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Escritos con esencia Rojiblanca

abril 2006 - Artículos

Nudos marineros.
Hace dos días exponía abiertamente mi preocupación por la tardanza en la renovación del lateral rojiblanco Antonio López. Declaraba sin tapujos y con pesimismo que su continuidad me olía mal, muy mal.

Cuarenta y ocho horas después, como si me hubiesen oído (a mí y a los muchos atléticos igualmente desazonados), aparece en varios medios la una noticia que asegura que el de Benidorm está “atado”. Y a mí, parafraseando al ocurrente Gan, sólo se me ocurre decir ante tal nueva, que a los jugadores de fútbol no deben ser atados, sino contratados. Porque mire usted, sobre “atamientos” de peloteros a orillas del Manzanares podemos escribir un libro tan grueso como emocionante en la trama y decepcionante en su final.

Y es que vamos a ver, atados por el Atleti en los últimos tres años han estado, así, casi sin pensar, Etoo, Riquelme, Piojo López, Forlán, Gabi Milito, Víctor, Luque, Maniche, Mascherano, Taddei, Calvo… y más que se seguirán atando. De hecho, en la actualidad, atado está Rosicky, pero firmar, lo que se dice firmar, me parece a mí que no. Oye, ¿han probado a desatarlo? A lo mejor es por eso por lo que no firma.

Así estamos y así seguimos. En los últimos años se ha instaurado en el Calderón en asuntos de fichajes un imperio del “casi” que acaba por agotar al aficionado. Porque todos los años “casi” hacemos una gran plantilla capaz de todo. Qué pena que los “casis” acaben tantas veces en otros equipos. Aunque bueno, si al final firmasen todos los que son “atados” el Atleti tendría que ceder a veinte tíos cada temporada o pedir la ampliación de las plantillas a cuarenta fichas.

Bromas aparte, todo este rollo sale de lo hartito que me tienen las palabrerías gacetilleras sobre traspasos. Cansado estoy no sólo de los “atados”, sino también de los “apalabrados”, de los que lo “tienen hecho”, los que lo tienen “cerrado a falta de firma”, por no hablar de aquellos casos en los que “todo está cerrado con el jugador a falta de hablar con el club”. Coño, pues habla con el club, que es el dueño. Es como decir que un coche es tuyo “a falta de ir al concesionario, hablar con el vendedor y pagar la pasta”. Y lo peor es la cara de tonto que se te queda cuando ves que el tema de Fulano lleva meses cerrado hasta que llega un día otro club más listo y en setenta y dos horas lo firma, y al final, del “atamiento” en el Calderón no queda ni la cuerda. ¿Y los flecos? Ay señor, esos “pequeños flecos que faltan” que tantas veces aumentan de tamaño hasta tornar en gruesas mantas palentinas. Cuántos fichajes se van al carajo por los puñeteros flecos...

¿Y todo esto a qué venía? Ah sí, que Antonio López está “atado”. Pues eso, que cuando puedan lo desatan para que eche una firmita, que entre el contrato y el cáñamo a mí me da más seguridad lo primero. Será que no soy marinero y no entiendo de nudos.

Victor Hegelman.
"Patrioterismo" intersemanal.

Lo siento. Siempre me han hecho gracia los patrioterismos (disculpen “el palabro”) asociados al fútbol nacional. ¿Por qué puñetas tengo que desear que gane un equipo español cuando juega con uno extranjero si el conjunto de aquí me cae mal o simplemente me trae al fresco? ¿Qué voz decide que “hoy todos somos del Villareal, Barça, Madrid, Sevilla…? Representan a España, proclaman algunos con acento en la “P” y soltando un esputo en la pronunciación. ¿Lo hacen?, pregunto yo. Señores míos, se representan a sí mismos, a su empresa y sus aficionados. España no es más que el país donde se ubica su sede social.

