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Fallece Marcel Domingo

El País

Fallece Marcel Domingo, ex portero y técnico del Atlético de Madrid

El francés conquistó la Liga con el equipo rojiblanco tanto en su etapa como jugador como su periplo en los banquillos.- Militó en equipos de la Liga como el Espanyol, el Granada, o el Málaga

AGENCIAS - Madrid - 11/12/2010

Marcel Domingo, histórico portero y entrenador francés del Atlético de Madrid, entre otros clubes, falleció el viernes en la localidad gala de Arlés a los 86 años de edad. Domingo ganó el trofeo Zamora en dos ocasiones (1949 y 1953) y consiguió dos Ligas con el Atlético de Madrid antes de militar, también en su época de jugador, en el Espanyol en dos etapas diferentes. Además, jugó en diversos equipos franceses como el Niza -con el que consiguió una Liga y una Copa- o el Olympique de Marsella.

Como entrenador desarrolló casi toda su carrera en el fútbol español, en donde volvió a conquistar el cetro liguero con el Atlético en 1970 y el de Copa dos años después. También dirigió, entre otros, al Valencia, con el que ganó la Copa de 1979, al Espanyol, Granada, o el Málaga.

Esta noche, el Vicente Calderón ha guardado un sentido minuto de silencio antes del encuentro entre el Atlético y el Deportivo. El club rojiblanco ha transmitido "su más sentido pésame" a la familia de Marcel Domingo, al que recuerda en una nota emitida en su página web como "un precursor de su época, pues sus camisetas de portero eran muy llamativas por sus colores. Era junto a Luis Aragonés, el único que había conquistado la Liga de jugador y entrenador".

URL de la noticia: http://www.elpais.com/articulo/deportes/Fallece/Marcel/Domingo/ex/portero/tecnico/Atletico/Madrid/elpepudep/20101211elpepudep_13/Tes

Marcel Domingo, el 'volcán' que revolucionó el Atlético

El hispano-francés, famoso por su genio, ganó las Ligas de 1950 y 1951 como portero y la de 1970 como entrenador



JOSÉ MARCOS 13/12/2010

Marcel Domingo, que falleció el viernes en Arles (Francia) a los 86 años, fue mucho más que un romántico trotamundos que en su carrera en los banquillos dirigió hasta a 17 clubes a uno y otro lado de los Pirineos. "Fue un revolucionario que contribuyó a modernizar el fútbol tanto de portero como de técnico", recuerda Adelardo, centrocampista del Atlético que se proclamó campeón de Liga en 1970 a las órdenes del hispano-francés, que nació en 1924 en Salin-de-Giraud, un pueblecito de apenas 2.000 almas, y heredó el primer apellido de un abuelo de la zona de Valencia.

Domingo, junto a Luis Aragonés, el único símbolo del Atlético que ha conquistado la Liga como jugador y entrenador, se ganó una fama merecida por su efectividad en el campo -ganó el Trofeo Zamora como rojiblanco en 1949 y con el Espanyol en 1953- y su gusto por lucir unas camisetas de colores muy estridentes para la época. "Le gustaba llevar unos jerséis de amarillo fosforito, muy llamativos y chillones. Decía que así acaparaba la atención de los rivales, que, inconscientemente, chutaban adonde él estaba y así le hacían la vida más fácil", reflejaba Escudero, con el que compartió las Ligas de 1950 y 1951 en el club entonces del Metropolitano. Domingo, al que Luis Guijarro llevó al Atlético a la vez que al marroquí Ben Barek, fue una de las sensaciones de aquel equipo, del que Helenio Herrera, que en aquel entonces empezaba a despuntar en los banquillos, sacó el mejor provecho a la que se denominó la delantera de seda (Juncosa, Vidal, Silva, Campos y Escudero).

