Bandidos y desbandadas
I.- (La cucaracha.)
"Quizá no hemos sabido explicarle a Agüero qué significa irse al Madrid". Al
margen del cariño que le profesemos a Torres, esa frase oscila entre la
cursilada y el embuste piadosillo. Que le digan a Agüero: ¿Che qué te parecería
jugar en Racing? (Racing, para quien no lo sepa o no caiga es el otro equipo de
Avellaneda, el "archienemigo" de Independiente.) Agüero sabe muy bien lo que
significa irse al Madrid: cambiar una camiseta perdedora por otra ganadora, y
no le importa dejar al Atleti en la estacada porque a muy pocos atléticos les
importa que su club se arrastre sobre el bajo vientre. De modo que Agüero no abandona
el Independiente por el Racing, ni el Barça para fichar por el Madrid (como
hizo Figo), sino que cambia una sombra o broma de club por otro poderoso y
pujante. Y lo que ha percibido Agüero en todos estos años de militancia
colchonera (en los que también ofició de forofo, sin que nadie lo azuzara; una
vez dijo: "¿Ha perdido el Madrid? Que se joda."), es que Gil Marín y Cerezo no
quieren un Atleti competitivo y, lo que es peor, la fiel hinchada, tampoco. Convicta
de su superioridad moral -que sospechosamente nadie pone en
duda-, superioridad que sólo brilla
más que el sol cuando el equipo pierde, el vicio no tan secreto de la hinchada
consiste en preferir la derrota. Agüero no quiere ni puede adherirse a la
derrota porque no tiene ninguna falsa superioridad que preservar. Él ambiciona
disputar los grandes trofeos, no verlos por televisión. Él pretende llegar a
mayo vivo y con aspiraciones, y no
pasarse los lunes al sol desde enero. (Al sol o al relente de la noche, para
gozo de chinos, indonesios y malayos.)
Y
difícilmente puede haber "traición" o "defección" en el hecho de que la única estrella
del Atleti se pase al Madrid, como cuando Hugo "chaqueteó" (nunca usaremos
suficientes comillas o itálicas para referirnos a estas cuestiones), porque el
Atleti y el Madrid no están en el mismo plano. Tampoco lo estaban ya cuando
Hugo, pero aquella suave cuesta abajo rojiblanca se antoja, con el discurrir del
tiempo, una cumbre virgen frente a la sima de hoy. (La amarga paradoja es que
mientras el Madrid -probablemente el segundo mejor equipo del Viejo Continente
y con ambiciones de desbancar al Barça- puede mejorar con Agüero, al Atleti no
le sirve el Kun ni para quedar por encima del Bilbao.)
Pero
muchos seguidores rojiblancos han vuelto a picar y disparan con posta gruesa contra
el 10 del Atleti, el cual se acostó ídolo y se levantó inmundo insecto
arrastrante, una metamorfosis que no hubiese imaginado ni el propio Kafka. (El
colmo lo constituyen esas almas bellas
que le vaticinan retortijones de conciencia y un indeleble estigma de Judas, cuando
no leen en las rayas de su mano una inminente fractura de tibia y peroné.)
Tan
infalibles en su aborrecimiento como la proverbial escopeta de feria, los hinchas
auxilian a los okupas, quienes están
deseando que el Madrid compre a Agüero porque han constatado que, si éste cruza
la calle, los forofos transferirán su impotente rabia al futbolista y se
olvidarán de los auténticos tejedores de la maraña en la que está atrapado el
Atleti. (El caso de Raúl ya fue muy ilustrativo; jamás el aborrecimiento recayó
en quienes se lo regalaron al Madrid, sino que lo recibió compacto, en masa, el
propio deportista, cuya carrera ha ido desde entonces de tumbo en tumbo, como
nadie ignora, incapaz el niño que quería ser Marina de levantar cabeza y
hacerse un nombre en esto del balompié.)
Que
se vaya Agüero es una contrariedad que induce en los seguidores del Atleti una
suave melancolía (¡ay!), pero que se mude al Bernabéu es una desgracia ciclópea,
una calamidad incalculable, que nos deja transidos de furor. A un atlético de
corazón yo le pido cabeza, pero es inútil; no sabemos ni cabrearnos.
