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Final Copa del Rey. Revista de prensa

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Esa ley no escrita

Como en "Los Inmortales", sólo podía quedar uno. Y quedó en pie el Sevilla, que tuvo todo el acierto y la puntería que se le negó al Atlético de Madrid. El equipo del Ayatollah Del Nido golpeó primero con un disparo potente de Capel que venció a De Gea. De ahí en adelante, el partido tuvo dos protagonistas bien diferenciados. El que había marcado antes apostó todo a una carta: Se olvidó de jugar y guardó su renta. El rival, que había encajado el tanto, se vio forzado. Buscó su suerte desde la izquierda, la derecha y el centro, con tanta garra como escaso acierto. El Sevilla, con gol a favor y la calculadora en la mano, echó el freno de mano. El equipo de Quique, mucha furia y poco tino, cercó el arco de Palop sin desmayo. En el primer acto, pim (Forlán y para Palop), pam (Squillaci saca a puerta vacía), pum (fuera Kun). Con la frente marchita, el Atlético se fue a vestuarios maldiciendo. El Sevilla, viento en popa a toda vela, supo entonces que debía trabar el partido y dejar pasar el tiempo. Sin prisa pero sin pausa, el Atlético volvió a la tarea. Palop, ese portero al que le pierden las formas, estuvo siempre en el sitio adecuado en el momento justo. Amargó a Tiago, a Reyes, a Kun y a Forlán, y dejó entrever las miserias del Atlético. La people de QSF, siempre pura dinamita, tenía la pólvora mojada. Con el empate planeando sobre la cabeza de Álvarez, esa jirafa de ébano llamada Kanouté recepcionó de espaldas, armó un taconazo de lujo y Negredo, en la final por el enredo del Comité de Competición de Alfredo Flórez, topó con De Gea. Era el segundo aviso del Sevilla. El tercero y definitivo llegó cuando el Atlético, a la desesperada, lanzó su último arreón. Palop, siempre Palop, resistió el bombardeo. Con la adrenalina a tope y la Copa esfumándose entre los dedos, el Atlético caminó sobre el alambre. En el alargue, rapiñador, el Sevilla ajustició. Navas, un duende eléctrico, arrancó con una cabalgada todo voltios. Rompió a Domínguez por piernas, quebró a De Gea en su salida desesperada y a puerta vacía, exhausto, apuntilló al Atlético con un disparo que llegó a rozar el propio Domínguez, roto por el esfuerzo. "Sombrerazo" para Navas, una navaja de Despeñaperros que dejó su huella en el corazón del Atlético.

El Atlético, castigado por su propia falta de puntería, fue subcampeón. No tuvo nada que maldecir porque lo entregó todo. Puede que los "papistas" y "pupistas" salgan del armario, pero al Atlético no le condenó el destino, sino su falta de precisión en los metros finales. En su día, el 3-0 copero de Huelva detonó la ira del colchonero de a pie. Quique abrió la caja de las galletas y entonces pilló hasta Maria Fontaneda. QSF purgó entre los pesos pesados, habló de que algunos debían "replantearse su profesión" y anunció medidas drásticas. El enfermo curó a sustos, el matasanos Flores revolucionó el once, apostó por la cantera, habló de dignidad y alcanzó recompensa a su liderazgo. Quizá por eso, la mejor afición de España, la del Atlético, no tuvo ni un solo reproche para sus jugadores. Kun lloró, Forlán quedó abatido y Reyes no pudo creer lo que vio. El público del Atlético, entregado, coreó a todos sus héroes. El Atlético, que pasó de la pesadilla del descenso a soñar con el doblete, se quedó con un título. Otros no pueden presumir de eso.

En el bando del ganador, confeti, alegrías y liberación. El Sevilla, desangrado por la guerra civil entre los partidarios y los detractores de Manolo Jiménez, se abrió camino hasta la final cobrándose una víctima inesperada, el Barça de las seis Copas. La troupe de Guardiola hincó la rodilla a pesar de su exhibición de fútbol, pero entre un Palop homérico y un equipo todo practicidad, Josep María Del Niu tuvo la Copa, otra vez, en su punto de mira. Y como el equipo de Don José María es de esos que no dejan pasar la oportunidad cuando se les presenta, el Sevilla de Antonio Álvarez aplicó su jarabe de palo al Atlético. Tal y como hiciera ante el Barça, fue práctico, tenaz, vivió del error ajeno y liquidó el partido con tanta grandeza como fortuna. Lo hizo con dos navajazos de Capel y Navas, dos chavales de la cantera. Y por supuesto, con un portero descomunal, capaz de desquiciar a cualquier rival, Andrés Palop.

El mismo día que Villa fichó por el Barça, que el Madrid aplazó el despido de Pellegrini, que Manzano se marchó del Mallorca porque la bancarrota no paga su ficha y que Clemente disparó el precio del pan al hablar de la AFE, el Sevilla alzó otra vez la Copa del Rey. Del Nido se pegó la fiesta padre con su sombrero. El Kun lloró de rabia, Palop de felicidad y el mundo se emocionó con el homenaje a Antonio Puerta. El Sevilla, con justicia, levantó la Copa del Rey. El Atlético, todo entrega, acabó con el corazón "partío". Su afición, que agota los calificativos, elevó a su equipo al título de campeón moral de la final. El campeón legítimo, el Sevilla, cumplió esa ley no escrita que se ha hecho famosa a base de ser invocada a lo largo de la historia: Las finales no se juegan, se ganan.