Si el conjunto de H. H. pasó a la historia, el Atlético que alcanzó la Liga de 1970 destacó por la belleza de su contragolpe. Le dio forma Domingo, al que Vicente Calderón recurrió en junio de 1969 para acabar con la hegemonía del Madrid, que venía de lograr los últimos campeonatos y marcaba una tendencia que parecía muy difícil de superar. "Siempre guardaré un gran cariño a Marcel. Para mí, fue muy especial, el hombre que me resucitó después de pasar el curso anterior prácticamente en blanco", explica Adelardo, al que el preparador ayudó a superar la muerte de su padre y colocó de medio de ataque. "Posiblemente, de mis 17 años en la casa, jamás vi a un Atlético semejante, muy moderno y vistoso, que salía a la contra como los ángeles... ¡Normal después de ensayarlo tanto!". "Yo llevaba en el club desde 1964 y, más o menos, siempre habíamos destacado en esa faceta, pero esa temporada... Gárate y servidor jugábamos arriba y Luis e Irureta se sumaban bastante", rememora Ufarte. "La anécdota que jamás olvidaré es la que produjo mi gol en la última jornada, al Sabadell. Nos valió para ganar la Liga ¡Cómo lo celebró Marcel!", apostilla mientras resalta su carácter ufano con los suyos. La perspectiva cambiaba si veías a Marcel desde la otra trinchera: su fuerte carácter y su defensa por encima de todo de los suyos le valió el sobrenombre de Volcán Domingo, que perdió la Liga siguiente tras empatar como local con el Barcelona en la última jornada, resultado que benefició al Valencia de Di Stéfano.

Tras su paso por el club rojiblanco, Domingo inició una larga trayectoria: Espanyol, Las Palmas, Lleida, Córdoba, Granada, Málaga, Elche, Burgos, Valencia, Betis, Mallorca y Hércules.

Otra anécdota define muy bien el espíritu del mito colchonero. En 1997, Marcel Domingo se dirigía a las taquillas del estadio Calderón acompañado de su hija a comprar dos entradas. Un aficionado, sorprendido de que fuera a ver el partido en la tribuna como uno más, le abordó y le convenció para que se presentara en la puerta 0 del estadio para que allí, luciendo credenciales, le dejaran pasar. La sorpresa fue que ninguno de los empleados conocía a Domingo, ganador de tres Ligas (además, conquistó el campeonato y la Copa de Francia de 1952) y las invitaciones tardaron en llegar más de lo previsto. El francés obvió el desaire y muy amablemente se limitó a dar las gracias. Trece años después, la caldera del Manzanares rindió un sentido homenaje a una de las figuras que contribuyeron a la grandeur de un Atlético que, pese a todo, no olvida y quiere ser el que era.

URL de la noticia: http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/Marcel/Domingo/volcan/revoluciono/Atletico/elpepinec/20101213elpepinec_2/Tes


Siempre Domingo

MARTÍN GIRARD 21/12/2010

Marcel Domingo murió en el Arles que inmortalizó el pincel de Vincent Van Gogh. Casualmente, en anteriores episodios, me había referido a él. A Marcel, no al pincel de Van Gogh. Sin saber que acababa de morir. A fin de cuentas, los muertos siguen tan vivos como los vivos en el recuerdo mientras ignoremos que están muertos. Más o menos, difuntos y ausentes, ocupan el lugar que, menos o más, les reservemos en la memoria. En realidad, todos somos los fantasmas de hace un rato y, cuando por defunción o desplazamiento no estamos presentes, nos resucita y rescata la imaginación. Por tanto, Marcel Domingo sigue siendo, ahora más que nunca, el que era: un guardameta enfundado en un jersey de estridente color amarillo para, según él, atraer a su cuerpo los disparos a puerta del delantero contrario. Y detenerlos. La estrategia debía ser buena porque, siendo uno de los mejores porteros que he conocido, nunca le he visto realizar ninguna parada aparatosa.

