Cerezadas (20/05/2005)
Tómese un embuste pobremente urdido, envuélvaselo en una capa de grosería y en otra de arrogancia, ¿qué tendremos? La gilidez. Ahora cójanse varias afirmaciones todas ellas contradictorias, exprésense una detrás de otra sin transición pero en un tono firme, desenvuelto, campechano. ¿Qué saldrá? La cerezada. No subestiméis a su autor; a su manera, es un genio. De modo que “nos equivocamos al renovar al entrenador y la afición no comprendería que siguiese Ferrando”, pero “continuar no es renovar” y por consiguiente “lo lógico es que el míster siga”. Es un párrafo de antología, no lo neguéis. Como este otro. “El club escuchará ofertas por Torres, pero no las habrá porque Torres y el club están muy contentos el uno con el otro”. No es manco el chaval, a que no. (Los científicos auguran una rápida extinción del lince mediterráneo. ¿Y no sería posible —me pregunto— repoblar esos bosques desiertos de alimañas con una pareja de linces del Foro? Sí, ya sabéis a quiénes me refiero) Lo que se saca en claro de toda esta faramalla incomprensible es que el Atlético, vendería muy gustoso a Torres —digamos, por unos 20 millones—, pero descree de que alguien esté dispuesto a aforar tanta pasta (máxime ahora que Torres no da ni una a derechas), y que el club no quiere a Ferrando ni para fregar los suelos, pero menos aún abonarle el despido en su integridad. (Ah, Cerezo ha ratificado la confianza de la institución en Toni Muñoz. Yo, en lugar del cordobés, iría haciendo el equipaje.) Lo que la afición no comprende es que Gil Marín y Cerezo se obstinen en aparentar que son dos colchoneros desinteresados y capaces (bueno, capaces sí lo son, pero de cualquier cosa), que trabajan día y noche en pro de la entidad, que ponen el dinero que a ésta le falta y demás aburridas pamemas. Pero, ¡ay!, aún los protege el otro lobby, del que algún día, con tiempo, os hablaré por lo menudo.