Sin bajarse del autobús
Resulta un poco extraño (aunque gratísimo para los colchoneros) ver al Atleti golear uno tras otro y sin bajarse del autobús, que hubiese dicho Helenio Herrera, a los febles rivales que le ha deparado la competición hasta el momento. Es posible que tanta holgura guarde también relación con la buena forma del once de Aguirre, un equipo más rodado que la mayoría de los equipos a los que se enfrenta, pero, descontado ese factor, lo cierto es que el Atleti parece haber aprendido a ganar los choques que hay ganar, sin agobios, sin emplearse a fondo, sin un gasto de energía superfluo, lo cual quizá indique que ha logrado huir del pelotón de los torpes (congratulations, boys and girls). Y así el Recre, conjunto humilde que otros años amagaba en el Calderón la proeza o la conseguía, fue triturado anoche por el Atleti de forma lenta pero implacable. Es verdad que el portero y los defensas onubenses actuaron tan rematadamente mal que hicieron bueno al desastroso Sinama, quien hasta los dos goles en el último cuarto de hora, había dado un clinic sobre lo que no debe hacer un ariete, pues su manejo de la pelota y su criterio a la hora de jugarla dejan bastante que desear. (El francés no anda sobrado de cerebro ni de técnica, pero es joven y aún puede crecer, cosas mas raras se han visto. Hay muchos ejemplos, alguno ilustre: hace tres años Cristiano Ronaldo abusaba del regate y disparaba de aquella manera; hoy es un futbolista menos desequilibrado y un espléndido goleador). Y los puntas del cuadro andaluz, solidarios con sus aturdidos colegas de la zaga, pifiaron algunos remates ante Coupet, el cual estuvo decidido incluso en los balones aéreos, su presunto talón de Aquiles.
Del plácido recital de ayer destacaré varias cosas: la seguridad de la defensa (bien los laterales y sobrios y casi infalibles Perea y Ujfalusi, sobre todo el primero), la soltura de Simao (en plena madurez deportiva) y la actitud de Maniche, que ha recobrado las ganas de competir y se bate como un león. (Maniche cayó en desgracia el día que dijo que el Atleti no era un grande, una verdad que los forofos, que se nutren de la comida basura que les echa el marketing, no le perdonaron; sin embargo, los mismos que meses atrás lo injuriaban ahora lo veneran incondicionalmente; antes muertos que sensatos).
Pero partidos como el de ayer sirven sobre todo para aquilatar los recursos de una plantilla, y nos conforta a los colchoneros comprobar que los teóricos suplentes parecen imbuidos de la importancia de su papel. Así, el protagonista de la excelente internada que daría lugar al tercer gol (acaso la acción más brillante del partido) fue De las Cuevas, y también destacaron Luis García y Banega, un recién llegado que quizá sea el segundo futbolista con más clase y visión del plantel (un pero: anoche se condujo con blandura en un par de lances defensivos). Creo que Raúl García tiene más futuro como mediocentro que como medio de enlace, y, en la medida en que aprenda tan exigente oficio, superando el hándicap de un cuerpo poco ágil, y renuncie a toda veleidad con el estrellato, será muy útil a su club (el espejo en el que debe contemplarse es el fulgente de Marcos Senna).
Por último, Agüero, siempre Agüero. Es el centro magnético de este equipo; el hombre que lo ha galvanizado, que le ha devuelto la autoestima, que lo ha colocado otra vez en el mapa. Tiene una cláusula de rescisión que, lejos de disuadir a los posibles compradores, constituye un acicate para los más pudientes. Pero nadie podrá arrebatárselo al Atleti, NADIE, si el club le brinda dos cosas: un salario acorde con su valía y la oportunidad de competir por los grandes títulos. Su continuidad no va a ser, por tanto, una estricta cuestión de dinero; opino incluso que el chaval nunca forzaría al Atleti a pujar en subastas delirantes (y un indicio es la maniobra del cuco presidente del Inter, que ha buscado en Maradona un aliado para sus propósitos depredadores). El Atleti es el equipo de Agüero en Europa, como el Independiente es su equipo en América. El problema es que los okupas cultivan una entidad de doble rostro: uno, frente a la galería, de gran institución, cargada de historia, con un futuro envidiable, bla, bla, bla. Y otro, para a salvar la cara, ellos que la tienen muy fea y muy dura, de equipo impotente a merced del primero que se le pase por la cabeza desestabilizarlo (a esto último llaman los ideólogos como García Pitarch ley de vida). Son muy tahúres y procuran jugar con los naipes marcados y varios ases en la manga.
Agüero quiere quedarse donde está (el hecho prodigioso es que Agüero ha adoptado al Atleti, que le cae bien ese chucho flaco, ese saco de pulgas que encontró por el monte). Su caso no es único, ni siquiera en el ultra-mercantilista fútbol de hoy: Benzema ha rechazado varias ofertas de la Premier porque se siente capaz de llegar con el Lyon a la cima del fútbol europeo. Esto es algo que no entrará jamás en la cabeza de ningún Guti. Los elegidos no ambicionan fichar por el Madrid o el Manchester sino derrocar al Madrid y al Manchester e iluminar clubes oscuros (u oscurecidos antes de que ellos se calzasen las botas). Sí, prefieren ese desafío a vivir de las rentas en una entidad poderosa, rica y temible. Incluso por encima del cariño (y el Kun se lo tiene al Atleti), está el orgullo del crack, eso de lo que carece Guti, un simple vanidoso.