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El Atleti campeón de la Europa League. Revista de prensa

ABC

Heroica gloria del Atlético

POR JOSÉ MANUEL CUÉLLAR


Actualizado Jueves , 13-05-10 a las 07 : 55

Hay un estrecho sendero en el camino hacia la gloria que está cercado por agua y fuego. Caes a un lado y te ahogas, caes al otro y te quemas. A uno y a otro costado caen los temblorosos, los que dejan el fútbol de un lado y se pertrechan, temerosos, en la miseria de la retaguardia.

El Atlético no es de esos. Fiel a su historia, fue a la final con el pecho descubierto, novio de la muerte, amparado en la fe que le da el talento de sus hombres ofensivos, fiel a sí mismo ante un rival ordenado, muy trabajado y enormemente disciplinado.

En ese contrapunto de estilos se jugó la final y en ese mismo contrapunto el Atlético fue casi siempre mejor, argumentando su mayor pegada que acabó con el gol de Forlán en el enésimo enlace con Agüero, que fue una víbora lleno de veneno atizando en el tobillo (que es dónde le llegaba) del gigante Hangeland (1,95). Y también fiel a su estilo hasta el final, el Atlético cometió su pifia habitual que le costó el gol de Davies para alcanzar un equilibrio que no se veía en el choque.

En el contexto general del primer tramo, el Atlético fue más en casi todo: entró por los costados con habilidad, se desdobló en diagonales con derroche físico y siempre amenazó arriba con sus agudos estiletes. El Fulham también confió en su estilo: contundencia, líneas juntas, equipo compacto y simpleza que delimitaba con la sosería en casi todo lo que hizo.

Refugiados en De Gea
Aun así, la segunda parte fue un calvario porque el Atlético se descosió. Desfondados los rojiblancos, se creó un desierto entre Forlán y Agüero y el resto. En ese descontrol, el orden inglés se impuso, se presentó ante la portería atlética y ahí se quedó: frenado por el grandísimo De Gea, que realizó paradas de todo tipo, manteniendo a flote a su equipo, que hacía aguas en puntos vitales de la embarcación.

Fue hasta que también se acabó el fuelle inglés, que no duró mucho más. El último tren lo cogió el Atlético con más fe que el Fulham, que se refugió en su coraza de tortuga, asediado por todos lados en los minutos finales. La prórroga, con el Fulham sin aire, fue del Atlético, que llegó con todo y con más armas. Hasta que apareció la dupla, el Kun por un lado y «el U-ru-gua-yo» por el otro para dar la gloria al Atlético.

http://www.abc.es/20100512/deportes-futbol/futbol-atletico-fulham-cronica-201005122144.html

El Mundo

El Atlético se inscribe en el futuro



    * Hasta el minuto 115 no certificó con goles su superioridad sobre el Fulham
    * El Atlético concedió el gol a Davies cinco minutos después del primero de Forlán
    * Una excelencia de Agüero permitió al uruguayo definir el gran logro europeo

Fernando Llamas | Actualizado miércoles 12/05/2010 23:13 horas

Empatado en compromiso y muy superior en todo lo demás, el Atlético de Madrid inició la final de la Liga Europa tan temeroso como el Fulham. Pasada la fase de adaptación, el grupo madrileño se movió con soltura y desarrolló un fútbol a ratos admirable. Golpeó con Forlán en el 32 y se flageló con el látigo de Perea, que permitió en primera instancia el gol de Davies. En la primera parte ganó en todo; en la segunda, en nada; mediada la prórroga ofreció indicios de campeón y 48 años y 115 minutos después, Forlán agarró por la asas el segundo trofeo continental de la historia del club del Manzanares, tras la Recopa de 1962. [Narración]

Las filigranas de Agüero en sus incursiones, preferentes por el costado izquierdo, sus controles, reversos y fintas debían dictar sentencia. Forlán merodeó cerca, siempre cerca de su alimento, hasta que lo cazó. A la media hora remachó sin miramientos un balón procedente de un remate mordido del Kun. En posición que la televisión delató ilegal por milímetros, le dio un largo de ventaja al Atlético de Madrid. Una hora y 25 minutos después, todavía tuvo aliento e inspiración el Kun para completar la jugada del año, darle el balón al uruguayo infalible, que lo empujó ni se sabe cómo. Pero en el 115, el Atlético ya se sentía, merecida y sufridamente, campeón de la primera edición de este largo y tortuoso torneo continental.

Tras el primer gol de Forlán, el de la primera parte -precedido por un impacto al palo con remite uruguayo-, el Fulham penaba arrinconado por un rodillo táctico y técnico. Pero el disgusto sólo le duró cinco minutos. Echaba balones fuera, buscaba sin éxito a su goleador Zamora, hasta que una indecisión de Perea, el colombiano de doble filo, le regaló la ocasión de gol. No supo aprovecharse el delantero inglés de ascendencia caribeña, pero se reprodujo el síndrome del rebote al rival que persigue al 'Aleti'. Balones trompicados en el área, fabricados en serie, a botas enemigas. El centro de Gera lo peinó Assunçao y se convirtió en asistencia a Davies, un francotirador que ya había avisado una primera vez desde lejos. Entonces respondió la tenaza asombrosa de David de Gea; en esta segunda oportunidad, a corta distancia, reventó la portería española.

Quién dijo que una final era fácil. Tras cinco minutos de alivio, nada más, de nuevo la constancia, aún más intensa, para molestar al portero australiano que defiende al Fulham, Mark Schwarzer. Jugando por la Copa de la UEFA ante el Sevilla, alistado entonces en el Middelbrough, encajó cuatro goles. Esta vez se complicó muy poco ante los disparos de Reyes y Simao y sacó con esmero un zurdazo de Forlán de apariencia letal justo al término del capítulo uno.

