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Obituarios de Arteche

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Artechembauer

Años ochenta, noche de perros en la ribera del Manzanares. Campo embarrado, verde convertido en fango y el Betis de Gordillo, Ortega y Cardeñosa está a sólo cinco minutos de llevarse la victoria del Vicente Calderón. Los del "manque pierda" dominan 2-3 y están jugando bastante mejor que el Atlético. Desmoralizado y en previsión de evitar el atasco de costumbre cerca del río, un padre coge del brazo a su hijo y le insta a levantarse de su localidad. "Pero papá, que todavía quedan cinco minutos", advierte el niño, contrariado por tener que salir siempre del estadio antes del pitido final. Pero Uría padre insiste y, viendo la desbandada general en tribuna lateral, Uría hijo accede. A la carrera, por aquellos escalones de cemento enfermos de aluminosis y recubiertos de restos de pipas, palomitas y vasos de plástico con el logotipo de Coca-Cola, los Uría alcanzan la salida y se deciden a cruzar el puente, bajo una manta de fina lluvia. Antes de abrir las puertas de un Chrysler rojo aparcado en doble fila, un estallido de júbilo consigue llamar la atención de padre e hijo. Gol del Atleti. Con ánimo renovado, Uría senior arranca, apaga el cigarro y busca el sonido incofundible de "Antena 3". Entre la lluvia y la jungla de la M-30, la tarea no es fácil, porque en aquellos tiempos no existía el formato digital para sintonizar las frecuencias. A los pocos segundos, las tripas del Manzanares descargan otro trueno, mucho mayor que el primero. Uría senior mira a Uría junior. Al fin, a los pocos segundos, aunque con interferencias, el radiocasette consigue que suene de fondo José María García, repasando la quiniela. Se confirma. El Atlético, el rey del suspense, en un partido "no aptro para cardiacos", le ha dado la vuelta al partido en sólo cinco minutos. García avanza: "Hay que verlo para creerlo. Juan Carlos Arteche ha marcado el empate de cabeza y en el último minuto, le ha dado la victoria a los colchoneros, con otro testarazo marca de la casa". En un semáforo cercano de Avenida de América, a punto de enfilar la Nacional-II, Uría padre detiene el viejo Chrysler y se dirige a su hijo: "Es que Arteche los tiene bien puestos. La que tiene que estar contenta es su mujer, que se sienta dos filas detrás de nosotros y el otro día sufrió mucho cuando le pitaron por un fallo". Uría Jr. asintió, trató de recordar dónde se sentaba esa señora y se puso a imaginar, camino a casa, cómo habrían sido los dos goles de "Artechembauer", que después vería en el mítico "Estudio Estadio".

Muchos años después de aquellos dos truenos de Arteche ante el Betis en una noche de perros, Uría senior había retirado su carnet de socio por la nefasta gestión "gilista" y Uría Jr. intentaba ser periodista. De esa guisa, durante una cena familiar y después de un programa televisivo, el hijo charló con su padre: "¿Sabes con quién he estado hoy en el programa de María José Navarro? Pues con Juan Carlos Arteche, el mítico "Artechembauer". Está como siempre, hecho un fenómeno y sin pelos en la lengua. Ha vuelto a pedir un Atlético sin Giles, limpio, honesto. Un club que sea de todos y no de dos". Mi padre me miró fijamente y no dudó en sentenciar: "Rubén, ya no quedan tíos como Arteche. Con este, el molde se rompió. Si hubiera más Arteches en la vida, habría menos dirigentes como los Giles en la vida". Juan Carlos Arteche llegó al Atlético en 1978, procedente del Racing de Santander, ganó la Copa del Rey de 1985 ante el Athletic, la Supercopa de España ante el Barça y fue miembro de aquel pedazo de Atleti que sucumbió en la final de la Recopa ante el Dinamo de Kiev. "Artechembauer" era un defensa a la antigua usanza. Un seguro de vida por arriba, un central durísimo pero noble y un hombre que miraba a los ojos. Dejó su huella en el Atlético, siempre tuvo el cariño de la grada y fue un líder en el vestuario.

