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El abuelo de la Esperanza Dorada

Último artículo 23-02-2011 13:14 escrito por laagonia. 5 respuestas.
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  • 22-02-2011 23:36

    El abuelo de la Esperanza Dorada

      

                Aquel señor estaba sentado en uno de los bancos del parque, pasaba la mañana como otros jubilados, ahora viendo unos operarios trabajando, que siempre había alguna obra por ver, ahora charlando de cualquier tema con algún conocido, ahora echando una partidita de cartas, ahora... simplemente paseando o viendo pasar a la gente. Se llevó la mano al bolsillo para sacarse un caramelo a la vez que su mirada se fijaba en un par de críos que se acercaron por allí. El que parecía mayor, llevaba una pelota bajo el brazo y le proponía al pequeño jugar al balón.

     

    Vestía un inmaculado y completo traje blanco, tan uniformado iba el chaval que hasta los guantes firmados por ese portero campeón del mundo y capitán del equipo vecino le cubrían las manos.- "Me pido Camesas", le dijo mientras le daba el balón y con unas piedras hacía una especie de portería para que el más chico le chutara.

     

    .- "Vale, pues yo soy el Atleti y me pido... mi abuelo", le respondió el chiquitín, desafiante mientras recogía la pelota y se disponía a patearla para meterle un gol a su amigo.

     

    El señor se sonrió al escucharle, y por un instante, sus pensamientos volaron al pasado, recordando que podría estar viendo un derby en su querido Calderón, otro más como los que tantas veces había visto antaño. Y animaría al pequeño, por supuesto, aplaudiendo imaginariamente desde aquella tribuna convertida hoy en banco, porque era el de su equipo, esperando esta vez ganara, pues en los que rememoraba de dicha época no era lo habitual. En ese retorno ilusorio, notó que le rejuvenecía el cuerpo, dejaba de sentir la artritis, los dolores y achaques que de cuando en cuando le daban, e incluso sintió la inmensa suerte de recuperar aquella dentadura que le permitía gozar de ese pequeño vicio de entonces, comer pipas, en lugar de esas asquerosas pastillas que el médico le había recetado y a las que él se engañaba llamándolas caramelos, para ver si de esa manera enmascaraba su desagradable sabor.

     

    Así, se acomodó y disfrutó viendo como jugaban aquellos inocentes críos. Pelotazo va, pelotazo viene, hasta que pasado el rato, un balonazo se les escapó yendo junto a su banco. Al acercarse el pequeño para recogerlo, no se pudo aguantar las ganas y le preguntó. -"Oye, ¿tu abuelo jugó de verdad en el Atlético de Madrid?". El niño, tras coger la pelota, le miró perplejo y le contestó.- "Pues claro". Añadiendo seguidamente con cara radiante y orgullosa.- "Mi abuelo jugó y además ganó". Luego, a la llamada de su amigo, se volvió para seguir dándole patadas al balón.

     

    .- "¿Qué te ha preguntado ese señor?" le interrogó el amigo antes de continuar el juego.

     

    .- "Nada, que si mi abuelo había jugado en el Atleti".

     

    .- "Anda, ¿tu abuelo jugó en el Atleti?".

     

    .- "Sí, hace muchos años, además mi padre me ha contado que el título que ganó fue una proeza y el más importante de todos los que tenemos".

     

    .- "¿Más que la champions?... ¡Pues de esas tenemos siete más que vosotros!." le replicó de manera arrogante.

     

    .- "Sí, más importante" contestó. Y viniéndose arriba para darle en las narices al otro crío continuó diciendo.-"Y además, de esas que tenéis vosotros, ninguna la ganó tu abuelo, ¿A que no?". Para, cansado ya de tanta conversación y mientras volvía a poner el balón en el suelo, rematar la charla con un.- "Venga, que te voy a ganar".

     

     

    La primera vez que Miguel Ibáñez asistió al Calderón, sería a principios de los años ´80. Fue junto a dos o tres amigos del colegio, y tendría unos 13 o 14 años. De aquel día, los únicos recuerdos que apenas le quedan son la emoción y el entusiasmo de entrar por primera vez en el campo de su equipo, que se sentó en la zona baja de la tribuna y que desde allí, vio cómo Hugo Sánchez salvó un saque de banda haciendo una chilena. Nada más, ni el resultado, ni contra quien se jugó... ni siquiera, cómo llegó al campo o regresó a casa con esa edad.