Rubén Uría / Eurosport

El Mundo

Campeón de la pasión

Miguel A. Herguedas | Madrid

No fue una final, sino un laberinto de pasiones. En un Camp Nou prendido por un ambientazo de mil demonios alzó el Sevilla el quinto título de Copa de su historia, con fútbol y piernas veloces, con orden y también con patadas (2-0). Marcaron sus dos extremos, Capel y Navas, almas que llevó el diablo para castigar el empeño atlético, al que se le rompió en trizas el sueño del doblete. Porque fue Palop, con Antonio Puerta en la memoria, quien recibió el trofeo de manos del Príncipe. [Narración]

Crujió el Camp Nou, con dos hinchadas irreconciliables, 80.000 tipos a todo pulmón. Ese feroz aliento se trasladó al césped, donde Sevilla y Atlético se emplearon a ritmo brutal, a tumba abierta desde el silbido de Mejuto. Los andaluces, con las ideas más claras, se pusieron en ventaja en sólo cuatro minutos. El Atlético, cargado de optimismo por sus éxitos recientes, superó los envites del destino, se levantó tras las patadas y nunca se sintió inferior.

Y eso que el Sevilla hizo casi de todo para sacarle del partido. Primero, con las aceleraciones de Navas y Capel, por la derecha y por la izquierda. Luego, con una trepidante persecución sobre Agüero y Reyes, por lo civil y por lo criminal. Dos argumentos de sobra conocidos en Nervión desde hace una década. Y es que Antonio Álvarez, novato en la elite, no pudo ofrecer una receta menos novedosa. Quizá el fútbol sea más sencillo de lo que algunos se empeñan.

Que se lo pregunten si no a Quique, que montó el mismo equipo de siempre, el que ha devuelto la ilusión a Neptuno después de tanta angustia. Y tampoco vayan con demasiadas cantinelas a Ujfalusi o Luna, de oficio laterales, uno veterano y otro novel, ambos brillantes en su cometido. El checo se hartó de subir por la derecha, sobre todo en los peores ratos rojiblancos. El canterano, sustituto de urgencia del lesionado Adriano, se doctoró ante Agüero y Reyes, sin cuartel en la marca, duro y efectivo.
Sin Reyes, sin chispa

Y es que al Atlético pronto le quedó claro que aquello no era Hamburgo y enfrente había algo más que el Fulham. El Sevilla liberaba adrenalina, llevaba el partido a lo emotivo, donde siempre nadó a favor de corriente. Renato y Zokora, en el centro, otorgaban oxígeno y criterio. Con ellos al mando, los andaluces gobernaron la media hora inicial. Luego llegó el estéril monólogo rojiblanco.

Lo intentó el Atlético por todos los conductos, con fe y sin demasiado fútbol. Le pesó la mala noche de Agüero y Forlán, su pareja de ídolos. Domínguez, un títán ante el Fulham, resbaló dos veces antes del primer cuarto de hora. Como el tembloroso Perea, tan espléndido como de costumbre para regalar un gol en el minuto 25 a Squillaci.

Tiago trataba de encauzar la situación, pero no encontraba socios ni en Simao ni en Reyes, que apenas olisqueó alguna opción por la derecha. Aun así, se las ingenió el Atlético para poner en aprietos a Palop. De hecho, pudo empatar en el minuto 10 en una doble ocasión que sacó bajo palos Squillaci. Y rondó el empate en el cierre del primer acto, con un remate pifiado de Forlán, una gran mano de Palop también ante el Cacha y un cabezazo fuera de Agüero con toda la portería para sí.
El fallo de Negredo

La pausa truncó el despertar colchonero y cargó de razones al Sevilla en su propuesta racial. No hubo reparos para tirar abajo a Agüero o para reiterar las faltas tácticas en la medular. Se le vino el mundo encima al Atlético, salvado por De Gea en el minuto 58, cuando conectaron por primera vez Kanouté y Negredo. El vallecano, torpe con la derecha, dejó su sitió un ratito después a Romaric.

Había que reforzar las barricadas y no le tembló el pulso a Álvarez. También le convenía al Sevilla la polémica. Y de eso se encargó Cristóbal Soria, su famoso delegado, que vio la roja tras un alboroto en la banda. Perea hizo volar por los aires a Capel y la final se enfangó en el bochorno. El caso es que el reloj se paró casi cinco minutos y eso vino de cine al Sevilla.

Apenas inquietó desde entonces el Atlético, con el único recurso de los balones aéreos, detectados con mejor o peor fortuna por Palop. Zokora, por si fuera poco, se hizo presente en cada pelea y no hubo noticias de nada más. Bueno, en el descuento llegó el gol de Navas, un acelerón para quitarse el sombrero. Ese que José María del Nido llevaba paseando por el Camp Nou desde la eliminatoria de octavos ante el Barcelona.

http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2010/05/19/futbol/1274286109.html

El País

Ganó el serio, cayó el alegre

Un Sevilla muy fiable conquista el título ante un Atlético ilusionado pero sin aire

RAMON BESA - Barcelona - 19/05/2010

El equipo más fiable, y puede que también más experto y aburrido, ganó una final de Copa que comenzó de manera muy divertida y acabó como el rosario de la aurora por un calentón muy repetido en situaciones extremas: Capel se cayó ante la entrada de Perea, que anticipó fuerte y bien, y se armó la de Dios es Cristo. Hubo más que zarandeos, salieron los suplentes del Sevilla y hasta pareció que Agüero agarraba a más de uno por el pescuezo. El árbitro solucionó el altercado con el correspondiente fuera de banda y ahí se acabo el lío y se desbravó el Atlético, falto de aire, que no de ilusión y de fútbol. La jugada subrayó, en cualquier caso, la intensidad y emoción que siempre ha tenido la Copa, también cuando el cartel es inédito.

