Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Cizalla y cizaña

(La Corte de los Milagros.) Nunca faltan los números torpes, estúpidos, ridículos, esperpénticos, en el circo estable que es el Atleti, (pasen y vean, diversión garantizada; abstenerse colchoneros). Habían algunos proclamado el final de la bicefalia, olvidando algo elemental, a saber: que nunca la hubo, sino más bien una acefalia estricta, pues los únicos cerebros que hay en el Atleti son los del golpe perpetrado hace 22 años; Gil Marín se había retirado al cuarto oscuro de la casa y adoptado la posición fetal que siempre le caracterizó como hombre público. En esto imitaba a Lopera, que durante años imitó la avilantez de Gil padre para después abrazar el disimulo y el modosismo de sus colegas valencianos (Soler, Roig). Estaba pues Gil Marín en fase bética o che, de retraimiento y camuflaje, cuando de repente tuvo que comparecer ante los micrófonos para, acallando a su sucesor, proferir un desgarrador: "Dejen en paz al Atleti; ya le han hecho bastante daño", que viniendo del principal maltratador de la entidad, no mueve a la compasión sino al asco. Y, no contento con romper su voto de silencio y alejamiento nada más haberlo pronunciado, días después se le pudo a ver junto a su compinche explicando las cuentas del Gran Capitán, unas cuentas que nadie le permite equilibrar y eso que está a punto de conseguirlo (total, el Atleti sólo debería, si vendiese cuanto posee, 200 millones de euros.)

Gil Marín es un provocador, pero su colega en el desgobierno no le va a la zaga. Cerezo dijo con soltura en la rueda de prensa sobre la economía del club: "No quiero aburrir con los números" (¡sic!). (La penúltima gilidez de Cerezo había consistido en afirmar que "En el fútbol todo cambia salvo los dueños".) Ambos, en colusión con el difunto, han hecho del Atleti la "Corte de los Milagros", pero como los periódicos confían la información deportiva a notorios discapacitados psíquicos, los tunantes pueden añadir a sus golfadas una desfachatez sin complejos. (Petón afirma que nadie cree ya en la directiva del Atleti., pero aún queda bastante gente dentro del círculo maléfico que traza la fe en los okupas: Kiko, los veteranos, el Frente del que no se puede hablar porque es tabú, los periodistas que tutean a los directivos, Indi...)

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Declaraciones e inscripciones rutinarias: "En el Atlético no hay estabilidad" (palabras puestas en boca de Heitinga). ¡Pero si no ha cambiado de dirigentes en más de dos décadas!

Un titular: "Misión: octavos en Navidad" (¡sic!) Fastuoso programa máximo, que, por otra parte, constituye una misión imposible. ¿Y por qué no: "¡Para marzo, antepenúltimos!"?

Han atribuido a Forlán el siguiente comentario: "Por ahora, no hablamos del descenso". Debió agregar: "Preferimos a ir partido a partido".

La frase ha hecho fortuna: "El Atleti no es un grande; es un histórico". Y bien, ¿qué es un club histórico? Pues uno que ha pasado a la historia, con más pena que gloria.

En fin, ¿mediocre este Atleti? Mediocre el diagnóstico.

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(Stamford Bridge.) Allí ganó el sajón Harold la batalla en la que su enemigo noruego Harald Hardrada obtuvo seis pies de tierra inglesa o quizá más "porque era muy alto". (Meses después, Harold perdería el trono y la vida en la acción de Hastings). Cierto sector de la afición del Atleti (he aquí un síntoma que es también una enfermedad) se personó en Stamford Bridge, no para alentar al equipo, sino para lucirse en un escenario importante, que es presumir su inclinación. Que vea toda Europa cómo silenciamos a los supporters. Y el asunto fue bien durante 40 minutos (los del Chelsea estaban tan tranquilos preguntándose ¿quiénes serán esos fulanos que apoyan a un once que lleva tantos puntos como el Apoel de Nicosia?). Después cayeron los goles ingleses como brevas fofas, y los entusiastas enmudecieron. La sedicente "mejor afición del mundo" se ha hecho acreedora al título de cheerleader universal, pues, así como los japoneses cuando hacen huelga trabajan el doble, los forofos colchoneros gritan y cantan más y mejor cuanto peor le va al equipo. Un uso racional de sus gargantas y pulmones quizá fuera útil en orden a levantar el club, pero entonces la mejor afición del mundo no sería reconocible, sino una más, y ¡ay amigo, eso sí que no, eso nunca! La cordura como requisito para el restablecimiento del Atleti es un precio demasiado alto; que lo pague Rita.

