Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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El niño que nunca vio a los suyos ganar un derbi

(Perdedores, lo-lo-lo-ló, lo-lo-lo-ló, lo-lo-lo-ló.)

Es difícil saber qué espera, o a qué aspira, la afición del Atleti. Probablemente no espera nada ni aspira a nada, porque de lo contrario tendríamos que preguntarnos a qué espera. La inacción, la resignación, no permiten concluir otra cosa: está muy contento con el papel que desempeña el club, no ya de segundón, sino de perdedor contumaz. A nadie en Madrid le indigna, molesta o produce la menor incomodidad la situación de la entidad colchonera. Entre sus incondicionales, por cada dos mil que despiertan un rato, cuarenta mil le hacen "sangre a la cama", como dice mi querida T. López Augustin.

 

(El chupito.)

Han vuelto a reaparecer del brazo, el mequetrefe y el golfo, para presumir de que los dos primeros de la Liga doblen en puntos al Atleti (otro récord de la era Gil, tan fecunda en bochornos) y dar por conquistadas las copas que no proporcionan ni honor ni riquezas, pero cuya obtención complacería tanto a grandes y chicos. (El mequetrefe y el golfo han escogido incluso rival para las supercopas: el Barça, pero ¿jugará contra el Atleti?) Ese chute de victoria (o de metadona) echaría tierra encima de la gestión calamitosa del club, pero qué más da; todo el mundo, con el sector crítico a la cabeza, está encantado de ver cómo la hiedra de la gloria trepa por las leprosas paredes de una institución medio demolida. (La foto que muestra el renovado idilio -unas bodas de plata con el expolio y la miseria del Atleti como telón de fondo- es única en su género: al mequetrefe, que también es un poco granuja, se le cae la baba; es un bobo de baba; el golfo, que es bastante mequetrefe, se deja encimar por su arrobado compadre y sonríe con la doblez condescendiente que le caracteriza. El día en que desaparezca el golfo, el mequetrefe se quedará huérfano; pero si el mequetrefe fuera el primero en ausentarse, el golfo únicamente perdería un valedor y un cheerleader, no importa, hay tantos que asumirían felices el papel; cuesta tan poco amaestrar una cacatúa, hacer de un mequetrefe un instrumentum vocale... El mequetrefe lo intuye y se apresura a redoblar la pleitesía. En fin, es la conexión entre el lumpen de la cultura y el lumpen de las finanzas y los negocios.)

Esos perros de aguas que escriben en los periódicos y peroran en las radios y las televisiones han convertido el fútbol en materia de Bretaña, eso sí con arturos, lancelotes y percevales de pantalón corto y sin ginebras (o con ginebras de garrafón) y practican el triunfalismo con una desfachatez sin límites. Pero mientras los merengues se empeñan en presentar a C. Ronaldo como si fuera un héroe cuando agrede a un rival y un villano cuando cobra a final de mes, y piden la selección para Guti, los colchoneros no les van a la zaga; mucho peor, se aferran al nada Santo Grial de la Copa. Como los adversarios y los choques son anecdóticos, el negocio de la megafonía estentórea prospera. Ya denuncié en mi libro "El Rojo y el Blanco", que entre los comentaristas y los forofos no hay ninguna diferencia: idéntica ignorancia del deporte, idéntica propensión a la chaladura, idéntica falta de escrúpulos y de gramática. (Así, el enfrentamiento entre el Atleti y el Celta pudo ser tratado por los medios afines a los okupas como la formidable colisión de dos clubes de parecido nivel. Y quizá tuviesen razón, pero no por lo que ellos creen; a lo mejor el Atleti es más un equipo de Segunda que de Primera).