Después de diez años partiéndose la cara por el Atleti, en 1988, Arteche, Landáburu, Quique Ramos y Setién fueron despedidos por Gil. Arteche no se arredró, defendió un club más limpio y siempre dejó claro que el estilo de aquellos dirigentes poco o nada tenía que ver con las formas señoriales del Atlético al que él llegó. Denunció ante Magistratura y ganó por despido improcedente. Se retiró en 1989, a los 32 años, después de jugar 308 partidos (304 como titular), marcando 18 goles. Fue el cuarto jugador con más partidos en la historia del Atlético por detrás de Adelardo (401), Tomás (367) y Collar (338). Esta noche, Arteche falleció en Madrid, en la Fundación Jiménez Díaz, a los 53 años. Luchó como un jabato contra una larga enfermedad, pero acabó comprendiendo que en esta vida, la muerte es el único partido que no se puede ganar. Como central del Atlético fue un titán. Como opositor al Gilifato fue un referente. Y como persona, fue un 10. "Artechembauer", descanse en paz.

Rubén Uría / Eurosport

http://es.eurosport.yahoo.com/futbol/ruben-uria/article/15100/

ABC

Pundonor sin límites

Arteche se rompió el menisco al anotar el gol de la victoria en el último minuto tras una épica remontada ante el Betis

JORGE A. MORENO / MADRID

Viñeta dedicada a «Superarteche» publicada en ABC en 1983

Domingo 6 de noviembre de 1983. La tarde en Madrid era, literalmente, de perros. La lluvia no cesaba de caer sobre el césped del Vicente Calderón y el Atleti perdía 1-3 al inicio del segundo tiempo ante el Betis. El frío y el marcador invitaban a marcharse a casa, pero los aficionados rojiblancos resistían estoicamente esperando un milagro que comenzó a gestarse cuando el alemán Votava acortaba distancias. Y cuando sólo faltaban cinco minutos para el final, apareció entre el barro la figura de Juan Carlos Arteche.

El central subió a rematar un córner y con un certero testarazo lograba la igualada ante el delirio de los hinchas rojiblancos. Cuando el partido agonizaba, nuevo saque de esquina a favor del equipo entrenado esa temporada por Luis Aragonés. Arteche no se lo pensó y a la carrera se plantó en el área sevillana. Balón por el aire y otra vez la cabeza del defensa cántabro conectó con él para llevarlo al fondo de la portería. La alegría se desbordó en el fondo sur, escenario de la gesta, y los paraguas comenzaron a volar por las gradas para celebrar el triunfo. Poco duró la euforia porque el jugador permanecía tirado sobre la hierba retorciéndose de dolor. Al caer se había roto el menisco y tuvo que abandonar el campo en camilla. Recibió una de las ovaciones más sentidas que se recuerda en el Calderón.

Durante toda su carrera, Juan Carlos Arteche se ganó el cariño y el respeto de sus aficionados a base de sacrificio y esfuerzo. Su interminable pundonor, una de sus grandes virtudes, le permitió recuperarse de aquella lesión, pero en esta ocasión no ha sido suficiente para vencer a la enfermedad que ha acabado con su vida después de años de lucha. «Estoy jugando la prórroga del partido y no sé si llegaré a los penaltis», le había confesado hace unos días a Miguel Ángel Ruiz, compañero durante varias temporadas en el centro de la defensa.

Aunque llegó con 21 años procedente del Racing de Santander, formó parte de un Atlético de Madrid plagado de canteranos y pronto fue un rojiblanco más de corazón. Tras once campañas a orillas del Manzanares, en las que anotó 20 goles, se convirtió en el cuarto jugador que en más ocasiones ha vestido la camiseta atlética por detrás de otros tres mitos en el club: Adelardo, Tomás y Collar.

