Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Chupitos de bíter

Lo peor de la miseria efectiva que han traído los okupas y quienes los apoyan es que muchos aficionados al fútbol seguidores del Atleti ni siquiera pueden, ya no, dejarse distraer como si tal cosa por las vicisitudes de los campeonatos, pues lo que ocurre detrás de las bambalinas es feo y grave, muy feo y muy grave. ¿Cómo sumergirse voluntariamente durante un par de horas en un orbe ingrávido y gentil como pompa de jabón? Cuando han demolido tu casa, ¿de qué sirve ponerse a jugar entre las ruinas a que habitas un palacio? La ligereza del deporte se ha convertido para esas personas, las más conscientes, en la pesadez de la vida seria. Les han robado, junto con el club, la despreocupación.

Hemos vivido demasiado tiempo de espaldas a la realidad; y ésta, impaciente, ha comenzado a darnos golpecitos en el hombro. Todo indica que, si rehusamos darle la cara, nos la partirá. Pero aún es posible elegir entre la bofetada y el puñetazo.

Derrotas como las infinitas de los últimos años hubieran debido servir para que la gente colchonera abriese los ojos, pero les han cosido los párpados con legañas endurecidas: el producto reseco de tanto sopor. Y hasta los seguidores con cierto espíritu crítico llaman "fustigarse" a denunciar las tropelías y a indicar los defectos, y prefieren oír los aburridos cánticos de las viejas sirenas. El hijo del vecino te cae bien. Pero si, en vez de prodigarle carantoñas, señalas: "Este niño es bizco", el familiar se sulfura:

-"¡Oiga, que es mi hijo!".

-No he dicho que fuera ilegítimo sino bizco.

-"Le repito que es mi hijo.¿Por qué no se mete con el de ese otro?".

-Porque no bizquea, como el suyo, y le tengo simpatía.

Lo que el familiar anhela oír es una rapsodia como la siguiente:

"No nos dejemos llevar por la euforia. Vaya repaso se llevaron los holandeses. Seamos prudentes que esto no ha hecho más que comenzar. Que me digan quién puede ofrecer tanta inventiva en ataque como la que coloca sobre el campo el Aleti. Tranquilidad, la Champions es, prácticamente, una competición desconocida para nuestros colores. El Kun, ese Romario con más metros de recorrido, pide como Isinbayeba que entremos directamente en la segunda fase porque estas alturas son poca cosa para tal barbaridad de talento. Cada partido son noventa minutos y hay que jugar contra todos dos veces, hasta el último instante no se debe cantar victoria. El vídeo del Philips Stadium circula por Europa y a Felipao Scolari se le pone el bigote mirando a Caxias cada vez que ve a la máquina rojiblanca abalanzarse sobre el arco adversario; Mourinho manda mensajitos cariñosos a los portugueses del Calderón para que recuerden que sigue siendo amigo; Benítez propone la santa alianza en esta primera tanda y los demás los demás bastante tienen con lo que tienen. No hay peor enemigo que el exceso de confianza. Desde Leo Franco hasta Banega que fue el último cambio, jugó la escuadra colchonera con esa superioridad campeona de la que gozan las formaciones elegidas, esas que solo pierden cuando se equivocan pero que son imbatibles si están a lo que están.Aún no hemos ganado nada como para levantar la voz. La catarata de ánimo que promete desbordar Neptuno tras una docena de años secos no es ficticia, mojará al pueblo o no, pero miente quien niegue que esta plantilla provoca ya las mejores sensaciones de las sentidas en todo este tiempo de escasez. Tampoco los holandeses eran tanto. El PSV sólo había perdido en Eindhoven con un equipo español, el Barsa, y además somos deudores de una buena noche que nos dio hace años el equipo de la Philips como recordaba Picu con tino; no tiene el Bolton un futbolista como Afellay y al cabo nos afeit no, la diferencia está también por detrás, no sólo en la mejora vertiginosa, y emocionante, del Kun y su buena compañía de ataque, no: el equipo ha crecido y de él depende colocarse a la gigante altura que al club le corresponde y que es esa que permite mirar a los ojos de los más grandes sin bajar la vista nunca. Como toda la vida. Y machete, guadaña y cabriteña manchega de trece muelles para todas las cursivas."

Pero estas cursis enormidades (proferidas por quienes, no pudiendo hablar, lo hacen por los codos) intoxican a los aficionados y constituyen un matarratas para el club. A mayor abundamiento: si todo triunfalismo repugna, el de los habituales perdedores es directamente vomitivo.

Cierto opinante de un periódico de Barcelona que echa sus redes en Madrid y que prefiere arrimarse a los okupas antes que a la verdad, se refiere a los distintos estamentos del Atleti (jugadores, directivos, preparadores…) e incluye en la nómina a los medios de comunicación. ¿¡Cómo!? ¿!La prensa forma parte del club!? No creo que se trate de un lapsus, e ilustra sobre el concepto de la profesión que tienen estos profesionales. No son (ni se consideran) más que los vendedores de la planta joven y colchonera de El Corte Inglés. Sin embargo, ¿para qué sirve un periódico que no es independiente (independiente de aquellos sobre los que informa)? Ni para envolver bocadillos.

Los medios de comunicación son culpables de lo que le pasa al Atleti por acción y omisión, o sea: no sólo por lo que dejan de hacer sino también por lo que hacen. Su pereza no exenta de ajetreo, su verbosa cobardía, su hercúlea ignorancia y su incurable tendencia a mirar con fingido arrobo hacia otro lado, agravan y profundizan el saqueo del Atleti. Y basta ver las jetas que aparecen en la foto del almuerzo de Javier Aguirre con los curritos de un papel de Madrid para darse cuenta de en qué manos está hoy la información deportiva.

