Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Heroicos villanos

1.-Inferioridad absoluta.

Los gritos de "¡Messi muérete!" en el último y ya remoto Atleti - Barça definen el nivel de bellaquería alcanzado por algunos aficionados (bueno, no tan algunos, pues cada vez hay más). El único equipo que entonces jugó al fútbol fue el visitante, y vituperar a los que son mejores o a los que aplauden el buen juego adversario constituye un acto estúpido y suicida. A Messi, Iniesta, Xavi, Alves, Piqué y compañía debió agradecerles el público del Calderón dos cosas: el espectáculo, que dependió por completo de ellos, y el haber desmontado la farsa del supercampeón de Europa, tan perjudicial para los verdaderos intereses del Atlético de Madrid, que divergen de los intereses de los okupas y de los intereses de los hinchas (enfrascados los primeros en un latrocinio incesante a costa del club y consagrados los segundos a fardar vanilocamente de títulos de segundo orden). El Atleti no jugó porque su medular es mediocre, su defensa está apenas zurcida, su delantera, muy mermado Agüero, se reduce a Forlán (y después al limitadísimo Diego Costa). Otros años, la guerrilla de Torres o de Agüero, algún chut inopinado del ariete uruguayo y cierto barullo inherente a las bajas, al exceso de confianza o al cansancio blaugrana lograban compensar el enorme déficit de clase. El Atleti de hoy, que juega en otro campeonato, ha de encomendarse al brío, procurar que el Barcelona se despiste y rogar al árbitro que se inmute. Desde luego no lo hizo Álvarez Borbalán, el cual tampoco perjudicó al Atleti (dicen los forofos colchoneros que le escamoteó un penalti a Ujfalusi; fue personal, pero también les perdonó la segunda tarjeta a Domínguez y a Assunçao, por ejemplo).  

Es increíble que Ujfalusi sea un ídolo (y que lo sea más aun después de haber lesionado a un adversario), pues ha fracasado reiteradamente como central y como lateral. Pero claro, imposta un aire fiero, que pasa por carácter. (No es un desastre con la pelota en los pies, pero, torpe de cintura, está en la cuesta abajo.) La tarde del Barça fue el responsable del amargor con el que terminó el choque, porque es una desgracia que un jugador acabe saliendo en camilla. Y aquí siento decepcionar a los paranoicos, a quienes les encanta sentirse eternamente perseguidos: nadie ha demonizado a Ujfalusi. No voy a enredarme en empeñosas logomaquias sobre si fue intencionada o no la falta del "dos" checo (la intención, por su naturaleza, nunca es prueba material, pero las hay circunstanciales; yo, por ejemplo, sospecho que fue intencionada porque Messi acababa de ridiculizar a Perea con un driblling de los suyos); pero invito al forofo colchonero a que, en la espeluznante foto de la entrada que los diarios publicaron después, imagine al Kun en el lugar de Messi y a Sergio Ramos en el lugar de Ujfalusi. Me sorprendería que su raciocinio diera para algo más que para un inapelable: ¡hijo de tal, asesino!

2.- El yo del otro.

"Al enemigo, pisalo" puede antojarse un eslogan ganador y como de superhombre, pero no es más que una crudité grosera de rufián pobre de espíritu. (Un amigo mío suele decir: "Hay tipos tan duros, tan duros, tan duros, que se asemejan a los gusanos".) Nunca sobra recordar a la claque de chalados rabiosos, en cuyas cabezas de nuez se aloja un nazi como en el intestino de otros la tenia o solitaria, que el rival es la mitad de este negocio llamado fútbol y que es como uno: está hecho de la misma pasta o barro y abriga idénticos anhelos y temores. Por eso, y porque hablamos de un deporte y no de la guerra, hay que deplorar las bajas propias y las ajenas; y no considerar, como sí hacen el cien por cien de los cretinos de los periódicos, que, ante la ausencia de tal o cual jugador del cuadro oponente, es punto menos que obligatorio frotarse las manos de satisfacción. Vencer a un enemigo diezmado no tiene mérito; lo saben hasta los niños de la escuela primaria.

Aprovecho la oportunidad para protestar por el enfoque torticeramente economicista que se le ha dado al asunto: no se debe proteger a los artistas más que a los zotes (sabemos muy bien lo que se oculta, en realidad, detrás del humanitario llamamiento en defensa del arte: la impunidad para los zagueros de los equipos poderosos y la persecución con perros y escopetas para los de los equipos sin lobby protector). El reglamento es uno e igual para todos. Además, el superior bien económico que entraña la figura, argumento muy de moda que pretende ser incontestable, convierte al jugador en mercancía. Pero los seguros ya sirven para eso, y el seguro de un Messi no es el de un Valera, off course.