Con su gran envergadura y un físico imponente, que en ocasiones le valió la fama de duro, «Algarrobo Arteche» demostró siempre tener un enorme corazón y un grandísimo amor por el Atleti. Se convirtió en capitán del equipo y para defender a sus compañeros no dudó en enfrentarse a Jesús Gil y Gil poco después de que llegara a la presidencia. No se callaba ni debajo del agua cuando se trataba de ayudar a los suyos y el presidente no se lo perdonó. Le incluyó en una lista negra, pero la presión de los aficionados obligó a reconducir una relación que, por el fuerte carácter de los dos protagonistas, terminó en los tribunales.

Este fin de semana, como en él era costumbre, volverá a ver a su Atleti. No estará en la grada ni en el palco. Su sitio se encuentra ahora en el tercer anfiteatro, donde comentará las jugadas con otros ilustres rojiblancos ya desaparecidos. Antes, en el minuto de silencio previo al partido, podrá comprobar el gran cariño que le tenían los aficionados y volverá a sentir la grandiosa ovación que recibió cuando se retiró en camilla tras sus goles al Betis.

http://www.abc.es/20101013/deportes/pundonor-limites-201010131553.html

AS

Arteche se convirtió en el león del Manzanares

B. Salazar 14/10/2010

Tenía un gran cariño por el Atleti y sus compañeros

Recuerdo que se incorporó al Atleti cuando finalizaba la temporada 77-78. Procedía del Racing y con Pepe Navarro, Palín González y Guzmán fueron los refuerzos rojiblancos cuando el club celebraba sus 'Bodas de Diamantes'. Comenzó jugando como marcador central al lado del magnífico Pereira y reconozco que no fue santo de mi devoción. El cántabro era demasiado tosco y sus ímpetus le llevaban a cometer numerosas faltas innecesarias. Pero poco a poco fue mitigando sus ardores y progresando en el manejo del balón. Llegó un momento en que su espíritu ganador se hizo clave en el funcionamiento del equipo y terminé reconociendo su valía. Un día coincidimos en una cena de homenaje, no recuerdo si a Santillana o a Butragueño. Iba acompañado de su mujer, en la que reconocí a mi vecina de localidad trasera durante varias temporadas, las de mis más duras críticas. Sin duda ella también lo hizo. Durante el aperitivo se me acercó Juan Carlos y en tono agradable pero firme me dijo algo así como que yo era un gran detractor de su juego. Que qué razones tenía para ello. Hubo amplias explicaciones y nació una buena amistad. Durante varios años coincidíamos cuando nuestras hijas se enfrentaban en colegiales partidos de baloncesto. Unas veces ganaba la suya y en otras San Patricio, pero disfrutábamos juntos alabando las buenas jugadas de ambas, que eran para nosotros las mejores. Ya le había echado Jesús Gil de forma ostentóreamente injusta y de vez en cuando nos veíamos y charlábamos de lo divino y lo humano. Cada vez descubría nuevas facetas de su personalidad. Su nobleza de miras, su creciente cultura, sus preocupaciones su cariño por el Atleti y sus antiguos compañeros, su afición por el golf y el pádel y, ante todo, el enorme amor por su familia.

El pasado 3 de mayo compartimos mesa y mantel. Recordamos la final de Lyon ante el inminente partido de Hamburgo y brindamos por el triunfo de nuestras banderas. Ese es mi último y grato recuerdo del león del Manzanares.

http://www.as.com/futbol/articulo/arteche-convirtio-leon-manzanares/dasftb/20101014dasdaiftb_25/Tes

Emblema del sentimiento rojiblanco

M. A. Ruiz 14/10/2010

Compartí con Juan Carlos diez años de vestuario, pero eso incluso se nos quedó pequeño porque nuestra amistad fue y será mucho más de que aquello que vivimos en el terreno de juego. Se marcha un amigo, que pese a no haber salido de la cantera del Atleti, representa, como pocos, lo que es el sentimiento rojiblanco. En dos años se convirtió en uno más de aquel grupo que formamos con Quique Ramos, Julio Prieto, Marina, Clemente, Pedraza, Rubio, Pedro Pablo Todavía recuerdo el momento en el que llegó al club con aquella personalidad arrolladora, con una fama de marcador implacable, pero con unas ganas de aprender impresionantes. Y lo hizo. Los dos juntos tuvimos a Luiz Pereira como profesor. Fue internacional, pero por encima de los partidos que ganó o perdió siempre quedó y queda el reconocimiento de la gente.

