El Blog de Bernardo Salazar

TRANQUILA DECEPCIÓN

Me costó encontrar mi vieja bufanda rojiblanca, la de los setenta, que he lucido por media Europa y numerosos campos españoles cuando no era peligroso hacerlo.

En el metro, por vez primera en muchos años, había más pasajeros con faldas que en pantalones, pero con piernas peludas.

Al acercarme al Manzanares tuve que atravesar una inquietante humareda rojiza, mirando hacia mi derecha que no fuese a alcanzarme alguna de las numerosas bengalas voladoras que no sé quiénes y por qué arrojaban en medio de la calle.

Diez minutos antes de comenzar el encuentro los graderíos presentaban un aspecto desolador. Parecían albergar más escoceses que españoles. Luego las gradas irían adquiriendo el aspecto habitual, con sus cánticos y coloridos.

La salida del Atleti fue frenética y en los primeros minutos pareció que asistiríamos a un nuevo festival goleador. Pero no.

Los jugadores locales se dieron cuenta que no había rival sobre el campo y decidieron moderar sus esfuerzos pensando en mayores logros.

El Aberdeen no mostraba peligro alguno a pesar de las deficiencias técnicas y físicas de la retaguardia madrileña, una vez más puestas de manifiesto, pero pasaban los minutos y el cero a cero permanecía inalterable en el marcador. Se rozaba el descanso cuando, por fin, Motta lanzó un pase vertical en profundidad que Agüero aprovechó para forzar el penalty. Esta vez no fue el fallón Maxi sino Forlán quien se convirtió en acertado ejecutor. Uno a cero.

Durante el descanso comentamos la inocencia de los escoceses, la inseguridad que transmite Abiatti, el esfuerzo de López para adaptarse a la diestra, lo absurdo de cubrir dos de las plazas reglamentarias de extranjeros con brasileños (¿) de escaso nivel como Cleber y Eller, la decisión de Aguirre de sacar a Agüero en la alineación inicial y el fútbol excesivamente horizontal del equipo rojiblanco, donde sólo el Kun y Forlán demuestran poseer talento y calidad.

La segunda parte fue peor. Sustituido el pibe argentino por Simao, apenas hubo destellos de buen juego. Los inocentes escoceses veían una y otra vez como les llegaba el balón a sus pies y no sabían que hacer con él. A pesar de la mínima ventaja ni uno de los espectadores atléticos veía peligrar la victoria, aunque en este juego nunca se sabe. Simao aprovechó una falta y con carambola entre poste y meta rival obtuvo el gol tranquilizador. Desparecieron del césped Maxi y Forlán y se acabó el fútbol definitivamente. Pases y más pases entre los defensores rojiblancos, incluso el portero, constantes pérdidas de balón, escasos acercamientos a la meta escocesa, y eso que parece gustar a Aguirre de dominar el tiempo del juego, algo quimérico ante la escasa calidad técnica de la mayoría de sus hombres.

Llevo varios años escuchando y leyendo a los sabios mediáticos de nuestro fútbol expresar la bonanza de la calidad de la plantilla atlética. Me gustaría que alguna vez me explicasen qué entienden por calidad. Repasen las plantillas que desde el incalificable descenso a Segunda División ha tenido nuestro equipo y díganme el nombre de una docena de jugadores de calidad técnica notable que hayan vestido de rojiblanco en estos últimos ocho años.

Así nos ha lucido el pelo.

En fin, un partido tranquilo en el Manzanares y un fútbol ramplón y decepcionante ante un pequeño rival.

Posted: nov 30 2007, 06:31 por bsalazar | con 5 comment(s)
Archivado en: ,

Comentarios

Nexus 6 ha opinado:

¡Bienvenida sea tu letra, don Bernardo!

# noviembre 30, 2007 6:56

leivinha ha opinado:

Partido de mero trámite, aunque sin olvidar que hasta el gol de Sabrosa no estuvo cerrado el partido. Tuvimos que  observar un día más los desajustes defensivos máxime cuando se le fueron agotando las fuerzas a Motta.

# noviembre 30, 2007 7:33

Madder ha opinado:

Bienvenido Bernardo.

# diciembre 2, 2007 6:00

laertes ha opinado:

Claro y conciso, reconozco haber visto el mismo partido.

# diciembre 2, 2007 2:12

severino ha opinado:

Estupendo artículo. Estoy de acuerdo con Bernardo en casi todo casi siempre. Los jugadores de hoy están sobrevalorados (y eso vale tanto para las figuras como para las medianías)porque los comentaristas propenden a la exageración. Se diría que su trabajo consiste en interponer entre la realidad y el público una lupa de muchos aumentos. Mienten por exigencias del guión. Típico caso: no hay una vez en que el tipejo del PPV que va a narrar (es un decir) el partido no proclame: "¡Excelente ambiente!", aunque todo el mundo pueda contemplar la grada medio vacía.

La industria del triunfo exige ilusionistas, no informadores.

# diciembre 4, 2007 11:10