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(Consejos.) Un ideólogo del Madrid sugiere que el Atleti debería reinventarse sobre supuestos ajenos a la historia del club. Pero, primero, el Atleti es una cosa; mal puede hacer nada por sí misma. Y en segundo lugar, la invitación es inútil porque dicho reinvento ya lo ha patentado Gil Marín. Aprended a gozar con lo que hasta ahora os ha causado pesadumbre y enojo y divertíos con lo que antes os aburría. De modo que todo se arreglaría con un ¡simple cambio de perspectiva y actitud! ¿No es maravilloso? ¿Qué pretenden los periódicos y los okupas del Atleti que le pidan a la vida (a la del fútbol, claro) los seguidores colchoneros? Pues ni más ni menos que lo que tienen, o sea: nada. De eso hay a espuertas.

Como es más fácil cargar contra el observador que contra el fenómeno, ha molestado la referencia de Drogba al tamaño del Atleti, cuando resulta que es pertinente y exacta. Los forofos del Atleti son picajosos, pero su cabreo es pro forma; ellos saben que Drogba tiene razón, pero les molesta que haga público su juicio. Un gran jugador suele acabar en un club poderoso, ha dicho el nueve del Chelsea, vaticinando la pronta marcha de Agüero. Antes, un gran jugador servía para hacer grande a un equipo (Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona...); ahora, para que el pequeño haga negocio, y el motivo por el cual Agüero sigue en el Atleti no es el sacrificio hecho por los bribones sino que el Chelsea no se fía. (La insistencia en que el club se sacrificó para retener a Agüero, contiene en germen la advertencia de que no cometerá ese error dos veces, pero es otra finta de los okupas; no hubo ninguna oferta.) ¿Vale Agüero 50 kilos o no los vale? Esta temporada parecía que no. Hace dos parecía que sí. En forma, no hay delantero como él porque lo tiene todo: velocidad, potencia, regate, disparo, astucia, carácter..., pero sólo en los últimos partidos ha vuelto a irse de sus marcadores y a encarar al portero con una sangre fría y una suficiencia que recuerdan las de dos temporadas atrás. Por eso Abramovich aún no paga y por eso Gil aún no vende.

Pero hay otra forma de ver el asunto, para mí la única recta de enfocarlo. ¡De modo que es un sacrificio quedarse con Agüero! ¡De modo que es contrario a los intereses del club disponer de uno de los mejores futbolistas del mundo! ¿A qué aspira entonces el Atleti? El merengue caritativo (nunca faltan los hipócritas) recomienda el traspaso de Agüero, pero lo preocupante es la cantidad de aficionados rojiblancos que hacen cábalas sobre lo que sacaría el club en la eventual operación y sobre los fichajes que podría acometer con los millones de Abramovich. Al fin y al cabo, argumentan, la entidad está por encima de los futbolistas que militan en ella. Ahora bien, los que piensan que los jugadores pasan y la entidad permanece me recuerdan a los astrónomos de Nínive y su fe en que el cielo era inmutable. Los jugadores pasan, pero la institución no queda igual. La marcha del Agüero, como antes la de Torres, debilitaría al Atleti, más aún: ratificaría su insignificancia, lo irreversible de su invalidez. Bueno, es lo que persiguen los okupas y los merengues caritativos.

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(Gusto y criterio.) A la afición del Atleti se le ha inculcado la resignación disfrazada de actitud noble, generosa, entusiasta. Se trata de que calle y trague. Y ella, ¿a qué negarlo?, está casi perfectamente compenetrada con la calamidad, con el bochorno, con el desastre. Incluso Job recibió su recompensa en la tierra. Los del Atleti son los únicos que han comprado un billete para el cielo; subirán cualquier día.