Siempre fue de frente, un defensa expeditivo sí, pero noble, el que jugaba contra él ya sabía lo que le tocaba. Con él no me hacía falta dialogar mucho, con una mirada, con un gesto nos entendíamos, jugar con él era como hacerlo en una barra de futbolín, nos movíamos al unísono. A todos nos entristece que se haya ido, que se haya marchado tan pronto una persona íntegra y de carácter, pero si para algo nos ha servido es para darnos cuenta del cariño que se le tenía. Se va con él la máxima expresión de lo que es el sentimiento atlético, esa entrega, ese coraje rojiblanco, la identificación con unos colores, y lo dice uno que los mamó desde pequeñito, y que no duda en afirmar que se marcha uno de los nuestros. Hoy sólo puedo estar al lado de su viuda y de sus hijas. Sus amigos, sus compañeros, su familia jamás le olvidaremos.

http://www.as.com/opinion/articulo/emblema-sentimiento-rojiblanco/dasopi/20101014dasdaiopi_9/Tes

Galería fotográfica del AS

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El Mundo

Artechenbauer, descanse en paz

Por Javier Caballero | Madrid

Durante un par de décadas infinitas, te hemos echado mucho de menos. Tanto como la esposa que llora al pescador ausente que se ha largado a Gran Sol a por el maldito fletán. Pero el jodido Atlántico nunca te devolvió a la defensa del Atleti. Pasaron cientos, miles de aspirantes a tus dominios, y aunque algunos -no muchos- tuvieron más técnica, colocación, reposo y por supuesto salida de balón que tú, ninguno hacía recordar ni por asomo el ímpetu y la nobleza del mejor púgil que ha pasado por el cuadrilátero del Manzanares. Todas fueron malas copias, becarios en arrojo lanzando puñetazos al aire en el borde del área. Qué triste. Ningún central se deja ya bigote, Artechenbauer.

Aún recuerdo una remontada ante el Betis, con dos goles tuyos en los últimos minutos y con la portería convertida en una chocolatería. Aún recuerdo cejas partidas y vendajes en la cabeza. Aún recuerdo un gol tuyo con la Selección vaya usted a saber ante qué país. En los cromos decía que habías nacido en Santander. Yo creo que viniste al mundo en la galera de Benhur remando junto a Charlton Heston.

En el 86 llegaron paquidermos con pasta y tuviste que salir de estrangis por la puerta 0 del Calderón. Encorbataos ignorantes los que te mandaron al INEM. Nadie tuvo valor de decírtelo en la calle. ¡Cobardes!. Ni el doblete del 96 hizo olvidar aquel agravio. "Atleti somos nosotros" canta la grada cuando los del césped no sienten los colores, no tienen huevos. Atleti eras tú Juan Carlos Arteche.

Tras la retirada, te acomodaste con tu carnet de socio en la tribuna, escuchando cada 15 días las plegarias de muchos abonados cuando el naufragio nos llevó a Segunda y en el retorno a Primera tuvimos sucesivos paquibotes gobernados por torpes grumetes.

-Vuelve Artechenbauer. Estos son una panda de mataos.

Devolvías las muestras de cariño, con una media sonrisa y el timbre de voz tabernaria del que ha visto muchos mares, muchas minas, muchos combates, muchas marejadas. Por dentro, la enfermedad era un mar de fondo contra el que no se podía nadar. Nunca tuve que preguntar a mi padre porque carajo éramos del Atleti. Me bastó ver el sentimiento con el que subía a rematar un córner aquel estibador al que la vida le ha partido la cara antes de tiempo. Descanse en paz.

http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2010/10/13/futbol/1286962624.html

El País

Arteche nació central

El fútbol despide a Juan Carlos Arteche, fallecido en Madrid a los 53 años víctima de un cáncer.