Capítulo dos: el Fulham, cambia de máscara. De cohibido y carroñero a ambicioso y depredador. Desconfiado de su calidad, esperaba más de una presión adelantada sobre el Atlético que de sus cualidades. Y efectivamente, pilló al Atlético con el paso cambiado. Obligó a De Gea a partirse la cara ante el húngaro Gera, en carrera por un balón mal defendido, de nuevo, por Perea. El portero de moda saca otro peligrosísimo remate de Davies, esta vez asistido por error de Antonio López.

Cuanto se refiere a la defensa atlética debe matizarse: Álvaro Domínguez despachó un partido perfecto: en posición, anticipación, salida de balón, ayudas zonales... La consagración de lo que debe ser un mito rojiblanco en la década que comienza.

La amenaza del Fulham en ese arranque de la segunda parte no pudo con los sueños del Atlético. Se rehicieron los de Quique poco a poco, aunque sin recuperar la presencia amenazadora en casa ajena. Los continuos balones colgados a la altura del área eran cabeceados sin problemas por los espigados defensores del Fulham y ni Forlán ni Agüero estorbaron a Schwarzer en todo el segundo tiempo, que se encaminó a la prórroga irremediable, con dos jugadores de refresco en cada bando: Jurado y Salvio (disgusto en la cara de Simao y mutis de Reyes) en el Atlético y Dempsey y Nevland (por Zamora y Duff).

Dos jugadas inteligentes del mito uruguayo, que había estado desaparecido durante un largo periodo, fueron armas hirientes contra el Fuhlam en la primera parte de la prórroga. El portero australiano arruinó la primera y la segunda, al límite del primer cuarto de hora extra, no la supo embolsar Salvio con la portería abierta a su uso y disfrute.

Pero Forlán y el Kun habían regresado al partido y luchaban contra la ruleta asesina de los penalties a pesar de contar con el imponente De Gea. A la penúltima oportunidad, la genialidad brotó de nuevo. Y el Atlético regresó de la noche de los tiempos, de aquellas páginas ya amarillentas. Quique lo ha inscrito en el futuro.

http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2010/05/12/futbol/1273687069.html

Del cómic al cuadro

Orfeo Suárez



13 de mayo.- Hacía ya largo tiempo, demasiado, que el Atlético bajó del cuadro a la caricatura, entreverado por personajes de cómic. Llegó a interiorizar esa nueva categoría con complacencia hasta el punto hacer de la derrota su propia liturgia, como refleja el expresivo qué manera de palmar de Joaquín Sabina.

Ese cóctel sentimental de compasión, rebeldía y alguna manía persecutoria le permitió mantener e incluso aumentar la fidelidad de una afición ejemplar, pero erosionó su sentido competitivo hasta hacer peores a los futbolistas que contrataba. El doblete del 96 fue una oportunidad perdida. Hamburgo y, quizá, Barcelona representan la segunda, ya sin intervenciones judiciales y sin un personalismo capaz de devorarlo todo a su alrededor, incluso a sus propios hijos, como Saturno.

El segundo título europeo en su historia llegó con dificultades, más de las que anticipaba la diferencia técnica entre los dos equipos, y de ahí es de donde pueden sacarse las conclusiones más positivas, con independencia de los errores. A partir de su caída en la Champions y la llegada de Quique Sánchez Flores, toda la andadura del Atlético en la Europa League ha sido un ejercicio de madurez, el de un equipo que se ha sobrepuesto a los peores momentos, que es como se llega a las finales, fuera en Lisboa, en Liverpool o en Estambul.

Que se ha negado a palmar, en una palabra, y eso es competir. Lo prueba la final que ganó sin jugarla, fiel a lo que Luis Aragonés dice sobre esta clase de partidos, aunque su experiencia en rojiblanco aparezca ligada al malditismo, como jugador frente al Bayern Múnich del impronunciable Schwarzenbeck, en 1974, y como técnico ante el Dínamo de Kiev del maestro Valery Lobanovski, en 1986.

El Fulham no está en semejante segmento, ni tiene futbolistas de la jerarquía de Beckenbauer, Maier, Zavarov o Blokhin, pero los títulos hay que ponerlos en perspectiva, más allá del punto final, para explicar cómo y por qué se han producido.

Eso debe hacer ahora el Atlético, después de la Copa pero con independencia de lo que suceda, porque un título es suficiente para quedarse con las cosas positivas, que son muchas. Al observarlas, es evidente el trabajo de un entrenador que sólo levantó la voz cuando necesitaba una reacción, pero que obró con mucho sentido común y empezó por reconstruir al equipo desde lo táctico, desde lo defensivo, que es lo único que devuelve la seguridad a los futbolistas.

Quique le puso a la deriva una hoja de ruta. De pronto, apareció en el primer equipo una cantera que parecía inexistente, desde De Gea a Domínguez, para contribuir a poner cimientos al Kun Agüero y Forlán, a esperar sus momentos sin desperdiciar el resto del tiempo y así cantar qué manera de ganar para volver, de una vez, al sitio que le corresponde, al cuadro.

http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2010/05/13/libredirecto/1273701805.html

Neptuno es Forlán

Julián Ruiz



12 de mayo.- El masoquismo atlético debe superar superar sus traumas definitivamente. Que invoquen a Neptuno. Es fácil escribir que jamás ví oscurecerse el triunfo rojiblanco. Sólo hubo la sospecha de los penaltis, pero el Fulham era mucho peor equipo. Tenía que perder obligatoriamente.

Todo ello tras el nerviosismo, la taquicardia de una final que dejó extenuados a los atléticos, que deben superar definitivamente el trauma del 'pupas'. Eso es un atisbo del pasado. Son otros tiempos.

Que se lo digan a un técnico bajo sospecha que era Quique Flores, que se encargó un equipo que iba directo hacia el infierno. Tras muchas dudas decidió que este conjunto es muy irregular y decidió jugársela al cuerpo a cuerpo de las eliminatorias a dos partidos. En consecuencia, dos finales con un sistema táctico que era el mismo de los tiempos del 'vasco' Aguirre, salvo en la mentalidad de los jugadores.