3.- Acompañantes solitarios.

Los locutores de la TV y los comentaristas dedican buena parte de la retrasmisión de los partidos a las gansadas y al palique insustancial y, de pronto, se despiertan en mitad de una jugada, valga decir en Vietnam (¡***!) Acababa Raúl García de regalar el vigésimo balón a un contrario, la noche del Valencia- Atleti, cuando uno de ellos comentó: "Ha progresado mucho Raúl García". Terminaba Domínguez de tragarse el cuero que dio origen al choque entre Mata y De Gea, cuando otra de las cotorras, bostezando, afirmó: ¡Qué partido están haciendo Godín y Domínguez!. Godín, que contra el Barça regaló un gol, frente al Valencia estuvo bien. ¡Pero Domínguez! (No me extraña que tanto él como R. García sean diana de las broncas de Quique Sánchez Flores. Bueno, sí me extraña, porque les hace un inmerecido honor. Él cree que pueden mejorar; yo soy bastante escéptico.)

El Valencia, conjunto al que no le sobra la materia gris, empató porque en el medio del campo del Atleti nadie juzgó necesario interpretar el juego, administrar la pelota (ahora en corto, ahora en largo) justo la tarea que Quique le exige liderar a R. García, pero el navarrico no asume su cometido y alterna cosas buenas con otras malas, impropias de un medio eficiente. Tres son los hombres objeto de debate por parte de la afición, por lo que respecta a la zona ancha del equipo rojiblanco: uno es más fino y quiere mandar, otro es más recio y bravo; el tercero es más ágil y devora kilómetros; pero en realidad, ¿qué son Tiago, García y Assunçao? Acompañantes. ¿De quién? De un buen mediocentro, de los del metrónomo en la cabeza y el cañón en la pierna, que el equipo no acaba de buscar. Como tampoco busca un medio de enlace y dos interiores que no abusen del balón y un lateral diestro y... en fin.

4.- Listos o preferiblemente bobos.

En Sevilla el árbitro estuvo calamitoso y el Atleti lo pagó muy caro, pero también hay algo que decir sobre la alineación y el dibujo. Poner en estos momentos a Forlán (hecho unos zorros y desanimado; lo segundo quizá a consecuencia de lo primero) es jugar con diez. El delantero en forma es Costa, al que el cuadro técnico ha logrado extraer una velocidad de la que yo no le creía capaz. (No estaba muerto; estaba de parranda y gordo; el siguiente hito será conseguir que no se desorganice ni desintegre en plena carrera; no me cabe duda de que Quique y sus adláteres lo lograrán.) Luego debe jugar Costa. Ya el ejemplo de Agüero sirvió para demostrar que el Cid, por muchas batallas que hubiese ganado después de muerto, habría perdido al balompié con los moros de Valencia o de Sevilla. ¿De qué sirve Forlán si ahora mismo es un guiñapo?

Y el esquema. Si juegas con tres centrocampistas, ¿a qué ordenarle a tu portero que saque de fuerte patadón? Además, el faro de los misiles de De Gea era Forlán, cuya parte superior del cuerpo está para poco más que soportar los rizos, las rubias guedejas. El menester de disputar el esférico por alto lo desempeña mejor Costa. Soy de los que opina que el Atleti no tiene fútbol para alimentar a dos puntas (aunque la llegada de Godín y de Filipe Luis le proporciona cierta fluidez atrás y desde atrás), pero, si prescindes de uno de los dos atacantes, procura controlar el partido, especula con la prisa del otro y la amenaza del empate, siempre ominosilla para el equipo local; intenta cansar y aburrir a los oponentes. Ni siquiera se exigía una intensidad como la del segundo tiempo contra el Bayern Leverkusen. Bien es verdad que para ese trabajo hacen falta jugadores que no sean bobos ni regalen el balón, y el Atleti superabunda en bobos con irremediable tendencia al donativo. (Incluso Simao y Reyes pertenecen a una especie no nueva de jugador, aunque sí poco descrita: la del listo bobo. Fran Mérida es aún tierno y doncello, pero ya apunta maneras.)

Como también estaba fatigado Assunçao, Quique pudo y debió darle bola a Camacho. El Atleti hubiese perdido de todos modos, quizá incluso de manera más rotunda. Bien, pero habría ahorrado salud y combustible para la ardua rentrée de octubre.