El Atlético de Madrid ha conseguido (¡sic!) la final, clamó un cretino que altoparla en la SER. Ahora bien, ¿cómo ha llegado hasta aquí? Pues tras eliminar a un equipo de Segunda B, a dos equipos de Segunda A y a toda una potencia del fútbol mundial: el Racing de Santander, hazaña como no vieran los siglos, a la que contribuyó y no poco el referee del encuentro de ida. Y si al equipo de Segunda B lo despachó sin mayores apuros, las agonías para deshacerse de los dos adversarios siguientes evocan el parto de los montes, que como nadie ignora dieron a luz un ratón. (Los que afirman a la ligera que el Atleti vive en una montaña rusa se equivocan de imagen porque ¿dónde están los picos?; ¿o acaso eran altas cumbres las victorias contra Huelva o el Valladolid?) A uno, que ha visto al Atleti ganar y perder en campeonatos importantes contra adversarios como el Bayern, al Ajax, el Independiente de Avellaneda, el Barça el Madrid, el Celtic, etc., le pone fuera de sí el cinismo con el que los perros de aguas de la maldita prensa del ramo se obstinan en que la Copa salvará la temporada del Atleti. En el hipotético caso de que la lograse, ¿no sería un chupito?

Ítem más: ¿qué hubiese dicho la gente del Atlético si el Real se hubiera clasificado antes semejantes oponentes y con el árbitro a favor?  Los gritos habrían llegado cielo, y con razón. Ahora bien, ¿no presumíamos de odiar el abuso y la prepotencia? No, ahora hemos preferido tildar a la afición cantabra de hatajo de paletos y a la del Sevilla de escoria; Canales es un paquetito desde que firmó por el Madrid y Munitis, un tipo con una figura y un nombre ¡que lo condenan al cabreo!, grandes verdades que merecen ser escritas con un alfiler en el "ángulo interior del ojo", como recomiendan los redactores de las "Las Mil y Una Noches".  He ahí cómo la visión del otro, de lo que el otro anhela (que es lo mismo que desea uno: divertirse con un espectáculo y que ganen sus colores), enturbiada por la sed de prestigio, degenera en cataratas; son ya innúmeros los ejércitos de los invidentes. Y así, algunos aficionados críticos con la situación del club, que es terminal, han enarbolado la bandera de la ilusión, pero no la suya sino la de ¡los niños colchoneros! (Me recuerdan a esos padres que se compran un tren eléctrico, pretextando que lo quieren sus hijos, para disfrutarlo ellos a su sabor y sin que nadie pueda reprocharles un retroceso a la infancia.) Antes de que se consumara el doblete, escuché de labios del locutor de Tele 5, José Ribagorda, muy colchonero él y muy pelota de los okupas, la siguiente oración: "Sólo pido ganar esta liga; lo que venga después no importa. Una plegaria atendida. Pues bien, tanta gente se ha puesto a rebañar un plato de lentejas, que me pregunto si lo que pretenden es legar a su progenie una escudilla roñosa y vacía, junto con los amargos posos de un chupito.

Yo creo que una afición que no logra apartar los ojos de la Copa, aun reconociendo que el Atleti bajo Gil y Cerezo está sentenciado, se engaña doblemente, pues ningún éxito y ningún fracaso se antoja ya capaz de modificar la trayectoria del club, esa piedra caída en un pozo olvidado. Hace lustros que el Atleti juega por jugar, por cubrir las apariencias; perfecto y risible comparsa, milita sin más en las competiciones, y los resultados que obtiene al término de cada campaña oscilan entre lo pobre y lo paupérrimo. De ahí que aferrarse a un chupito, como si del eventual triunfo dependiese la salud y de la eventual derrota, la enfermedad de la institución, sea vano y en vano. No habrá un antes y un después del chupito, mientras los golfos sigan okupando el Atleti. Los cadáveres no se curan.

Y lo peor del asunto es que todo el esfuerzo opositor del ejercicio, esos mil duros de saludable enojo que tanto costó reunir, ha sido dilapidado en un santiamén en el absurdo festejo de la clasificación para esa birria de final. Es increíble que haya estallado la paz (que no será la de dios, sino la del diablo) en un campo de batalla que más parece un cementerio. El subterfugio esta vez han sido los niños; ¿cuál será la próxima?, y, sobre todo, ¿habrá una próxima vez? Escribí hace muchos años que ni la Copa de Europa redimiría a los Gil de sus latrocinios y torpezas. Bueno, no ha sido la Copa de Europa sino un vulgar chupito (aún por ingerir). Con semejante afición (sin duda la peor de las que infestan los estadios, convirtiendo el fútbol en el juego menos deportivo del orbe) la suerte del club está echada... a la bartola. Y mientras los hinchas prodigan las fanfarronadas (ellos no juegan aunque son muy ganadores), los okupas se frotan las manos. ¡Mira que si un triunfo contra el Sevilla nos extendiese otro cheque en blanco!