Ahora ya tiene un título y es posible que la semana que viene caiga el segundo, salvo error o cansancio rojiblanco, que vió en la segunda fase como el fantasma de los músculos perdidos se comía la cabeza del Neptuno rojiblanco. Pero el Fulham fue un tronco en un oceano sin lograr establecer un rumbo fijo que le llevara alguna parte en ese mar inmenso. Neptuno jugaba a favor del Atlético.

Caso aparte son el Kun y Forlán. El cono sur borró todo atisbo del mal fario rojiblanco. El Kun y Forlan fueron una vez más determinantes, como si el Atlántico que lleva hasta Hamburgo hubiera entendido a estos embajadores de la mar oceanica. El uruguayo hizo los goles, pero también es verdad que sin el padre de los nietos de Maradona no hubiera forzado o trajinado a los defensas ingleses, Forlan no se llamaría una vez más Forlángol.

Dos cosas más. Creo muy importantes. De Gea es o va a ser el mejor meta de nuestro país. Jamás hubieran llegado hasta aquí sin él. Domínguez, una vez más la cantera, representa el presente de un fútbol español que supera el deficit público de nuestro país.

http://www.elmundo.es/elmundodeporte/especiales/2009/08/liga/blogs/elcortadordecesped.html

El País

El Atlético despierta a Neptuno

Un maravilloso gol de Forlán en la prórroga glorifica de nuevo a los rojiblancos ante un resistente Fulham

JOSÉ SÁMANO - Hamburgo - 12/05/2010
 
No fue Hans-Georg Schwarzenbeck y se deletrea mejor: Diego Forlán . Treinta y seis años después, el último segundo fue rojiblanco, por una vez el Atlético se entronizó con honores cuando se le escurría otra oportunidad de alcanzar el Olimpo. A una campanada del cierre, como aquel Bayern del 74 que tanta pupa le hizo con el punterazo de ese mocetón alemán llamado Schwarzenbeck en su única final de la Copa de Europa, una maravillosa espuela de Forlán hizo bingo para el Atlético. Hamburgo se tiñó de roja y blanca, como la cercana Stuttgart de 1962, sede hasta ayer del primer y último título europeo del Atlético, anoche con la solera de antaño. No fue una faena de aliño. Para el Atlético no hay alfombras, ya se sabe que en su genética hay un embrujo especial, algo de masoquismo. Está de nuevo en los altares y con todo merecimiento. Ha resistido en una competición asfixiante, inacabable. Ante un entusiasta y resistente Fulham, el broche final mereció la pena. Forlán, majestuoso otra vez, le puso el lazo en la prórroga y se hizo justicia. Sin alardes, el Atlético fue mejor. Su delantera tiene un encanto especial, le sobra ingenio. Agüero y Forlán, Forlán y Agüero no son materia gris precisamente. A ellos, en gran medida, les debe Neptuno su dulce despertar.

Atlético de Madrid: De Gea; Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López; Reyes (Salvio, m. 77), Assunção, Raúl García, Simão (Jurado, m. 67); Agüero (Valera, m. 117) y Forlán. No utilizados:Joel; Juanito, Valera, Cabrera y Camacho.

Fulham: Schwarzer; Baird, Hughes, Hangeland, Koncheskhy; Duff (Nevland, m. 83), Etuhu, Murphy, Davies; Zamora (Dempsey, m. 54) y Gera. No utilizados:Zuberbühler; Pantsil, Dikgacoi, Riise y Greening.

Goles: 1-0. M. 31. Forlán remata un pase de Agüero. 1-1. M. 36. Davies, desde el segundo palo tras un centro de Gera. M. 116. Forlán, otra vez a pase del Kun.

Árbitro: Nicola Rizzoli (ITA). Amonestó a Hangeland, Salvio, Raúl García y Forlán.

57.000 espectadores en el Hamburgo Arena.

Visto el cartel, el linaje respaldaba al Atlético, que alguna vez tuvo otro rango . Nada comparable al desierto del Fulham: 131 años de vida a la espera de una final, de cualquier final. Su primer asalto le había costado 18 partidos y un tour de miles y miles de kilómetros desde su estreno en la competición el pasado 30 de julio. Historias al margen, en el presente el gran desequilibrio entre ambos lo marcan dos prodigiosos delanteros rojiblancos. El Atlético, con una plantilla corta y un curso maratoniano, cuelga del Kun, un pícaro con cara de dibujo animado, y Forlán, gol puro forrado de abdominales. El Fulham no está en la burguesía del fútbol británico, no hay estrellas en su firmamento. Su fortaleza es el colectivo, su espíritu gregario: le mueve Murphy, percute Zamora y amenaza Gera, que apunta al mejor jugador producido por Hungría en décadas. Es un equipo muy ortodoxo, nada cosmético, pero toca dos teclas y las sabe tocar. Ante el mayor repertorio futbolístico del Atlético, que siempre tuvo más cerca el podio, ofreció respuestas y apretó la mandíbula.

Es costumbre que las finales despeguen al ralentí. Todos quieren saber de qué va el adversario, el tanteo es inevitable. La cita de Hamburgo no fue una excepción. Anudado como estaba el partido, sólo podía descorcharse con una trenza de Agüero y Forlán, la etiqueta del mejor Atlético, o una embestida de Bobby Zamora, el sabueso del Fulham, que, renqueante, aguantó una hora. Y así fue por ambas partes. A un eslalon de Reyes respondió el Kun con un tiro dislocado, al que estuvo atento el ariete uruguayo, tantas veces sostén de los suyos. No faltó a la gran cita. La ventaja madrileña era consecuencia de la facilidad de sus atacantes para desestabilizar el débil dique defensivo inglés, con dos centrales poco sutiles como el gigantón Hagenland y Hughes. El Kun y su socio charrúa les sacaban de rueda con una facilidad pasmosa. El poste derecho de Schwarzer ya había escupido un zurdazo de Forlán antes de que hiciera diana. El portero australiano también había sido exigido en un lanzamiento picante de falta de Reyes.