5.- El que no se refuerza es porque no quiere.

La estrategia de los Gil siempre fue la de mantener semi-arruinado y de capa caída al Atleti. Y ha prosperado la falacia autocomplaciente de que la liga es cosa de dos por culpa de los privilegios de los grandes. Se argüirá que, con las sociedades anónimas, el Atleti no puede permitirse el lujo de fichar a un Cristiano Ronaldo, a un Kaká o a un Ibrahimovic. Ni falta que le hace. No es ningún inconveniente; al revés, constituye una ventaja. Esas operaciones son de prestigio: trucos mercadotécnicos, que únicamente obedecen al móvil irrefrenable de presumir y cuya rentabilidad es más que discutible. Es bueno que las hagan el Madrid y el Barcelona, porque así se debilitan. El gran negocio del Barça ha sido la cantera, no el exclusivo mercado de cracks. Por su parte, el Madrid puede haber acertado adquiriendo a un Özil por 15 millones. Una cantera bien administrada y un ojo infalible para las gangas son mucho más vitales para la prosperidad de un club que cualquier alarde de poderío ¿Cuánto han costado Iniesta, Xavi, Piqué y Messi? Nada. Pues son el alma del Barça y de sus respectivas selecciones.

Hay aficionados del Atleti que mendigan a los golfos el fichaje de un cerebro, pero hacen falta seis. En realidad no se puede jugar con futbolistas sin cerebro, como el tal Perea, ni ensalzar más allá de toda medida a defensas corrientitos como Domínguez (que suele perder de vista el balón y cuyo quehacer se reduce a que no pase el rival; que carece por completo de recursos técnicos, que cuando tiene la pelota y entre él y el primer oponente hay veinte metros se la da al otro central o a un centrocampista marcado, cuando lo que pide la jugada es subir con el balón hasta que el secante del centrocampista comience a dudar de la oportunidad de seguir cubriendo al hombre que le han asignado). No se puede invertir todo un verano en contratar a un "tres", suspirando encima por un medio que nadie quiere. Y si el Atleti no tiene tesorería para adquirir buenos jugadores, la culpa no es del duopolio, sino del derroche de los Gil, Cerezos y demás patulea. ¿O no fue un Gil quien se gastó 3.000 millones de pesetas en los negritos jardineros? ¿No pagó 2.000 millones por Njegus, 1.400 por Frascarelli, 3.000 por Bogdanovic y 1.200 por Hibic? Que los grandes tiren con pólvora del rey nada tiene que ver con que a ti te hayan colocado un cargamento de dinamita mojada y sin mecha. Para colmo están las recientes y relucientes copas: cazalla de garrafón con la vitola de un elixir de larga vida.

 

Comentarios

Javidelugo ha opinado:

Coincido bastante con su visión. Antes del verano algún charlatán decía que el Atlético se había reforzado muy bien. Yo poco mejor lo veo que el año anterior.  Es más, por la vital importancia que tienen sus dos goleadores, a poco que uno tenga un año malo, el empeoramiento será notorio.

Este año hay un portero que todavía le queda por mejorar muchísimo y que comete fallos por su inexperiencia, ha mejorado en salida del balón desde atrás con Filipe Luis y Godín y poco más.

En el centro del campo sigue sin haber fútbol y si sale Asunçao se cae el equipo y temo que Fran Mérida se convierta un un Jurado segunda parte.

Mención especial para Reyes. A mí este jugador es de esos que ni en mi equipo me gustan. Ese tipo de jugadores tramposos, protestones, de los que juegan para la grada. Y encima parece que siempre está riendo y presume de no sé qué arte. No entendía que le pitasen cuando sólo salía a calentar, y mucho menos por venir del Madrid, pero no me gusta su modo de actuar.

Mucho va a tener que mejorar Diego Costa, para hacerle sombra a un Forlán que está en la cuesta abajo de su carrera.

Luego está Agüero que quizás piense que su etapa en este club ya está agotada, por lo interesados que están en venderle desde arriba.

Lo que sí se ha perdido es una buena oportunidad de vender a gente cómo Perea, Juanito o Valera, que llevan años demostrando que no son jugadores de élite, por decirlo suavemente.

Otro tema es el escandaloso tema del estadio. El lameculos apellidado Díaz, ya se apresuró a decir que pronto arrancará todo. Es de chiste. Ojalá que la denuncia de Señales sirva para por lo menos retrasar lo máximo esta vergonzosa operación de unos políticos corruptos y de unos chorizos okupas.

Saludos.

# octubre 11, 2010 10:55