La trayectoria avalaba al Sevilla y suyo fue el trofeo, después de su victoria en el Camp Nou, el mismo escenario en el que edificó su triunfo final después de ganar en octavos al campeón Barcelona. Aquella noche marcó Capel, un chico que pasó por la Masia, y ayer volvió a resolver el extremo andaluz, protagonista para lo bueno y para lo malo. Al Atlético de nada le sirvió ser más jovial y juguetón, más futbolero. No pudo repetir el doblete soñado de los noventa. Le dio mil vueltas al partido y no encontró la portería frente a un rival que asumió la condición de favorito otorgada por su presidente hasta las últimas consecuencias. Aguantó el Sevilla en el campo y en el fondo norte, siempre en situación de inferioridad numérica, dispuesto a batirse como el campeón que siempre ha sido en los últimos años.

Ningún torneo provoca la movilización social de la Copa, ni hay competición que depare liturgias tan insopechadas, como muy bien se apreció ayer en el Camp Nou. El estadio del Barça, habitualmente sereno y tranquilo, más mágico que intimidador, expresión del barcelonismo y del catalanismo, apareció ruidoso y muy colorido, lúdico y festivo, salpicado de banderas españolas, pintado de rojo y blanco. Rugía la afición del Atlético, mayoritaria, y cantaba la del Sevilla, muy flamenca, tocada con el sombrero andaluz puesto de moda por su presidente, mientras en el palco que habitualmente preside Joan Laporta, declarado independentista, se escuchaba el himno de España, que sonó corto y rápido. El príncipe Felipe, aficionado del Atlético que ya estuvo en la final de la Liga Europa de Hamburgo, presidía la final por ausencia del Rey Juan Carlos, convaleciente de su intervención.

Los futbolistas se contagiaron del ambiente vertiginoso de los aficionados. La final tuvo un tono optimista, nada especulador ni angustioso, como pasa tantas veces, seguramente porque los dos equipos se sentían más aliviados que nunca después de cumplir sus objetivos: el Sevilla alcanzó la Champions en el tiempo añadido del último partido jugado en Almería y el Atlético ganó la Liga Europa la semana pasada. Así que se imponía un encuentro dinámico, de ida y vuelta, terreno abonado para las dos delanteras, por encima de las defensas. No habían pasado ni cuatro minutos y ya se habían contado tres ocasiones y un gol: Navas tiró, el balón dio en Domínguez y el rechace lo engatillo Capel con la zurda desde el balcón del área. También Ujfalusi tuvo el gol cantado por el Atlético y no atinó porque su triple remate solo encontró a zagueros del Sevilla.

Aunque le faltó continuidad en el juego, el Atlético siempre estuvo en el partido por su capacidad para protagonizar jugadas episódicas: dos muy interesantes, además de la de Ujfalusi, antes de llegar al descanso. Agüero se arrancaba de vez en cuando y no supo colar la pelota con la portería franca y Forlán, que seleccionaba sus esfuerzos, exigió en un remate muy difícil a Palop. Al Sevilla le redimieron entonces sus dos centrales, muy aplicados, y finalmente Palop, fallón en los centros laterales y, en cambio, solvente bajo palos. Las llegadas del Atlético fueron más cuantiosas que las del Sevilla, que solo pudo aumentar su renta en un remate de Squilaci después de un rechace con el culo de Perea.

El descanso no alteró el paisaje del partido. Volvió a la carga el Atlético y aguardó el Sevilla, un equipo que ha perdido energía y, sin embargo, mantiene un buen oficio competitivo, es más experimentado en partidos de la envergadura del que se jugaba anoche en el Camp Nou. A veces, sin embargo, el currículo no sirve cuando se enfrenta a rivales con el entusiasmo del Atlético, muy generoso, menos clarividente. Le faltó un punto de lucidez para rematar un partido que se trabajó con los titulares y con los suplentes. Los cambios de Quique Sánchez Flores permitieron a los rojiblancos mantener sus expectativas de éxito mientras que el Sevilla se encomendó a la contra y a la estrategia. El indultado Negredo dispuso precisamente de la pelota que podía cerrar la final, un mano a mano con De Gea, y perdió la ocasión porque remató mal y le aguantó muy bien el portero.

El encuentro y, por extensión la final, había quedado a merced sobre todo del creativo Jurado al tiempo que el Sevilla se encomendaba a Romaric. Atacaba el Atlético y se defendía el Sevilla, a favor de marcador, experto y menos irregular que el Atlético, confiados los rojiblancos hasta el final en un gesto de sus artistas. Agüero y Forlan no comparecieron y Navas, un canterano como Capel, sentenció en el último minuto después de una pérdida de pelota de Perea. El Atlético había sido demasiado ingenuo frente a un rival muy puesto y fiero, más selectivo y certero, acostumbrado a marcar al incio y al final de sus partidos más difíciles, da igual que sea en la Liga que en la final de la Copa. La alegría con la que la hinchada sevillista celebró el triunfo al ritmo del "Arrebato" y la entrega de la afición rojiblanca hacia sus futbolistas fue el mejor epílogo para una final estupenda. La Copa conquistó también al Camp Nou.

http://www.elpais.com/articulo/deportes/Gano/serio/cayo/alegre/elpepudep/20100519elpepudep_29/Tes


No hay una Copa de más


JOSÉ SÁMANO - Madrid - 19/05/2010

Dos equipos al límite, físico y mental, exigidos en la fiesta de cierre del fútbol español, depararon una lucha sin tregua , un buen partido, con el voltaje que exige una final de Copa. Es un torneo que muchos clubes desdeñan, aun a costa de ridiculizarse ante algún equipo de los subterráneos de las categorías menores. Pero llegada la hora de la verdad, el día del gran último debate, la Copa se convierte en el santo grial de los finalistas, de aficiones que se movilizan en caravanas allá donde sea necesario. No hay una Copa de más. Lo mismo sirve para un doblete, que para un triplete. Y la mayor parte de las ocasiones resulta un single de valor incalculable.

