DEVOCIÓN POR UNOS COLORES
Que la afición atlética tenemos uno se qué que no tienen otras es innegable. No sabría yo muy bien definirlo y mira que lo he pensado muchas veces. Pero no acabo de dar con el quiz de la cuestión. Quizás tenga que ver con convivir en una misma ciudad con un monstruo enorme que devora todo lo tiene a su lado apoyado en la trascendencia que los medios de comunicación le dan. Quizás ese continuo aspirar a lo máximo sin acabar de llegar muchas veces, en fin qué se yo.
Esta temporada la afición decidimos estar al lado del equipo. Una buen campaña de captación de abonados (al César lo que es del César) sembró el terreno, y el Calderón ha presentado desde el comienzo de sesión un aspecto impagable para los jugadores. Los atléticos parecían haber decidido estar a las duras, e incluso en los desplazamientos nunca les faltó el aliento de un buen puñado de atléticos (el Frente ens en este aspecto absolutamente modélico).
Pero la devoción atlética ha acabado de estallar, definitivamente, en cuanto el equipo, por fin, ha encadenado algunos triunfos consecutivos y ha empezado a hacer cuentas creíbles de ascenso. Hasta entonces todo el apoyo había sido dado a crédito de una plantilla que no estaba a la altura de las circunstancias. Ahora, todos pensamos que es posible, y la afición se ha convertido en el primer estandarte del empuje, de las ganas desbordantes de conseguir un ascenso definitivamente necesario para esta institución.
La afición atlética dio un espectáculo tremendo, emotivo, de saltarse las lágrimas por la pasión y el amor que se vio por nuestra camiseta, en la matinal contra el Betis. Un jugador número doce que está por encima de hombres y nombres, y mucho más de unos dirigentes que se empeñan en perpetuarse. No tenemos merecido tanto sufrimiento y ver a nuestro club en el lugar que ocupa, y sin duda apretaremos como el que más para que en el próximo septiembre juguemos de nuevo donde nos corresponde.
Pero acto seguido, igual que nosotros cumplimos con nuestro deber de buenos aficionados que quieren a su club con devoción, tendríamos que exigir responsabilidades. Necesitamos un club moderno, con jugadores de categoría contrastada y con un cuadro técnico que nos lleve a pelear arriba del todo. Desde luego lo que no nos hace falta son dirigentes que nos sigan vendiendo humo y nos hagan pagar sus aventuras extradeportivas. Y, repito, lo tendríamos que exigir con tanta fuerza como la que llevamos en volandas al equipo contra el Betis.