 

Insisto, me hace gracia. En los últimos dos días he escuchado nuevamente una situación que no por repetitiva me deja de chirriar. En emisoras como la COPE o la Ser compruebo la falsa, oportunista y abusiva filiación de los comentaristas al equipo de la piel de toro. Con el Villareal no se nota mucho porque, al fin y al cabo, ¿a quién le importan los amarillos? Qué emoción!!! Vamos submarino!!! ¿Ha perdido? Bua, bua, que pena. Al día siguiente a otra cosa mariposa. Pero con los culés… ay, con los culés. Desde los estudios de las citadas emisoras escuchas a hinchas blancos micrófono en ristre exponer sus buenos deseos con la boca pequeña en una pose que reventaría cualquier detector de mentiras. Meten pequeñas coletillas de “vamos Barça” cuando hay un corner mientras cruzan los dedos debajo de la mesa, y, en realidad, el silencio expectante y esperanzado se produce cuando atacan los de rojo y negro. Vamos, el himno español (chunda, tachunda) cantado con falsete y sordina. Siempre queda el Estatut como excusa universal. Pero, ¿no hay culés en Badajoz? Da igual. Seguro que hablan catalán en círculos privados.

 

Y hablo de “buenistas” blancos porque son los que pueblan las citadas emisoras, no porque sean mayoría, que la autoimpuesta solidaridad exhibicionista y fariseo no atiende a colores ni filias. Si yo te contara de algunos atléticos con micro y sin él…

 

A ver si nos enteramos:

 

  1. La rivalidad local no muere en competiciones europeas. Todo lo más, se disimula de forma cutre y vil.
  2. Los equipos, los clubes, no representan al país. Eso lo hace la selección, siempre que no llegue un periodista y atribuya el poder de la roja a un club determinado (Roncero, Relaño, tachunda, chunda y el Sport a la contra).
  3. Los clubes son empresas, luego, ¿por qué tengo que desear que le vaya bien a una empresa? ¿Si trabajo en Carrefour tengo que desear que le vaya bien a El Corte Inglés?
  4. ¿Por qué es antiespañol descojonarse de un club español si cae en Europa y no lo es hacerlo de Moratinos cuando la caga en la ONU? Porque este sí que representa a España.

 

En fin, hipocresía en garrafón. Como decía Eduardo Hernández en sus FAQ´s sobre el Atleti: “¿Y si el Madrid juega contra un equipo extranjero? Nuestros mejores deseos para el rival. El patriotismo no tiene nada que ver aquí”. El patriotismo, que no el “patrioterismo”, añado yo. Quizás poco simpático y conciliador el gran Eduardo, pero coherente como Descartes. Y no pasa nada, que tampoco lloró ningún madridista cuando Van der Saar le paró el penalti a Esnaider. Seguro. Ni falta que hace, de verdad. Nadie es malo por eso. Peor es utilizar la roja y gualda para ocultar tras el paño las bajas pasiones balompédicas.

 

Victor Hegelman.

Llenar la caja, vaciar la plantilla.
Pasan las semanas y los negros augurios que ya expuse sobre la renovación de Antonio López parecen acercarse más a la realidad que al fatalismo. Como digo, el tiempo avanza y el acuerdo no llega.

Da la impresión, aunque la verdad sólo la saben los protagonistas, que hay más intención de continuidad en el defensa que en el propio club. Da, continúo, la impresión de que en el club, una vez firmado Pernía, han pensado que la zaga izquierda ya está bien cubierta, que lo mejor sería sacar tajada ahora por Antonio, internacional absoluto y un dulce al que los más grandes no harían ningún asco.

Cuenta la prensa que los problemas, como no, son económicos, que López quiere ganar unos emolumentos parecidos a los de Pablo, también pilar de este equipo y también internacional. Al que más y al que menos le parecerán completamente normales estas aspiraciones, pero no al club. Al club le parece mucho. Al club, el mismo club que no desmiente haber pagado por Pernía siete veces su cláusula (que no su valor) le parece demasiado pagar a Antonio López según su importancia, según lo que vale.

Y a mí esto me fastidia. Me fastidia por la pequeñez que supone pensar que la llegada de un buen lateral el izquierdo deba provocar la salida de otro buen lateral izquierdo. Luego decimos que la plantilla es corta. Me fastidia porque tácticamente es un disparate pensar que Pernía y López no pueden jugar juntos, dado el gran recorrido y condiciones que tienen los dos. Y me fastidia porque Antonio es atlético hasta la médula, uno de esos tíos que lo pasan mal cuando pierde su Atleti, que siempre se vacían porque en la rojiblanca ven algo más que una empresa, un negocio. Por eso, pese a no aclararse su situación, su rendimiento sigue siendo óptimo.