     

    Bastantes años después, se hizo abonado. Del primer día tampoco recuerda contra quien jugaron, ni si ganaron, ni nada, sólo que fue con la misma ilusión que cuando crío, y por ello, con tiempo de sobra para saborear el poder entrar en el campo y disfrutar viéndolo por dentro, observar el calentamiento de los jugadores y evidentemente, ver el partido. Su ilusión no estaba empañada porque acabaran de bajar a segunda división, es más, el descenso que apenas unos meses antes le había sobrecogido entre lágrimas y tristeza, ya era pasado y no importaba, porque el lejano sueño de poder ser abonado e ir al campo cada fin de semana para ver a su Atleti, había quedado al alcance de la mano y desde ese día, era ya un hecho. Además, con tantos atléticos juntos, el paso por el infierno de este grandísimo club, sería un leve accidente, una caída pasajera y una anécdota desafortunada de la que se saldría reforzado para volver a ser ese equipo que ganaba títulos.

     

    Sigue siendo atlético, muy atlético, pero ya no es como al principio, no es tan cándido ni tan simple, fue perdiendo la ilusión por el camino, constatando cómo a su equipo, deportivamente hablando, sólo le quedaba la aureola de grande, porque la cruda y tozuda realidad le mostraba muy a las claras que ya no peleaba por los campeonatos y copas de antaño. Con los años de asistencia al campo, ha ido madurando, acumulando conocimientos y experiencias, dibujando en su cabeza unos pensamientos e ideas muy distintos a los que se publican por las vías informativas razonables y habituales. Lamenta la falta de soluciones o fundados visos a los que agarrarse para que se produzca un algo que haga cambiar al club del destino mediocre en el cual están inmersos. Pues, ni los medios de comunicación, que podrían movilizar a ese mayoritario e impasible personal, actúan con contundencia y decisión, ni se presume la llegaba de ningún personaje o grupo de relevancia que se quisiera hacer con las riendas del club para encontrar respuesta a sus plegarias.

     

    A pesar de la dificultad manifiesta de conseguir cambiar la situación actual, él sigue con fe, anhelando que algún día se torne el status quo establecido, residiendo su esperanza en el descubrimiento y existencia de esos bastiones de resistencia ubicados en el mundo cibernético llamado foros. Webs en donde yace un afecto rojiblanco similar al suyo, donde muchas personas han estado realizando un encomiable, gratuito, a veces sufrido y no siempre reconocido esfuerzo para salvaguardar los principios y valores de esa institución. Las más de las veces, desde la sombra, sin publicidad apenas, o cuando se daba, con versiones negativas de sus actos, como si fueran proscritos, pero a los que, a poco que te acercaras y los conocieras de verdad, podrías ver que en absoluto eran así.

     

    Realmente han sido los auténticos guardianes de la esencia atlética, personas que, por el mero amor a unos colores, se han estado dedicando durante muchísimos años, dejando una parte de su vida en ellos, ha hacer esa labor impagable de oposición a unos delincuentes. Manteniendo con gran trabajo, esas fuentes de las cuales emana la verdad y el saber, una escala de medida donde efectivamente se pueden contrastar esas ideas del "mundo exterior" para compararlas y permitirle a cada uno hacerse una idea más global y certera. De tal forma, que cada cual, con conocimiento de causa, pueda por si mismo diferenciar y discernir entre lo que es y lo que se dice que es, entre la realidad y lo que resulta un engaño. Guía pura que radica en unos objetivos diametralmente opuestos a los que los Gil y Cerezo mantienen, pues ni buscan la acumulación de poder, ni las ganancias económicas, ni el beneficio personal a costa de los demás, sino el ideal de mantener el verdadero sentimiento atlético y recuperar el club para sus dueños morales, sus aficionados, contra todo un poder actual que lo lleva contaminando desde hace lustros hasta el punto de hacerlo irreconocible.

     

     

    Seguramente, una de las máximas ilusiones de un aficionado sería formar parte de la plantilla de su club. Creo que poder jugar en su estadio y ante su público, colmaría los sueños de todo hincha, (algunos, con pisar el césped y jugar una pachanga de entrenamiento junto a los Kun, Reyes y demás, ya habríamos colmado el grado de felicidad). Otros, puestos a soñar, siendo más ambiciosos en ello, incluso sobrepasando lo imposible, desearían ponerse la camiseta, ser titulares y ya por el mismo precio, meter un gol para celebrar la victoria junto con el público.