No había novedad en el despliegue de uno y otro equipo, que van justos de fútbol. Donde el Atlético buscaba a sus pretorianos, el Fulham descargaba el juego de forma machacona sobre Zamora, un pívot que maneja muy bien su carrocería. Mejor anclado por Domínguez, para Perea, más liviano, fue una cruz. Como era previsible, por esa vía llegó el empate inglés. Zamora hizo descarrillar al central colombiano, que se empotró en el suelo tras un cuerpo a cuerpo, y la jugada derivó hacia Gera. El centro de éste, tras un desvío desafortunado de Assunçao con la coronilla, cayó a pies de Davies, a un palmo de la línea de gol. De Gea estaba sentenciado.

A falta de centrocampistas, al Atlético le cuesta gobernar el juego. Los laterales no son profundos, Assunçao tira de pico y pala, Raúl García no tiene peso y Simao y Reyes son delanteros desde las orillas. Juegan en una dirección y a la máxima velocidad posible. Sin tránsito, al Atlético no le queda otra que tirar los dados cerca del área rival. Por esa periferia, Agüero y Forlán le dan otra jerarquía. Su despliegue en la final fue extraordinario. Quique Sánchez Flores les dio todo el auxilio posible. Fundidos Reyes y Simao, les escoltó con Jurado y Salvio. No hay más.

El mayor empuje final del conjunto español llegó también propiciado por la retirada de Zamora, lesionado los días previos. No es que sea un estilista o tenga dotes para el Bolshoi, pero él es el guión del Fulham. Dempsey, su relevo, el estadounidense que despachó a España en la última Copa Confederaciones, tiene menos gancho. Así, el Atlético se fue a la prórroga desde el área de Schwarzer. Tras diez meses de competición, la primera Liga Europa aún tenía cuerda. Ahí la tuvo el Kun tras otra magnífica jugada de Forlán. Otra evidencia del mayor empeño ofensivo colchonero. En las prórrogas los depósitos se secan. A Forlán, no. Agüero, cómo no, le encontró de nuevo. Esta vez no fue casual como en el primer gol. La maravillosa espuela del uruguayo cuando faltaba un suspiro para los penaltis devolvió al Atlético a la cima. Gloria para Neptuno, tanto tiempo con telarañas.

http://www.elpais.com/articulo/deportes/Atletico/despierta/Neptuno/elpepudep/20100512elpepudep_26/Tes

Simplemente Forlán

El delantero del Atlético, rematador por naturaleza, consigue dos goles y el triunfo en la primera final de su carrera

JOSÉ MARCOS - Hamburgo - 13/05/2010

Diego Forlán asomó en Hamburgo con el pelo revuelto y los cascos del iPod acoplados en lo más profundo de los tímpanos. Desde el primer momento, el matador del Atlético fue muy consciente de la misión que lideraba.

La responsabilidad de los goles era cosa de Forlán . Lo había reconocido hasta Agüero, su compañero de danza. El doble Bota de Oro, dos premios de muchos lingotes que reconocen los dos fusiles que tiene por piernas, firmó anoche una de las mejores faenas que se le recuerdan. "Es tan voraz... Me recuerda a cuando era joven, a cuando el gol era mi única obsesión. Forlán es como yo", le vanagloriaba hace unos días Enzo Francescoli en la tarima del Calderón. Por lo que más perplejo estaba El Príncipe, uruguayo como Forlán, como él de Montevideo, era por la puesta a punto del goleador, siempre de menos a más: "Diego hiberna en las primeras vueltas y sale rugiendo de la cueva en las segundas, que es cuando se juegan los títulos. Quizás lo hace inconscientemente, quizás se administra como hacemos todos cuando pasan los años, no lo sé... Lo que sí sé es que lo hace de maravilla".

El Cachabacha, el sobrenombre que acompaña a Forlán en el vestuario -"Yo le llamo Diegol, es más lindo y le define mejor", protesta el Kun- dio la razón a su precursor. Aunque no hacía falta, el ambientazo del Hamburgo Arena le desperezó. Despertó sus instintos más primarios. Los más salvajes. "Por Dios, que ganen al Fulham, si no estará insoportable, no podremos entrar en casa", rogaba Pablo, su padre. El hijo permanecía ajeno a la conversación. La final estaba a punto de comenzar y Forlán no apartaba la vista del suelo, del cielo, con la vista perdida. Los demás componentes del Atlético estaban en corrillo, dándose palmadas y gritos de ánimo mientras el charrúa parecía una estatua de Buda meditando. Casi contra su voluntad, abandonó su postura de depredador solitario y se unió al cónclave.

Su aportación fue muchísimo más intensa y extensa en cuanto Nicola Rizzoli pitó. Era la señal que Forlán llevaba esperando toda una vida. Por fin disputaba su primera final. No lo pareció. Sus desmarques metieron en más de un berenjenal a Hangeland. Los intercambios de posición con Agüero, buscando la espalda de Hughes pusieron al otro central del Fulham de los nervios. A los 12 minutos, el delantero de rizos dorados lanzó su primer zarpazo: Agüero recuperó el balón con el cuadro de Hogdson al contrapié y asistió en diagonal a Forlán que, tras un control sutil, remató cruzado al palo largo. Diez minutos después enganchó una pelota suelta al borde del área y no se lo pensó dos veces, aunque la envió alta.

El Atlético mandaba pero no llegaba el premio. Hasta que Diegol fue a buscarlo. En una jugada que reunió a los cuatro fantásticos del Manzanares, Reyes la puso por la derecha, Simão tocó la bola, Agüero chutó con la izquierda y le salió una asistencia perfecta para que Forlán fusilase. La celebración le llevó al éxtasis, con la mejor banda sonora de fondo posible. "¡U-ru-gua-yo! ¡U-ru-gua-yo! ¡U-ru-gua-yo!" celebró el fondo que reunía a la hinchada. El gol de Davies sólo le concedió seis minutos de gloria.

