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El Atleti tricampeón de la Supercopa de Europa. Revista de prensa (III)

El País

El Atlético exhibe más recursos y se lleva la Supercopa de Europa ante el Real Madrid
Los rojiblancos, con Diego Costa de corneta, conquistan el título ante el equipo de Lopetegui tras imponer su físico y mejor banquillo en la prórroga

José Sámano

La Supercopa europea no solo encumbró al veraniego Atlético, sino que dejó un guiño inquietante para el Real Madrid: tras décadas de supremacía, en Estonia su vecino exhibió más recursos. Al Real, capaz de una remontada, se le hizo himalayesca la prórroga, cuando los rojiblancos mostraron más piernas y reclutas que un Madrid que, en su primer duelo oficial sin Cristiano, terminó con Ramos y Mayoral como delanteros. Casual o no, sin CR y nadie al quite por el portugués, el Madrid perdió su primera final internacional desde que lo hiciera con Boca en la Intercontinental de 2000. Tras encadenar trece descorches, sucumbió ante un Atlético supercampeón europeo por tercera vez y ganador por fin de un gran duelo europeo ante el Real.

En un partido subido a la noria, ni siquiera había pestañeado el fútbol en Tallin cuando antes del minuto Diego Costa, el jugador del partido, taladró la red del Real Madrid. Un gol muy de ese buscavidas que es el ariete colchonero, un vietnamita sin vértigo ante cualquier rival. Un tanto muy simeonista. El pase al infinito de un central (Godín) para Diego Costa. Lo mismo da que esté de espaldas a la portería rival y le enchironen cocodrilos. El tipo, tan vivificante, no se achica ni a tiros. El internacional español se hizo un autopase de cabeza ante Ramos, sacó la cadena a Varane, que fue al cruce con aire como un monaguillo, y ametralló a Keylor por el palo que custodiaba. Un gol imposible, solo al alcance de un bizarro con la sobredosis de fe que destila Costa.

El Madrid precisó de temple y paciencia para metabolizar el azote. Desplegado a partir de un 4-2-3-1, con Kroos y Casemiro en paralelo, Isco de enganche central y Bale y Asensio por las alas, de entrada el Real encontró remedio donde este curso se le presupone un cráter mayúsculo. Por el radar de CR, Bale, Asensio y Benzema jalonaron la episódica remontada del equipo de Julen Lopetegui. En un Madrid en el que nadie lució el siete, sus tres atacantes supieron buscarse los atajos hacia Oblak hasta que el equipo sucumbió en la prórroga.

Mientras se tonificaba el Madrid, el Atlético fue el Atlético del espartaco Simeone. Cambian las plantillas, pero el traje no. Se fiche a quien se fiche, el equipo no titubea al replegarse y no disimula el papel de sus centrales a la hora de dar vuelo al juego. Llega Rodri, un medio centro con buena muleta, pero los recados a la pelota son asunto de Godín y Savic. Griezmann, de puntilllas por Estonia y sin carrete siquiera para una hora de faena, hoy es un mensajero de primera, pero el Atlético se saltó su peaje tanto como el de Rodri. En el caso del francés, porque sigue en el Mundial; en el caso del chico llegado del Villarreal por cierta desconfianza a que altere el molde. El conjunto del Metropolitano era Lemar. Un extremo hábil que también dejó poso como mosquetero. Cuestes lo que cuestes, con el Cholo hay que sudar como regaderas.

Un delicioso taconazo de Asensio al que respondió de maravilla Oblak, prendió la mecha en el área de los colchoneros. Marcelo se sumó al frente y el Madrid se clavó en la periferia de la portería del Atlético. De un Atlético sin más salida que citar a Costa a un combate permanente de lucha libre con Ramos y Varane. Más sutil le resultó al Real la vía de Bale. Simeone, sabedor de que por las orillas percutirían el galés o Asensio, envidó con Lucas, más alguacil que Filipe. Pero Bale tiene momentos sin arresto posible. Enfiló y desbordó a Lucas como un expreso y su centro con la pierna derecha fue tan diabólico que hizo dudar al mismísimo Oblak. Benzema, en la sala de estar de CR, cabeceó como CR. Acto seguido, Asensio estuvo a un dedo del 2-1 con un disparo combado.

