Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Aquest any tampoc

 

Los gacetilleros ilusos quieren sacarse y sacarnos el partido del Barça de la cabeza, lo allí visto y constatado, y seguir como si tal cosa. Según ellos, el partido del Camp Nou no vale para sacar conclusiones sobre el valor de la plantilla del Atleti porque el Barça es el mejor equipo del mundo y le hubiese ganado a cualquiera. Estoy de acuerdo en una cosa: el Atleti es un equipo cualquiera.

También observan que los demás conjuntos suelen amilanarse, encogerse, cuando visitan a los culés. Sobre lo mucho que impone jugar contra el mejor equipo del mundo hay precedentes ilustres dentro de la casa. La anécdota que voy a referir (y me contó Bernardo Salazar) sonará a fabulilla con moraleja, pero tiene el pequeño mérito de haber sucedido. El por entonces mejor equipo del mundo disputaba la final de Copa en su estadio frente al Atlético de Madrid. Venía de encajarle siete goles al Eintracht de Frankfurt en la final de la Copa de Europa, y ocho al Athletic de Bilbao, en la semifinal de la Copa. Nada más comenzar el partido, Puskas (ariete del mejor equipo del mundo), botó un córner y...gol olímpico (entonces no se llamaba así) y, por ende, psicológico (tampoco reparaban los cronistas de la época en el tremebundo e insuperable hándicap que entraña encajar un gol en el primer minuto del choque). Un señor y perfecto caballero, amante del juego limpio y defensor de la justicia (el madridista medio según Florentino Pérez) expectoró audaz: "Y a estos hijos de tal les vamos a meter nueve". A lo mejor era el progenitor de Boluda o su tío. Luego, los hijos de tal reivindicaron el buen nombre de su madre, resistieron los embates del mejor equipo del mundo y ganaron por 3-1. Fin de la historia.

¿Y por qué insisten los gacetilleros en que lo sucedido la otra noche en Barcelona no sucedió o daba igual que sucediera? ¿Acaso temen que se venga abajo el nuevo proyecto de Gil Marín, junto con el tinglado de mentiras con el que apuntalan los fracasos del Atleti, gracias al cual los okupas arañan un tiempo extra para sus nada honestos propósitos?

A mí, después de contemplar la masacre, tan espectador como los jugadores del Atleti, se me ocurren más preguntas.

¿Tiene derecho el Barça a presumir de su triunfo contra un rival tan flojo? A uno, no sé al lector de estas líneas, no le gustó demasiado el Barça, que jugó andando (sólo corrió de verdad cuando perdía la pelota) ante un adversario inmóvil, paralítico, ¡aunque llevaba un mes más de preparación! (nanodetalle que ha escapado a la sagacidad de los cronistas).

¿Habría que suprimir del calendario estos partidos pertenecientes a la liga del Barça pero no del Atleti? (El propio mister rojiblanco pidió al término del partido que la próxima vez dejaran medirse a sus hombres con los juveniles blaugranas.)

¿Tiene derecho el equipo colchonero a sentirse un grande del fútbol español? Yo sostengo que no. El calificativo ‘grande', que con tanto desparpajo sustantivan los gacetilleros, le viene grande al Atleti. Yo creo que le dejan llamarse así a condición de que no lo sea, y lo hacen para que, detrás del pequeño ego de los hinchas del Calderón, inflado como palomita de maíz, puedan esconderse confortablemente los okupas.

¿Abusa el Barça de su poder? Sí, del poder de una cantera bien trabajada, cuidada, mimada, con unos ojeadores cabales y unos preparadores espléndidos. Es el poder de las cosas bien hechas. El Barça gasta mucho dinero en jugadores y les paga un magnífico salario, pero los mejores le han salido gratis y en su primera plantilla hay diez o doce canteranos que forman la columna vertebral de las diversas selecciones de nuestro país.

¿Fue este último varapalo una derrota especial? Todo indica que se trató de una de tantas y que las venideras se dan por descontadas, pues para el Atleti se está convirtiendo en una costumbre caer por paliza en el Camp Nou. Además, el público del Calderón asume las derrotas con indiferencia, incluso con algo peor: una especie de amnesia coral, patente en los groseros y estultos cánticos de sus forofos. Así, el equipo pudo comprobar, a su regreso de la exitosa gira por Cataluña y Francia, que la adhesión de sus incondicionales no había disminuido un átomo. (La pequeña rabia de la chusma se cebó en el cadáver de Puerta, otro honor póstumo rendido al malogrado futbolista; hay gente que no puede insultar, porque ella misma es un insulto, y, cuando lo intenta, únicamente le sale un elogio del revés; pero claro, cae mal el Sevilla porque el Atleti no suele ganarle.)

¿Y a qué aspira el club de Gil Marín? Con suerte, a ser uno de los comparsas de la Champions de la temporada 2012-2013, pues su máxima ambición (que los modorros denominan ‘sueño') consiste en clasificarse tercero o cuarto, al objeto de recaudar un poco de parné con el que alimentar el bonus que se auto-adjudica Gil Marín y, tal vez, volver a participar un año más tarde en la gloriosa Euro League.

Los gacetilleros no van a tolerar que nadie les chafe el triunfalismo extraño, turbio y necio, pues se ejerce en nombre (y a costa) de un perdedor contumaz, el Atleti. Me recuerdan al comandante de aquel avión en la película de Kubric, "Teléfono rojo; volamos hacia Moscú", el cual caía abrazado a una bomba atómica dando jubilosos gritos y agitando el sombrero tejano como cowvoy en rodeo. "Este equipo engrandecerá la historia del club", ha predicho el torpe clown que tiene como presidente el Atlético de Madrid". No es un pronóstico; es un maullido. ¡Miau!

 

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