Todo esto me fastidia. Claramente me jode. Pero bien.

Victor Hegelman.

PD. Por cierto, deplorable la columna de Manolete en la que deja claro que "no sería extaño que desde el club escuchasen ofertas por Antonio López, Perea, Galleti, Ibagaza o Petrov". ¿Qué pinta en esta lista el lateral? Penoso, sin luces y al dictado.
Rumores de banquillo.

Descolocados andan los atléticos con el asunto del entrenador para la próxima temporada. La llegada de Aguirre parece ser un hecho desde hace varios meses (casi años, me aventuraría a decir), sin embargo, cuando menos dudas parecen existir sobre su llegada siempre surge recurrente algún desmentido desde el propio club que, cuando menos, abre la puerta a la duda. Mientras tanto, no son pocas las voces en el entorno rojiblanco (jugadores, periodistas, aficionados…) que reclaman sin tapujos la continuidad del modesto “resucitador” Murcia. Incluso el propio Califa recientemente ha expresado, en unas declaraciones que no se sabe si interpretar como un farol, su confianza en continuar en el banquillo del Calderón un año más. Y para finalizar el cuadro otra figuras históricas, Schuster e Irureta, aparecen de vez en vez como el que no quiere la cosa pronunciando un lacónico “aquí estoy yo”.

 

Nada nuevo bajo la capa del cielo. Todos los años, en cuanto el año no ha sido bueno, se baila la misma “polka” y no sólo en Madrid, sino en toda la geografía nacional. 

 

Y yo me pregunto, ¿es necesario precisamente este año hacerse este planteamiento a orillas del Manzanares? ¿por qué se incluye dentro del análisis sobre la labor Murcia los resultados negativos cosechados por Bianchi? La temporada de Murcia al frente del Atleti arroja unos números magníficos, que sitúan a los rojiblancos en la cuarta posición de la segunda vuelta, con lo que, si finalmente no se entra en Europa (como parece probable) me resulta bastante injusto tanto fijar culpas sobre el Califa como no reconocer su gestión.

 

Y es que realmente, ¿qué se pide a un entrenador cuando ficha? La primera respuesta es clara: victorias. Sin triunfos nadie ve genios, por más que el juego sea aceptable o incluso bueno y por más que el mister se deslome a trabajar. Se requiere, en segundo lugar tras los resultados, que el entrenador tenga carácter, que transmita al equipo un estilo propio, que sea valiente… y tantas y tantas palabras plagadas de intención pero en muchas ocasiones vacías de contenido, porque, ¿acaso no poseía Bianchi los citados atributos cuando llegó?

 

¿Y Pepe Murcia? ¿No es trabajador? ¿No es ambicioso? ¿No es valiente? ¿No tiene estilo? ¿Cuál es su pecado? Cogió a un equipo destrozado a tres puntos del descenso le puso bordeando Europa. A veces se jugó mejor y a veces peor, pero siempre con ambición, dejando a un lado victimismos. Sólo la falta de puntería de los jugadores, las inoportunas lesiones y una sorprendente cadena de arbitrajes vergonzantes (muchísimos más en contra que a favor, para pasmo y cabreo de oportunistas) han provocado que el sueño esté cerca de no salir del país de Morfeo. Porque Murcia, lo primero que hizo fue dejarse de tonterías y sacar a los mejores, juntando en el campo a los mejores y buscando su acoplamiento. ¿Eso es valentía? Sí, lo es. Como valentía es tirar del filial para cubrir bajas en el primer equipo. Valiente fue poner a Manu en punta el día del Sevilla, como valiente fue en Mendizorroza sacar al citado Manu y a Marqués donde otros habrían sacado a Galleti y Petrov saliendo a amarrar. Eso es valentía y eso es actitud.

 

¿Qué más queréis? ¿Alguien de fuera garantiza al menos lo mismo? ¿No aprendimos con Sacchi, Ranieri o Bianchi? ¿De qué vale el currículum si no te adaptas a la sociedad, al entorno en el que vives?

