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Escritos con esencia Rojiblanca

CAM, SAdI

CAM, SADI

Cuántas fortunas no se han hecho en este país desde la época del desarrollismo franquista al calor de la construcción, y no digamos nada en los dos últimos ciclos expansivos del negocio inmobiliario y de las obras públicas vividos bajo el régimen ya democrático, en el segundo de los cuales aún estamos instalados.

Ayuntamientos, instituciones y organizaciones políticas han tenido y tienen en la exuberante regulación urbanística imperante en nuestro país un medio idóneo para financiarse, legal e ilegalmente, hasta el punto de que en un reciente informe de Transparencia Internacional, una ONG especializada en la lucha contra la corrupción, concluía con respecto a España que la construcción es un "foco de corrupción permanente".

Pues bien, es en ese mundo, cómo no, donde las sociedades deportivas dedicadas al fútbol en nuestro país han encontrado la tabla de salvación para su clamoroso naufragio gestor. La encontró el Madrid en su día, la toca con los dedos el Valencia ya, y con ansiedad la buscan ahora los dueños del CAM, SAD.

Recuerdo que hace unos meses, cuando estaba al rojo vivo –es un decir– la oposición a la "operación Calderón", el actual consejero delegado del CAM, SAD llegó a decir en una entrevista radiofónica que el fútbol como actividad empresarial no era rentable, por lo que, muy imaginativamente, apelaba al negocio inmobiliario como recurso fundamental para generar ingresos que permitieran mantener a flote lo que se supone es la actividad que da sentido a las sociedades deportivas, sean mercantiles o no: el deporte.

No es extraño, por tanto, que los dueños del CAM, SAD, guiados por filosofía tan cañí, hayan emprendido una frenética actividad negociadora con inmobiliarias y autoridades políticas para montar un negocio inmobiliario con el que lograr lo que por vía de la pura gestión empresarial del fútbol no consiguen ni para la de tres. En Alcorcón obtienen terrenos para edificar una ciudad deportiva y no sé cuántas supuestas instalaciones anejas más. En Madrid capital buscan la venta del Calderón y la cesión de terrenos en Campamento o lugar equivalente para construir un nuevo estadio. En Brunete o emplazamiento similar parecen querer construir un pabellón donde resucitar el balonmano que ellos mismos mataron y unirle una escuela de fútbol. Y esperen que no salga a relucir alguna operación inmobiliaria más, porque una vez puestos a la tarea...

Así que, amigo colchonero, prepárese para el nuevo futuro que se le avecina. Porque, si la cosa fragua, usted en realidad no será ya seguidor de un simple equipo de fútbol, que como negocio ya sabe que es una ruina, sino de una sociedad anónima tan inmobiliaria o más que deportiva. En el futuro, pues, preocúpese por la evolución del mercado inmobiliario y el tino especulador de los dirigentes de su equipo tanto o más que por su acierto en los fichajes de futbolistas. Esté bien atento a sus habilidades para obtener el favor de munícipes y consejeros, pues serán más cruciales para el devenir de su equipo que el acierto en la contratación del técnico. ¡Ah!, y el día que tenga que ir al quinto pino para asistir al fútbol, no se mosquee, ni menos se enoje; entienda que son simples efectos colaterales de la batalla inmobiliaria en la que el mariscal de campo Gil Marín se encuentra enzarzado para hacer posible que usted siga padeciendo sus desatinos en la gestión deportiva.

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