El Fulham no quería serla cenicienta. Los otros tres remates que le permitió no llevaban veneno. Pero Forlán no cejó en el empeño. La entrada de Jurado le dio más vuelo. Y la prórroga, la segunda en 15 días, le devolvió al disparadero. Con 100 minutos en los gemelos buscó las cosquillas de Schwarzer en un remate lateral que hizo suspirar de terror a unos y de desesperación a otros. A punto de concluir la primera parte del tiempo añadido, se inventó una jugada de fábula, yéndose de tres contrarios y dejando el gol en las botas del Kun, primero, y después de Salvio. El esférico pegó por fuera de la red por más que la gente del Atlético lo gritara dentro. La falta de puntería no arredró a Forlán. Siguió a lo suyo. Ujfalusi terminó una galopada por la banda con un envío atrás que el nueve rojiblanco mandó por encima del larguero. No importó. Quedaba lo mejor.

Un centro del Kun lo mandó a la red con la espuela. Schwarzer, que era el portero del Middlesbrough en la final de 2006, hincó la rodilla derrotado. El Sevilla le endosó entonces cuatro goles como cuatro soles. Luis Fabiano, Maresca y Kanouté convirtieron el Philips Stadion de Eindhoven en una tortura para el australiano. Desde anoche, Forlán es su nueva pesadilla.

http://www.elpais.com/articulo/deportes/Simplemente/Forlan/elpepudep/20100512elpepudep_29/Tes

Ariete largo, delantero chico

Zamora y Agüero definen las únicas vías de ataque y los diferentes estilos de juego

JORDI QUIXANO 13/05/2010

Los centrocampistas, toque y pausa, definen por norma general el estilo de juego de un equipo. En Hamburgo , sin embargo, fueron los delanteros los que condicionaron el planteamiento, los que guiaron el modus operandi para alcanzar las áreas. Despreocupado por la imagen, el Fulham tiró de pragmatismo y jugó recatado. De robar el cuero, atendió a la envergadura de Zamora. Balonazo y Dios proveerá. El Atlético jugó a otra cosa. Menudo y habilidoso, Agüero demanda la pelota al pie. Balones interiores precedidos de movimientos de entre líneas. Ambas armas fueron provechosas.

De Gea.
No acusó la falta de experiencia y transmitió seguridad para atemperar los nervios de su zaga. Tiene una aspiradora por guantes. Al primer disparo de Davies respondió con un blocaje. Al segundo, encajó el gol. No tuvo, en cualquier caso, mucho trabajo.

Schwarzer.
Pésimo con los pies hasta el punto de que su zaga nunca se apoyó en él con la pelota controlada. Pero buen cerrojo bajo los palos. No le temblaron las manoplas en los disparos lejanos y nada pudo hacer ante los disparos de Forlán.

Ujfalusi
y Antonio López. En el primer acto fueron insulsos en la ofensiva, laterales atados a su parcela. No les pillaron las espaldas pero palidecieron cuando Zamora se dejó caer a su costado. A la que se desataron -segundo acto-, Antonio López conectó dos disparos y Ujfalusi sacó centros sin rematador. Pero generó muchos huecos a sus espaldas que a punto estuvieron de costar un susto definitivo.

Hughes y Hangeland.Limitados en el apartado técnico y temblorosos ante la presión adversaria, se remitieron a los pelotazos dirigidos a la boya Zamora. Perdieron infinidad de pelotas y, lentos en la corrección, fracasaron a la hora de frenar al Kun.

Perea y Domínguez.Otro fiasco en la salida de la pelota. Sobre todo Perea, que ni siquiera pudo conectar con la siguiente línea. Rápidos en las ayudas, desdibujaron las prolongaciones. Pero sufrieron horrores para detener a Zamora, que les ganó en el apartado aéreo y les descolocó en la jugada del gol.

Raúl García.
Valiente y listo a la hora de leer el encuentro. No sólo fue el primero en rematar a puerta y se hartó a robar balones en la anticipación, sino que cuando tuvo el cuero, buscó los desmarques de Agüero.

Duff.
Ha perdido efervescencia en su juego y la rapidez en las piernas, por lo que se pierde en los regates. Cuando lo hizo simple, su equipo lo agradeció. Duró poco.

Reyes.
Dio amplitud al juego, pegado a la derecha para trazar diagonales o soltar pases interiores. Peligroso cuando se anudó la pelota a la bota, cuando se arrancó en carreras. Inició la jugada del gol de Forlán.

Simão.
No aportó nada porque no se ofreció. Al ser sustituido, puso mala cara al técnico.

Davies.
Habilidoso en el desmarque y oportunista en el remate, soltó un latigazo que a punto estuvo de sorprender a De Gea. Luego no perdonó.

Jurado
y Salvio. Salieron como revulsivos. Jurado buscó los pasillos interiores con asistencias pero se encontró con un Kun demasiado cansado. Se fajó y siempre pidió protagonismo. Y Salvio, horchata en vez de sangre, no sumó en absoluto, por más que de vez en cuando sacara algún centro. Infructuosos.

Gera
, Dempsey y Nevland.El primero resultó la única alternativa a Zamora porque se movió de forma punzante por la zona de tres cuartos y abrió espacios. Probó un disparo acrobático que chocó con las nubes. Dempsey y Nevland, de ideas fijas, actuaron de Zamora y chutaron toda pelota que engancharon. Se toparon, en cualquier caso, con los guantes de De Gea.

Zamora. Referente y desatascador para el juego directo del Fulham. Una auténtica aduana que recibió tantos balones como patadas. Braceó, jugó de espaldas a portería y se enroscó las piernas a la hora de girarse. Se inventó el gol con un desmarque y un regate. Duda hasta última hora -molestias en el tendón de Aquiles-, lo cambiaron antes de tiempo y dejó huérfano y renqueante de ataque a los Cottagers .