Tras el descanso, durante muchos minutos no remitió la sensación de crecida del Madrid. Donde había pisadas de Bale, solo había migas de Griezmann. Hasta que Juanfran dio un manotazo al balón tras desequilibrarse en un forcejeo con Benzema. Sin CR a la vista, Ramos tiró de graduación y ejecutó con éxito el penalti. Al Atlético le tocaba remar sin Griezmann y sin Rodri, ya sustituidos. Pero con Lemar y el denuedo de Costa. Hasta que Marcelo hizo el panoli. La jugada partió de Lemar, pero la pelota salió rebotada hacia el costado del lateral brasileño. Era un saque de banda favorable a los blancos, pero a Marcelo se le anudaron los cables y devolvió el balón a la plaza. Entre Juanfran y Correa tejieron el empate para Costa, un jabato de principio a fin. A esas alturas del partido y a estas alturas de la pretemporada, el duelo pasó a tener mucho más que ver con el físico que con tal o cual pizarra. Además, en el caso del Madrid, Lopetegui tiene cesto para dar relevo a sus volantes (Modric, Ceballos, Lucas), pero a la delantera se le ven los huesos. En la reserva de Lopetegui, Mayoral y el becario Vinicius. Cuesta recordar cuándo el Atlético tuvo más granero que su vecino. Así se evidenció en Tallin, donde Correa agitó a los suyos al tiempo que con el partido ya maratoniano, en la prórroga, se impuso el físico de gente como Costa, Thomas y Vitolo. El lazo, para Saúl, con un golazo tras una pifia de Varane, y para Koke, con un gol de billar. Un brindis para un Atlético muy Atlético pero con más escaparate. Una decepción para un Real más justo y huérfano de CR.

https://elpais.com/deportes/2018/08/15/actualidad/1534367148_692673.html

Un título al estilo Diego Costa
El goleador, que habla de "cojones para ganar", no fue a la concentración de Italia y se quedó en Madrid para ponerse en forma

Ladislao J. Moñino

Situados justo encima de la bocana del vestuario, el millar de aficionados del Atlético desplazados a Tallín jalearon a Simeone cuando le vieron entrar en el palco al que le condenó la UEFA por la sanción que arrastra de la temporada pasada por insultar al colegiado francés Turpin en la ida de las semifinales de la Liga Europa. Poco antes, los jugadores rojiblancos habían buscado deliberadamente el último aliento de su afición aprovechando su ubicación. Los videomarcadores señalaban que el tiempo de calentamiento había concluido, pero permanecieron en el campo para no coincidir con los jugadores del Real Madrid en la entrada a la caseta, al que les cayó la misma lluvia de improperios que antes se había llevado Thibaut Courtois.

Simeone vio casi todo el partido de pie y gesticulando como si estuviera en el banquillo, cuando Diego Costa aprovechó un balón largo de Savic para tirarle un sombrero de cabeza a Sergio Ramos, girarse y empotrar la pelota en la red por el palo que tapaba Keylor Navas. El tanto, a los 48 segundos, supuso el más rápido de la historia de la Supercopa de Europa. Abajo, el Profe Ortega sonreía y jaleaba el tanto fuera de sí. El plan que le había diseñado al delantero de Lagarto para afinarle había dado resultado por la rapidez y la agilidad con la que ejecutó la maniobra. El cuerpo técnico habían determinado que Costa no viajara a la miniconcentración de cinco días que hubo en Bolzano, a las faldas de los Alpes italianos a principios de mes. El delantero se quedó en Madrid para ejercitarse junto a Thomas y Vitolo, ambos con molestias. En esos cinco días Costa disminuyó sensiblemente el volumen de su abdomen. “El Profe sabe lo que hace”, aseveró Costa tras el duelo. “El partido de Costa ha sido increíble”, le alabó Simeone.