 

(Internacionales de Vulgaria.)

Es lo de siempre y lo de siempre induce una fatiga crónica. Algunos aficionados del Atleti piensan que uno de los problemas del club es una variante de la baja autoestima que nos lleva a tirar por tierra a nuestros jugadores y a ensalzar a los de otros clubes. Discrepo. Valgan las líneas que siguen, tanto da haberlas escrito o no, como un cansino encogerse de hombros. Los nulos comentaristas de hoy, que no saben una palabra de fútbol porque su cometido no consiste propiamente en informar sino en intoxicar y difundir la chaladura más espesa, se equivocan o mienten a propósito del valor de todos los futbolistas, sobremanera de los colchoneros. No obstante, a falta de críticos, buenos son los forofos, los cuales, con su trastorno mental, ejercen de lazarillos de los okupas y los orientan ¿Queréis cantera? Pues cantera. ¿Queréis fichajes? Marchando.

Catorce o quince equipos desde que empezase la vigente temporada demostraron que el Atleti de hoy es una banda sin orden, con una defensa de cristal y una medular sin pulso, extremos que rara vez profundizan y delanteros aburridos y desmoralizados. La penuria deportiva es tan patente y clamorosa que la llegada en el mercado de invierno del cuarto o quinto centrocampista de la Juve fue saludada con grandes muestras de alborozo. No me extraña: Tiago, aun lejos de su mejor forma y siendo lento como un carromato del Oeste, conoce el oficio y no es directa e incurablemente tonto, al revés que el setenta y cinco por ciento de los componentes de la plantilla colchonera. Si acudimos a la cantera con el siguiente pedido: "Póngame, s'il vous plait, dos laterales, y un medio de enlace", nos responderán: "Qué lástima, de eso no tenemos". De la cantera se han instalado en el primer equipo De Gea y Domínguez. A De Gea da gusto verlo moverse, coger con una mano el balón, como si fuera un huevo o un higo, pero falla en las salidas, defecto subsanable, y en otros aspectos de su complicada labor; ahora bien, el primer equipo del Atleti no está para curtir guardametas prometedores. (El cirio de la portería es, por desgracia, característico de este club, que busca problemas donde no los hay para después fingir que les pone remedio). En cuanto a Domínguez, ¿nadie lo ha visto caerse de culo en el campo sin que mediase ni siquiera un amago del oponente?, ¿nadie lo ha visto despejar al aire?, ¿nadie lo ha visto marcar con los dos bracitos apoyados en el cuerpo del rival, como si fuera un ciego de cupón?, ¿nadie lo ha visto pasar el balón al pie (lo correcto es un metro por delante) al lateral que sube, entorpeciendo el ritmo de la jugada?, ¿nadie lo ha visto despejar de cabeza en globo y hacia el medio?, ¿nadie se ha percatado de su inconfundible trajín de jugador de Segunda? No, nadie. Y se diría que el Atleti es Domínguez y diez más, criterio que se han apresurado a suscribir los okupas. (Ojalá se vaya arriba y acabe triunfando, pero de momento no está arriba y yo no daría por descontada su ascensión).

El resto de los defensas es una gemebunda cuerda de fracasados reincidentes. Valera no sirve; Antonio López, si acaso para las suplencias. Ujfalusi posee una cintura de madera, aunque es él único central que sabe arrancar con el balón pegado al pie, habilidad que sería inútil exigir de Perea, de Pablo, o del citado Domínguez. Hablando de Perea, M. A. Ruiz, que ha vuelto al micrófono en TVM (siempre contratan a los peores), afirmó en el partido contra el Celta: "Es una lástima que la gente pueda hablar mal de este chaval cuando hoy ha jugado muy bien". El chaval había regalado un par de balones a los delanteros rivales más francos que el que disfrutó Higuaín en el primer derby. El chaval había, como siempre, competido con el mejor jugador del otro once (en este caso, Trashorras) a ver cuál de los dos suministraba más esféricos a los componentes del otro once (en este caso, el Celta). Tengo para mí que cuando la pelota es de Perea cuenta como posesión del contrario. Es tan malo, que no es un misterio que lleve cinco años en el Manzanares (en un partido incluso heredó de A. López el brazalete de capitán). Pero los estúpidos locutores, cuando despeja sin ton ni son la pelota, sentencian aprobatorios: "No se ha complicado la vida" (sic).