EDUARDO RODRIGÁLVAREZ 13/10/2010

Cuando un chicarrón del norte, o del centro, o del sur, pero sobre todo del norte, se decidía a jugar al fútbol tenía tres posibilidades: o ser portero, si andaba bien de reflejos, o ser central si la fiereza acompañaba su carcasa muscular, o ser delantero centro si el gol le hacía un guiño. En otros puestos flaqueaba y tarde o temprano el entrenador de turno le pondría en la espalda el 1, el 5 o el 9.

Arteche nació central. Bastaba mirar su estructura, la largura de sus huesos, su pecho, su nariz poderosa, sus músculos y ya pasado el tiempo, su bigote que le daba ese porte de clásico central escocés de la época. Y ahí se quedó, en el hueco del área, en la cueva que comenzó a gobernar en el Racing con el que debutó en Primera División en 1975 guardando las espaldas de tipos más habilidosos, más flaquitos, como Marcos o Quique Setién.

Al chicarrón de Maliaño se le quedó pequeña aquella cueva del Racing y recaló en el Manzanares con 21 años, y allí habitó 11 temporadas. Junto al brasileño Luiz Pereira construyó la muralla del miedo. El brasileño era mastodóntico, con aquellos pies gigantescos, pero fiel a su origen era un jugón y necesitaba un buen guardaespaldas, un Juan Sin Miedo que corrigiera errores y de paso le limpiara el camino de rivales.

Nunca fue Arteche un central elegante. Ni lo quiso ser. La fuerza era su argumento, tanto con Luiz Pereira como con Andoni Goicoetxea, a quien acompañó después en el tramo final de la carrera de ambos en el Atlético. Jesús Gil aseguró que esa barrera sería infranqueable, y definió a Arteche como un representante del "genuino espíritu rojiblanco".

Arteche ha fallecido hoy en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, víctima de un cáncer, un rival indestructible. Su último rival. Se lo ha llevado con una Copa del Rey y una Supercopa (ambas en 1985) en el zurrón y siendo el cuarto futbolista con más partidos de Liga en el Atlético (308). El último regate le salió mal. Tanto el Racing como el Atlético lamentaron la pérdida de este singular futbolista.

http://www.elpais.com/articulo/deportes/Arteche/nacio/central/elpepudep/20101013elpepudep_3/Tes

Galería fotográfica de El País

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MARCA

Cómo queríamos a Artechembauer

miércoles, 13 octubre 2010, 13:21

Ya les confesé en su día que fui socio del Atlético de Madrid. Por esos azares del destino mi paso por el carnet atlético coincidió con la carrera rojiblanca de Juan Carlos Arteche, y se acabó por el mismo motivo. Llegó un presidente nuevo y dijo que él sobraba, que estaba muy visto. A mí no me dijeron nada pero visto quienes eran los desdeñados, yo mismo me apliqué el cuento.

Excepción hecha del año pasado y el del doblete, la última etapa dorada del Atlético de Madrid fueron los primeros años 70, aquel periodo 1969-76 en el que llovieron los títulos y que se cerró con la visita de la selección de Brasil al Manzanares para celebrar las Bodas de Oro en mayo de 1978. Luego, los no confesados pero muy reales problemas económicos hicieron que el club viviera en la austeridad en medio de los exuberantes años 80. Dejaron de venir grandes estrellas. Se tiró de cantera y de lo que se podía. Hubo grandes estrellas, como Dirceu. Hubo jugadores que triunfaron y se fueron para seguir triunfando, como Marcos Alonso. Y hubo jugadores que formaron el nervio y columna vertebral del equipo, que eran la extensión de la afición en el campo.

Uno de ellos era Juan Carlos Arteche.