Crecido por su primer gol, fue a cada disputa con Sergio Ramos como si fuera la última. Por arriba y por abajo, aceptó y ganó el combate. “Somos amigos, pero los dos sabemos que si su madre y la mía están en el campo cada uno va a lo suyo”, aclaró el bigoleador con el trofeo de mejor jugador del partido. No cejó en su empeño Costa de darle salida al equipo incluso cuando parecía que la historia parecía endiablarse. De nuevo el Madrid le daba la vuelta al marcador en una final. Costa siguió lo suyo, tirando desmarques, chocando su cabeza con Ramos y protestando. Cuando cazó la jugada de ratón de Correa, quiso buscar a Juanfran, que se redimió de la mano persiguiendo la pelota para recuperarla y dársela a Correa. “Con las ganas y los cojones que tenemos podemos pelear con quien sea”, advirtió eufórico Costa, que se permitió incluso bromear: “Le dije al Cholo que si quería ganar me tenía que fichar”.

El golazo de Saúl también vino de otra recuperación, esta vez de Thomas. “Entró bien. Seguro que cuando le metí y, además en esa posición de mediapunta, alguno diría qué hace este, se ha vuelto loco. Pero Thomas ha jugado en esa posición en su selección”, relató Simeone, que admitió con un “ahora sí”, cuando fue preguntado por la profundidad del banquillo. “Necesitábamos ganar, el Real Madrid hacía mucho que no perdía una final europea”, aseguraba el técnico, que en el césped, durante la celebración, fundió su imagen de hincha, entrenador y exjugador con la de padre para fotografiarse junto a su hija pequeña con su séptimo trofeo, el que le convierte en el técnico del Atlético con más títulos de la historia: una Liga, una Copa, dos Ligas Europa, dos Supercopas europeas y una de España.

https://elpais.com/deportes/2018/08/15/actualidad/1534355788_258152.html

La Razón

2-4. El Atlético empieza a lo grande y gana la Supercopa al Madrid
Ganó la Supercopa al Real Madrid en la prórroga tras un partido muy competido. Los rojiblancos llegaron más fuertes al final del choque

José Aguado.

Tuvo más aire el Atlético después de noventa minutos de derbi tan competidos como siempre en estos últimos años. Los Real Madrid-Atlético se han convertido en partidos eternos, sin favorito, que se deciden en los penaltis o en los detalles o en quien aprovecha mejor los errores del rival. Lo hizo ayer el conjunto de Simeone, que llegó con más vida a la prórroga y no perdonó ninguno de los despistes de la defensa blanca, aún de vacaciones y con muchas cosas por corregir, principalmente en cuestiones de concentración y en la toma de decisiones en momentos de apuro. Todo lo que hizo bien el Madrid durante muchos minutos se le escapó después porque su defensa no estuvo a la altura.

Nada más empezar, cuando aún no se había cumplido el primer minuto, Diego Costa estuvo más despierto que los centrales y que Keylor Navas, a quien Courtois miraba desde la grada; después, para el empate a dos, Marcelo prefirió dar un balón al rival antes que un saque de banda a favor; y en el tercero Ramos y Varane no supieron muy bien qué hacer con la pelota. El primero se la dio a su compañero que estaba de espaldas; el segundo, el francés, estuvo lento y eso es mortal ante un rival que muerde cuando presiona. Golpeó el Atlético esas tres veces y se aprovechó del desconcierto de después para llevarse la Supercopa, el primer encuentro oficial de ambos equipos esta temporada y que parecía el último choque de la campaña, tal como lo jugaron. Se notó el cansancio, que aún no están a tope los dos conjuntos y lo notó más el Madrid. Con la lesión de Casemiro se empezó a desdibujar y no tuvo tiempo para corregirse después. Se fue deshinchando el centro del campo y ya no encontró dónde agarrarse.

En cambio, la salida de Thomas en esos minutos, por ejemplo, dio pulmones a un Atlético que parecía que lo iba a pasar peor y más cuando ya se habían ido Griezmann, aun en pretemporada, y Lemar, uno de los mejores anoche, en todos los sitios, siempre ofreciéndose, como si no necesitase tiempo de aclimatación al conjunto de Simeone. Es una gran incorporación, que da un salto de calidad a un equipo, que visto lo visto ayer, comienza dispuesto a pelear todo y a no mirar sólo hacia atrás.

