Levante
SAD
A tenor
de los últimos sucesos sobre la triste situación del Levante y el sinvivir de
sus jugadores por cobrar, se me han venido a la cabeza algunas preguntas que se
resumen en una
¿Para qué son las Sociedades Anónimas Deportivas? ¿Sirven de algo las
Sociedades Anónimas Deportivas? Ya desde hace algún tiempo sabemos que se
pueden comprar sin dinero sin que pase nada, salvo que el comprador tenga que
devolverse a sí mismo el dinero que no pagó (eso dice una sentencia) pero
con esto del Levante nos encontramos con otra vuelta de tuerca a la situación
de estas entidades, déjenme llamarlas así para entendernos.
La
situación que nos ocupa es triste y lamentable. Parte de que un club de fútbol,
una Sociedad Anónima Deportiva, ha asumido unos compromisos económicos a los
que no puede hacer frente. Como suele suceder en estos casos los damnificados
son, en primer lugar, los trabajadores. No ha trascendido, al menos hasta el
gran público, la situación de los trabajadores ‘de verdad’ del club (oficinas,
mantenimiento… ya nos entendemos) pero sí la de los futbolistas: no cobran.
Triste, lamentable. Todo lo que ustedes quieran. Quienes hemos conocido de
primera mano o de cerca la angustia de quien está cumpliendo con su deber y ve
que no recibe el fruto de su trabajo sabe que es una situación algo peor que
desagradable.
Desde ese
punto de vista se comprende la tensión en el enfrentamiento que se ha
registrado hoy entre el copropietario Pedro Villarroel y la plantilla. Se ha
estado a punto de llegar a las manos entre quienes no cobran y quienes tienen
en sus manos pagarés firmados por el ex máximo accionista y aún copropietario
del club, el propio Villarroel que no llegan a hacerse efectivos mientras él
eludía ante ellos toda responsabilidad y amenazaba con denunciar a quien se la
reclamaba. ¿Puede haber solución? Los jugadores le reclaman que deje entrar a
nuevos accionistas y, a ellos, negociar un crédito (parece ser que tiene
capacidad para bloquear la situación). Los jugadores, que no cobran, que no
tienen dinero (y de momento dejaremos aparte el monto de sus contratos,
firmados por cierto por quien no puede pagarlos) han amenazado con huelga y, en
un exceso de buena voluntad dada su situación, la han levantado mientras
algunos que no están en esa situación clamaban contra quienes ‘adulteraban la
competición’.
A esos
que se quejan yo les diría que la competición está ya adulterada desde el momento
en que unos profesionales no pueden cobrar por el trabajo que realizan, aún sí
hacen de tripas corazón para correr. Y me pregunto, también, qué criterio tiene
la Ley del Deporte, o el reglamento de las SAD, o lo que sea, para desbloquear
estas situaciones. Sé que el
Ayuntamiento de Valencia avala el cobro de parte de la deuda, pero me pregunto
si el Ayuntamiento levantino haría lo mismo si la sociedad en crisis en vez de
ser el Levante fuera, por poner un caso, una empresa de transportes o una fábrica
de bombillas, porque quisiera recordar que las SAD se crearon para que no se
pagase con dinero público una mala gestión privada como solía suceder antes. A
quienes dicen que si el Levante no se presenta a jugar adultera la competición,
les digo que será otra muestra de que el mundo del fútbol español es una
realidad virtual que cada vez se da más de bruces con el mundo real. También
les digo que si los jugadores del Levante no fueran futbolistas su destino
sería el de todos los demás en similar situación: ir al paro o a la
prejubilación mientras las cantidades adeudadas quedan en el limbo… ¿Y la
famosa Ley Concursal, por cierto?
Y
finalmente le digo aquello con lo que empecé el texto: que me pregunto si las
SAD, las famosas SAD, han servido para algo. Un fuerte abrazo solidario a los
jugadores del Levante.
P.D.:
Cuando ustedes paguen sus abonos, fijénse bien a quién o para qué los pueden
estar pagando.
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TENEMOS LA CABEZA EN EL SUELO
D. Enrique Cerezo. Contorsionista