II.- Parada de famosos
Creo
haber escrito que lo único respetable de una opinión es la mandíbula del que la
profiere. Y si nos decepciona Torres por sus quites a los destructivos okupas y recelamos que se esté
trabajando el regreso, para cuando decida honrar al Atleti con su vejez, ¿qué
pensar de toda esa banda de celebridades que han obsequiado en las últimas
fechas a la opinión pública con su catálogo de jeremiadas, estupideces y
cinismos? Así, Juan Luis Cano lloriquea: "Papa, por qué me hiciste del
Atleti", y esboza quejumbrosos reproches, más que críticas, y ello no sin
disculparse. Como intuye que algo de lo que puede decir quizá arrugue el
entrecejo de los okupas, se justifica:
"He dado tantas veces la cara por este club". Tú qué vas a dar. Tú te has
relacionado con los okupas durante
infinito tiempo, y ahora has decidido o comprendido, más vale tarde que nunca,
que ya no te pueden pedir (o quizá dar) más, y por eso te alejas del coro
oficial de patrañas y gansadas del que fuiste voz notoria. Afirma el señor Cano
que se va porque está harto de "las milongas" del club. ¿¡Milongas los embustes, las golfadas, las tomaduras de
pelo, las estafas, los enjuagues, los delitos!? Al parecer lo que más incomoda
al señor Cano es esa pequeña diferencia
entre lo prometido en julio y lo otorgado en septiembre. Pero también es un penetrante
analista: "Luego llegó el declive ¿Cuándo empezó? Creo
que todos los atléticos, e incluso quienes no lo son, lo saben". O sea, a buen
entendedor... ¡Caramba! very polite el
nene y de los rápidos en percatarse de los problemas. Los que
no son del Atleti por supuesto que se han enterado y desde el primer día, pero muchos
de los que lo son aún viven de espaldas a la realidad porque hay aficionados
conspicuos como éste que se atienen al mandamiento no mentarás el nombre de los
chorizos en vano y que han estrechado ad
nauseam la sucia diestra de los bribones. A la pregunta "¿Cuándo empezó?" se
responde con un nombre: "Cuando vino Gil", pedazo de gallina clueca. "Por
cierto, es triste también comprobar que el Kun lo bueno de verdad sólo lo tiene
en los pies. Le doy las gracias por estos años y que le vaya bien. O mal, que
el destino casi siempre es caprichoso". Hay que meterse un poco con Agüero, que es lo
facilón y lo cobarde; nada más descansado que remar a favor de la corriente.
Pero
en seguida llega y hace bueno al señor Cano el director de cine Díaz Yanes, quien
para revestir su declaración de colchonerío trascendental, se pone la camiseta a
rayas. Él tampoco es "sospechoso". He aquí su perla: "De cinco años a esta
parte no se han hecho bien las cosas" (¡sic!). ¡Hombre!, robaron un club y se
bajó a Segunda, por citar dos nonadas ocurridas fuera del último lustro.
No
obstante, como los récords están para ser batidos, pronto supera tan prometedoras
marcas Pancho Varona: "Yo siempre digo que cuando más feliz me hace el Atlético
es en julio y agosto". Debe de ser que el tinto de verano se le sube a la
cabeza no bien huele la gaseosa. "A mí la directiva siempre me ha tratado muy bien, me encargaron el
himno junto a Sabina y les estoy agradecido (es innecesario que lo jures).
Quizá existe un cansancio de ellos con la gente y de la gente con ellos. La
solución podría ser un cambio (¡sic!). Los directivos actuales podrían
marcharse y lo harían por la puerta grande" (¡sic!). Un párrafo digno de la más
selecta antología de la memez, que estalla de ridículo cuando se piensa que no
hay puerta lo bastante grande para que salgan del club los okupas junto con su ingente botín.
"No
entiendo cómo los dirigentes no se han cansado (para este cansino todo se
reduce a una cuestión de fatiga) y se han ido. Son muchas cosas las que tienen
que aguantar. Deben de estar exhaustos de que cada día los pongan a parir
constantemente". ¡Oh sí, están hundidos en la miseria, profundas arrugas les
cruzan la frente; no tienen fuerzas ni para acariciar las cabezas de sus
perros; sólo ánimos y dedos para contar billetes.