El medio del campo es impropio de un equipo de la división de honor. Relegado Camacho (ese crack inconmensurable) por todos los entrenadores (¡qué injusticia, Señor!), nos queda un brasileño sin chut (y mira que es difícil), Assunçao, convertido en el pilar de un edificio sin vigas y sin tabiques; por ahí también pululan el cedido de la Juve (adoptado sobre la marcha por los forofos, hambrientos de ídolos, auque tengan los pies de barro), Raúl García (acaso una de las peores inversiones de este club, por lo mucho que costó y lo poco que ha rendido) y Jurado, tan flojo, tan bobo, tan osá (pronúnciese esta versión pija del  ‘o sea' sin apenas abrir la boca y alargando la ‘s'), y del que todo cuanto puede afirmarse es que inventó el pase a medio metro. (¿Qué da taconazos y hace rabonas y sombreros? Bien, pero no hay buenos guisos a base exclusivamente de pimienta o nuez moscada. La especia no es el manjar.)

Simao y Reyes no tienen fuelle para trabajar y para crear; les falta cuerpo; les sobra individualismo y cartel. Y así llegamos a los delanteros: Agüero y Forlán, dos náufragos en el mar del sinsentido, dejémoslo así. Salvio, Ibrahim y Borja completan la nómina. Del primero se habla maravillas, pero no tardará en recibir improperios; pues carece de cualidades visibles (¿otro botijo?); el segundo es un cero a la izquierda con el balón en los pies;  y el tercero conserva intacto el cartel de los que no han debutado aún.

Los mantas absolutos en diciembre eran Cléber y Sinama, y Maxi estaba acabado. Emigraron los tres. Ahora le toca el papel de penúltimo zoquete a Jurado, en estrecha pugna con Valera. ¡Qué pronto han desaparecido de la memoria los otros cánceres que el tiempo sajó! En breve, tampoco estarán los que ahora ponen plomo en las alas del equipo y el club seguirá igual de gallináceo porque está en poder de dos bípedos implumes que lo despluman con fruición desde hace 23 años. Cara a la temporada que viene, Cerezo y Gil Marín han prometido otra revolución (la vigésimo tercera o cuarta), y dicen que el club ha apalabrado el fichaje de Fran Mérida, y piensa recuperar a Diego Costa, Mario Suárez y De las Cuevas. (Bromas las mínimas. Diego Costa es irrecuperable; menos ágil que un paquidermo, chupón e irascible, su titularidad lastra al Valladolid; los otros dos tampoco son precisamente unos cracks.)

En resumen, el tiempo de los extremos puros periclita, y, hartos ya de la experiencia, hemos virado hacia la juventud, lo cual se parece más a la media vuelta del baldado en su lecho que a un cambio de política. Vendrán otros rostros, y antes de que el olvido se haga con ellos un sándwich, disfrutarán de un breve romance con los seguidores del Atleti, gracias al cual llegarán a internacionales... de Vulgaria, claro.

 

(Colillas del último derby.)

(Chalado.) Soy antimadridista porque detesto el triunfalismo y las injusticias. Por eso la eliminación del Madrid en la Copa de Europa me produjo alivio; tanto como alegría la hazaña del Alcorcón. "Al Alcorcón le vamos a meter seis", había vaticinado el gran Guti (el hombre que, ¡oh cielos!, un día dio un taconazo), quien también creyó llegado el momento de "pegar un puñetazo en la mesa" cuando la noche del Olympique de Lyon. Encima de una loma, los enanos se agigantan.