A los que piensan que abroncar a un jugador rojiblanco no es de atléticos hay que recordarles que hombres que lo fueron todo para el club (Collar, Ufarte, el propio Luis) recibieron en el Metropolitano y en el Calderón más de una bronca a lo largo de sus fructíferas carreras profesionales. Hay que pitar a Perea antes, durante y al final de los partidos; hasta en los entrenamientos. El olvidable cretino del PPV de otros años solía exclamar ante cada cruce de semejante antifutbolista: "¡Qué importante es Luis Amaranto Perea!" En parte funciona aquí un principio no escrito en virtud del cual el mercader no debe echar por tierra su mercancía. Yo, locutor de la cadena X, no puedo afirmar: "Vaya un tostón de partido", "Menudo petardo ese jugador", etc. La cadena X da siempre lo mejor a sus espectadores, faltaría más. Sin embargo, tampoco conviene subestimar el papel de la ignorancia, que ha ido creciendo a la par que menguaban el sentido de la deportividad y la independencia de criterio. Se empieza por tragar un sapo y se acaba por chapotear en una ciénaga.

¿Es sólo incompetencia que, por cada buen jugador, los okupas fichen diez paquetes? Los buenos jugadores permanecen; los Gil Marín y Cerezo necesitan que pasen. Los buenos jugadores engolosinan al público. Los malos jugadores matan el disfrute, inducen al conformismo.

¿Es sólo una muestra de tosquedad estética que los okupas sean incapaces de combinar tres colores es una camiseta lisa, o vestir al conjunto de pordiosero es una forma solapada de humillar a la afición? El terno de las rayas con el número enmarcado por un cuadrado de tela rojo hizo exclamar a un señor que presenciaba en un bar junto a mí un partido del Atleti: "Ya salió al campo el equipo del dorsal zurzido".

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(Regla y excepción.) Martí se suma a la nómina ya larga de dirigentes del fútbol cuyos turbios manejos al frente de un club han sido denunciados con virulenta puntualidad por la prensa deportiva. En esa relación faltan conspicuamente los Gil y sus secuaces, sin ningún género de dudas los más chorizos y los más dañinos de España y buena parte del extranjero. (Además, los Gil han sido condenados mediante sentencia firme, lo que no sucede con los otros.) En unos meses Martí le ha inferido al Mallorca una pequeña pero dolorosa herida; en 22 años, los Gil han colocado al Atleti al borde de la extinción, sin que nadie haya movido para impedirlo otro músculo que los que aflojan la risa. El celo que los locutores ponen en atacar a los tipos como Martí es directamente proporcional al silencio cómplice que gastan con los okupas del Atleti., quienes podrían abrir una consultoría de bribonadas para que ampliasen estudios los Martí, Soler, Roig, Piterman, etc. El origen de esta escandalosa excepción es la utilidad que los males del Atleti tienen para el Real Madrid. (Mi libro nunca fue otra cosa que una perífrasis de esta verdad antigua, que sólo ahora comienza a recibir votos. Too late?)

Comentarios

Javidelugo ha opinado:

Ya se echaba en falta un artículo suyo, señor Lorences. Como siempre acertado.

En este club no hay voluntad alguna por ser alguien en el fútbol. Ha renunciado voluntariamente a la gloria. El segundo club de Madrid hoy en día tiene la función de tonto útil, y distracción de los problemas de otros. En Concha Espina están tranquilos con los okupas al frente del cada vez más pequeño Atléti.

En Sevilla y Valencia esta situación no se prolongaría tanto en el tiempo, porque no se convive con el todopoderoso Real Madrid.

Esto camina hacia un club que luche por no descender con, fogueando jovenes madridistas y con viejas glorias que aportarán experiencia antes de colgar las botas, de alquiler en una peineta a medio construir, con 30.000 pardillos que hagan la ola en cada partido. Y Cerezo y Gil Marín a lo suyo. A seguir chupando hasta que vuelva otra intervención judicial.

Una mala versión del Español de Barcelona.

Qué lástima de club.

Saludos.

# diciembre 16, 2009 12:04