En casa del gran campeón de estos años, Atlético y Sevilla se lo tomaron con el crédito que merece esta competición. Por eso no importó que ambos llegaran escasos de depósito, con un Atlético obligado a gestionarse todo el curso con apenas 12 o 13 futbolistas, con un Sevilla de tránsito bacheado que tantas veces ha hecho la goma. Finalmente, los dos se engancharon al podio, uno a Europa y otro a la copa doméstica. Títulos para sosegar a dos instituciones con dudas sobre su etiqueta. El Atlético las tiene desde hace lustros, las sevillistas son más puntuales tras unos años de caviar. La temporada devuelve a ambos a la élite del fútbol español. En su año, otra gesta: son los dos únicos que han sido capaces de hacer descarrilar al Barça, el Sevilla le despidió de la Copa y solo el Atlético le pudo en la Liga.

El Inter también se cruzó en el camino azulgrana, pero eso fue asunto de Mourinho, que cotiza como nunca desde entonces. En parte, por un alcorconazo copero que privó al Madrid de un trofeo que tan bien le hubiera venido como broche a una temporada de mucha alharaca veraniega y sin un mísero premio final. O a ese Valencia al que se le presumía mayor potencial y que ahora asumiría de otra forma su plan de ajuste financiero. La Copa nunca quita. Hasta la lloró Messi, que con seis títulos en la mochila y asiduo a todas las pasarelas en las que se conceden los honores individuales, no pudo contener las lágrimas en el vestuario del Sánchez Pizjuán tras caer el Barça ante el Sevilla. Cierto que la Federación Española no ayuda con su formato del torneo y a veces parece imposible que le corresponda su mecenazgo, pero el campeón siempre tiene un salvoconducto, la afición ganadora no olvida. Y olvidar cuando se ha perdido tras un éxito europeo tampoco cuesta tanto. Los dos han cosechado. Los dos han vuelto a sentirse protagonistas. Otros se desmarcaron en aras de supuestas metas de mayor enjundia. Hoy están en blanco. Salvo que Mourinho gane la Champions, claro.

Además de su poco cesto, con una plantilla tan corta, el equipo madrileño fue víctima del primer sprint del Sevilla, que acelera tanto como aquel Atlético que una vez se declaró fundador del contragolpe. Ausente Luis Fabiano, confundido Negredo y con lo justo Kanouté, el Sevilla fue de Navas a Capel, velocistas de primera, dos alumnos de Nervión.

http://www.elpais.com/articulo/deportes/hay/Copa/elpepudep/20100519elpepudep_28/Tes
 
La Razón

El Sevilla impide el doblete del Atleti y se lleva la Copa del Rey

19 Mayo 10 - Enrique Gozalo

El gol tempranero de Capel resultó clave para que los de Álvarez lograsen un merecido triunfo y conquistasen su quinta Copa. Los de Quique, víctimas de la ansiedad.

No hubo tregua. Es el partido del año, por todo lo que lo rodea, y cuando Quique y Antonio Álvarez trataban de colocar a sus peones llegó el zapatazo de Capel para poner al Sevilla en ventaja. Cinco minutos para que la historia de la final tomara otro rumbo, para que el Atlético no tuviera otro remedio que tomar la iniciativa y para que los sevillistas cerraran huecos, dieran la pelota al rival y desde una agobiante presión en el centro del campo impidiesen que los rojiblancos encontrasen a Agüero y Forlán, los que en teoría tienen que dar al Atlético ese plus de calidad, de peligrosidad y de remate que desequilibran los partidos y matan al contrario.

Partido nuevo, con la pelota en rojiblanco y el Sevilla cerrando huecos y buscando en las bandas a Capel y Navas para hurgar en esa herida que el Atlético no ha sabido curar durante la temporada. Y es que a las indecisiones defensivas, que Quique ha tratado de corregir, se unen las carencias para elaborar el juego a pesar de la presencia de Tiago. Quiso ser el portugués el eje del fútbol rojiblanco, el constructor y el encargado de poner la pausa y la inteligencia. Sin embargo, Zokora, un auténtico  corredor de fondo, se encargó de taponar los huecos, de encimar al rival y de impedir que la pelota llegara con claridad a los delanteros. En eso el Atlético fue un reflejo exacto de lo que le ha ocurrido durante todo el año.

Y sin saber qué hacer con la pelota no se consigue que el contrario se descomponga, que deje huecos y que facilite las acciones de jugadores como Agüero y Forlán, que lo intentaron muchas veces, pero que no pudieron tener superioridad ante Squillaci y Escudé, perfectos en la anticipación.

Atlético fue incapaz de tener claridad. Falló ocasiones en el primer tiempo –una de Agüero que sacó Squillaci y otra de Forlán a la que respondió Palop con una buena mano– y fue víctima de la ansiedad y de la precipitación ante un rival como el Sevilla, que se maneja perfectamente en esas situaciones.

Hubo más intensidad que buen fútbol y pareció que el Atlético salió más decidido tras el descanso. Volvió a cometer los mismos errores y el centro del campo del Sevilla controlaba la situación. Además, Capel era un estilete que se dejaba la vida en cada acción. Kanouté buscaba para sus compañeros la segunda jugada y las apariciones de Navas eran escasas. Pero eso le bastaba para ser el dueño del partido, aunque la impresión, como el Atlético era el que tenía la pelota, fuera distinta.