Pero ¿cómo calificar el triunfalismo de los perdedores? El archi-idiota ante el Altísimo habló de una hora de miedo en el Bernabéu (¡miedo que habrían experimentado los aficionados del Madrid!), ponderó la táctica del entrenador del Atleti y adjudicó el resultado final a las lesiones (¡de Valera! y Reyes) y a los fallos de los zagueros. Según él, el primer periodo del conjunto de Quique fue inolvidable (¡sic!). Hay que ser muy imbécil y muy embustero. Pero así los buscan y encuentran los periódicos deportivos: sin luces e ignorantes, aunque también con una incorregible tendencia a falsificar la realidad.

(Ambiente.) La ovación a Perea y la pancarta: "El derby, vuestra peor pesadilla" reciben en el lenguaje taurino una denominación: banderillas de fuego. Y la afición del Atleti reaccionará como los mansos: unas coces al aire y a trotar en plan cabestro.

(Imparcialidad.) Con arbitrajes como los de Undiano, el Atleti hubiese vencido dos o tres veces al Madrid desde que regresó a Primera, bagaje vergonzoso, del que se hubiesen sentido muy ufanos los okupas, el archi-idiota y quizá buena parte de la afición. Un único reproche a Undiano: consintió, como hace el resto de sus colegas, las desvergonzadas y continuas protestas de los jugadores merengues, a los que, por lo visto, el ominoso villarato no amilana. ¿Por qué será?

(Ya podrán.) Ningún equipo (sobre todo si es muy principal y juega en casa) vence ya sin épica. Para los triunfalistas, cualquier equipo que marca dos goles en su campo después de haber encajado uno perpetra una heroicidad digna de figurar en los anales. El propio locutor insistía encantado de la vida en el coraje del Madrid. Confunden la buena forma y la capacidad física con el valor, cualidad anímica. El caso es presumir de valientes, aunque en el fondo prefieran saberse y sentirse poderosos.

(Lacra.) Una de los estigmas (que no enigmas) de la época es lo formidablemente bien que se llevan los directivos de ambos clubes. Hasta Valdano, gastando una cortesía propia de los antiguos caballeros con las antiguas damas: "Por favor, usted primero", declaró avant match envidiar la suerte del Atleti que, al parecer y según dicen, está inmerso en tres competiciones. Los ideólogos del Madrid protegen a los okupas del Atleti. Los cortes del vídeo del almuerzo entre ambas directivas revelan mucho más que una cordialidad más o menos fingida; allí reinaban la complicidad y una no disimulada devoción mutua. Como que las dos juntas "están comprometidas" y "reman en la misma dirección". El Atleti es ya como el Castilla, sólo que con otra indumentaria.

(Ricos y pobres.) El Madrid ha fichado al carísimo C. Ronaldo y al baratísimo Arbeloa. El primero se perdió en estériles regates y acribilló las nubes con sus erráticos tiros; el segundo ejerció de Garrincha ante Domínguez en el tercer gol merengue.

(Prólogo que es un epílogo.) El niño, de unos diez años, llegó al bar de la mano de su padre, se sentó al lado de unos vejetes y rechazó un bocadillo que le ofreció la dueña del establecimiento ("No tengo hambre", explicó). Uno de los abuelos quiso animarlo: "Ya verás como hoy ganamos". El niño, colchonero que no ha visto triunfar al Atleti en un partido de la máxima, repuso con naturalidad: "No creo; vamos a ver cuántos nos meten".

Comentarios

Javidelugo ha opinado:

Sin duda hoy el título de Copa es un título menor. Para nada tiene que ver ni en importancia deportiva ni mediática a aquel del 91, dónde Futre rebentó literalmente el Bernabéu.

Hoy la Copa es el consuelo de los otrora bueno clubes y sueño de los equipos pequeños.

Ojito que el Betis no hace tanto que presumía de Chupito, y hoy está en segunda.

Lo que demuestra lo podrido que está el Atlético es que alguno diga que se salva la temporada ganando la Copa.

Saludos y se echa en falta que cuelgue artículo con más asiduidad.

# marzo 31, 2010 8:51