Bienvenidos a los Juegos de la XXVI Olimpiada
Uno de los tópicos más extendidos en el mundo del fútbol se refiere al Real Madrid como “el equipo de Franco”. Son muchos los que piensan que los vikingos tuvieron una serie de privilegios durante la dictadura, que les permitieron pasar, en unos pocos años, de ser un equipillo de poca monta a coleccionar trofeos de todo tipo. Para más Inri, los más resabiados hablan del fichaje irregular de Di Stéfano, fruto de una habilidad mafiosa de Bernabéu. Una jugarreta totalmente sucia que pone a los de enfrente al nivel de tipos tan entrañables como Al Capone, Lucky Luciano y Vito Corleone. También hay que decir que, estos señores montaron sus sindicatos del crimen con sus propios medios y sin recibir ayuda de poderes teóricamente imparciales, cosa que los madridistas…
Si ya nos produce asco y retortijones de barriga la forma en la que el Mandril se hizo con los servicios de la “Saeta Rubia” cuando era el Barcelona el que tenía legítimo derecho al ser el club que firmó contrato con su club propietario, no como los merengones que negociaron con un equipo colombiano al que estaba cedido y que además corrompieron a la entonces Delegación Nacional de Deportes (hoy CSD) para que les diera la razón, las maniobras actuales de los Innombrables deberían hacernos pensar en pedir asilo político en Afganistán.
Lo que cuentan que sucedía en tiempos del “invicto caudillo” no tiene ni punto de comparación con lo que está ocurriendo ahora.
Nunca se ha dado este favoritismo por parte las autoridades deportivas, mediáticas, municipales, autonómicas y nacionales hacia un club de fútbol. Es inaudito que Aznarín tenga hijos que son socios madridistas y que insulte a la Prensa catalana cada vez que gana su apestoso equipo. Es inadmisible que Gallardón tenga a dos hijitos en las categorías inferiores del Madrid. ¿No han oído que la mujer del César no sólo tiene que ser honrada sino también parecerlo?
Pero lo más vergonzoso proviene de nuestro ínclito alcalde Álvarez del Merengue y López del Plomo. Desde que sienta sus posaderas en el mejor despacho de la Casa de la Villa no ha hecho otra cosa que gobernar a favor del Madrid y no a favor de Madrid, que es para lo que le pagamos.
Ahí tenemos la última reforma del Cuernabéu. Con dos guyones, se autoriza edificar todo un centro comercial en una zona calificada como de uso deportivo y ¡se permite levantar unas horrendas torres en plena vía pública!… Hasta el propio Ramón Mendoza lo flipó en colores. También podríamos comentar que la Estercolera no está exactamente en el lugar en el que estaba el Estadio de Chamartín, pero ésa es otra historia.
Si esto ya es grave, ahora viene lo mejor. La Olimpiada Madrid 2012. Ignoro si el COI permitirá que Madrid celebre unos Juegos Olímpicos, pero al que le ha tocado la lotería es, sin ninguna duda, al “Trampas”. Con la excusa de montar un gigantesco palacio de los deportes, el Ayuntamiento va a comprarles la mitad de su Ciudad Deportiva por la módica suma de 50.000 kilitos. ¡Qué casualidad, si es casi toda la deuda del Mandril!
Además, como el alcalde es más bueno que un trozo de pan, les va a dejar edificar torres de oficinas en la mitad que no les va a comprar y les va a ceder un terrenito en un sitio que no vale nada, justo al lado del Campo de las Naciones. De esta forma, si los vikingos vuelven a recaudar unas deudas astronómicas, los sucesores de Álvarez del Manzano podrán repetir la operación.
También, con la excusa de los Juegos, se dice que varias federaciones van a subvencionar al Mandril para que abra secciones de petanca, mini-golf y chito.
Esto es el negocio redondo. No me extraña que Florentino invite al alcalde al palco.
Por otra parte, he leído en la canallesca que hay un conflicto entre el Ayuntamiento y el diseñador Mariscal por el logotipo de la candidatura. Yo pondría, como símbolo de Madrid 2012, cinco escudos del Real Madrid en lugar de los consabidos aros. Así se reflejaría plenamente el nuevo espíritu olímpico: más lejos, más alto, más fuerte para ayudar a los blancos (Citius, Altius Fortius, album iuvire).