"Quién no
aspira a jugar en el Madrid o en el Barcelona. En ese aspecto tenemos que
aceptar que somos el tercero detrás de ellos" (¡sic!). Ya te gustaría para un
día de fiesta que el Atleti fuese el tercero de algo, mamarracho. "En calidad
(¡sic!) y cantidad de seguidores somos mejores que Villarreal, Sevilla o
Valencia". Completamente de acuerdo: entre
la afición rojiblanca abundan los gilipánfilos de calidad extra.
Pero a este
concurso por ver quién expectora la mayor idiotez y camufla mejor un esqueleto con
la ayuda de un harapo, no tarda en apuntarse el próximo director del Instituto
Cervantes de Nueva York, si no lo evita el sentido común, el periodista Javier
Rioyo. "Para
mí el Atleti es un equipo que siempre intenta ir hacia arriba. No es un equipo
predestinado a la derrota, pero a veces no sé muy bien lo que le pasa (¡sic!).
Casi siempre monta un buen equipo (¡sic!), con buenas individualidades (¡sic!)
y luego no termina de funcionar. La culpa entera tampoco se puede achacar al
entrenador ni a la directiva (¡sic!). Da la sensación de que le persigue un
espíritu, algo muy superior (¡sic!). O sea, no está predestinado, pero está
predestinado.
"Económicamente,
se invierte (¡sic!) muy mal (¡sic!), pero hay algo que hace pensar que ni
moviendo las piezas de otra manera las cosas serían distintas (¡sic!). Por
ejemplo, ¿por qué se ha contratado a Manzano?"
Porque
lo decidió así el fantasma de la Ópera, que le ha tomado gusto a las travesuras
a costa del Atleti; es él quien contrata a los entrenadores y a las buenas individualidades y conjunta los buenos equipos, que, empero, no terminan
de funcionar. ¿Alguien le ha hecho un examen psíquico a este pájaro de cuenta?
¿Vamos a pagar con nuestros impuestos el salario de semejante fumao?
"Soy
amigo de Cerezo (¡acabáramos!), y le canto la gallina (cacareas bastante mal),
pero una cosa que he notado es que tiene menos poder del que debería (¡sic!).
No soy partidario de este renovado (¡sic!) gilismo, aunque el hijo no sea el
padre (...) Es lógico que la afición se rebele" (¡sic!). ¡Ah!, ¿pero se ha
rebelado? No tenía la menor noticia. Por último, "el club está en la senda de
la mediocridad". ‘Mediocridad' funciona,
en el particular diccionario de este sujetillo, como sinónimo de la nada o de la
muerte. El Atleti va camino del camposanto, ruta atravesada por la senda de los
sicofantes calumniadores de su situación y lameculos de los okupas. (Por
ejemplo, el solista de Nacha Pop hace una aberrante defensa de Gil Marín; lo
conoce muy bien y le consta que es trigo limpio.)
En
fin, el líder del conjunto "El Canto del Loco" se abre sin más y no juzga para
no ser juzgado; y el portero del Ciudad Real, Hombrados, cree que no se
persevera en una línea lo bastante, que falta paciencia. Llevan un cuarto de
siglo saqueando el club con toda meticulosidad, sin apartarse de esta línea un milímetro,
y al bueno de Hombrados le parecen pocos años y zigzagueantes. ¡Y eso que él
presenció en primea fila cómo liquidaban el balonmano del Atleti!
El
secreto a voces es que los fatales (que no fatalistas) famosos venden a los ciegos
cupones de resignación. Son gente de la pomada, con miles de amigos a los que no conviene perturbar o
molestar. Están a bien con las autoridades; se deben a un público o a unas
empresas cómplices de Gil y Cerezo, que han colaborado de mil maneras con ellos;
de ahí que su discrepancia, si la hay, se limite a un ¡jolín!, murmurado a
regañadientes. Usan su faceta de rojiblancos conocidos para hacer relaciones
públicas y amasar popularidad; pero su
olfato les dice que el final de los okupas
y acaso también el del club se aproximan, y algunos de ellos no quieren perder
la oportunidad de disentir ma non tropo,
al objeto de que nadie ose imputarles complicidad en el derribo y de adelantar a
los distraídos en la siguiente cola, pues ya lo advirtió Jesús de Nazaret: "Los
últimos serán los primeros". La salud tampoco vendrá de aquí.