En otros derbis decisivos en Europa, el Atlético fue más temeroso, más precavido. En otro partido, tras el gol de Ramos de penalti, el equipo rojiblanco se hubiese hundido, superado por la superioridad rival en los días importantes. Ayer, quizá porque el Madrid no pudo más físicamente o porque al Atlético le ha cambiado la ambición, con el encuentro perdido, fue a por el empate, lo consiguió y después voló hacia la victoria que le da un chute de optimismo para afrontar lo que viene.

El choque fue cambiando de estados de ánimo, aunque casi siempre dio la impresión de que el Madrid lo tenía más controlado. No le sirvió de mucho, penalizado por el cansancio, por sus errores atrás y quién sabe si por la falta de banquillo: para intentar igualar el choque, Lopetegui dio salida, al final, en el cambio permitido en la prórroga, a Borja Mayoral.

No hizo mal encuentro el Madrid, pese a perder y romper una racha de finales ganadas. Pero le faltó constancia para ser superior al rival. Mezcló buenos momentos, casi siempre a cargo de Bale; con desconexiones, sobre todo cuando consiguió dar la vuelta al partido. En vez de matar el choque, se volvió conservador. Pero si lo de ayer sirve como medida de lo que puede suceder a lo largo de la temporada la prueba no es mala. Sobre todo porque fue el primer día sin Cristiano Ronaldo, cuando se tenía que demostrar si Bale estaba listo para recoger el liderazgo del equipo.

Y lo está. Hasta que el agotamiento le superó, el galés lo hizo todo bien, más por la derecha, pero moviéndose por cualquier zona del campo. Sin Modrić  de inicio, Lopetegui dibujó un 4-3-3 de manual con Asensio en un lado y Gareth en el otro, en la derecha, pero esta vez eso no supuso una merma de sus facultades. No se equivocó casi nunca el galés: cuando corrió, cuando participó en el juego o cuando desbordó para poner un balón de gol en la cabeza de Benzema para empatar el choque. Eso es lo que se quería ver en la entidad blanca; que se pueden hacer goles sin CR7 y que Bale y Benzema pueden presentar batalla a la que quizá es la mejor defensa del mundo.

Tuvo que trabajar mucho el Madrid para empatar. Fue rompiendo al Atlético, más inseguro que otras veces, y fue Bale quien encontró la grieta para empatar el choque. Dio dos zancadas de más que los rivales y su centro lo remató Benzema sin saltar. El nueve del Madrid.

Desde el minuto diez, cuando se recuperó del «shock» del tanto de Costa, el Madrid tomó el balón y fue minando y ganando espacio al rival, con rapidez y con paciencia, con Marcelo cerca del área rival, donde es más peligroso para el rival que para su equipo. Kroos intentaba mandar y Asensio quería, sin éxito, romper con su potencia. La primera parte fue un derbi de manual: el Madrid con la pelota y el Atlético cómodo defendiéndose.

El claro penalti de Juanfran dio la ventaja al Madrid y parecía que le acercaba a la victoria. Había dado la vuelta al encuentro, que contra el Atlético es casi un milagro. Pero entonces, todo cambió. El conjunto de Simeone pudo recomponerse. Estuvo más listo que el Madrid y entre Correa y Thomas mejoraron a los titulares. Con ellos, el Atlético logró ganar al Madrid en Europa.

https://www.larazon.es/deportes/futbol/supercopa-de-europa-en-directo-el-real-madrid-sale-sin-Modrić -GL19475377

Diego Costa gana la pelea

Sergio Ramos y el delantero rojiblanco revivieron su eterno duelo. Faltas de los dos, un gol del madridista y dos del jugador atlético, el resumen de su enfrentamiento

Domingo García.

Al enfrentamiento entre Sergio Ramos y Diego Costa le faltaba una final europea. Aquellos roces que comenzaron cuando el delantero internacional vestía la camiseta del Rayo se han repetido en todas las competiciones nacionales, en Liga y en Copa, pero no se habían dado en el continente. Porque en la primera final de la Liga de Campeones en la que se enfrentaron los dos equipos la participación del rojiblanco fue fugaz. Simeone no quiso renunciar a su presencia, para eso había ido a Croacia a tratarse con placenta de yegua, pero apenas pudo sostenerse sobre el campo. Ocho minutos permaneció sobre el césped nada más. Y cuando se enfrentaron los dos equipos en Milán, Diego ya estaba en el Chelsea.