     

    Pero a veces, los sueños se cumplen o en cierta manera, se pueden cumplir. Hoy estaba convocado para el encuentro. La citación oficial se la habían hecho saber hacía unos días, y de nuevo volvía a sentir ese hormigueo en el estómago, de ilusión, de incertidumbre, de expectación por entrar en el estadio y disputar del partido. Volvía a vestirse al lado de sus compañeros, con los colores de gala para enfrentarse a un todopoderoso equipo que llevaba manera mezquina sin dejarles ganar años y años. Los jueces arbitrales no les habían ayudado en ningún momento, la prensa no les mostraba apoyo y les ninguneaba. Pero no se iban a rendir, estaban hechos de una pasta especial, por sus venas corría el verdadero sentimiento rebelde y ganador del Atlético y llevaban demasiados años peleando como para claudicar en este momento.

     

    En ese momento todos se sentían valiosos, cada uno era importante en su labor, cubriendo su parcela del campo, y de esa manera, estando unidos buscar el objetivo común: salir triunfantes. No era una final al uso, no era a un sólo partido, de hecho, la eliminatoria podía demorarse en el tiempo, pero cuanto mayor fuera el esfuerzo, mayor sería la recompensa y probablemente, antes se conseguiría la victoria. Así las citas como el "Podemos" que nos hizo campeones de Europa y del mundo, las palabras de Luís Aragonés, de "ganar y ganar y volver a ganar" o que las de "las finales no se juegan... se ganan" se repetían machaconamente en su cabeza.

     

    La equipación a llevar no sería la habitual con la elástica roja y blanca, pues aunque el campo en teoría era suyo, tan suyo como que lo mandaron construir ellos y sus antepasado, la insidiosa ley de SAD había obligado a que los habituales locales, perdieran su derecho y pasaran a ser visitantes sin derecho a prácticamente nada, más que a pagar. Con lo que, aunque deberían ser y realmente se sentían como los legítimos anfitriones, decidieron para dichos partidos, cambiar su indumentaria habitual por la llamativa verde y oro, más vistosa, más distinguida y tan emblemática, que semejanza de la Naranja Mecánica holandesa o el Brasil de Pelé, bautizaría a ese equipo y a esos aficionados con un nombre reconocido a nivel europeo, los de la Esperanza Dorada.

     

    En los prolegómenos del encuentro, en esos vestuarios al uso conocidos como Chiscón, la Esquina del Calderón, etc, se van poniendo a tono los cuerpos y calentando las gargantas, para, a modo de ensayo de las jugadas de estrategia lanzamientos de faltas o corners, animarse coreando las consignas que luego reproducirán en el partido: Que se vayan, diles que se vayan, diles que se vayan de una *** vez. Por un Atleti Digno se tienen que marchar. Volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser libres, como en el 86. Gil cabrón fuera del calderón. Cerezo ladrón fuera del Calderón. Somos nosotros, atleti somos nosotros...

     

    Los veteranos daban los últimos consejos e instrucciones a los nuevos fichajes. Todos reconocían quienes eran los capitanes de este equipo y quienes eran claves por su calidad individual, por su tesón, por su compromiso con la causa, por su dedicación, por su antigüedad y por su peso en el vestuario.... Pero ahora no primaba eso, la sensación que corría era la de que todos eran iguales, todos sumaban y cualquier ayuda era bienvenida. Uno más uno... uno más, y aunque algunos llevaran más de quince años, otros apenas un par y otros estuvieran dentro de las nuevas incorporaciones, no había sensación de jerarquía, todos eran necesarios, todos tenían que jugar y a la hora de la verdad, tal vez no en las portadas y en las noticias, pero cuando el árbitro pita el final y se sube a recoger el trofeo, tan ganador el es que ha metido el gol, como el que levanta la copa, como el utillero que prepara la ropa, como la afición. Eso era un equipo, y la consigna era clara, empujar juntos y a la vez en un solo sentido.