Para darle al equipo otra dimensión entraron Raúl García y Jurado, éste con la intención de buscar los pases en profundidad para que Agüero y Forlán tuvieran una décima de segundo para disparar. Tampoco andaban muy finos los sevillistas y Negredo se topó con De Gea, que evitó el segundo tanto cuando faltaba media hora y el Atlético no acertaba con Palop, seguro bajo palos y en los despejes de puño.

El quiero y no puedo rojiblanco –el esfuerzo colectivo no tiene dudas– se fue estrellando en la defensa sevillista, en las prisas y en la falta de claridad en ataque. Ujfalusi era el más clarividente, entraba por banda, pero no terminaba las jugadas. Los remates de Forlán sirvieron para que Palop se volviera a lucir. Porque el Sevilla no tenía problemas, no inquietaba en exceso a De Gea y, además, supo manejar el partido a su antojo, después del incidente en la banda tras una entrada de Perea a Capel en la que el colombiano sacó el balón y con su fuerza arrastró al sevillista.

Con el Atlético volcado, más por la inercia que por el juego, llegó la puntilla tras un error de Antonio López que dio un pase horizontal  del que se aprovechó Navas para batir a De Gea y encumbrar al Sevilla, justo campeón de Copa, porque con el tempranero gol de Capel supo manejar el partido a su antojo ante un Atlético que fue un calco del que hemos visto todos los domingos.

http://www.larazon.es/noticia/8681-el-sevilla-impide-el-doblete-del-atleti-y-se-lleva-la-copa  


ANÁLISIS: Faltó el gol de Forlán
20 Mayo 10 - Domingo García

- ¿Supo jugar el Atlético con un gol en contra?
–Capel marcó pronto y el Sevilla encontró el juego que le gusta. Presionó con ganas y la salida era siempre por las bandas. Capel y Navas trabajaron por detrás y por delante.

-¿Influyó la presencia de Negredo?
–El Sevilla se podía haber ahorrado el recurso. Con el marcador a favor, al Sevilla no le hacía falta un segundo delantero. Para bajar pelotazos ya estaba Kanouté.

-¿Jugó Simão?
–El portugués mantuvo la línea de toda la temporada. Invisible. Como es costumbre en los partidos importantes, Quique lo sustituyó por Jurado. El Sevilla ganó el juego por las bandas. En la derecha, Reyes se empeñó en regates que no le llevaron a ningún sitio. Algo parecido le sucedió a Agüero. Además, lo intentaban siempre lejos de la portería. El Sevilla protegía muy bien su área.

-Faltó el gol de Forlán.
–El uruguayo ha hecho una temporada lamentable con unos resultados impresionantes. Si en el fútbol lo que se paga es el gol, Forlán vale mucho, aunque este año no haya aportado nada al juego del equipo. Ayer no marcó y su presencia en el partido fue intrascendente.

-El gol de Navas, el ejemplo de lo que sucede cuando las cosas no funcionan.
–Navas robó una pelota en su campo y con la mitad del Camp Nou por delante sólo tuvo que esforzarse por superar a dos canteranos, Domínguez y De Gea. Los de la casa se quedan solos cuando el partido se tuerce. Y el central se esforzó. Se tiró al suelo para cortar el avance de Navas, no lo enganchó y se fue a tapar la portería. Tampoco llegó. No era el día.

http://www.larazon.es/noticia/3399-analisis-falto-el-gol-de-forlan 

Público

Sevilla, bendita cantera

Capel y Navas firman los goles del triunfo andaluz. El conjunto hispalense, que controló desde el primer momento el partido, suma su quinto trofeo copero

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ 19/05/2010 23:01 Actualizado: 20/05/2010 06:57

Capel y Jesús Navas, dos niños criados en la prolífica cantera sevillista, dos puñales por cada una de sus respectivas bandas, dieron la gloria al Sevilla. Un zurdo y un diestro, dos formas contrapuestas de arte, tumbaron al Atlético. Uno, Capel, puro nervio y velocidad, a veces sin control, abrió la esperanza en el primer tramo de la noche. Otro, Jesús Navas, todo duende, cerró la gloria andaluza en el último suspiro. Es la quinta Copa de un club que cuida como pocos su prolífico semillero de futbolistas.Ayer, en una final intensa, obtuvieron el premio justo a su desparpajo y calidad.

Capel dinamitó la final en apenas cinco minutos. Los que tardó en asomarse al área madrileña para recoger un rechace perdido y patear sin miramientos con su pierna buena, la izquierda. El gol asentó al Sevilla y aturdió al Atlético.

El centro del campo andaluz presionó y maniató el fútbol rojiblanco

Fue el aldabonazo que necesitaba el equipo andaluz para afianzar su propuesta. O, más bien, para conducir a los hombres de Álvarez por la senda menos vistosa de su amplio repertorio. Con ventaja, el conjunto sevillista incrementó la presión y no le tembló el pulso a la hora de cercenar los intentos de creación rivales.

La versión más implacable del Sevilla, grosera a veces, se le atragantó al Atlético, cuya mejor virtud nunca ha sido la lírica. Por eso le costó arrancar y, como es norma, lo hizo a empujones y obligado por la inesperada y adversacircunstancia.

Quique ha edificado un grupo pétreo y sin adornos. Feo pero, paradójicamente, ideal para situaciones peliagudas como la de ayer. Los rojiblancos se han convertido en un equipo duro, impermeable a los sentimientos y, como tal, encajaron la madrugadora bofetada sin pestañear. Abnegados, se fueron hacia arriba en busca del empate con lo que tienen, sin desfallecer en ningún momento.