Que, en materia de deporte, sólo venden periódicos las buenas noticias, lo prueba el affaire Ramón Calderón y la famosa crisis del Madrid: un festín para hienas, buitres y zorros plateados que duró mes y medio. Aquí no se vaciló en suministrar a la opinión pública una quíntuple ración de malas noticias: golfadas, triquiñuelas, conspiraciones, fraudes... ¿Es que al consumidor merengue el gusta la carne putrefacta y bien repleta de gusanos? ¿Es que el "Marca" se ha tomado todas esas molestias para expulsar de sus páginas a los lectores madridistas? ¡Oh, sí!

Un club como el Barça encara la Copa en el plan de quien se ve obligado a elegir un postre antes de haber probado los platos principales. Esto es: como una suerte de extraño aperitivo. Y, como es natural, aborda el asunto con la debida cautela. Rehúsa estrellar su apetito contra unos vulgares entremeses. Al Atleti, en cambio, lo invitaban a ponerse ciego (un día es un día) los triunfalistas, los que anhelan a toda costa presumir de un título. Pero el Atleti es como esos diabéticos que no pueden permitirse ni oler el dulce. Además, ¿no había proclamado la mercadotecnia en agosto que el partido más importante de la temporada era el del Schalke 04? Pues ya se ganó.

Cuando Gil Marín declara que la prosperidad económica (la suya, por supuesto) no tiene porque verse afectada por los malos resultados deportivos (del Atleti, por supuesto) y que hay que separar las dos facetas, no hace otra cosa que esbozar su programa máximo: hacer del hundimiento del club un gran negocio… para él, por supuesto.

El Atleti es el único equipo de los que participan en la Copa de Europa del que dicen: ya lleva ganados tantos millones y, si pasa tal o cual ronda, ingresará tantos otros. Se quiere transmitir la sensación de que la entidad escapa de la penuria, pero el efecto es el contrario. Aireando esa calderilla, consiguen que sospechemos que el único que escapa de la penuria, propagándola en torno suyo, es el heredero del chorizo y chorizo él mismo. Muchos se preguntan a qué juega el Atleti, pero deberían preguntarse: ¿para qué juega el Atleti? Para hacer ricos y famosos a dos timadores del montón.

¿Cómo se le quita un caramelo a un niño, cuando éste ya lo tiene en la boca? Consiguiendo que le sepa amargo. Ni Maradona ni los 20.000 parientes de Agüero han desestabilizado al Atlético de Madrid. Son los okupas del club el ojo del huracán. Alrededor del tinglado caótico en que han convertido los despachos del Manzanares, las cosas vuelan por los aires y se van al garete. Y ellos tan tranquilos.

Que Agüero se va a ir nadie lo discute. Los únicos interrogantes son: cuándo, cómo y adónde. En un papel florece el rumor de que el Atleti ha puesto sus ojos en otro joven delantero Keirrison (¡qué irrisión!). Y se murmura que Agüero ha alineado en su equipo ideal a Ibrahimovic y preterido a Messi. Estas cosas, juntas, pudieran significar algo. El despiste del pequeñín, más que la pamplina irrisoria y más que las papelinas que distribuyen los agentes de los jugadores a través de los diarios.

Agüero
se va (se irá) porque es demasiado jugador para el Atleti. Por otra parte, los que se quedan son incapaces de levantar el club, y sólo por eso le serán leales hasta el término de sus contratos. En realidad con Agüero empieza a pasar lo que ya ocurrió con Futre y con Torres. Vemos la patética figura de un joven astro amarrada al maloliente cadáver de una expectativa de éxito engañosa, mero artificio improvisado por un gang de estafadores. Pero lo único que preocupa a una porción de aficionados es que el "Kun" pueda irse al Madrid, temor que acredita la estupidez resignada de esos incorregibles panolis.

Con lo del cambio de estadio sucede algo similar. Mucha gente se pregunta qué va a suceder con el actual himno, cuya letra dice: "Yo me voy [pleonasmo] al Manzanares, al estadio Vicente Calderón / Donde luuuchan, etc, etc.) Yo les aconsejaría que no le diesen muchas vueltas al asunto. ¿Qué significa hoy "Allons enfants de la patrie / le jour de gloire est arrivé"? Nada. Evoca, todo lo más, un conjunto de lactantes enfrentados a un pelotón de amas de cría gallegas. Pues bien, adoptad « La Marsellesa » como himno. Los himnos sólo son soportables cuando su letra, trabajada por el tiempo, se ha transformado en una colección de absurdos.

(Excrecencia.) Le preguntan a Cerezo de quién es el Atlético de Madrid, y él responde que de los socios. Engaña a la griega, o sea: enunciando la verdad. Es de los socios, sólo que el Atlético de Madrid no tiene socios; tiene abonados. O sí tiene socios, pero no son los abonados. El Atleti es de Gil Marín y de su socio, Cerezo, más del primero que del segundo.

El Atlético tenía un tumor. La afición pudo ser el cirujano, pero se contentó con negar la enfermedad o con aplicar fomentos a los miembros saludables. Ahora el tumor es el propio Atlético. A eso llamaría Freud instinto de muerte. Y así los que gritan con locura: "¡Atleti hasta la muerte!", no tardarán en ver atendidas sus plegarias. Pero, en contra de lo que ellos suponen, el club fenecerá primero.

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