Cómo queríamos a Artechembauer, a Algarrobo Arteche como le bautizó Héctor del Mar. Cómo nos tranquilizaba verlo firme, en medio de la zaga, con su impresionante planta y ese bigote que le añadía apostura, a la manera del pañuelo en la frente de aquellos Belaúste o Pichichi que veíamos en las fotos en sepia. Cómo le gastábamos bromas cariñosas sobre su entrega y su tosquedad –el mismo apodo de Artechembauer, por el que todos los conocíamos-. Cómo celebramos sus escasos goles, como aquellos que le metió al Betis en una tarde de lluvia torrencial y que era la culminación de un triunfo partiendo de un 1-3 para los visitantes -el último, en semichilena. Se lesionó. "Rompió el césped y se rompió él", decíamos-. Cómo llenamos el Manzanares el día que jugó su único partido con la selección española. Cuantos años, cuantos recuerdos…

Juan Carlos Arteche, Artechembauer, no figurará, probablemente, en muchos libros de historia del fútbol español, pero siempre tendrá un hueco en el corazón futbolístico de cuantos lo vimos jugar. Fue un jornalero del balón. Un defensa duro en un tiempo de defensas duros –dijo “van a hacer un fútbol de madres”, cuando se reclamaban duras sanciones tras el hachazo de Goikoetxea a Maradona. Sin embargo, él mismo nunca lesionó gravemente a nadie-. Un hombre de club, honrado, que hacía lo que sabía y más que lo que podía y acabó siendo un icono, como se dice ahora, pero en el fondo fue, y no es poco, una persona querida. Muy querida.

En 1989 dejó el club porque se lo hicieron dejar. Ahora parece que el Atlético de Madrid quiere enmendar su error de entonces. Menos mal. Porque Juan Carlos Arteche, venido del Rácing de Santander como fruto de la cantera cántabra que era, fue y será por siempre uno de los nombres históricos del Atlético de Madrid.

Juan Carlos Arteche. Artechembauer. En nombre de todos los que te vimos desde la grada, descansa en paz, amigo.

Les dejo un verdadero himno atlético moderno. No el tramposo y derrotista sabiniano. Reparen en cuales son los dos únicos nombres propios que se citan.

http://www.youtube.com/watch?v=_q06a9A0V_U

http://www.marca.com/blogs/tirandoadar/2010/10/13/artechembauer-descansa-en-paz-amigo.html

Galería fotográfica del Marca

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Público

"Menos motos de sufridor y más títulos, ¡coño!"

En mayo, antes de la final de la Liga Europa y ya enfermo, pero jovial, Arteche diseccionó al Atlético y, como siempre, fue claro y directo 

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ Madrid 14/10/2010 08:30



El pasado 5 de mayo Público' reunió a Collar, Peiró y Arteche para hablar de la final de la Liga Europa.

Los valientes se van discretamente, sin hacer ruido. En vida ya dijeron lo que pensaban alto y claro. Así lo hizo Arteche en su última entrevista para Público.

¿Cómo ve al Atlético?

A mí no me ciega el color, digo lo que pienso. Y decir que hay que mirar a la cantera y echar a diez jugadores de la primera plantilla no es ir contra el Atlético.

¿Y a Quique Flores?

Este chico estuvo en un momento a punto de tirar la toalla. Y su problema se llamaba Asenjo. No es que sea mal portero, pero o caes en gracia o en desgracia. Él acumuló fallos y en cambio De Gea sale y la pelota le da en el culo, en el poste y hace tres paradones. Quique, como entrenador, vio que eso no podía seguir así y el rumbo del Atlético cambió.

¿Ha bajado el nivel de exigencia en el club?

Sí. En nuestra época acabar segundos o tercero era sinónimo de bronca. A Leal el público le protestaba cada vez que daba un mal pase. Ahora es lo habitual y no pasa nada. A la afición se le ha vendido la moto del sufrimiento y lo que hay que hacer es ganar títulos, ¡coño! Y que los jugadores vengan para quedarse y ganar esos títulos, no a hacer escala para dar el salto a otro club. ¿Quiénes son los intermediarios que se están haciendo de oro? Te colocan a Luis García, a Sinama, al otro y al otro. Si tu haces bien las cosas arriba, la exigencia viene sola.

Y no había casos como los de Pablo y Forlán.