Agüero.
Foco de luz para el Atlético y frontera obligada en la construcción. Sus desequilibrantes movimientos de entre líneas aclararon el frente de ataque. Provocador con la pelota controlada -buscó con persistencia las kilométricas y pesadas piernas de Hangeland-, vertical y sin miedo a conducir, encaró con descaro y desgajó las cinturas rivales. Recibió de Reyes, esperó que el central de turno le saliera al paso y cedió el gol a Forlán. Ya en la prórroga, forzado, falló un remate en boca de gol. Pero se inventó de nuevo una jugada que bien valió el segundo gol de Forlán, el triunfo del Atlético.

http://www.elpais.com/articulo/deportes/Ariete/largo/delantero/chico/elpepudep/20100513elpepudep_2/Tes


Tenía que ser así

DAVID TRUEBA 13/05/2010
 
La broma con los amigos del Atlético en estos días era: oye, ¿cuál es la fuente donde ir a celebrarlo? Porque pasan décadas entre triunfo y triunfo. Y se te han hecho mayores los niños que no tenías cuando el doblete. Y se te ha muerto el padre con el que celebraste la Intercontinental. Pero aquí estamos, en el año en el que el Real Madrid y el Barcelona pelean a dentelladas por la vulgar Liga, nosotros comiéndonos Europa y a tiro de dos títulos.

Que el Fulham iba a ser un enemigo complicado lo sabíamos desde el principio. Sobre todo porque no tenía ningún pedigrí europeo y eso es anticlimático. El morbo está en eliminar al Liverpool. Pero si Al Fayed había vendido los almacenes Harrods la semana pasada a un ministro de Qatar, ya debíamos haber sospechado que el pelotazo era posible. Ahora sólo le queda vender el equipo y dedicar el rato a los nietos.

Tenía que ser así. Ganar así. Jugando pésimo. Frente a un equipo espeso, que metió un gol en lo que fue un rapto de inspiración. Pero al otro lado el Atlético tuvo claro cuáles eran sus armas. Y los dos goles tuvieron algo de repetido, aunque con casi cien minutos de por medio. Qué paciencia. Pero si algo le sobra al aficionado del Atlético de Madrid es la paciencia.

En el primer gol, el pase en profundidad lo tuvo que dar un defensa rival, luego Agüero chutó en semifallo y Forlán coronó la jugada con ese instinto depredador y polivalente, que le convirtió en Bota de Oro el año pasado. En el segundo y definitivo, Agüero salvó un balón en la raya de fondo y obtuvo petróleo en la combinación con Forlán y el defensa desesperado al rechazo.

Tenía que ser así, casi llorando, arrastrándose. Basado en la pareja letal. Esos dos delanteros que convierten en balones peligrosos cualquier sandía que les llega del aire.

En el año de la crisis, el equipo de la crisis no podía faltar a su cita impuntual con los corazones rotos, con las familias arruinadas, con los parados y toda esa patulea de gente que disfrutó de una noche excepcional bañada en un fútbol ramplón.

En el Atlético los accidentes son la mejor virtud. Y empezamos la temporada con el fichaje rutilante del mejor portero revelación y después de partirle el alma, la autoestima y la rodilla, nos encontramos con De Gea, un chaval descarado que junto a Domínguez empiezan a apuntar que hay cantera atlética en manos de Amorrortu después de los años penosos tras el gilililazo que la cerró.

Estábamos preparando la lotería de los penaltis, confiados en que a un portero vestido de naranja de los pies a la cabeza sólo le podría marcar un gol algún rencoroso con el reparto del butano, cuando llegó el milagro, el accidente, el esfuerzo final. Y otra vez Forlán se arrancó la camiseta y el árbitro le mostró la tarjeta más protestada por la hinchada femenina.

Y Enrique Collar cantaba desafinado el himno del Aleti en la transmisión de la tele, porque ese himno hay que cantarlo desafinado. Y en el partido desafinado pudimos ganar un trofeo que ni siquiera sabemos muy bien cómo se llama. Es igual. El hambre de títulos estuvo a punto de paralizarnos, en un equipo poblado de jugadores que esperaban con ansia la reivindicación. La eliminatoria del Liverpool había devuelto la autoestima a este equipo agónico. La grandeza volvía a resonar tras un año esquizofrénico donde nada bueno duraba 15 días y al desastre lo coronaba siempre un arañazo de éxito. El Atlético deja magullado a su aficionado. Te da un masaje a pellizcos, a pisotones. Pero finalmente tocaba ganar.

Y aunque no nos lo creamos ni nosotros mismos, en una semana tenemos otra final. Frente a un rival conocido y temido, pero crecidos como nunca. Todo es posible. Soñaremos más fuerte.

http://www.elpais.com/articulo/deportes/Tenia/ser/elpepudep/20100513elpepudep_1/Tes

Marca

 

EL ATLÉTICO SE CORONA CAMPEÓN DE LA EUROPA LEAGUE CON UN DOBLETE DE FORLÁN (2-1)
Los grandes siempre vuelven

· Forlán, héroe del equipo durante toda la competición, aparece también en la final para hacer un doblete y dar el título en el minuto 116

· Sensacional partido de Domínguez y aparición decisiva de De Gea · El Atlético vuelve a sonreir

MANUEL MALAGÓN 12/05/10 - 23:20.

La historia del Atlético de Madrid siempre la escribieron jugadores como Forlán, goleadores y competidores en estado puro, o como Agüero, genios capaces de sacar peligro de un balón perdido, o como Domínguez y De Gea, gente de la casa que sacan lo mejor en los partidos más trascendentales. Gracias a ellos, y también a otros, el Atlético vuelve a sonreir y a colocar su nombre en Europa. Ganó al Fulham (2-1) en la final de la Europa League con un doblete del uruguayo, el segundo tras una gran jugada de Agüero, y con un partido soberbio de sus dos canteranos, que sostuvieron al equipo en los peores momentos.