 

Hablan maravillas de Aguirre. Va a meter al Osasuna en la Champions. Sin duda impresionante. ¿Cómo aguantaría Aguirre una mala racha en el Calderón? Este año todo va bien en Pamplona, pero en los anteriores siempre han mirado más cerca las tres últimas plazas que las de Europa. ¿Piensa alguien que van a tener aquí esa paciencia con el mexicano?

 

Ojo, no digo que no venga Aguirre o quien sea. Digo que nadie debe pensar que esta es la solución a los males colchoneros. Sostengo que desde los banquillos se hacen menos cosas de las que muchos creen. Las carreras, el esfuerzo y los goles vienen de los jugadores. Si estos fallan una detrás de otra no hay entrenador que lo arregle. Por eso, cuando un mister conecta con la plantilla y esta tiene ambición y actitud no soy partidario de cambios. A día de hoy, en el Atleti, hay más urgencias en ese sentido sobre el césped y en la tribuna.

 

Victor Hegelman.

Petón.
En pasadas ocasiones he comentado que la prensa deportiva madrileña cada vez me sorprende menos. Y si se trata del As, la línea editorial lleva mucho tiempo respondiendo a los mismos parámetros. Los columnistas, los comentadores de la realidad, se mueven en un monótono sota, caballo y rey. Sin embargo a veces, contra todo pronóstico, emergen plumas dispuestas a contar cosas nuevas, a sacarnos del tedio mediático, a opinar sobre asuntos que interesan de forma inteligente. Ocurre en pocas ocasiones, pero cuando pasa, muchos somos los que aplaudimos. Y en este momento aplaudimos a “Petón” y sus columnas.

Y le aplaudimos porque tiene la virtud de hablar del Atleti, de su Atleti, no sólo con respeto, sino también con orgullo. Y le aplaudimos porque lo hace bien, con un pluma ágil y directa, sin recargos innecesarios. Y le aplaudimos porque recurre a la argumentación ordenada frente al forofismo cutre. Y le aplaudimos porque habla en serio, porque no precisa de lanzar absurdas bravatas para levantar de su asiento a los atléticos, para despertar su fe y su coraje. Y le aplaudimos porque habla de sentimientos y no de fáciles sentimentalismos. Y le aplaudimos, insisto, porque simplemente tira de razonamiento e historia, despreciando el victimismo gratuito e indocumentado.

En una sociedad predominantemente blanca en la que el famoseo colchonero exhibe una sonrisita resignada al hablar de su Atleti moviendo más a la mofa que a la simpatía, algunos aplaudimos a Petón por ser un atlético cabal y orgulloso, y por proclamarlo a los cuatro vientos. Petón con sus columnas sí ayuda al Atleti. Más que muchos.

Victor Hegelman.

PD. Y por cierto, me da lo mismo qué tal representante sea. Si ha llegado lejos será un fullero, como todos. ¿Y qué?
La libertad en el mundo del aficionado al fútbol. La democracia en los blogs. Ciento seis posts, ciento seis pasos adelante.

Hola a todos,

Traigo aquí una especie de "declaración de intenciones" que he colgado en mi blog, y que creo que, al ser Hegelman parte orgullosa de Señales, también cabe perfectamente aquí.

Saludos.

¿Puede una conversación comenzar con una burla o con un menosprecio? ¿puede una conversación iniciarse con una falsa imputación? ¿y con una mentira difamante? ¿y con una descalificación? ¿puede? Sí, puede, si bien las posibilidades de que el intercambio sea correcto se esfuman, o al menos se dificultan terriblemente desde el momento de su bastardo y violento nacimiento. Pero poderse, se puede, aunque en sociedad civilizada, se entienda comúnmente que no se debe.