A Pablo, cuando le pasó lo del Real Madrid, que le fichó Palacios (precandidato a la presidencia), luego se quedó y la gente se le echó encima, tuvo la oportunidad de decir: "Aquí estoy yo". No era mal central, pero ahí se vio que no tiene agallas. Y a Forlán el club debería haberle exigido pedir perdón por insultar a la grada.

¿Alguna vez se consideró usted por encima del club?

No.

Sufría con cada derrota.

Como la mayoría de los jugadores habíamos mamado los colores del club, querías verte bajo tierra. Tras perder la final de la Recopa (1986), yo no fui a coger la medalla de plata.

¿Y los futbolistas actuales ?

Depende del carácter de cada uno.

Luego vivió un duro enfrentamiento con Jesús Gil, ex presidente que acabó echándole.

Iba por el club y la gente se ponía a temblar en cuanto me veían. Un día fui a comer con Abel y Marina, y al día siguiente, Gil les amenazó con echarlos si volvían a ir conmigo. Esa situación la he vivido yo años, años y años.

http://www.publico.es/deportes/341447/-menos-motos-de-sufridor-y-mas-titulos-cono

 

Adiós a un trozo del escudo
 
JOSÉ MIGUÉLEZ

Llovía como nunca sobre el Calderón. El Betis ganaba 1-3. El liderato, que por entonces (décima jornada, noviembre de 1983) no sonaba a quimera en el Atlético, se esfumaba. La escena invitaba a la fuga, sobre todo en las gradas descubiertas. Pero el personal se quedó. Arteche había tocado la corneta. Marcó Votava, el cielo no dejaba de descargar, el reloj corría. Y como siempre en las mal dadas, Arteche abandonó el área propia y llevó hacia la contraria y a la carrera su ambición racial. Le dio igual quedarse rodeado de rivales. Ya no se movió de allí hasta que revolcó el marcador. Minuto 86. Salto por las bravas y gol de cabeza. Al caer, la pierna le dio un aviso inequívoco de dolor. No importa, el trabajo no había concluido. Minuto 90. Otro salto imposible, otro cabezazo letal, otro gol. 4-3. El delirio sobre el Manzanares. El primer puesto a salvo. La rodilla crujió, ya rota. Una camilla sacó a Arteche del área. Estaba feliz. Se volvió inolvidable.

Arteche se ha ido, víctima de un cáncer extendido del que no dejó de defenderse como buen central durante los dos últimos años. Falleció ayer en Madrid a los 53. Pero su recuerdo permanecerá en el santoral colchonero. Por sus goles en la épica velada del Betis y por otras muchas tardes de coraje, rebeldía y ambición. Custodió las rayas rojiblancas con lealtad extrema dentro y fuera del campo, primero como jugador en activo y luego como militante emocional. Arteche llegó de fuera en 1978, de Santander y del Racing, pero se inyectó el Atlético en vena desde el primer día. Tanto que con él se muere un trozo del escudo.

Llegó como central aparatoso, brusco y limitado, pero creció hasta convertirse en un líbero autoritario, con pasajes de mucha más clase de la que le concedió su caricatura. Cargó con Algarrobo como primer apodo, pero finalmente se impuso Artechenbauer, porque satisfizo por igual a sus fieles (por convicción) y a sus detractores (por ironía). Al lado de Pereira, los tres primeros cursos, aprendió a reinventarse, a recuperar la pelota antes que a despejarla a lo lejos.

Pese a las campañas en su contra, conquistó la selección. Jugador expeditivo y corajudo, cargó con una fama de leñero (la propaganda blanca le definía entonces como el Ingeniero de la luxación) más exagerada que real. Entendió el antimadridismo, sano, como un mandamiento sagrado de una religión, la rojiblanca, que siempre llevó muy dentro. Le tocó vivir una época volcánica en el club (conoció cuatro presidentes: Calderón, Cabeza, Castedo y Gil) y la recorrió siempre con máxima lealtad.

Con Jesús Gil, después de un primer año cariñoso, acabó mal, como todo el que se atrevía a llevarle la contraria. El presidente se inventó una excusa en 1988, que el central vendía zapatillas, y le apartó del equipo hasta que los tribunales un año después dieron la razón al cántabro y zanjaron una indemnización.