La cantera tuvo un peso clave en el triunfo: De Gea hizo una parada salvadora y Domínguez sostuvo al equipo en los peores momentos

Mucho se ha escrito en los últimos años de la condición de 'Pupas' del Atlético. En Hamburgo se demostró que de eso, nada de nada. El Atlético siempre ha sido un club ganador y con la suerte necesaria, como corresponde a los ganadores. Porque el Atlético ha buscando esa suerte a lo largo de toda la competición y la ha encontrado. La tuvo en Liverpool y la tuvo en la final, frente al Fulham, cuando más raro estaba el partido, cuando el Atlético empezaba a ver los fantasmas de sus anteriores finales. Ahí apareció Agüero para pelear un balón que se perdía, con plomo en las piernas tras casi 120 minutos de pegarse con Hangeland y Hughes. Midió a este último y centró al corazón del área, donde Forlán remató como pudo, no fue el mejor remate de su vida, pero el balón superó a Schwarzer. El gol, y el peregrinar del Atlético durante toda la competición, ha tenido de todo menos de 'pupas'. Ese calificativo es para otro, no para el Atlético.

La final fue como se preveía, con tensión, con nervios. En los primeros minutos el balón no pasó por ningún centrocampista, el Fulham buscaba a Zamora y el Atlético a Forlán y Agüero, los dos de forma directa, y ahí el equipo inglés es mejor. Hasta que no apareció Agüero para bajar el balón y sembrar el terror en la defensa del Fulham, el Atlético no mostró su superioridad. El argentino hizo dos jugadas antológicas, con recortes marcas de la casa, demostrando que por abajo los delanteros rojiblancos eran muy superiores. Cada vez que caían a banda Forlán y Agüero y los centrales del Fulham salían de su sitio, el Atlético tenía superioridad.

El gol del Atlético llegó en la primera aparición de Reyes en el partido, y casi la única. El sevillano desbordó por la derecha y puso un buen balón a Simao, el portugués la tocó en la frontal, Agüero chutó y el disparo del argentino se convirtió en el mejor pase posible para Forlán, que acudió como hacen los goleadores. Le bastó un solo toque, tac, para superar a Schwarzer. La final estaba encarrilada, lo más difícil estaba hecho, pero al Atlético no le gustan las cosas fáciles. Poco después, Perea se enredó, Bobby Zamora le hizo un nudo y Davies terminó marcando de volea tras un pase de Gera dentro del área. Sí, había que sufrir.

El nombre de Forlán, decisivo contra Galatasaray, Valencia, Liverpool y también en la final, ya está con letras de oro en la historia rojiblanca

Desde ese gol hasta el descanso, el Atlético tuvo sus mejores minutos. Encerró al Fulham y jugó con coraje y atrevimiento, como pidió Quique en la previa. El equipo inglés estuvo a punto de sacar la bandera blanca, pero Schwarzer le mantuvo en pie. El meta le sacó un buen disparo a Forlán. En el segundo acto, el Atlético salió con la caraja y el Fulham dio un paso adelante, como si se lo hubiera creido tras el gol de Davies. Pasó un mal rato el Atlético y De Gea tuvo que acudir un par de veces al rescate, en una salida a los pies de Gera y en un disparo de Davies. En esas, Hodgson retiró a Zamora y el Atlético respiró. El fuerte delantero inglés metió en problemas a Perea y el Fulham creció a su alrededor. Sus molestias fueron un alivio.

A partir de ahí, el partido fue la típica final en la que hay más miedo a perder que otra cosa. Ninguno de los dos equipos quiso destaparse con cambios ofensivos, primaba más guardar la ropa. Quique quitó a Reyes y Simao y Hodgson a Duff. Eso sí, de quitar a Assunçao, Raúl García, Murphy o Etuhu ni hablar. El Atlético no estaba del todo cómodo. Aunque los disparos con mayor veneno eran suyos, no mostraba la superioridad que se le suponía, o no al menos como le gustaría demostrarla.

El choque se fue a la prórroga, con los equipos tiesos por el estado físico, en especial el Atlético. Alguno se acordó de la prórroga del 74, de aquel gol de Schwarzenbeck, el gol más triste que jamás ha encajado el Atlético. Otros preferían quedarse con la de Liverpool de hace apenas quince días. Las figuras estaban reventadas, pero acudieron al rescate. Al final de la primera parte del tiempo extra, Salvio y Agüero no acertaron a un palmo de la portería tras una buena jugada de Forlán. El premio lo encontró el Atlético muy al final, cuando ya se pensaba más en los guantes salvadores de De Gea en los penaltis. La pelea de Agüero, su centro y el remate de Forlán ya está en la retina de todos los atléticos. De nuevo fue Forlán, el héroe de este equipo durante toda la competición. Su nombre ya está con letras de oro en la historia rojiblanca. Que Neptuno le bendiga.

http://www.marca.com/2010/05/12/futbol/europa_league/1273699223.html


¡Qué manera de ganar!

· El Atlético puso fin a 48 años de sequía europea y lo hizo a su manera

· Tocaba volver a ser un grande y había que hacerlo al estilo colchonero

RAMIRO ALDUNATE. Madrid 13/05/10 - 00:02.

Es la idiosincrasia de este equipo. Hasta cuando gana te hace sufrir. El Atlético puso fin a 48 años de sequía europea y lo hizo a su manera, con un gol en la recta final de la prórroga. Parecía escrito en el libro del destino. Tocaba volver a ser un grande y había que hacerlo al estilo colchonero.

Y es que la final sirvió para ver las dos caras que este conjunto nos ha enseñado durante toda la temporada. Por un lado se dejó ver ese equipazo capaz de pintarle la cara a cualquiera. Fue el que salió a morder en la primera parte y el que pudo resolver la final en 45 minutos.

Cuando muchos aficionados atléticos ya estaban recuperando el espíritu del 'Pupas', aparecieron Zipi y Zape

También se dejó ver Mr. Hyde en la segunda mitad del choque y en casi toda la prórroga. Ese equipo con problemas en defensa y demasiado empeñado en recurrir al patadón y el balón por alto para doblegar el Fulham.