     

    El paso del tiempo, demasiado tiempo, le hizo en su día reflexionar y plantearse si realmente habría solución a tanta mediocridad. Él estaba casi convencido de que se necesitaría algo más que el apoyo de muchos, pero también sabía que en esta vida, lo que uno no se trabaja, difícilmente se lo vienen a resolver otros, que el que quiere peces, se tiene que mojar el culo, y que el que algo quiere, algo le cuesta. Así que, había que ponerse el mono de trabajo y dar la cara por los valores que siempre llevó en el corazón y que firmemente creía. Se sentía un privilegiado y especialmente afortunado, porque estar en el momento y hora adecuada le permitiría poder ser de los pocos que defenderían esa posición, pudiendo ser parte importante de su equipo. La historia le tenía reservada la posibilidad de estar dentro y ser parte de ella. Se sentía como cuando acudió por primera vez, pero esta ocasión, no de espectador, sino de protagonista, teniendo la sensación de poder hacer algo importante. El destino le había guardado ser parte de su sueño y él era libre de elegir entre dejarlo pasar o coger la oportunidad poniéndose la verde y oro para jugar la eliminatoria e intentar ganarla. Entrando en su estadio como había soñado, tal vez no en el césped, pero esto se iba a dilucidar más arriba, en la grada, y ahí jugaba él, porque no todo el mundo puede entrar, sentirse titular desde el minuto uno y verse respaldado por gran parte de la afición.

     

    De repente, pensando que la crónica de su equipo podía cambiar gracias a su aportación y su granito de arena, le dio un vuelco el corazón, por un momento la gran responsabilidad y unos miedos de soledad, de ser insuficiente, de no dar la talla y ser consciente de que realmente, él por él mismo, no era nadie, sino un anónimo y una gota entre los cincuenta mil, le atenazaron. Pero miró al fondo sur, y vio a compañeros preparados pancarta en mano y bufanda al cuello, al corner de Pantic, y había más. En tribuna, en el anfiteatro primero, en el segundo, varias filas encima de él y a su derecha también estaban apoyando. Entonces recuperó la calma y a pesar de estar atardeciendo, sintió el calor del grupo al ver ese símbolo de libertad, compañerismo y unión en forma de estandartes verdes y amarillos repartidos por tantos lados: por las bandas, por el centro, abajo, arriba... no estaba sólo, estaba arropado por sus semejantes, por los que como él, habían dado un paso al Frente. Habían llegado hasta allí sin esconderse y era la hora de dar el callo, el mismo o más que el que durante tantas tardes exigió a los jugadores que defendían a su equipo, con una diferencia, él no lo hacía por dinero, por profesionalidad, ni por ser un mercenario, él estaba por convencimiento personal, porque creía en ello, en unas ideas, en unos principios, en su ideal. Así que... por su Atleti, por sus compañeros, por los que vendrían algún día (hubieran ya nacido o no), para que se encontrasen no sólo un futuro... sino un futuro mejor, por él mismo y con especial dedicación, por todos aquellos que también merecían estar pero que no tenían la posibilidad de apoyar en el estadio, por la distancia, porque no pudieron entrar, porque fueron desterrados, exiliados, o hicieron la promesa de no volver mientras siguiera aquella gentuza.

     

    Así discurrían sus pensamientos cuando su mirada se dirigió hacia una de las esquinas que nunca nos dejaron cerrar del estadio Vicente Calderón y allá detrás, sus ojos vieron el cementerio de San Isidro, se fijó en aquellas imágenes de capillas y tumbas, y entonces una idea más le vino a la mente, señaló al horizonte, y apretando el puño dirigiéndolo con su índice hacia aquella zona se dijo.-"Va por vosotros también", por la memoria de aquellos que nunca podrán regresar y que se fueron en el deseo de la llegada del día que volverían a ser libres.-"Que sepáis que ese día está a punto de llegar". Y abriéndose paso entre las nubes, el sol mandó sus últimos rayos antes del ocaso diario, pareciendo responder así al brindis realizado. Mostrando desde aquel tercer anfiteatro, el apoyo y cariño de todos aquellos que ya no están entre nosotros y que con una señal en forma de rayos dorados atravesando entre el verde de los cipreses, les hacía un quiño de complicidad, de compañía y de defensa de la causa, animándolos desde el cielo con un grito que decía:.- "A por ellos".

