Inocentes y capullos
Era ociosa la inocentada porque el Atleti ya padece una colosal desde hace casi un cuarto de siglo. De hecho nadie por aquí se había molestado en orquestar el correspondiente aquelarre de falsas noticias (habitual el resto del año), y quienes llenan a sueldo las páginas de los periódicos con los míseros productos de sus míseras mentes, se habían limitado a ir con la monserga del traspaso de De Gea a los veteranos, ese otro tumor. Más que el 28 de diciembre era como Halloween, con sus terrores pueriles y sus fantasmadas ululantes. ¿Debe el Atleti traspasar a su joven portero? "Por supuesto dolería (qué os va a doler, caraduras), pero en la casa hay otros dos porterazos..." (¡sic!). Señores veteranos, a ver si aprendemos algo de fútbol y de honradez, que ya son ustedes mayorcitos; en la casa no hay ningún porterazo, pero el que más se acerca a uno bueno es De Gea. Joel es un bigardo que no salta (el síndrome de las piernas de plomo) y en cuanto a Asenjo, su trayectoria en el Atleti concluyó tal vez per omnia secula seculorum.
Y junto al susto que no quita el hipo, la caravana de las copitas (¡hip!), una cosa más propia de feriantes cutres que de un club de fútbol con un mínimo de dignidad , pero espléndido colofón al año mágico en el que el Atleti quedó a 52 puntos del primero. Imagino los comentarios por esas localidades de Dios o del Diablo: "He ahí los paletos del Atleti; cualquiera diría que nunca han ganado una copa".
El parte del enfermo era pues "estacionario dentro de la rutinaria gravedad", cuando de pronto a Gil Marín le concedieron el galardón de "Dirigente del año" unos tipos que pertenecen a una cosa que se llama Global Soccer, aunque la denominación correcta sería la de "Universal Sucker". Es una broma de pésimo gusto, pero coherente pues vivimos en un tiempo en el que los saqueadores mandan y un simple bribón puede llegar a presidir el Consejo de Ministros de un país europeo (Berlusconi no me dejará mentir). Ahora sólo falta que algunos de los megáfonos de los okupas, que desde los medios de comunicación contribuyen en la medida de sus escasas fuerzas y talentos a abolir la gramática, prostituir el deporte y demoler un club de fútbol, opten al Pulitzer. Es el triunfo de los peores, y lo pagaremos caro, pero ¿a quién le importa?
Para acallar a una afición ciega, sorda y muda, por si pudiera mosquearse ante la perspectiva de otra temporada vacía de fútbol y títulos, y acaso para darle un nuevo sablazo al Atleti, los okupas, después de hacernos saber que no había ni un céntimo para fichajes, han hecho uno: Elías y amagado con otro: Juanfran. Del primero hay un vídeo en Internet con sus mejores goles esta temporada durante el brasileirao (la liga de Brasil). Son cuatro dianas, en una de las cuales la pelota tropieza en su pierna izquierda y él tarda en advertir que el balón ha entrado. No se sabe a ciencia cierta de qué juega. No parece ser interior, ni medio de enlace, ni mediocentro. ¿Una especie de todoterreno con olfato de gol? Antaño (no fatigue inútilmente su memoria el colchonero de menos de 30 primaveras) un brasileño era garantía de buen fútbol. Fueron los Gil los descubridores del brasileño paquete, un logro nada común. Aún no he conseguido borrar de mi memoria a los cracks Tilico, Moacir, Frascarelli, Rocha, Rodrigo, Eller, Cléber y Maximilian -uno de los negritos del "Caso Negritos"-), y al único que valía lo traspasaron en plena madurez (Donato estaba viejo para el Atleti, y le dio al Coruña sus mejores ocho temporadas como profesional). El segundo es un interior del Osasuna, canterano del Madrid, que nunca pareció mejor que Manu del Moral, por citar un jugador que no importa que milite en otro equipo. Algunos seguidores colchoneros lloran la hégira de Simao, ala portugués que costó veinte millones (aunque el Benfica, club del que procedía, sólo recibió quince) y que, pese a su eficacia en los golpes francos, ha dejado recuerdo de futbolista débil y chupón. Los de lágrima más fácil también están inconsolables por Camacho. A Gandhi le preguntaron un día qué opinaba de la civilización occidental. Contestó imperturbable: "Sería una buena idea". Análogamente, cabría desearle a la cantera rojiblanca que ojalá hubiese una.
Abasolo, el hombre que impidió que los Gil fuesen a la cárcel escoltados por Cerezo, reprocha a los okupas su falta de ambición deportiva y económica. Es una crítica injusta porque llega dos décadas tarde. Como Abasolo no ha nacido ayer, con tan eutrapélicas objeciones, quizá trate de lavar su prestigio, pero es inútil: los consejeros de los gangsters no se distinguen de sus patronos, y Abasolo hace tiempo que "murió entre las flores", como en la célebre película homónima.
(Coda amable.) Rubén Uría publica artículos en Eurosport bien orientados y contundentes. En uno de los últimos hacía un llamamiento a los periodistas deportivos para que cambiasen de actitud hacia el Atleti e informasen de lo que pasa. Cree Uría que los gacetilleros del As, del Marca y del Mundo Deportivo no dicen la verdad porque piensan que el Atleti no vende. No sé dónde leí que es práctica común entre las empresas concentrar sus esfuerzos en atender al 20% de sus clientes (los más rentables), descuidando o ninguneando a los demás. Ahora bien, no imagino a los redactores de los periódicos como ávidos prospectores del mercado; por fuerza han de recibir consignas u órdenes muy explícitas de sus jefes. Además, ¿cuál es el servicio que prestan tamañas y aburridas hojas parroquiales a sus clientes privilegiados? Desde luego no la información, sino más bien la protección. Y el presupuesto de la custodia del Real Madrid es el desamparo del Atleti. ¿Cómo se rompe ese cerco de silencio y mentiras? Hay una oportunidad si los que están en la bolsa se mueven, cosa que no hizo el VI Ejército de la Wehrmacht en Stalingrado y que no harán los okupas, y menos la afición, que siempre puso cara de "a mí, que me registren", o los patéticos veteranos(incluyo en ese ejército de fofos a Gárate y a Luis). ¿Los gacetilleros? Son tropa enemiga, don Rubén.