Telegramas desde el Este (y 6)
Festín de España a costa de Italia, que,
sin ser nunca gran cosa, siempre se las arregla para progresar en los
campeonatos. Prandelli cambió de sistema en la final y perdió. Tengo la
sensación de que daba por supuesto que España tenía menos energía y acabaría
entregándose (¿para qué arriesgarse pues?), pero encajo dos goles en el primer
tiempo en las tres únicas oportunidades de que dispuso el combinado rojo. Luego
se suicidó sacando al mediocre, lento y leñero Motta, que es además un recordman de las lesiones. Los azzurri jugaron buena parte del segundo
tiempo con diez.
Creo que jamás se ha visto una final tan
fácil. Dicen que Pirlo es muy bueno y que merece el Balón de Oro. Bueno, España
tiene cuatro o cinco Pirlos. Es más, creo que Pirlo juega mejor desde que se ha
fijado en Xavi Hernández.
Torres, el delantero natural de esta
España, apenas actuó cuatro fracciones de encuentro y marcó tres goles y dio
otro. Sigo creyendo que, de haber sido alineado con más asiduidad (de haber gozado, por ejemplo, de la confianza
que Prandelli depositó en el desequilibrado e infantil Balotelli), España
habría ganado todos los partidos que disputó.
Sobraron los capotazos toreros de Ramos,
las banderas pueblerinas y la presencia del príncipe, de Rajoy y de Monti en el
palco, pero las autoridades mendigan carisma futbolero; otro preocupante
indicio.
Los lloriqueos de los que pierden. El
vencido, para no ser menos que el vencedor, celebra un funeral y pone las
plañideras.
Dos aforismos.Petón: "Si España tiene la pelota es imbatible", salvo que se haga
gol en propia puerta. Ahora en serio: España puede ganar al ataque y al
contrataque y hasta en los penaltis. Tiene mejores jugadores que los demás.
Del Bosque: "El fútbol siempre te
da lecciones". Las más amargas, a los vencidos, a quienes, por otra parte,
el mal trago impide toda reflexión.