Crónicas en la Distancia

Fases finales a lo rojiblanco

Sobre mi blog

Estas notas son probablemente gotas insignificantes en un océano. Pero saben a sal rojiblanca, a la playa del expatriado, y a la fortuna de vivir in situ de nuevo la fase final de un campeonato de fútbol de naciones. No son por tanto mucho, pero son las nuestras. O al menos sólo tendrán sentido si así consigo que las sientas.

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La primera vez

La primera vez es para algunos dura, para muchos excitante, para la mayoría un misterio y para casi todos una decepción.

Duro fue para Turquía sentir cómo Portugal la desnudaba en un primer arreón de pasión apoyado en un físico deslumbrante. Portugal mezcla juventud y experiencia, sabe de qué va el juego y tiene hambre, mucha hambre, y algo de arte en sus filas. Además en Suiza se encuentra en su segundo hogar, pues hasta aquí emigraron varias decenas de miles de sus hijos, y aunque en Ginebra sé que positivamente no son muchos, a la capital de la Suiza francesa apenas les costó llegar a muchos de esos miles para inyectar ilusión en sus venas. A diferencia de nosotros, la madre lusa nunca se ha visto favorita, nunca se ha creído más de lo que es, y por eso acomete este romance sin el lastre de relaciones anteriores que podrían haber sido las de su vida. Tan segura como estaba, jugó incluso un momento con su amante, la dejó acercarse a sus labios, para asestarle finalmente un segundo golpe que fue el definitivo. Para los verdirrojos, la primera vez nunca dejó de ser excitante.

Un misterio resultó para Chequia, ya desde que conoció su emparejamiento. Cohibida por estrenarse en casa de la anfitriona, nunca supo qué esperar. Porque Chequia y Suiza se citaron por fin en la alcoba, después de hablar del otro durante días a sus amigos y amigas, sin hablarse directamente entre ellos, pero dejando que el otro oyera y se oyera. Como los enamorados, que sólo oyen lo que quieren oír, y dicen lo que el otro quiere escuchar. Los prolegómenos eran hermosos, en los medios y entre jugadores, entre políticos y entre aficiones. Se habían preparado para esta primera vez y querían que fuera una fiesta. Para Chequia, después de todo el aparato, lo ocurrido y lo que vendrá en el futuro sigue siendo un misterio.

Y para Suiza fue una decepción. Se batió desde el principio con la frescura que tienen las mujeres de esta tierra, con una presencia estilo Kim Novak, un cuerpo sensual y voluntarioso, pero en los momentos en que tocaba morder mostró su cara pudorosa. Además todo le salió mal en la cita. A los postres de la inauguración se había quedado con apetito, se rompió un tacón en un primer choque, en un descuido se le hizo una carrera en la media y al poco había perdido la ilusión y la esperanza. Es curioso, pero para los suizos fue más dolorosa la retirada de Alex Frei con una lesión ya temida que el gol recibido en contra. Esto último, al menos, aún tenía solución. En las calles, la sensación en el intermedio era de tremenda decepción, y sólo al poco de ver que el otro ya había tenido su orgasmo hubo un atisbo de rabia porque nada podría haber salido peor. Sin embargo, los que son de aquí pero no son hijos de Guillermo Tell no sintieron furia alguna, y los que sí lo son poseen una naturaleza tan moderada, tan correcta, tan formal, que consiguieron contener todo exceso de emociones entre su piel y sus vestimentas.

La conexión televisiva con Basilea terminó y el primer anuncio no fue el de Freixenet, ni el de Coca-Cola: fue el de la final parisina de tenis, donde un suizo, aquí más popular que la flor del edelweiss, juega contra un español. La nube gris sobre este país parece destinada a quedarse aún unos días.

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