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El deslenguado Lawrence Dallaglio, conocido en las melés rivales
como El Carnicero de Shepherds Bush, tiene una irrefrenable afición a
los micrófonos. En cierta ocasión dividió al rugby en "terneros y
toros. Los primeros saben el camino, los segundos conocemos los
atajos". Atendiendo a tan sutil disquisición, arranca con este VI
Naciones un año de terneros. Mastodontes aniñados de riñones sin
estrenar y piernas frescas. Los elegidos para liderar a sus selecciones
en el Mundial de 2011. Cuando sean toros...
Sorprende la candidez de esta Inglaterra en la que el sexagenario
Brian Ashton cambia de guardia. Descolla en tan rejuvenecedora apuesta
Danny Cipriani, relevo natural de Wilkinson, que llega desafiante:
"Quiero la camiseta número 10". También alternarán Strettel, Flood,
Haskell, Croft o Wigglesworth. Un órdago exótico que incluye al primer
polinesio que lucirá la rosa en su pecho: Lesley El Volcán Vainikolo,
tongano de 28 años que abrocha un ensayo por partido. Todo apuntalado
con Vickery, Shaw, Kay, Tait... Y, por supuesto, Sir Jonathan Peter
Wilkinson, en el campo Jonny Wilkinson, en el vestuario Wilko y en las
portadas de los tabloides Goldenboy. Hijo de Phil y Phillipa, hermano
de Mark, novio de Diana. De profesión, deportista. De oficio, héroe.
Apocalipsis.
En la otra orilla del Canal de La Mancha los pajarillos cantan y las
nubes se levantan. Bernard Laporte, exterminador del flair que
convirtió a Francia en una cuadrilla de enterradores, se fue con su
rugby nihilista sacrificando por el camino a Michalak (en Suráfrica),
Pelous, Betsen, Ibañez, Dominici... Le releva Marc Lievremont, de los
Lievremont de toda la vida. Nieto, hijo y hermano de rugbiers, que al
grito de "Revolutión!" se *** a medio equipo del Mundial (entre ellos
al cavernario Chabal) y la mitad de la otra mitad es novata (Brugnault,
Faure, Parra, Mela, Trinh-Duc y Malzieu).
En Irlanda hay cuchillos largos. La selección reúne a Villarriba
(Munster) y Villabajo (Leinster) y en pleno Mundial se enzarzaron
mientras el seleccionador Eddie O'Sullivan, aficionado al laisser
faire, silbaba mirando a otro lado. Pueden desperdiciar la gran
generación del rugby irlandés, pero durante la celebración de las Bodas
de Diamante del Grand Slam irlandés del 1948, el único, sus
supervivientes pidieron a O'Driscoll disfrutar en vida de otro Grand
Slam. La Conjura de Ravenhill pasa por ganar en París y Londres,
exactamente igual que Kyle, McCarthy y O'Flanagan allá por el 48.
En Escocia, tras su gran Mundial, Hadden robustecerá aún más su
delantera, aparte de aferrarse a Murrayfield, la Troya del rugby. Un
equipo con más riñones que neuronas. Mientras, Gales e Italia estrenan
capos en el banquillo. En los dragones, el kiwi Gatland alternará
veteranía (sin Thomas) y juventud, sal y pimienta. Italia, por su
parte, colecciona guiris en su banquillo y tras Kirwan y Berbizier le
toca al springbok Nick Mallet que aliñará a los Bergamasco y Dellapé
con una nueva camada.
Descorchamos un VI Naciones con Inglaterra y Francia favoritas, sin
desmerecer a Irlanda. Pero los galos, de mal despertar, debutan en
Murrayfield y los ingleses ante Gales. En el vestuario visitante de
Twickenham resonará la arenga de Bennet en aquel invierno del 77:
"Miren lo que han hecho esos bastardos con Gales. Nos han robado el
carbón, el agua y el acero. Se han quedado con nuestras casas para
vivir en ellas dos semanas al año. ¿Y qué nos han dado? Nada. Hemos
sido explotados, violados y castigados. Es hora de vengarnos de
Inglaterra". Tiemblan los toros, ya rugen los terneros.