El fondo de la cuestión, en este caso y en todos, es la nefasta posición de todos los estamentos futbolísticos que han propiciado que los contratos se firman para que no se cumplan, lo que me parece absurdo.
Existe, en este aspecto, una corrupción generalizada de la que nadie está libre pues entre todos permiten que los contratos sean poco menos que papel higiénico. Evidentemente, esta corrupción beneficia sobremanera a los más poderosos que parece es lo más conveniente para el desarrollo de competiciones -es un decir- cada vez más desequilibradas, reduciendo drásticamente la aspiración al título. En la liga española esto es cosa de dos, con una diferencia abismal entre ellos y cualquier otro, situación venerada por los medios de comunicación, por diversos intereses bastardos que les llevan a proclamar el mantra y/o consigna de la mejor liga del mundo, pero que confluyen en una clara desestabilización del campeonato liguero.
En un porcentaje muy elevado los contratos no se cumplen. En cuanto un jugador actúa, aunque sea ligeramente, por encima de las expectativas sus agentes inmediatamente demandan mejorar sensiblemente sus salarios y, por otra parte, el rumoreo mediático, al servicio de los poderosos,se apresura sin ningún pudor a colocar a las potenciales estrellas en sus clubes protegidos. No contentos con mejorar su situación económica, el siguiente paso es mostrar, más o menos disimuladamente, su aspiración a abandonar el club que lo ha promocionado. La consigna: ayudemos a los poderosos a acabar con con los débiles, no les dejemos ni una mínima esperanza, ¡aniquilémosles!
La regulación de la contratación actual sólo es garantía para los deportistas (y así debe ser), pero es claramente mejorable para la defensa de los clubes, que son los que arriesgan el dinero y, lo más importante, la ilusión de la afición que los soporta.
La pregunta del millón es ¿al mundillo del fútbol le interesa una regulación más garantista para todos los clubes o, como en el caso de los derechos televisivos, sólo a aspirar a ser los mejores de los desahuciados?
No debemos aceptar cómo normal lo que sólo es habitual.