Kanouté, solo en ataque, sostuvo el juego atacante sevillista

El Sevilla demostró conocer los puntos débiles del contrario y hurgó en las carencias del centro del campo atlético, insuficiente en número y muy deficiente en calidad. Renato y Zokora, ayudados por Navas y Capel, sacaron los colores a Tiago y Assunçao, incapaces de sacar una pelota con precisión, holgura y criterio.

Aún así, el Atlético, a golpe de riñones, fue conquistando metros. No los suficientes como para encerrar a los andaluces, pero sí para abrir espacios. Aturullados los centrocampistas Reyes y Simao tampoco asustaron, aparecieron los laterales. A ráfagas, Ujfalusi, que finaliza el curso pletórico, y Antonio López sorprendieron por banda. Squillaci sacó dos balones que iban dentro, Forlán pifió un remate claro en el punto de penalti y Agüero cabeceó alto tras un fallo enorme de Palop.
Sin agobios

Agüero y Forlán apenas recibieron balones en condiciones

El Sevilla, lejos de agobiarse, siguió a lo suyo. Excepto ese trío de ocasiones atléticas, sufrió poco. Controló en todo momento el ritmo, salpicando el partido de precisas faltas que abortaron los mejores proyectos rojiblancos.

El paisaje apenas cambió tras el descanso. Ni siquiera Raúl García ni Jurado fueron capaces de desabrochar el entramado andaluz. Su frescura e imaginación apenas lucieron unos minutos, los que tardó el Sevilla en ajustar un par de conceptos y volver a su inamovible postura inicial. Control, mano férrea y, en caso de duda, pelotazos sin rubor a Kanouté.

El delantero africano es un seguro de vida para cualquier situación. Domina el juego de espaldas como ninguno. Ve venir un balón desde la estratosfera, lo mata y, cuerpeando o mediante un golpe de cintura, tumba a los defensas. Y, en último caso, saca de la manga un truco de ingenio muy sevillista: el taconazo. Ayer dibujó dos de escándalo. El segundo dejó a Negredo ante la ocasión de matar la final. De Gea tapó, el delantero se eclipsó, y todo quedó en nada.

Las acometidas atléticas fueron decreciendo con el paso del tiempo, cada vez con más agobio y menos precisión. Hasta que Jesús Navas, la joya de la corona sevillista, emergió para sacarle brillo a la Copa. Cazó un balón perdido cuando el Atlético se desesperaba, vio el grandioso Camp Nou y decidió resolver. Tumbó a Domínguez con calidad y fuerza, encaró a De Gea y, con ese sutil regate de derechas que le ha encumbrado, marcó el segundo y honró su origen. Es el triunfo de la identidad. 

http://www.publico.es/deportes/314084/sevilla/vence/atletico/proclama/campeon/copa/rey

ABC

El Sevilla conquista su quinta Copa

JOSÉ MANUEL CUELLAR | MADRID

La Copa del Rey no tiene nada que ver con la Liga. Y la final de la Copa del Rey tampoco tiene nada que ver con la Copa del Rey en sí. Es otra cosa. Como si en el cerebro de cada jugador se metiesen cien arañas y correteasen agitadas e histéricas por todos lados. Un hervidero de sensaciones que irritan los nervios. Por eso que todos parecían poseídos, como si una fuerza invisible les enganchase.

Todos corren más, presionan como locos, con una aceleración que les hiciese ir a más marchas de las debidas. Y, además, tanto el Sevilla como el Atlético son equipos, de por sí, predispuestos al histrionismo. Es por eso que los dos salieron con una intensidad total, encendidos los sevillistas de tal manera que al minuto cuatro ya habían marcado después de una jugada de los dos de sus costados, haciendo realidad los peores presagios de Sánchez Flores.

El Atlético temía dos cosas: a sus laterales, y a los extremos del rival. Que se juntasen unos para no destruir y los otros para crear. Por ahí vino el gol, diagonal de Navas, diagonal de Capel y en la encrucijada atraparon al bueno de De Gea, al que le explotó el esférico en toda la escuadra.

Luego, el que explotó fue el Atlético. Un volcán de ceniza que arrasó el medio campo sevillista, una especie de gaseosa de diez minutos que enseguida se vació. Tuvo tres, cuatro, cinco ocasiones los rojiblancos, pero sin encontrar red, salvados los andaluces a veces en la misma raya de gol, agazapados en la arreona madrileña que estuvo a punto de empatar el encuentro tal y como mereció su valiente ofensiva con todo lo que tenía. Pero el Atlético encontró poco a sus figuras: Reyes, irregular; Simao, incandescente, y tapados Agüero y Forlán por el movimiento estudiado de los dos franceses del centro de la zaga hispalense.

La sentencia final

Las arañas se fueron muriendo en el transcurrir de los tiempos, a medida que se les iba el oxígeno. Así que todo se tranquilizó. Ambos bajaron el balón, respiraron, cansados los dos paladines, y se bajó el balón al piso. Fue sólo un espejismo. Cuando las manecillas del reloj se iban acercando al final del encuentro, todos se pusieron atacados del techo. El Sevilla atrancó el partido con suplentes, cuerpo técnico, nerviosos todos, intentando cerrar el fútbol que empezaba a crear el Atlético, temeroso de que el último tramo rojiblanco, lleno de fiereza, equilibrase el partido.