Sin embargo, algunos, más de los aconsejables, entienden el mundo del fútbol como un universo paralelo en el que las reglas de la cortesía y la educación son mucho más relajadas. Rigen otros principios y valen muchos más comportamientos. Así campa a sus anchas la figura del patoso, del que sólo ve el fútbol como un medio para tratar de humillar a los que piensan diferente, como una justificación para mofarse en las victorias y esconderse en las derrotas, como una absurda justificación para sentirse superior sin mover un dedo. Esta figura, el patoso, el maleducado “tontolaba”, consigue en numerosas ocasiones convertir el entorno balompédico en desagradable. Se habla de rivalidad cuando el lunes aparece el bobo de turno en la mesa del caído dominical y le suelta una de sus nauseabundas e universales coletillas: ¿qué pasó ayer?, pregunta con una sonrisa; “qué calladito está hoy Fulano…”, lanza con pertinaz idiotez al viento; o se acerca a tu mesa a decir un ridículo “lo siento por tu equipo” aderezado con una mueca subnormal que pretende ser sonrisa irónica. Y así las veces que haga falta durante el día, pues la repetición de la tontería en vez de avergonzar espolea al tonto ibérico. Esto, como digo, se conoce numerosas veces como rivalidad en el entorno del balompié patrio. Yo lo definiría de otra forma aunque no me sale la palabra. ¿Cómo podríamos llamar a la acción mitad idiota mitad zafia?

Si todo quedase aquí, los que odiamos este tipo de comportamientos quizás podríamos sobrellevarlos con amplias dosis de paciencia. Pero, ¿qué pasa cuando el aficionado tonto se supera y alcanza el status de gilipollas del fútbol? Pasa que se supera una línea muy peligrosa, la del respeto a los demás. Bajo el entorno de la conversación futbolística el referido gilipollas entiende el insulto como una parte más del intercambio. Así, uno puede llamar a otro perdedor, patético, gentuza, ladrón, mentiroso, manipulador y aquí no pasa nada, pues estamos hablando de fútbol. Uno puede burlarse sin piedad y sin ninguna corrección de las preferencias de otro e incluso de su propia persona. Puede mofarse, provocar, atacar sin causa justificada, sin daño previo y, señores, esto es rivalidad, esto no es más que una acalorada conversación futbolística y como tal hay que aceptarla. Uno tiene, en fin, que aceptar sin más que le insulten, que se rían de él, que mientan sobre él, pues, total, esto es fútbol, y, según parece, la democracia en el fútbol permite estas cosas.

¿Son diferentes en la sociedad del fútbol la libertad y la democracia? Se tiende a decir que no y a actuar como que sí. Y al que no le gusten estas cosas lo mejor que puede es callarse y marcharse con viento fresco. O buscar un entorno más propicio, de gente que entienda el fútbol como un deporte, que no entienda la descalificación y la mofa como un comienzo de nada.

El blog es una forma de buscar ese citado entorno. Acostumbrado a disputas verbales que se desarrollan a gritos, a periodistas extremadamente forofos que encima cobran por ello, a Manoletes y Ronceros, a Ases y Sports, y a tanta contaminación ambiental, uno crea un blog para seguir en el fútbol pero fuera de ese mundo, fuera del rebaño. Uno crea un blog para exponer sus ideas y darlas a conocer, ideas que pueden ser más o menos acertadas, pero, al fin y al cabo, ideas propias.

Siguiendo dicha línea, “Más allá de Orión” nació con un objetivo preliminar, al que luego se fueron añadiendo otros. El inicial, como digo, fue dejar de tragar bilis ante los agravios comparativos de los medios, sus desvergüenzas, sus dobles raseros y descarados favoritismos y denunciarlos, aunque sólo fuera desde un modesto blog con mínima repercusión. ¿Yo también tengo mis favoritos? Sin duda. Soy del Atleti, nunca lo he negado. La diferencia es que yo trato de escapar de los intercambios orales cavernícolas que dominan este universo, y, sobre todo, la diferencia es que a mí nadie me paga por hacer esto. No me debo a nadie. Sólo a mi mismo.

Los otros “goals” que se fueron añadiendo a este blog lo fueron haciendo de forma más paulatina y desordenada, si bien no por su llegada tardía o menos premeditada son menos importantes.

