Adrián es un "nueve". Un clarísimo y evidente "nueve". Como lo era Torres. Ahora lo de Torres nadie lo discute pero la cantidad de mensajes que hemos tenido que leer en este foro diciendo que no, que era un segundo punta, ha sido enorme. Adrián podrá o no ganarse un puesto en otra demarcación utilizando su inteligencia y sus ganas de triunfar. No sé si lo conseguirá, pero su forma de moverse y de desmarcarse, su manera de "buscar" en el área y fuera de ella hacen de él un delantero centro de los buenos, si es que, después del actual Barça, podemos seguir hablando de esta figura como necesaria en el fútbol.
Aprovecho la ocasión, en consecuencia, para discutirle a Axteris la catalogación de este jugador como una segunda versión de Kiko. El jugador Kiko incluía en su persona dos graves formas de ceguera cuando vino aquí: una, la de ser joven; otra, la de ser de un barroco exasperante. En sus dos primeros años, Kiko soñaba el fútbol. Intentaba regates que a él, por su propias características corporales, le estaban vedados. Enviaba balones a espacios en donde ni había compañeros ni tenía por qué haberlos. Soñaba el fútbol. Kiko era el realismo mágico -de Mágico González- soñado por un andaluz. Barroquismo doble. Una cosa incomible. Hasta que llegó alguien -no sé si D'Alessandro o Antic- y le explicó que si quería ser excelente en cada intervención estaría muy pronto de vuelta en Cádiz con todos los honores. Que para ser bueno, sólo bueno, en su caso tendría que jugar de culo y con los codos. Como comprenderás, Axteris, el culo y los codos son dos elementos genuinamente antibarrocos. Y entonces, tal vez, podría ser excelente en el minuto 23, en el 62 y en el 87. Perfecto. Kiko lo entendió y nos dio tres años y medio sensacionales.
No veo, sin embargo, ninguno de estos rasgos en Adrián. A mí me parece que Adrián tiene cara de viejo, juega como un viejo y, dentro de sus posibilidades, hace siempre lo que al equipo más le conviene.