Pero en Tallin el enfrentamiento dio todo lo que se esperaba de los dos. Primero fue Sergio Ramos el que puso el codo en la cara del delantero con las primeras discusiones posteriores. Después fue el rojiblanco el que midió las distancias con su brazo con el mismo resultado.

El último roce se lo llevó Sergio Ramos cuando Diego Costa lo arrolló con los tacos en la nuca después de un forcejeo que terminó con el capitán madridista por los suelos. Ramos se fue a protestar al árbitro para que enseñara la tarjeta amarilla al rival, sin demasiado éxito. Después de la bronca terminaron bromeando y dándose la mano. Igual que ha pasado siempre, porque a pesar de las disputas, de las discusiones y de las patadas, fue Sergio Ramos el que hizo de guía a Costa cuando llegó a la selección. Fueron inseparables en los primeros días del delantero como internacional y el trato se ha mantenido.

Durante el partido, el duelo se vivió en las dos áreas, porque Diego Costa acertó primero, con un remate imposible que no pudo alcanzar Keylor Navas después de robarle la pelota a Ramos y superar con facilidad en la carrera a Varane. Apenas se cumplía el primer minuto de juego cuando Costa ya había marcado el primer gol.

Sergio hizo de Cristiano

La respuesta de Sergio Ramos fue asumir la responsabilidad en el lanzamiento de penalti. La ausencia de Cristiano Ronaldo en el equipo obliga a asumir nuevos roles en el equipo. Y si los goles se los deben repartir entre Benzema y Bale, Sergio ha decidido que los penaltis son cosa suya. Ya ha asumido el lanzamiento en otras ocasiones, con el Real Madrid y con la selección. Y ayer tampoco falló.

Pero Diego no podía quedarse así. Marcó el segundo gol que forzó la prórroga y se convirtió en decisivo para que su equipo ganara de nuevo un título europeo. Es la tercera Supercopa que gana el Atlético en los últimos nueve años. Ha ganado las tres que ha disputado, siempre llegando como campeón de la Liga Europa. Ahora su objetivo es regresar el próximo año como campeón de la máxima competición continental que se disputa en el Metropolitano.

https://www.larazon.es/deportes/diego-costa-gana-la-pelea-LM19510496

20 minutos

El Atlético le gana la Supercopa de Europa al Real Madrid con Diego Costa como estrella

Raul Rioja

  • El hispano-brasileño marcó dos goles y participó en los otros dos (2-4).
  • Los errores defensivos condenaron a un Real Madrid que acarició la victoria.

El Atlético de Madrid levantó otro título continental tras superar al Real Madrid en una Supercopa de Europa con muchas alternativas y que se decidió en la prórroga (2-4). El gran protagonista fue Diego Costa, que marcó dos goles y fue pieza clave en la remontada colchonera.

Rescatado por un gol de Diego Costa en el minuto 78, resolutivo en la prórroga con dos tantos y oportuno en cada error defensivo del Real Madrid, el Atlético de Madrid conquistó su tercera Supercopa de Europa (2-4), mejor en los detalles que un rival vulnerable, que tuvo el título en su mano.

Desde que marcó el 2-1 de penalti Sergio Ramos a media hora del minuto 90 y desde que se apropió del encuentro sin aparente respuesta del equipo rojiblanco, tan convencido quizá de su victoria que Marcelo se permitió un lujo innecesario, del que renació el Atlético agarrado a Diego Costa, a un gol directo al tiempo extra. Su partido fue sensacional, por sus tantos, por su entrega, por su despliegue, porque sin él, probablemente, el éxito habría sido imposible, como sin el golazo de volea de Saúl Ñíguez en la primera parte de la prórroga, que desequilibró ya invariablemente un encuentro que sentenció instantes después Koke Resurrección, con la frustración del Real Madrid, derrotado en una final 18 años después.