Pero esta vez sería la versión buena la que acabaría triunfando. Cuando todo parecía llevarnos inevitablemente a los penaltis. Cuando muchos aficionados atléticos ya estaban recuperando el espíritu del 'Pupas', apareció la pareja de delanteros rojiblancos. El Kun, desfondado, peleó un balón en línea de fondo por el que nadie habría dado un duro, se sacó un centro al área y ahí apareció su pareja de baile, Diego Forlán, para acariciarla con el pie en una especie de tacón. El resto ya forma parte de la historia de oro del Atlético de Madrid.

Se acabó el maleficio rojiblanco. Se acabó lo de mirar con complejos al vecino. El Atlético ha vuelto por la puerta grande y encima tiene en una semana la posibilidad de ponerle el broche a una temporada inolvidable. De Gea, Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López, Assunçao, Raúl García, Reyes, Simao, Agüero y Forlán. Dentro de algún tiempo este once lucirá en las paredes de las habitaciones, de los talleres y de los bares de muchos rojiblancos. Estos chicos han hecho historia.

http://www.marca.com/2010/05/13/futbol/europa_league/1273701751.html

Sport

Forlán hace campeón al Atlético

El Atlético de Madrid se proclamó este miércoles campeón de la Europa League tras vencer al Fulham en la final gracias a dos goles de Diego Forlán, el segundo de ellos a cuatro minutos de que acabara la prórroga.

SPORT.ES/EFE

El conjunto colchonero tocó la gloria 48 años después de haber ganado su primer título europeo y 14 después de haber logrado el histórico 'doblete' de Liga y Copa.

Los de Quique Sánchez Flores se adelantaron en el marcador gracias a un tanto del artillero uruguayo a la media hora de juego. Forlán batió a Schwarzer de chut ajustado al poste tras un remate en semifallo de Agüero (1-0, 32'). La alegría le duró poco, ya que el conjunto británico empató cuatro minutos después por mediación de Davies (1-1, 36').

La tensión se mantuvo durante toda la segunda parte, aunque el gol del triunfo no llegó hasta el 116' cuando, de nuevo Forlán, remachó y logró el 2-1 en el 116', culminando un pase del 'Kun' Agüero.

Un partido para la historia

No importaron los pronósticos, que apuntaban al Atlético como ganador por su superior calidad, su presupuesto y su historia, entre otros asuntos. Era su quinta final continental, su duelo 212 en competiciones de las UEFA; el Fulham, con 33 choques europeos, se estrenaba en un encuentro de este tipo.

Pero el partido fue bien distinto, porque el conjunto británico, sin ningún título internacional ni nacional desde su fundación en 1879, disfruta de una realidad prometedora, basada en su colectivo, el mismo que le mantuvo invicto en Europa en los últimos cinco choques y que planteó un duelo muy exigente para el Atlético.

Nunca encontró el ritmo del choque, en un partido por momentos demasiado físico para los intereses del grupo dirigido por Quique Sánchez Flores, un encuentro con pocas ocasiones y menos fútbol durante los primeros 90 minutos, en los que todo lo relevante en ataque de los rojiblancos llegaba en acciones demasiado aisladas.

No necesitó mucho más para marcar. Avisó por medio del uruguayo Diego Forlán, con un tiro cruzado al poste; el argentino 'Kun' Agüero, con un par de acciones, y José Antonio Reyes, con un lanzamiento de falta, y marcó el 1-0 en un buen contragolpe, dirigido por Reyes y culminado por el charrúa en el minuto 32.

Del primero, con un auto-pase entre dos rivales y un quiebro para deshacerse de tres contrincantes, surgió el 1-0, que pasó por las botas del portugués Simao, en la otra banda; por las de Agüero, con un remate en semi-fallo, y finalmente por el toque sutil junto al poste de Forlán, sin opción de reacción para el portero Schwarzer.

Pero el Atlético dilapidó su renta en cinco minutos, del 32 al 37, cuando llegó el 1-1 del Fulham, un equipo que se mueve en ataque al ritmo de Bobby Zamora. Lo demostró en sus primeros acercamientos y lo confirmó con el empate, que comenzó en sus botas y que terminó, tras unos rechaces, un posterior centro y un despeje sin suerte del brasileño Assuncao, en el remate en el segundo palo de Simon Davies.

Final abierta, casi una hora por disputarse, mucho equilibrio sobre el césped, pese a los intentos ofensivos de Forlán y Simao en el tramo final de la primera parte, y toque de atención para el Atlético, mucho menos favorito que antes del inicio del choque, anulado en ataque por su contrincante y encomendado a su talento individual para desatascar un partido cada vez más inquietante.

Así sobrevivió al intento dentro del área de Simon Davies, al que respondió David de Gea con una mano salvadora, en los peores momentos del conjunto rojiblanco, desconectado, sin ocasiones, sin dominio e, instantes después, con cambios en su equipo, Jurado por Simao, primero, y el argentino Eduardo Salvio por Reyes, después.

El paso de los minutos reactivó al Atlético, obligado a demostrar algo más para llevarse la final, condenada a una prórroga tensa -pese al empeño rojiblanco, ya lanzado al ataque, por evitarlo-, a jugar media hora definitiva, sin margen de error, con todo un título europeo para el vencedor y sin consolación para el perdedor.

Y Forlán y Agüero nunca quieren perder. Entre los dos se asociaron en el minuto 115, cuando el partido tenía pinta de tanda de penaltis para devolver al Atlético a la cima europea, 48 después de su anterior título continental, en la Recopa del 62, al sitio que le corresponde por historia al club rojiblanco.

http://www.sport.es/default.asp?idpublicacio_PK=44&idioma=CAS&idnoticia_PK=713213&idseccio_PK=805

 

Publicado may 13 2010, 08:10 por SDHEditor
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