéritas campañas: posesión inane del esférico, mucha distancia entre la vanguardia y la defensa, abuso del pelotazo… Y si al final aplastó al Schalke fue porque posee un jugador maravilloso, capaz de galvanizar a sus compañeros hasta medio dormido ("Estuve en los Juegos agarrando la forma", había declarado días atrás; pues bien, no la agarró del todo, pero es tan bueno…).
Por contra, el alabadísimo Forlán, que marcó un tanto excelente, combinó en un sinfín de oportunidades con los adversarios. A veces se le ocurren al charrúa cosas verdaderamente peregrinas: por ejemplo, un taconazo a la ciega al borde la frontal, frivolité que sólo vale para que el enemigo contragolpee inmisericorde. Pero luego lo arregla con un par de acciones meritorias y con el denuedo que gasta de vez en cuando. (Debería ser más económico con la pelota y no bajar nunca, ya que no sirve como improvisado medio de enganche.)
Al Schalke también le volvieron la espalda la fortuna y el referee. De modo que, sin jugar rematadamente mal y sin cavar una trinchera frente a su portería (que tampoco es el Bolton), sólo podía hacer pupa al "Pupas" en las jugadas a balón parado, o vivir de los regalos en la medular (del citado Forlán, de Maniche y de Raúl García; ¡prohibido perder el cuero ahí, carajo!), y de los laterales Perea y Pernía, que al principio atiborraron de balones al meta y a los zagueros del Schalke, pero que pronto dieron en cometer faltas bobas y en ceder saques de esquina absurdos. (Añádase al feo panorama la intermitencia de Simao y el aislamiento de Maxi en la banda derecha.) Pero los contraataques del conjunto de Gelsenkirchen murieron casi siempre en las cabezas de Heitinga y Ujfalusi. (La crítica y la afición coinciden en que el holandés y el checo son oro en polvo; sin embargo, uno aplazaría el incienso y la mirra hasta verlos medirse con delanteros a los que no les sobren pies.)
En fin, me encandiló Agüero pero no su equipo, y de mi disgusto no se salva el entrenador, pues Aguirre tardó en hacer los cambios y permitió que durante 10 ó 12 minutos el Schalke acorralara a su rival, el cual no se vino atrás motu propio tras una hipotética consigna medrosa del mister, como denuncian sus mecánicos detractores; el repliegue lo dictó la fatiga de Maniche y Raúl García, el miércoles, dos marines americanos con espíritu vietnamita. Por suerte para el once local, los ratos en que el Schalke dominó no fueron un zarandeo, sino el abrazo de un oso algo torpón y miope.
2.- Idioteces rituales
Así pues el Atlético ganó…"El partido más importante del año", "El partido del siglo", "El partido de nuestras vidas". Otros optaron por exacerbar el dramatismo avant match: "Un partido a vida o muerte", que evocaba cierto episodio (nacional) de la Guerra de la Independencia:
—Mi general, si nos vencen, ¿a dónde nos retiramos?
—Al cementerio.
Encuentros vitales los hay casi cada fin de semana (muchos de ellos resultan luego mortales de necesidad, por el aburrimiento con el que transcurren). Pero de tomarles la palabra a los hooligans de los periódicos, a partir de ahora habría que contemplar el futuro inmediato del Atlético de Madrid con infinita tranquilidad, máxime cuando hasta el próximo partido del siglo pueden pasar perfectamente otros 11 ó 12 años. Y quizá sea tal el mensaje subyacente a convertir la obligación en sueño y un mero match clasificatorio, en la madre de todas las batallas. El Atleti, nos indican los okupas y sus valedores, habría salvado el ejercicio; ya puede tumbarse cuan largo es y roncar a pierna suelta.
También Cerezo quiso sumarse al deporte de hinchar el perro y expectoró la siguiente gilidez: "Hay tanta responsabilidad que no hay más remedio que ganar". Recomiendo no darle muchas vueltas a los gatillazos mentales de Cerezo, porque no encierran más enseñanza que la de su propia ineptitud. Pero cualquiera podría inferir de lo sostenido por el presidente de las derrotas, que, hasta hoy, él y su compinche habían dado permiso a los jugadores y técnicos del Atlético de Madrid para ser irresponsables y, en consecuencia, fracasar.