Sin existir de comienzo velos sobre mi filiación colchonera (lo que se siente con el corazón no creo que deba ocultarse), me metí en más de una cruzada por defender a mi club ante la sociedad, ya que desde la propia entidad no siempre se hace. Y lo hice con orgullo atlético, sí, pero siempre con argumentos, documentándome y razonando, tanto respecto a su presente como en lo referente a su historia. Asimismo, ante la mordaza con la que parecen actuar demasiados medios con la mala situación social y deportiva de los del Manzanares, también expuse sin rodeos las realidades de una pésima dirección. Y en muchas ocasiones.

Y como digo, al meterme en los citados berenjenales, un buen número fueron los que me leyeron, algunos los que contestaron, y otros pensaron sobre lo que dije, e incluso unos pocos reaccionaron. De todo ello me siento orgulloso. Es más de lo que esperaba. Llevo ya 106 post, lo que, para una sola persona en menos de cuatro meses, no es fácil. Y bastantes son los que me leen aquí y en otras webs, como Infierno Rojiblanco y Señales de Humo. Insisto, es mucho más de lo que esperaba y doy las gracias a quien las merece.

Finalmente, también creé un blog que fuera mi propio medio de comunicación. No había ninguna vocación de universalidad, ni tampoco buscaba hacer amigos o caer simpático. Buscaba decir, comentar, exponer, y si alguien quería, charlar de fútbol. Lo que en ningún caso quería es que este blog, “Más allá de Orión”, fuese un sitio público en el peor sentido de la expresión, en el que cualquiera pudiese entrar a empujones, a gritos, con el insulto y el desprecio esperando emerger desde el gris teclado. Este blog es un sitio privado. Las reglas las marco yo y los que las cumplen y respetan son bienvenidos, sean atléticos o de cualquier otro club. Muchos aficionados no atléticos pasean por aquí y opinan lo que les parece, pero dentro de esas normas, y jamás ha habido ni habrá problemas con ellos.

Y es que algunos hablan de democracia, sin tener ni puñetera idea de lo que esa palabra significa. La democracia tiene sus límites en el respeto a los demás, y muchos están tan acostumbrados a prescindir de la educación cada vez que abren la boca que no verían dicho límite ni aunque fuese un muro de ladrillos y se dieran de morros con él.

¿Qué es una falta de respeto en “Más allá de Orión” y en otros muchos sitios? Cito a bote pronto varios motivos: las falsas imputaciones de hechos o palabras al autor o a intervinientes en los foros, las mentiras malintencionadas sobre lo escrito, los desprecios y provocaciones dirigidas al autor y/o a sus aficiones, así como las dirigidas a otros foreros, y en fin, cualquier otra exhibición de mala educación y menosprecio hacia el entorno del blog. Eso aquí es delito. Y sobre todo una cosa muy importante: lo que tampoco se acepta es el ataque injusto camuflado en el presunto inicio de una conversación futbolística. Los que así actúan son echados por el administrador sin más. El mantenimiento de la cacareada democracia en el blog lo exige, por respeto tanto a mi mismo como a los que se acercan a mantener una conversación inteligente, ajena a la brutalidad de los que buscan la humillación de forma soez ajena y la bronca.

Y algo más, el que comete un delito, el alborotador, no tiene una segunda oportunidad. Las condenas aquí son a cadena perpetua. Si entras faltando, te vas y no vuelves, aunque vengas mañana manso como un cordero. Como decían hace un siglo en mi Moncloa natal: “A escupir a la calle”.

Algunos dirán que en ocasiones es Hegelman el que golpea, el que falta. Cierto es. La justa medida nunca ha sido una virtud en mis respuestas. Sin embargo, lo mío son reacciones, si alguien viene a atacarme respondo con toda la artillería, y no puedo garantizar que no entre yo mismo en los intercambios salvajes que he denunciado por activa y por pasiva. Por eso, prefiero zanjar la cuestión por las bravas y no dar lugar a la discusión. El que entre atentando contra el respeto y las buenas formas, se va a la puta calle. Estas son las normas y son de obligado cumplimiento. No busco que nadie las entienda. Con que las cumpla me basta. Porque aquí, proclamo otra vez, caben todos los aficionados al con independencia de sus preferencias. Lo que no cabe, insisto, son Ronceros o Manoletes, es decir, lo que no cabe es la tontería y la falta de educación que tanto ensucia el mundo del fútbol. Y si esta medida no es democrática, sinceramente me importa bien poco, por no decir que me importa una mierda.