Sánchez Flores metió tralla en el campo: piernas con Raúl García y talento con Jurado. El cerco se estrechó sobre Palop, que estuvo enorme, un muro con puertas cuyos goznes estaban oxidados, imposibles de mover. Escudado por su dupla de centrales galos, el arquero sevillista se mostró inexpugnable mientras el Atlético se dejaba el alma en una última intentona. Fue tan briosa como se esperaba, pero Palop y los suyos ya veían cerca la gloria y no dejaron un solo hueco.

http://www.abc.es/20100519/deportes-futbol/futbol-atletico-sevilla-cronica-201005192311.html

As

Sombreros para Puerta

Palop recibió el trofeo con la camiseta de su inolvidable número 16. Capel y un enorme Navas, goleadores. El Atlético, digno finalista sin remate.

Tomás Guasch | 20/05/2010

Ganó el sombrero en el campo que se estrenó, igual estaba escrito... Porque fue en el Camp Nou, una fría noche de enero, la de Reyes creo recordar, cuando el presidente José María del Nido apareció tocado con esa prenda que es ya un emblema sevillista. La noche que el Sevilla ganó al Barça (1-2) su primer partido de esta Copa que acabó levantando anoche entre el delirio de sus 32.000 acompañantes. Ganó el sombrero. Sin discusión. Quizá, o sin quizá, por una diferencia mayor de la que hubo en el juego. El 0-1 reflejaba mejor lo que había sido la final, que nunca le hizo un guiño al Atlético. No estés triste, viejo Atleti: caíste con honor y fuiste un señor finalista. Pero el gol de Capel, capelo, sombrero, sólo a los cuatro minutos de iniciarse las hostilidades fue seguramente más que un gol: marcó la línea de lo que iba a ser esta final intensa, disputada, emotiva, la final del sombrero y con todas las de la ley, que echó el cerrojo a una temporada llena de emociones y que nos deja, entre otras sensaciones, la vuelta a la senda de los títulos de los finalistas: el Atlético lo consiguió en Europa y el Sevilla, aquí. ¿A que lo hubiéseis firmado hace un par de meses? Pues eso. Reparto de títulos, ¡viva la alegría!

Una diferencia mínima hubiese reflejado mejor lo que fue el partido, decía. Pero, amigo, en el Sevilla (y en La Roja) juega Jesús Navas: ¡qué futbolista! La cantera de Nervión abrió la puerta del éxtasis y ella la cerró. En memoria, honor y gloria de Antonio Puerta, que jugará en el corazón de todo el sevillismo por los siglos de los siglos. Con su camiseta 16 subió el gran Andrés Palop a recibir el trofeo de manos del Príncipe Felipe. La copa del sombrero y de Puerta. Y la quinta de este Sevilla que vivió cuatro días mágicos que valen por todos los sufrimientos de esta temporada tan movida para ellos. Rodri, otro de la casa, le llevó en Almería hasta la previa de la Champions; Capel y Navas le dieron la Copa ayer en pleno arrebato sevillista.
Navas, MVP.

Estábamos con Navas, sí, el MVP del partido, seguido muy de cerca por Palop. Su gol premió el enorme trabajo que desplegó por todas las zonas del campo y acabó con las ilusiones de milagro de un Atlético que peleó de principio a fin, pero careció de lo fundamental: remate. El Atlético, en realidad, fue arriba el Kun Agüero, para el que dicen prepara el Manchester una oferta monstruosa. Fue y vino en plan líder sin encontrar colaboración. Simao y Forlán no estuvieron. Cuando Quique puso en liza a Raúl y Jurado el equipo funcionó mejor, pero le faltó siempre el acierto final que hubiese premiado su mayor posesión de la pelota e iniciativa, sobre todo en la segunda mitad.

Con un dibujo calcado, ambos equipos jugaron una final que empezó casi con 1-0. Capel se marcó un slalom digno del mejor esquiador para llevársela a Navas y siguió la jugada hasta dar con el zapatazo final. Fue una acción que adelantó lo que iba a ser el juego de su equipo: todos para uno y uno, para todos. El equipo que pareció fundido frente a Barça y Almería recuperó fuerzas que casi ni esperaba tener y supo manejar los tiempos a favor de marcador y de corriente. Y la suerte de las finales estuvo de su parte o no quiso saber nada con el Atlético: apenas cinco minutos después del primer gol, Squillaci salvó por dos veces, una bajo palos, remates de Agüero y Forlán, el empate se cantó durante los interminables segundos que para todos consumió esa jugada.

Los colchoneros, mayoría en número de más de 45.000, se desgañitaron con su ¡Atleti, Atleti! empujando a su equipo hacia un gol que volvió a rozar en acciones de Tiago, Forlán y Agüero en el único lunar de Palop, una mala salida que propició el cabezazo del Kun que se perdió fuera por muy poco. Achuchaban los rojiblancos y se batían a la contra los blancos apoyados en el impecable trabajo de sus centrales y de Zokora, que es un tres en uno: ataca, defiende y traba hasta a su sombra.
El fin.

Echó de menos el equipo de Álvarez (que suponemos seguirá al frente del equipo tras este éxito) lucidez en Negredo, que tuvo la puntilla en una llegada ante De Gea, pero estrelló la pelota en el cuerpo del meta. La diferencia con Navas estuvo ahí: Jesús también llegó ante el Gato del Manzanares, pero supo esquivarlo. Antes, hacía mucho rato, la sensación de que no era la noche del Atleti con la espada se paseaba por el Camp Nou. También que difícilmente iban a darle vuelta a la tortilla: no atacaban con duende y el Sevilla se defendía bien.

Pintaba a que Capel, capelo, sombrero iba a ser el hombre y el titular de la noche cuando Jesús Navas le mandó ese recado a Del Bosque, que estaba en el palco, claro. El aquí estoy yo, en la lista de Sudáfrica y para mucho más, de un jugador que personifica todas las inmensas virtudes de este Sevilla y que fue el primero que levantó su dedo al cielo. Por Puerta. Sombreros para él.
Perfecto

Navas

Sensacional partido el suyo, culminado con un magnífico gol que cerraba la final sevillista.