3.- El pelota
Según Trotski, el partido bochevique, por los tiempos de la Revolución de Octubre, estaba mil veces a la izquierda del gobierno provisional y las masas, mil veces a la izquierda del partido bolchevique. He aquí el fragmento de un ultragil mil veces a la derecha de los okupas: "Han pasado once años desde la última vez que el Atlético jugó Champions. (se escribe ‘la Champions’, ¡borrico!) Mucho tiempo. Y algunos de los que vivieron en primera persona aquella experiencia ya no están con nosotros. Del primero que me acordé tras eliminar al Schalke (¿lo hiciste tú?, ¡acémila!) fue de Jesús Gil. ¡Cómo hubiese disfrutado de este momento! ‘La Liga de Campeones es rojiblanca. Que tiemblen todos’, diría. (No fueron esas sus palabras cuando el Atleti la jugó en 1986-87, ¡asno!; sino éstas otras: ‘¡Jopé, vamos a ingresar 2..000 o 3.000 millones de pesetas’.)… Me alegro por Cerezo, que da la cara cuando nadie quiere hacerlo. Y por Gil Marín. Esto no era lo suyo y ahora no puede ni ver los partidos. A veces también aciertan".
Conozco a un químico del Consejo Superior de Deportes, Ángel Galán, que utiliza para referirse a estos casos una perífrasis de su invención: "Un análisis detenido de la lengua de este sujeto revelaría sin lugar a dudas un rastro de heces". Pero la clave psicológica de tanta obsequiosidad pudiera ser el alivio experimentado por los pretorianos de los Gil, quienes creen que este marcador convalida todas sus patrañas. ¡Gracias, gracias, venerados amos porque, por una vez, no habéis dejado con el culo al aire a vuestros humildes servidores! Firmado: la moqueta humana.
4.- Regresos
La idea de que el Atleti ha vuelto al lugar que le correspondía es absolutamente falsa. No hay tal sitio reservado. (No en la vida seria; tanto menos en el juego deportivo.) "El que fue a Sevilla perdió su silla; el que fue a Jaén perdió el tren", canturreaban los niños de la posguerra. El Atleti se ha ido al garete por el socavón que han abierto a sus pies unos vulgares butroneros, y es de ilusos engolosinarse con la ridícula especie de que el Coruña, el Valencia, el Villarreal o el Sevilla no han hecho otra cosa todos estos años que calentarle el sitio.
En cambio, Torres sí regresa al Calderón, aunque no de visita, ni para quedarse. Llamado a ser el nueve de este club durante década y media y a formar un tándem memorable con Agüero, es ahora un adversario peligroso, por obra y gracia de los okupas, quienes, en su infinita sabiduría, han contribuido a armar al Liverpool, quizá porque ni siquiera imaginaban que el Atleti fuese un día a disputar la Champions.
5.- Algo de viento en las velas, pero…
No obstante, si el Atleti fuese un club normal, cabalgaría sobre el pony de este triunfo, como un delfín juguetón a lomos de las olas. Pero no lo hará porque, aunque lo trajeron al mundo para competir, largos años de pésima y delictiva administración lo han empequeñecido. De ahí que lo más probable es que esta minúscula victoria que abre un postigo al mejor fútbol europeo sea para mal. (El único precedente no es muy alentador. Recordad que el cuadro del Manzanares fue incapaz de subirse al bicampeonato del 96 (o se subió para precipitarse de cabeza al abismo); no hay razón para esperar que ahora vaya a suceder algo muy diferente. El Atleti, que ha ascendido a la primera división del fútbol europeo, no parece que tenga plantilla para ser alguien en la Champions. A última hora se ha fichado a Banega (de rendimiento incógnito), pero el verano se fue en un andorreo interminable detrás de un distribuidor consagrado. (La gente pedía un diez, pero toda la vida del Señor se llamó diez al interior zurdo) Uno, en vista de la incorporación de Banega, hubiese ido a por a Di María, (rompamos con Brasil y sumémonos a la feliz Argentina del "Kun"), otro veinteañero con clase y por ende zurdo. (Quizá el Benfica hubiese accedido a cambiarlo por Reyes, con las debidas compensaciones monetarias o en especie.) También me gusta Grosso, el veterano tres del Lyon, gran profesional que sube, baja, corta, centra… No, no creo que sea tan difícil hacer un buen equipo, incluso sin gastar demasiado, pero hace falta proponérselo, y los okupas del Atleti no están para bagatelas. Prefieren hacer otro uso del club.