Victor Hegelman.

 

 

¿Fotografiando el futuro?

Me lo contaron y no me lo podía creer. Sin embargo, fui al lugar señalado y era verdad.

No, no es este el comienzo de una novela romántica o algo así. Hablo del Atleti, que por si sólo constituye un subgénero literario a medio camino entre el cuento de terror y el humor de lo absurdo.

En esta ocasión la historia es la siguiente. Resulta que un día por uno de esos azares de la navegación internetera mis ojos y ratón fueron a pararse en la web oficial del máximo organismo del fútbol europeo, la célebre UEFA (http://www.uefa.com/). La verdad es que nunca la había visitado y me pareció bastante completa, sobre todo viendo como en ella podía encontrar información sobre cualquier equipo de Primera División del viejo continente, desde San Marino a España.

Como no podía ser de otra forma, más pronto que tarde mi curiosidad me llevó a comprobar (por si acaso…) la presencia en la lista del Club Atlético de de Madrid. Y bueno, por lo menos ahí estaba.

Sin embargo, entre los datos proporcionados hubo uno que me dio de lleno en las narices. En la galería de fotos, sobre el título “Vicente Calderón Stadium” (Club Atlético de Madrid) aparecía una instantánea de… La Peineta.

El error, más que desafortunado es incluso cruel. Podía haber aparecido el Palacio de los Deportes o el Rockódromo, pero no. Cual pesadilla recurrente en los sueños rojiblancos irrumpe la pertinaz y puñetera Peineta. Me pregunto si los de la UEFA tendrán en nómina redactores con poderes taumatúrgicos capaces, no sólo de relatar el presente, sino también de adivinar el futuro. O puede sencillamente que reciban filtraciones de alto nivel desde el propio club, que tampoco se sabe.

Se me ocurrió en un primer momento enviar un e-mail a la propia UEFA, haciéndoles notar su metedura de pata. Sin embargo, una dirección info@uefa.com me hacía presagiar un escaso éxito en mi misiva. Quedaba otra opción, que era escribir un correo al propio club colchonero desde su propia web. Y así lo hice. Les pedí que hicieran lo posible por promover una inmediata corrección, puesto que si algo salía dañado aquí era la propia imagen del club ante Europa, suplantándose la imagen de un estadio “Cinco Estrellas” por la de una cutre-pared de un pequeño estadio olímpico sin juegos “ad hoc” que llevarse a la boca.
De esto hace una semana y ahí sigue la foto. Del club (ya lo imaginaba) no he recibido ni respuesta ni movimiento silencioso destinado a deshacer el entuerto. Nada. A lo mejor no les molesta tanto la dichosa foto. A lo peor es porque saben que hay que acostumbrarse a ella desde ya. Por las buenas o por las malas.


Vicente Calderón stadium, reza el pie de foto de www.uefa.com.

Victor Hegelman.

Sin ganas de seguir.
Sólo quiero que alguien me diga a cuantos equipos en la historia de la Liga española les han pitado cuatro penaltis en tres jornadas de los cuales tres son manifiestamente injustos. Por favor, que alguien me conteste a esta pregunta.

También quiero que me digan cuantos equipos han recibido atracos arbitrales, incluyendo en la cuenta los escasos errores a favor, en uno de cada tres partidos en una misma temporada. Yo nunca he visto nada ni parecido.

El Atleti está fuera, no ya de la UEFA, sino de la Champions por haberle sido restados cerca de quince puntos con machacona insistencia y en muchos casos con repulsiva premeditación.

¿Alguien se imagina a España siendo eliminada del Mundial con tres arbitrajes como los últimos tres del Atleti? ¿Con tres penaltis inventados de cuatro, acabando un partido con ocho, repitiendo un penalti de risa después de una extraordinaria parada de Casillas? No, nadie se lo imagina. Y si alguien opina sobre esta columna, que conteste a mis preguntas.

Cualquiera de los equipos que rondan los puestos nobles de la clasificación (Celta, Sevilla, Villareal, Osasuna) de haber tenido estos arbitrajes estarían ahora sudando tinta china para mantenerse en Primera. Seguro.