Arteche se retiró como jugador, pero no como atlético. Lideró la primera y única oposición convincente que tuvieron los Gil cuando aún era posible. Quizás por eso se le ha visto lejos de los actos oficiales. Del corazón de los atléticos nunca se fue. Nunca se irá.

http://www.publico.es/deportes/341457/adios-a-un-trozo-del-escudo

MaTA-dor

Yo quería ser Arteche

Juan Carlos ARTECHE Gómez (Maliaño, 11/4/1957 - Madrid, 12/10/2010). descansa en paz

Fue contra el Betis. Llovía en el Manzanares. El Atleti perdía. Y en un abrir y cerrar de ojos, Arteche marcó dos goles, algo extraordinario, y dio la vuelta al marcador. El jolgorio fue mayúsculo en la grada. Hasta el punto que al celebrar el tanto de la victoria se venció una de los tiras de cemento (aún no se había oído hablar de la aluminosis) de la grada de preferencia, por los botes de los cuatro colchoneros que saltaban de alegría. El Atleti ganó. Fue por aquel entonces cuando Arteche debutó como internacional en la absoluta.

Sabíamos que había superado el primer arreón del cáncer, pero que luego le volvió a coger la espalda esa "larga enfermedad" de la que siempre se habla para explicar lo inexplicable de que un hombre presida la sala de un tanatorio a los 53 años. Esta primavera, antes de la final de Hamburgo, el Piku (Francisco Javier Díaz, jefe de sección del Atlético en AS) montó una maravillosa comida en el Asador Donostiarra con los últimos finalistas europeos del Atlético. Allí estaban muchos de los que perdieron la final de la Recopa contra el Dinamo de Kiev en Lyon en 1986. Sabíamos que Arteche ya andaba más que pachucho. Pero su vitalidad y jovialidad contagiaba la mesa. Su enorme sentido del humor disimulaba su debilidad física, que se percibía en su cuerpo de aguerrido centralón. Los Julio Prieto, Ruiz, Rubio, Quique Ramos, Mejías Pedro Pablo y compañía, en aquella sobremesa primaveral, hablaban como si todavía compartieran vestuario. Buscaban entradas para la final de la Europa League y se quejaban, sin rencor, de que el club no les había invitado a estar presentes en Hamburgo.

Arteche fue el primer opositor a Gil. Se enfrentó al ex presidente como capitán y luego lideró la Asociación Neptuno en los despachos. En los últimos tiempos seguía siendo crítico, pero su interés siempre era el bien del Atlético de Madrid, club al que amó y representó siempre.

Para los centrales de la cantera, que soñábamos en cada entrenamiento en los campos de arena del Cotorruelo llegar al primer equipo, Arteche era un modelo. Era duro y expeditivo y noble, como debe ser un defensa. Y conocía sus limitaciones. Con unas condiciones técnicas escasas se defendía en la elite con honradez y honor. Consiguió ser y siempre será un símbolo del Atlético de Madrid.

En el verano que pasaba del infantil (lo que ahora es cadete) al juvenil, estuve en Falmouth, al sur de Inglaterra, cerca de donde cayó derrotada al Armada Invencible, aprendiendo inglés. Mi madre me mandó una carta con una página del diario AS (hace poco la tuve en mis manos en uno de esos deliciosos viajes de ida y vuelta de las pequeñas cosas) en la que aparecía un equipo tipo del Atlético para aquella temporada 87-88. Sobre la cara de Arteche mi madre había pegado una foto mía y hacía pareja de centrales con Andoni Goicoechea (entonces se escribía así). Nunca llegué a llevar el cuatro del primer equipo. Pero aquel verano del 87, aquella pretemporada, me sentí Arteche.

Descansa en paz, Juan Carlos.

http://matador.elconfidencial.com/2010/10/yo-queria-ser-arteche.html

Publicado oct 14 2010, 08:31 por SDHEditor
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