Dada su envergadura y colocación, su sobriedad era proverbial. Sólo las mujeres le metían hipotéticos goles con taladradoras miradas de berbiquí y nada hipotética intención. Pero no puedo hablar del inolvidable guardameta y amigo sin rememorar al, posiblemente, mejor Atlético de Madrid de todos los tiempos. Campeón de Liga dos años consecutivos, en la égida de Helenio Herrera, siempre recordaré aquel 7-0 al Valladolid en el Metropolitano. Nunca, hasta el Barça de Guardiola, he visto deslizarse el balón, de un jugador a otro, como obedeciendo a una atracción magnética, con tan matemática precisión.

Pócima mágica que el Barça actual imparte de cinco en cinco cucharadas.

Tendría yo 16 años cuando fui por primera vez al Metropolitano. Un campo de gradas abiertas en el que entraba el aire límpido de la sierra madrileña. Allí descubrí a Juncosa, el extremo derecho que homologó el gol del cojo y que caracoleaba sobre la línea de córner para marcar inverosímiles tantos por la escuadra; a Ben Barek y su impecable tiro a puerta, escorando el cuerpo hacia un lado para chutar al poste opuesto con el exterior del pie y precisión de tiralíneas; al voluntarioso Pérez Payá, que, según decían, jugaba sin cobrar porque su padre era un rico industrial y que, con sus desestabilizadoras galopadas, tergiversaba el concepto de delantero centro estático a la espera del remate en el área; al bullicioso sueco Carlson y su gol a lo Pelé antes de que Pelé lo inventara y, dicho sea de paso, no lo metiera; al aparentemente torpón Escudero y su siempre decisiva eficacia goleadora; al esbelto Mújica, cuya pulcritud a la hora de disputar un balón por alto era equiparable a su dominio del balón a ras de hierba o al también canario Alfonso Silva y sus magistrales pases al espacio surcando el césped. También estaban, entre otros, el hierático y altivo Riera; el rápido y marrullero Lozano; el arcaico Aparicio y sus espectaculares despejes de tijera. Y, por supuesto, Marcel Domingo, tan sobrio y sereno entre los palos como vehemente y, en ocasiones, irascible en su posterior etapa de entrenador. Su sinceridad a ultranza y la vivacidad de su genio frustraron en parte, a mi entender, una carrera desde el banquillo que tuvo su momento culminante con la obtención de otro título liguero para su Atlético de Madrid. Pero despotricaba de directivos, de contrincantes, de árbitros y políticos, de la Real Federación y, en general, de la corrupción nacional. No siempre le faltaba razón. Compartí con él algunas vicisitudes cuando pasó del Español al Hospitalet y del Hospitalet al Vilanova i la Geltrú, equipo en el que me hizo jugar un partido que prefiero olvidar. Vaya este réquiem por el portero de antaño y sus compañeros de juego. No sé cuántos de ellos podrán leer ahora sus nombres en estas líneas. El otro día tuve ocasión de charlar con Campanal, el mítico defensa internacional de aquel Sevilla del 53, y me comentaba con púdica melancolía que de sus compañeros de entonces ya sólo quedaban tres. Él, por cierto, a sus 80 años, sigue participando en pruebas de atletismo para veteranos, y ganando, aunque a veces, confiesa, le fallen algo las rodillas... en las pruebas de salto. A mí, cuando pienso en el salto dado desde el pasado, también.

URL de la noticia: http://www.elpais.com/articulo/deportes/Siempre/Domingo/elpepidep/20101221elpepidep_7/Tes

 

El Mundo

Fallece Marcel Domingo ex portero y ex técnico del Atlético

El francés Marcel Domingo, ex jugador y ex entrenador del Atlético de Madrid, entre otros equipos españoles, falleció el viernes en Arlés (Francia), según confirmó el Málaga, uno de los clubes a los que dirigió desde el banquillo.

El francés desarrolló su carrera como portero y entrenador en España y fue en el Atlético de Madrid donde alcanzó la gloria, al ganar tres ligas, dos como cancerbero y una como técnico, con la que acabó con tres años de hegemonía del Real Madrid.