     

     

     

    El señor mayor despertó de su ensoñación al tiempo que veía como los chavales recogían el balón y se iban junto a sus progenitores, pareciéndole reconocer entonces al padre del pequeño con el que había hablado antes. Sí, habían transcurrido muchos años desde que le vio entrar por primera vez de la mano de su padre al campo, para sentarse junto a él, allá en la grada del Calderón. Lo había visto crecer y compartió muchos ratos junto con su padre, desde antes de que hubiera nacido, hasta que este se hizo algo más joven, para después perderles las pista cuando el patriarca, que debería tener ahora su edad, le dijo que se cambiaban de sector a uno que estuviera resguardado de la lluvia para que sus chavales no pasaran más penurias al ir al campo.

     

     

    Cuántas alegrías había pasado junto a aquel compañero de grada, viendo al niño Torres, al Kun... y cuantas  desilusiones también, de estas más. Pero lo que más recordaba de aquella compañía, eran las discusiones que habían tenido. Cómo, el señor mayor, entonces, evidentemente más joven, le había criticado que se metiera con ciertos jugadores a los cuales tildaba de poco profesionales, porque él siempre defendía todos. O sus mosqueos con los árbitros... pero sus mayores peloteras y desavenencias vinieron a causa de aquellas estrambóticas bufandas, recordaba claramente cómo le decía que el Atleti era así, que si quería ganar siempre, que se hiciera vikingo, que aquellas protestas y formas no valían para nada, que eran el hazmerreír y estaban tan ridículos como si fueran compañeros de Harry Potter asistiendo a la escuela Hogwarts... Sí, el abuelo de ese chaval, era un aficionado como él... y no le recordaba que hubiera jugado en el Atlético y aún menos que hubiera ganado título alguno, tal como le había dicho el chico.

     

    Sin embargo, al pensar nuevamente en la mirada, convicción y orgullo con la que el chaval le había dicho que su abuelo había jugado en el atleti, le saltó una duda.-"¿Quizás se referiría al tema de las movilizaciones?". ¿Aquellas en las que él pudo haber participado junto con el abuelo del mocoso, pero prefirió quedarse al margen, al creer qué inmiscuirse en temas que le parecían demasiado complicados no era más que una pérdida de tiempo?.- "¿Cargarse a una directiva cuando el club les pertenecía?... Buagh, ¡Eso no vale para nada!". Además, él tenía cosas más importantes e iba al fútbol a pasar el rato, sin más. Aquel simple gesto de los colorines no iba con él y no iba a tener ninguna trascendencia, sería como predicar en el desierto.

     

    Pero se equivocó, porque lo cierto, fue que aquella movilización libre de atléticos consiguió su propósito, una presión social que permitió revertir la situación y por ende, el curso de los acontecimientos y la historia negra en la cual se había adentrado su querido club. Lo inverosímil y complicado de la labor, hizo que aquella acción, en principio demencial, fuera considerada como una gesta sólo al alcance de aquel grupo valiente que confió y se involucró en ella. Así, no era de extrañar que las siguientes sucesiones de atléticos hablaran de aquellos aficionados que plantaron cara al poder establecido, con el respeto y veneración que tal hazaña merecía, pues con su simple gesto, con su unión y con sus gritos en verde y oro, consiguieron dejar un legado grandioso a las generaciones venideras, el de ser libres para elegir sus propios destinos, recuperar la grandeza y volver a ser un equipo competitivo y de referencia en el fútbol mundial.

     

    De repente, sus ojos empezaron a brillar brotándole unas lágrimas de comprensión por el significado de lo que había pasado hacía un rato y que era consecuencia de lo que aconteció tantos años atrás.-"Claro". Pensó el hombre mayor.-"Aquellos días fueron el punto de inflexión origen del cambio al actual Atlético de Madrid", se dijo mientras una frase célebre le iluminaba nuevamente, esa que decía que: Lo que se hace en la tierra, queda reflejado en la eternidad.

     

     Y lo entendió, porque a su edad, ya anciano, uno sabe que la eternidad... es demasiado, que la vida pasa y que sólo aquella parte de ella en la que se está y se puede obrar, tiene valor, la personal de cada uno, no la de la inmensidad y totalidad para todo el universo. Con sus años y sus tantas vivencias, ya casi todo lo que le quedan son recuerdos, y se conforma con saber que los más valiosos son los que duran en los pensamientos y anecdotario de los más próximos, los que realizara en su día con la esperanza de que hubieran sido lo suficientemente bondadosos como para ser reconocido, valorado y apreciado prioritariamente por los suyos, su verdadero mundo, sus familiares y amigos.