Ni siquiera el verano ni una pretemporada tan condicionada aligeran ni la dimensión ni la emoción ni las vibraciones ni la pasión ni la tensión del derbi más grande de Europa, menos aún en estos tiempos. Son dos equipos para luchar por todo, para disputar cada título, para reinar en Europa... Y no admiten ninguna excusa

No las hay desde su ambición ni la configuración de sus plantillas ni tampoco las proponen desde el terreno de juego. Había futbolistas casi recién aterrizados de sus vacaciones, pero compitieron con todo en el estadio Lillekula, un campo minúsculo, con apenas 12.500 espectadores, para un partido tan enorme; agitado, en ebullición, a toda velocidad, prácticamente al primer instante.

Hace cuatro años, en la final de la Champions en Lisboa, Diego Costa aguantó ocho minutos, roto, imposibilitado, por lesión; este miércoles, en la Supercopa, sólo necesitó 50 segundos y un pase largo, quizá a la nada, de Diego Godín para transformar un lance aparentemente irrelevante del juego en un golazo incontestable. ¿Por qué? Porque, de espaldas, fue astuto para sorprender a Sergio Ramos, fuera de foco de inmediato cuando el atacante peinó el balón; porque después fue rápido para conectar de nuevo otra vez con la cabeza en la pelota y desbordar por zancada a Varane y porque su definición fue brutal, con un derechazo que dobló a Keylor Navas.

En 50 segundos. Con todo lo que supone para el goleador, el Atlético, y para el contrincante, pero no para el Real Madrid. Asumido el lapsus, controlada la presión que tanto le agobió de inicio al conjunto blanco, en cuanto encontró a Marcelo, Bale e Isco fabricó metro a metro, pase a pase, la respuesta al primer golpe.

No fue inmediata en el marcador, tampoco apabullante ni mucho menos, pero sí convincente en cuanto logró rebajar la pretensión rojiblanca de jugar en campo contrario, en cuanto conectó con verticalidad, en cuanto Marcelo profundizó por la izquierda, como el taconazo de Asensio que salvó espectacular Oblak, y en cuanto Gareth Bale superó por el otro lado y por primera vez a Lucas Hernández.

La parábola perfecta de su centro sorprendió incluso al mejor portero del mundo. Oblak dudó cuando nunca duda, arrinconado en la propia línea de su portería, batido por el certero cabezazo de Karim Benzema al borde de la media hora, empatado un partido que se movió a un ritmo mucho más alto de lo esperado hasta que duró la fuerza.

Una acción tan simple como efectiva niveló un duelo que había sido del Atlético -15 minutos-, después fue del Real Madrid -hasta instantes del descanso- y luego, ya en el segundo tiempo, no fue ni para uno ni para otro, mucho más medidos los dos desde el 1-1, más pendientes de los riesgos que de los beneficios.

Ni había aparecido hasta entonces Antoine Griezmann ni apareció después, sin la frescura de piernas todavía que exige cualquier partido de competición oficial, sin el protagonismo de un futbolista de su talla y sustituido en el minuto 55 por Ángel Correa, cuando, instantes después, de repente, un penalti impulsó al Real Madrid.

Una mano prescindible de Juanfran, quizá accidental, a lo mejor provocada por la pugna con Benzema, pero penalti al fin y al cabo. Lo transformó Sergio Ramos, con un lanzamiento sutil, con toda la seguridad del mundo, inalcanzable e impredecible para Oblak para dar al Real Madrid la sensación ya de medio título, pero sólo sensación.

Porque las embestidas ofensivas del Atlético habían decaído desde mucho antes, prácticamente desde el gol que le adelantó a los 50 segundos, sometido aparentemente ya por el Real Madrid hasta el regalo de Marcelo que aceptó Juanfran, dio continuidad Correa y culminó Diego Costa con el 2-2 (m. 78) para provocar la prórroga.

La prórroga... de Saúl, de Koke y del Atlético, que se adueñó definitivamente de la Supercopa de Europa, con una volea preciosa del primero con la izquierda, previo fallo de Varane, en el minuto 98; con el 2-4 del segundo instantes después, en el 104, y con el séptimo título europeo, cuatro con Simeone, del equipo rojiblanco.

https://www.20minutos.es/deportes/noticia/real-madrid-atletico-directo-supercopa-europa-2018-3412919/0/

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