Fue en la campaña 1969-70. El Real había sido campeón en la 66-67, 67-68 y 68-69 y marcaba una tendencia que parecía muy difícil de superar. Pero el Atlético fichó en junio de 1969 a Marcel Domingo. El francés ya había militado en el club rojiblanco como portero y había dejado huella. En 1949 logró el trofeo Zamora al arquero menos goleado y en las campañas 1949-50 y 1950-51 se hizo con dos títulos de liga con Helenio Herrera como entrenador. En 1953 volvió a conseguir el trofeo Zamora, esta vez con la camiseta del Espanyol.

Ya como jugador, Domingo había destacado por su valentía, dentro y fuera de los terrenos de juego. Era una persona que decía lo que sentía y no se arredraba por nada. Vicente Calderón lo llevó al Atlético como técnico en el verano de 1969, procedente del Granada, con la misión de alzarse con la Liga, un título que se le resistía al Atlético desde 1966. Y Domingo lo logró. Incluso instituyó en el equipo el famoso contraataque que definió a los rojiblancos durante mucho tiempo y que heredó posteriormente Luis Aragonés.

El Atlético ganó su sexta liga en el último partido de Liga en la Cruz Alta, en Sabadell, al que ganó 0-2. Era el Atlético de los Rodri, Melo, Jayo, Eusebio, Luis, Alberto, Irureta, Adelardo, Ufarte, Gárate, Salcedo... Uno de los mejores Atléticos de la historia, dirigidos por uno de sus mejores entrenadores.

Ufarte y Calleja marcaron los dos tantos del triunfo y dieron el título al Atlético, con un punto de ventaja sobre el Athletic de Bilbao y siete sobre el Real Madrid, que había dominado en los tres años anteriores.

Pero Marcel Domingo, nacido el 15 de junio de 1924 en Salin de Giraud (Francia), fue prolijo en España, donde concluyó su carrera como entrenador en 1989 en el Hércules de Alicante, que entonces militaba en Segunda B. Previamente había dirigido al Mallorca en la temporada 1983-1984 y con anterioridad al Espanyol, Las Palmas, Lérida, Córdoba, Granada, Huelva, Elche, Burgos, Valencia, Betis y Málaga.

En todos ellos dejó su sello, pero fue en el Atlético en el que pudo exhibir al mundo sus cualidades. Marcel Domingo es historia del fútbol español en general y del Atlético en particular. Desde su residencia en Arlés, donde el viernes falleció, se emocionó con su Atlético en mayo y agosto pasados, cuando los rojiblancos se alzaron con la Liga Europa y la Supercopa europea, títulos que rompían una sequía de 14 años.

URL de la noticia: http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2010/12/11/futbol/1292094735.html

Señales de Humo

El mejor Atleti que yo he visto fue el de esa liga del 70, con los laterales doblando a los extremos, cosa, si no me equivoco, absolutamente novedosa en España. Meses después, llamaba la atención cómo Carlos Alberto lo hacía con Jairzinho, pero eso llevábamos celebrándolo toda la temporada en el Manzanares. Melo por la derecha y Calleja por la izquierda. Formidable. Para mi gusto, mejor que el de Merkel y mejor que el de Luis. En conjunto, mejor también que el de Antic, aunque éste tuviera algunos fulgores inolvidables. Luego vino lo del Cagliari y las semifinales contra el Ajax. España se paraba para ver al Atleti, porque estaba entre los mejores equipos de Europa. Marcel Domingo exhibía ese orgullo tan francés que consiste en enaltecer lo propio cuando lo propio lo merece y hacerse mirar desde abajo. Tenía la cabeza en forma de bombilla, más ancha por las mandíbulas que por las sienes y entre sus virtudes, coquetamente cultivada por él, la de utilizar cuando jugaba de portero unos jerseys de colores llamativos. Eran unos jerseys preciosos que cautivaban a los niños, como a nuestro pro56, que ya entonces comenzaba su carrera de esteta. 

fernando

URL: http://sdehumo.net/forums/p/13753/178729.aspx#178729

Publicado dic 12 2010, 09:26 por SDHEditor
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