Fenomenal

Palop

El portero de los títulos acudió a su cita y fue otra de las claves de que el título se fuera a Nervión.

Muy bien

Capel

Abrió el marcador y junto al trabajo inmenso de Zokora de convirtió en una pieza maestra arriba y abajo.

Bien

Agüero

El mejor del Atlético, protagonizó una pelea sin suerte ante Squillaci y Escudé, sus defensores.

Regular

A. López

Le tocó bailar con las más fea, Jesús Navas, y no pudo brillar ni defendiéndole ni atacando.

Mediocre

Simao

Mediocre tirando a mal, Quique lo sustituyó a la hora de partido. Nunca fue un elemento decisivo.

Mal

Forlán

Apareció de uvas a peras, desconectado del juego del equipo. No fue el salvador de la noche europea.

Muy mal

Negredo

Le levantaron la sanción, pero para muy poco. No participó y falló ante De Gea su mejor y única ocasión.

http://www.as.com/futbol/articulo/sombreros-puerta/dasftb/20100520dasdaiftb_15/Tes

El Mundo Deportivo

0-2: El Sevilla bate al Atlético y gana la Copa del Rey

Un zurdazo y un derechazo inapelables dan la Copa a un gran Sevilla y postergan el sueño de doblete de un Atlético que lo ha dado todo

Roberto Martínez - 19/05/2010 23:00

El Sevilla ha superado al Atlético de Madrid por 0-2 y se ha proclamado campeón de la Copa del Rey. Los goles de Diego Capel y Jesús Navas a los 4 y 90 minutos respectivamente le han dado la quinta Copa de su historia al Sevilla en la gran final disputada en el Camp Nou este miércoles.

Hablamos del gol de Capel y tenemos que internarnos en el terreno de la mística casi obligados. Y es que el almeriense ha jugado el partido con el dorsal que llevaba siempre el fallecido Antonio Puerta. ¿Le habrá iluminado desde el cielo el bravo ex lateral-interior zurdo? Secretos del más allá sevillista. José María del Nido, presidente del club hispalense, ya dijo tras el fallecimiento de Antonio que desde ese momento el Sevilla iba a jugar todos los partidos con doce. Esta noche parece que algo de eso ha habido.

El Atlético ha golpeado a las puertas del Sevilla una y otra vez. Forlán ha descargado buena parte de su arsenal de pólvora en el primer tiempo. Hasta en tres ocasiones ha estado cerca el ya legendario uruguayo de perforar el marco sevillista. Simao también lo ha intentado y todo el 'Atleti' se ha volcado sobre la meta del equipo andaluz, que había elegido recostarse sobre el temprano gol del 1-0.

La gran baza del Sevilla ha vuelto a ser Andrés Palop. ¿Le rebautizamos llamándole 'Pulpo'?

El portero valenciano ha sacado manos de donde no las tenía para repeler cada intento 'colchonero'. Al fin y al cabo le gusta erigirse en el papel de héroe de la película. Él solo ya se había cargado al Barça en la eliminatoria que emparejó a los andaluces con el heptacampeón con una actuación que no habría firmado ni Superman con sobredosis de 'kryptonita'. Este miércoles el de L'Alcudia ha sido vital otra vez para las aspiraciones de su equipo.

Pero no se crean que el Sevilla no ha disfrutado de buenos momentos. Por supuesto que los ha habido al margen de los goles. Tremendo el mano a mano que De Gea le ha sacado a Negredo en el segundo tiempo y que hubiera sentenciado el partido un rato antes. El fallo le ha costado a Negredo el reemplazo, prefiriendo Antonio Álvarez dar entrada a Romaric para 'rascar' en el centro del campo, acaso consciente de que sería muy difícil que se le volviera a presentar otra situación similar.

Antes de que llegara la definición se ha montado una trifulca de las que hacen afición. Digo, porque rápido todo el mundo toma partido y se arenga desde la grada para que comience el intercambio de golpes y el espectáculo denigrante de ver futbolistas cascándose. Menos mal que no ha habido tal cosa y que no hemos tenido que soportar un ridículo parecido a aquel que protagonizaron Luis Fabiano y Diogo durante un partido de Ligas pasadas. Aquí ha costado mantener el tino, pero se ha vuelto a jugar al fútbol y ha archivarse la rencilla. ¿Saben quién ha sido clave para que así sucediera? El enorme Carles Naval, delegado del FC Barcelona. Si al bueno de Carles le llamaran para solucionar el conflicto entre israelíes y palestinos muy probablemente lo lograría.

Forlán, a los 76 minutos ha soltado una volea impresionante que ha encontrado bien parado (otra vez) al 'Pulpo' Palop. El fútbol había vuelto a ser lo importante. El Sevilla, un ratito después, a los 90', ha acabado poniéndole la puntilla al Atlético en otra aparición en soledad de uno de sus jugadores frente De Gea. Aguantó bien el portero, pero Jesús Navas le esquivó y machacó el resultado final. Un zurdazo y un derechazo inapelables han dado la Copa a un Sevilla que ha lucido experto en finales y han postergado los sueños de doblete de un Atlético que lo ha dado todo sin poder obtener premio alguno.

http://www.elmundodeportivo.es/gen/20100519/53931023047/noticia/0-2-el-sevilla-bate-al-atletico-y-gana-la-copa-del-rey.html

Publicado may 20 2010, 08:00 por SDHEditor
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