JIMÉNEZ EL ENTRENADOR SEVILLISTA.
Personajes como él y parte mayoritaria de su hinchada, han conseguido que mi simpatía tradicional por este Club, se fuera convirtiendo primero en indiferencia y, en estos momentos, en desprecio. (Sin dejar de reconocer que envidio el juego de su equipo).
Sus manifestaciones son el reflejo de su personalidad: miserable, mentirosa, incitador a la violencia…
Toda España contempló el escalofriante cabezazo de Maresca al pobrecillo Kun. ¡Como sangraba!.
A partir de ahí hemos de sopesar la reacción de este individuo, y la del agresor Maresca.
Aquél dijo que el Kun, siendo una persona joven, se las sabe todas. Que puso su cabeza cerca de la cara de Maresca y que este no tuvo más remedio que echar la cabeza sobre la cara del argentino!.
Si fuera un hombre noble, amante del fútbol como deporte, educador de sus jugadores y contrario a la violencia en general, y en los campos de fútbol en particular, tendría que haber criticado con dureza la actitud del italiano, y haber compadecido a Agüero.
Sin embargo, Maresca en una reacción que valoro muy positivamente y me llega a admirar su personalidad, manifestó que fue a buscar a nuestro jugador para pedirle perdón. Ha quedado, para su vergüenza, al Jiménez con “el culo al aire”.
El que fuera en otros tiempos, duro defensa del Sevilla, olvida que este equipo siempre se distinguió por una virtud y por un gran defecto: su fino juego del Sur y una gran violencia en sus defensas: Campanal, Maraver, Achúcarro, San José, Gallego, Javi Navarro y el mismo.
Ha dejado bien a las claras que, si en el juego era un jugador muy violento, como persona y fuera de los campos también deja mucho que desear.
MODESTO CÁNTABRO.