     

    Por eso, en lo que a este club se refiere, aparte de los héroes que salen en la hemeroteca, conocidos por todos los hinchas colchoneros: los Ben Barek, Gárate, Luís Aragonés, Ayala, Futre o Kun, muchas personas reconocerán haber tenido también a alguien más cercano y querido, un pariente o vecino, que podría ser considerado tan valioso como aquellos por lo que hizo y cómo lo hizo.

     

    De esta manera, el crío tenía razón, si su abuelo no se hubiera querido inmiscuir, si no hubiera pensado: Qué podía hacer él por el Atleti, en lugar de: Qué hacía el Atleti por él, si no hubiera elegido formar parte de aquel glorioso equipo... ni su padre, ni sus tíos, ni sus amigos, ni él, ni muchos más, habrían vivido un futuro digno y mejor. Y así, aunque aquel aficionado, ahora abuelo, que se sentaba antaño a su lado y al que perdió la pista, ya no pudiera ir al campo y en su día hubiera sido un anónimo hincha más del Atleti, a la larga, consiguió ser mucho más que él, porque para el chaval, para su nieto, era ya el ídolo rojiblanco que formó parte de aquella plantilla de leyenda llamada de la Esperanza Dorada.

     

     

    http://www.infiernorojiblanco.com/index.php?option=com_content&view=article&id=340:el-abuelo-de-la-esperanza-dorada&catid=43:javier-garcia-hawyer&Itemid=71 
    "Podemos jugar mejor, ganar o perder, pero hay una idea que no se negocia, que es el trabajo y que nadie es más importante que el equipo" Cholo Simeone
  • 23-02-2011 0:05 en respuesta a

    Re: El abuelo de la Esperanza Dorada

    Disculpad a todos los que hayais entrado habiéndos encontrado el tocho sin espacios de párrafos, pero mi desconocimiento del pegado hasta que he visto la tecla adecuada me ha hecho tener que editarlo 4-5 veces y así conseguir dejarlo de manera medio legible, (para la extensión ya, no tengo solución)

    "Podemos jugar mejor, ganar o perder, pero hay una idea que no se negocia, que es el trabajo y que nadie es más importante que el equipo" Cholo Simeone
  • 23-02-2011 0:11 en respuesta a

    Re: El abuelo de la Esperanza Dorada

    Me ha encantao. Gracias por ponerlo por aquí.

    ¿No quería Cerezo unidad en tiempos dificiles? Vamos a hacerle caso pues... que todo el estadio se sume a la causa para conseguir lo que añoramos, un Atleti libre.

    Algún día podremos decir a nuestros nietos que cada uno de nosotros participamos, en mayor o menor medida, en devolver el Atleti a los socios y sentiremos un gran orgullo al contarlo. 

    Nunca dejes de creer
    Si se cree y se trabaja se puede
    --------------------------------------------------------------
  • 23-02-2011 0:19 en respuesta a

    Re: El abuelo de la Esperanza Dorada

     Estamos todos convocados paraeste vital partido, que puede durar más de la cuenta e incluso tener varias prórrogas...pero lo importante será, como siempre, el resultado final:

     

    SAD 0-1 CLUB

     

    Gracias Javier.

    "El Atlético no se merece que le estén tratando como le están tratando. No se puede conformar con entrar en Europa, estoy en contra de anuncios como ese de 'Papá, ¿por qué somos del Atleti?'. ¡No! Cuando yo estaba siempre salíamos a competir a por la Liga, la Copa, todo. ¡Vuestros padres no nos permitían otra cosa! Somos el tercer equipo de España, pero nos hemos alejado de nuestra historia. Pero pensad que, cuando una puerta se cierra, se abre una ventana".
    Luis Aragonés en su Gaudeamus

    Diles que se vayan
    https://fbcdn-sphotos-d-a.akamaihd.net/hphotos-ak-ash4/404125_10151097005874053_1474836781_n.jpg
  • 23-02-2011 0:26 en respuesta a

    Re: El abuelo de la Esperanza Dorada

     Precioso, de verdad

  • 23-02-2011 13:14 en respuesta a

    Re: El abuelo de la Esperanza Dorada

    Me pongo en pie para aplaudir.

     Muy emotivo..

     


    http://laagoniadelmediapunta.blogspot.com/
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