Por su interés reproducimos el siguiente artículo de Rubén Uría publicado en Eurosport.
George Gillet y Tom Hicks, dos hombres de negocios, se hicieron los
dueños del Liverpool hace unos años. Los yanquis pusieron el dinero y
convirtieron una sociedad histórica en una empresa histérica. Ahogaron
la economía "red", fueron alejando a los hinchas de Anfield y han dejado
el club como un solar. Echaron a Rafa Benítez que les había hecho
campeones de Europa, vendieron a los buenos para poder pagar a los malos
y se pasaron por el forro la ideología del mítico Bill Shankly. Ante
tanto atropello, los simpatizantes del Liverpool han dicho basta. Con
Internet como altavoz mediático, y "El espíritu de Bill Shankly" como
lema, los hinchas "reds" se han conjurado para devolver a sus colores al
lugar histórico que les corresponde. Su protesta no está dejando
indiferente a nadie y está siendo objeto de arduo debate en el Reino
Unido, donde la implicación de una afición comprometida con el
sentimiento de su equipo está poniendo contra las cuerdas a sus
negligentes dueños, que buscan pegar un "pelotazo" vendiendo el club al
Gobierno de Dubai. Los seguidores del Liverpool, puro compromiso, se
fotografían a millares, junto a un cartel donde se puede leer: "Tom
& George, not welcome anywhere" (Tom y George, no sois bienvenidos
en ningún lugar). Las fotos llegan desde los confines más remotos del
globo terráqueo: India, Pakistán, Estados Unidos, Australia, Portugal,
Thailandia y cómo no, el Reino Unido. La prensa británica se hace eco
del debate social, de la protesta de la afición y de la nefasta política
de unos señores que, pese a poner el dinero, han arruinado al club. Los
hinchas del Liverpool están dispuestos a llegar a las últimas
consecuencias: Su único fin es que el Liverpool deje de ser una cosa de
dos y que vuelva a pertenecer a sus dueños legítimos, sus aficionados.
Jesús
Gil y Enrique Cerezo, dos hombres de negocios, se hicieron dueños del
Atlético de Madrid hace unos años. Convirtieron un club histórico en una
sociedad anónima histérica, desmantelaron la cantera, echaron a los
buenos para poder pagar a los malos, dijeron que el club tenía una deuda
con Gil cuando esa deuda no existía, taparon socavones con la
transformación en SAD, marginaron al resto de accionistas, fueron
responsables máximos de un descenso a Segunda y rozan una deuda de 500
millones de euros, lo que sitúa al club al borde de la quiebra. No
contentos con eso, sin contar con la afición, han decidido cambiar a
pelo el Vicente Calderón por La Peineta. Cuando esa operación arrancó,
le contaron a su afición que se ganaría mucho dinero para paliar la
deuda. Hoy el cuento ha cambiado y dicen, sin ponerse colorados de
vergüenza, que el Atlético no ganará ni un euro con esa mudanza. No deja
de ser curioso que Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, Gallardón y
Aguirre, no tengan reparos morales en hacer tratos con Cerezo,
cooperador necesario según sentencia del Tribunal Supremo, y con Miguel
Ángel Gil Marín, condenado por simulación de contrato también por el
Supremo. ("Caso Negritos", ¿les suena?). Mientras la prensa británica se
hace eco del expolio que vive el Liverpool, la prensa española se hace
la sueca desde hace casi 24 años. No quiere hacerse eso del mayor
escándalo de la historia de nuestro deporte y vive más cómoda sin
adentrarse en el fango. Los hinchas del Liverpool están dispuestos a
llegar a las últimas consecuencias para que su equipo no sea cosa de
dos, sino cosa de todos. Los hinchas del Atlético, por desgracia, están
divididos: Unos reclaman justicia y luchan en soledad desde la Puerta
Cero, desde "Señales de Humo" o desde "Infierno Rojiblanco", porque
creen que el Atleti no puede ser sólo de dos; el resto se cruza de
brazos y se escuda en una gran mentira: "No se puede hacer nada, el club
es suyo".
Y ahí, en ese punto, radica la gran diferencia entre
la sangría que vive el Liverpool y el holocausto colchonero. Gillet y
Hicks PUSIERON EL DINERO para comprar el club, pero sus hinchas les
quieren echar por su nefasta dirección del club. Gil y Cerezo NO
PUSIERON EL DINERO para comprar el club. Todo lo contrario: El Tribunal
Supremo probó que habían cometido apropiación indebida, pero no pudo
condenarles porque su delito había prescrito en el tiempo y acabó por
devolverles el control del club (como suena). La afición del Liverpool,
azotada por los caprichos de dos dueños legítimos, piensa que su equipo
jamás caminará sólo. La del Atlético, ultrajada por los caprichos de
dos dueños ilegítimos, es un gigante profundamente dormido. El reverendo
Martin Niemoller, para ilustrar las atrocidades nazis y la inacción del
prójimo, escribió: "Primero fueron a por los judíos, y yo no hable
porque no era judío; después fueron a por los comunistas, y no hablé
porque no era comunista; después fueron a por los católicos, y yo no
hable porque era protestante; después fueron a por mí, y para entonces
ya no quedaba nadie que hablara por mí". Gil y Cerezo primero compraron
el club sin poner una sola peseta, y los aficionados no hablaron porque
no tenían ni dinero ni información; después endeudaron la entidad,
descendieron al club y lo precipitaron a una administración judicial, y
los aficionados no lo denunciaron porque no eran abogados; después
vendieron a Torres y vendieron el Calderón sin consultar, y los
aficionados no hablaron porque habían ganado una Europa League; y un
día, con el silencio de la prensa y la connivencia de los políticos,
desaparecerá su equipo. Y para aquel entonces, ya no quedará nadie que
hable por ellos.
Rubén Uría / Eurosport
URL de la noticia: http://es.eurosport.yahoo.com/futbol/ruben-uria/article/14844/