Demasiadas veces el fútbol es un asco. Lo es sobremanera cuando el tipo que pita cambia el marcador con una especie de mando a distancia y en virtud del artículo 33. Ayer el Atleti, un equipo que no pasa de regular hasta cuando le salen las cosas, se disponía a triunfar en Anfield Road (según la propaganda, no sé qué templo de no sé qué misterios nada eleusinos), pero tropezó con un árbitro cobarde e invidente que le robó el partido en el último minuto. Después amonestó al "Kun", ignoramos la razón. (Quizá creyó que iba a escupir; quizá Agüero sacó de centro sin su permiso, cualquiera sabe.) Antes, había perdonado un penalti al once forastero y dos al local. Y durante buena parte del match pitó a instancias de los jugadores de casa.( ¡You fucking idiot, it’s been a bloody corner! Are you blind?) Una alhaja este nuevo retoño del frondoso árbol de la UEFA.
Así pues el Atleti rozó la victoria, y lo hizo a base de amontonar hombres en la zaga, un trabajo titánico en el achique y media docena de contragolpes. La suerte le había sido propicia, pues aunque el Liverpool de Benítez empujó lo suyo (sobre todo en la segunda mitad), las continuas oleadas atacantes, comandadas por su excelente capitán y secundadas con vigor, pero sin inteligencia, por la tropa, se estrellaron contra el dique en torno a Leo Franco. (A falta de Torres y de Skirtel, el Liverpool concentra toda su clase en Gerrard y Xavi Alonso, dejando el músculo para los Arbeloa, Agger, Mascherano, Kuyt, etc.)
Mirado el asunto desde el punto de vista del Atleti, se trataba de una pequeña heroicidad. Porque tiene mérito ganar a domicilio a uno de los capos del Viejo Continente, sobre todo con Perea en el eje de la retaguardia, con un Raúl García inoperante (el fútbol moderno es harto veloz para él) y con Luis García compareciendo a última hora para reforzar las posibilidades de su anterior equipo. (A Luis García lo adoran los muy entendidos forofos de los reds, que también aman el pelotazo bilbaíno, aunque es posible que el decrépito recurso llegase a San Mamés importado de la Rubia Albión. Unos muchachos entrañables estos ex hooligans, hoy modélicos supporters.)
Luis García saltó para marrar el último pase en un contragolpe canónico que era medio gol, ya que la pelota iba en dirección a Agüero. En cuanto a Perea, es el defensa más bruto y más tosco de las grandes ligas, y su permanencia en el plantel rojiblanco retrata aún más a los que le renovaron la ficha que a quien lo contrató. En el Atleti estuvo sobresaliente Assunçao, que les cambió los pañales en más de una oportunidad a Heitinga y al citado Perea, y cumplieron los veteranos portugueses (muy disciplinado Maniche), así como Maxi (que marcó un gran gol) y los dos laterales, pese a ciertas blandenguerías y a algún despiste esporádico.
El planteamiento de Aguirre, casi idéntico al del choque contra el Villarreal, no era malo del todo (¡ya le vale después de tres años!). Escribí semanas atrás que es mejor jugar con un delantero bien alimentado que con dos en ayunas. Se puede perfectamente alinear a Forlán, mientras Agüero entrena, descansa y recobra el tono. (Y cuando se recupere Agüero, Forlán al banquillo.) Y acaso contra los Huelvas, Málagas y Mallorcas puedan actuar juntos ambos puntas; pero no contra los conjuntos más fuertes. Además, con un solo hombre en la vanguardia, el Atleti apenas pierde poder ofensivo porque sus centrocampistas gustan más de tirar que de pasar; tienen más vocación chutadora que constructora.
Pero en ocasiones el mejor planteamiento no sirve. Y si en la jornada del Villarreal lo trastocó el suicidio de Banega, ayer fue el árbitro el autor del sabotaje. Un matiz: Banega también fue expulsado porque en el fútbol español nadie sufre una falta sin ponerse a agonizar sobre la hierba. En la Gran Bretaña (fue muy esclarecedor al respecto el Chelsea/Liverpool de hace un par de domingos) los espectadores reniegan del teatro que no firmen Shakespeare, Oscar Wilde o Bernard Shaw, y por eso el balompié inglés es más noble y auténtico.
El partido de anoche fue al británico modo y aún así el referee noruego la armó. ¡Las que organizaría en El Sardinero, en El Molinón o en Zorrilla!