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Instalados en la mediocridad, o la oportunidad perdida

Tan solo cinco meses después de que la fortuna nos visitará, la cruda realidad nos devuelve a nuestro sitio, el de la mediocridad y el olvido, acrecentando, de paso, el mito del “señor de los campos”.

En el fútbol, como en los toros, todo aficionado dispone de su alineación, desconociendo los entresijos de la realidad, los estados de ánimo, el trabajo semanal y muchas otras circunstancias que son las que hacen elegir una, al entrenador del equipo, a veces incomprensible para el mortal de los humanos, eligiendo entre lo que se tiene.

En todo caso, las evidencias son las que son y cualquier aficionado del Atleti se pregunta, no sin asombro, la razón de disponer de multitud de defensas y otro que nos anuncian para la temporada próxima,  y mediocentros, yo diría, “mediocuentistas” en muchos casos; estocaje reforzado en los periodos de contratación, que en nada ayudan a paliar las verdaderas necesidades de este equipo, simplemente, gente que juegue al fútbol. Desde Pantic y Caminero aquí nadie sabe jugar la pelota.

Y no nos sirven los cuentos habituales, a saber: el costo de adquisición y ficha de jugadores de esta naturaleza o la imposibilidad de encontrarlos. Y esto es así, por cuanto en una rápida apreciación de cifras, salvo que los datos suministrados, como otros muchos, sean nada más que filfas para continuar con el atontamiento, nos alcanzan a comprender que como queda dicho, abultando el número de defensas y mediocentros, dinero se tenía para contratar gente que jugara al fútbol, en distinta demarcación a la fichada, la que necesitaba el equipo, y nombres  había y sólo fijándose en el suelo patrio, los nombres de Verdú, Borja Valero, nos vienen rápidamente a la memoria y que no habrá fuera si de verdad se contara con una secretaría técnica eficaz y hábil.

En nuestra retina quedan los momentos en que alzamos al cielo sendas copas internacionales, en nuestros sueños aún nos arrullan los cánticos de alegría y sobre todo, de esperanza, esa que tan rápidamente hemos perdido, por cuanto la dura realidad nos vuelve a abofetear. Quién de nosotros no sabía que el momento era el idóneo para un esfuerzo basado, eso sí, en una gestión deportiva eficaz, que enriqueciera la plantilla en aquellos huecos necesarios para de una vez consolidar un equipo competitivo que aspirara a algo más, que casuales y sorpresivos triunfos, haciéndonos recuperar la ilusión y el orgullo, o lo que es lo mismo, la oportunidad perdida.

Pero no ha sido así y en cambio, se prescinde justo al inicio de la temporada de una pieza vital para el equipo, dejándolo huérfano y aún hoy continúa así, dando la sensación que aquí sólo interesa la ficción contable para continuar con un negocio de ilusiones truncadas para los que lo sostienen, nosotros.

Decía mi padre y antes otros muchos, “que una cosa es predicar y otra, dar trigo”; cierto es, como también lo es la complicación y dificultad, más en la situación de crisis económica que padecemos de la que el fútbol no puede sustraerse, de equilibrar cuentas en un equipo de fútbol, pero en modo alguno eso puede ser motivo para no cuestionar absurdas y erróneas decisiones como las expuestas que constatan entre otras muchas cosas, la errada decisión deportiva.

Si a eso le sumamos, la absurda, débil y errónea defensa de los derechos televisivos, que sólo protege la inmediatez económica resultadista alejada de cualquier visión de futuro, es decir, defender mi trocito de huerta que siempre, por malas que sean las cosechas me dará de comer escasas hortalizas, mientras cada vez se extienden, aproximándose más y más, los terrenos de los terratenientes, a los que con una sonrisa complaciente, tan sólo les ruego me dejen seguir horadando mi huerto, llegamos a una conclusión: estamos instalados en la mediocridad.

Y mientras tanto nuestra cada vez más difuminada aureola, facilitan a los “voceros” nuestro olvido informativo, favoreciendo, después y van….,  de un nuevo ridículo ante “el señor de los campos” y la explosión verbal de la afición ante una nueva frustración, que recibamos dolorosa dádivas verbales, a saber, “no tuvimos necesidad de
correr….”,”…es una afición fantástica y calurosa…,no tiene importancia lo de los insultos….”, que hieren nuestro más íntimo orgullo, engrandeciendo aún más, un falso mito.

José Luis García de Mateo y Beringola, abonado nº 705 y accionista del Club ATLÉTICO DE MADRID.

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