A ver si lo entienden los atléticos de una puta vez. Su Atleti, el de las rayas rojas y blancas, no va a ganar nada en los próximos años. Ni tan siquiera va a jugar en Europa. No le van a dejar, como no le han dejado en esta temporada. Porque además, ya lo dije anteriormente, el club del Manzanares es presa fácil, porque aguanta las hostias sin revolverse, esperando que se olviden de él los matones. Cobra más por tonto que por débil.

¿Qué se puede hacer?, me preguntan. De acuerdo. Basta de proclamas. Aquí tienen dos ideas:

- Primero montar una rueda de prensa y repetir lo que he dicho yo líneas atrás.
- Segundo, en cuanto se garantice matemáticamente la permanencia en Primera, jugar con los juveniles. El argumento es fácil. Si mi competición está adulterada, yo contamino al resto. Y si algún equipo se beneficia y otro se perjudica de jugar con los juniors atléticos, pues a gozar y a joderse, según toque.
- Tercero, con la permanencia hecha, hacer un llamamiento a la afición para que no acuda al estadio. Jugar los últimos partidos con el Calderón vacío. Para evitar que vengan aficiones rivales se ponen las entradas más baratas a 600 euros.

Y punto. ¿Quieren medidas de presión? Aquí las tienen. Nada de papelitos. Ya ven para lo que sirven.

Hace días uno de los ilustres visitantes de este blog, Hoeman, me decía que a Ortí se le recuerda con cariño en el Valencia pese a haber sido un mal presidente que dejó una terrible deuda. ¿Por qué? Porque logró que los árbitros respetasen a su club, logró que le tratasen como a un grande. Y desde entonces el Valencia fue un grande de verdad. Mientras nadie asuma esa responsabilidad en el Club Atlético de Madrid, la grandeza no volverá jamás.

Lo digo otra vez. No se trata de llorar y el que diga que esto es llorar es tonto del culo. Se trata de defenderse. Porque me han dado tres y me han quitado en trece, y eso no es casualidad. Porque a nadie más le pasa. Porque ahora me siento estafado, y como yo muchos miles. ¿Para qué voy a ver más partidos? Es como salir a dar un paseo a la calle sabiendo que te esperan para robarte la pasta. Esto no es fútbol ni deporte. Esto es una puta mierda.

Y lo peor es que la única actuación digna en el club hasta ahora me la ha enseñado un serbio. Kezman, al quitarse la camiseta y querer marcharse del campo, ha expresado perfectamente lo que muchos sentían. Porque había que haber abandonado el campo hace tiempo. Porque hay un entrenador que esta haciendo un buen trabajo y gracias a unos sinvergüenzas con intención premeditada de hacer daño no va a poder seguir currando por su club un año más. Porque veo a jugadores que se parten el pecho para que un indeseable se ría de ellos y de su esfuerzo, un indeseable que se mofa y provoca a un público que se deja la pasta para ver una justa contienda que luego no es tal. Porque hay, según las últimas estadísticas, cerca de dos millones de colchoneros a los que se ataca y humilla sin piedad y sin descanso y aquí no pasa nada. Porque esto es como si diariamente entrase la policía en tu casa y te la pusiera patas arriba sin dar explicación. Es como si diariamente te pusieran una multa pese a aparcar en el parking de tu casa. Es como la realidad del Atleti actual, una pesadilla. Y yo estoy hasta los cojones de tener pesadillas. Estoy hasta los cojones de correr por un campo minado mientras los demás lo hacen sobre el asfalto.

El del Celta es el último partido que veo del Atleti en esta temporada. Y no porque jueguen mal o porque me aburra. Todo lo contrario ahora mismo. Tampoco porque no quiera sufrir. Soy del Atleti, el sufrimiento está ahí. No lo veré porque da igual lo que pase, porque el resultado no depende de que mi equipo luche o juegue bien. No lo veré porque sé que me van timar otra vez, que voy a ponerme nervioso para nada. No lo veré porque no tengo ilusión.

Y aquí no tiene nada que ver el fútbol.

Victor Hegelman.